Robbie Williams, alejado de la imagen convencional de estrella pop, se mostró vulnerable, autocrítico y en continua búsqueda de sentido. En una entrevista con The Times, el artista británico explicó cómo la fama, la ansiedad y la necesidad de reconocimiento marcaron tanto su vida como su carrera, especialmente en el contexto de su biopic Better Man y la inminente publicación de su álbum Britpop.
La lucha interior y la imperiosa necesidad de “más”
“Quiero más. Tengo un problema con el ‘más’”, reconoció Williams al describir el verdadero impacto emocional de la fama. Para él, los logros y récords no son simples trofeos, sino puntos de apoyo frente al caos.
“A través de los rápidos de la vida, mientras me arrastra la corriente, me aferro a cualquier rama para estabilizarme. Y un récord así me da sentido. Tengo la oportunidad de lograr algo que nadie consiguió en la música británica. Además, la seguridad del éxito es un buen colchón y todavía hay un niño gordito de 11 años que necesita que le aseguren que es válido. Ese es el nivel de terapia”, explicó.
“Pero también es simplemente: ‘Genial, quiero más. Tengo un problema con el ‘más’. Si lo diriges en la dirección correcta, no es un problema. De lo contrario, es como un arma disparando, que es lo que me pasó en el pasado”, detalló a The Times.
La fama, la alienación y la reconciliación con el pasado
Lejos de evadir su turbulenta salida de Take That y el sentimiento de alienación que sobrevino, Williams relató: “Me volví un alienígena. De repente estaba en Marte. Mi realidad cambió y era demasiado joven para entender lo que estaba pasando”.
Durante años, fue blanco del desprecio en el mundo musical británico: “Me despreciaban. Yo me presenté como un entertainer, así que me miraban como si fuera un pedo andante. Eran unos pretenciosos matones. La gente pensaba que yo era un imbécil”.
Hoy logra mantener una relación cordial con sus antiguos compañeros; incluso Gary Barlow coescribió una canción para el próximo álbum.
Adicciones, salud mental y humor como refugio

La lucha interna de Williams se tradujo en adicciones y trastornos de salud mental durante los 90.
“Hubo 18 meses de alcoholismo y adicción aguda. Y cuando toqué fondo, cogí una pala y cavé un sótano. Si hubiera seguido, habría muerto. Mira, los noventa fueron una gran época para pasarlo mal. Las décadas siguientes fueron grises, pero en los noventa todos estaban en lo mismo, desde el promotor de radio hasta el basurero", recordó el artista, quien agregó: “El hedonismo era la estrella polar para la mayoría, pero el hedonismo solo me hizo engordar”.
El diagnóstico de TDAH, dislexia y otras dificultades forma parte de la historia familiar que Williams afronta con humor negro: “Todas las adicciones, el alcoholismo, el TDAH, la dispraxia, la dislexia, la discalculia, la auto-obsesión y el narcisismo... Teddy, en sus contactos del iPad, me tiene como ‘Papá narcisista’”.
“Así que existimos en ese lugar del humor y ellos no entenderían lo problemático que es la vida real, pero el lenguaje de amor de mi esposa y mío es burlarnos el uno del otro y tenemos ese humor negro que los niños están aprendiendo”, añadió.
Mito de la fama y ejercicio de reparación personal
La sinceridad y autocrítica atraviesan también su música: “Solo intento hacer que la auto-obsesión sea un color bonito”.
En tanto, Williams desacreditó la idea de que la fama soluciona los problemas: “Nos dicen desde pequeños que es un bálsamo que lo arregla todo, por eso la busqué. Pero en realidad causa una crisis existencial y estaré explicando mis hallazgos sobre eso hasta el día que muera”. Y se definió con una sola frase: “Soy un periodista, pero con un solo tema: yo”.

Grabar Better Man supuso para Williams un ejercicio de reinterpretación y sanación. Tras años sintiéndose incomprendido, tanto la película como el documental de Netflix cambiaron la percepción pública sobre su persona. “Ahora estoy en un buen lugar, física y mentalmente”, afirmó a The Times.
Entre bromas, comentó su transformación física: “Sí, esto es producto de la gran industria farmacéutica”, dijo, en referencia a su uso temprano de inyecciones para perder peso.
“Pero también viene de que me llamaran ‘Blobby Robbie’ en la prensa durante una década, cuando se señalaba que una estrella pop no debía estar gorda. Así que si ahora soy lo contrario, lo voy a señalar. Lo que no significa que el hedonismo no pueda volver a hacerme engordar”, explicó.
Familia, terapia y un nuevo equilibrio

En la actualidad, Williams reside en Los Ángeles con su esposa Ayda Field y sus cuatro hijos. La familia, la terapia y la aceptación propia fueron claves en su actual estabilidad.
“Ahora estoy en mi era de gratitud y si me piden hacer algo importante a los 51 años, me encanta”, declaró. El humor, la autocrítica y la risa se convirtieron en herramientas esenciales para enfrentar la vida y la exposición mediática.
Ironía, exposición pública y el impulso de buscar atención
A lo largo de la entrevista con The Times, Williams repasó críticas y comentarios que recibió en su carrera, mezclando ironía y aceptación: “Así que, aparentemente, soy genial, pero también doy vergüenza ajena. A la gente le encanta ver lo relajado que estoy, pero también dicen que estoy colocado. Parezco Freddie Starr, pero también soy muy sexy. Soy un cantante de crucero que es el mejor entertainer del planeta. Mejoro con la edad y debería parar ya”.

Además, reconoció, entre risas, que su vida siempre estuvo bajo escrutinio público y que, en esencia, su trabajo consiste en buscar atención.
Williams asumió con naturalidad que la búsqueda de relevancia y la exposición pública forman parte de su oficio, y lo afronta con humor y autoconciencia. Para él, la atención no es solo una consecuencia de la fama, sino el motor principal de su carrera.
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