
El reencuentro entre Kristin Davis, quien interpretó a Charlotte York en Sex and the City, y Cynthia Nixon, que dio vida a Miranda Hobbes, tuvo lugar en un episodio del podcast And Just Like That... The Writers Room, en el que Davis entrevistó a Nixon.
Cynthia Nixon, con una sólida carrera en Broadway y trabajos con directores como Robert Altman, recordó que el proceso de selección se prolongó durante meses. Le propusieron leer para el papel de Carrie, al igual que a Davis, pero al no quedar elegida, pidió otra oportunidad al considerar que había más de un personaje femenino.
Finalmente fue convocada para audicionar como Miranda, en un proceso que describió como “una saga interminable”, atravesado por largas esperas y múltiples pruebas, incluida una llamada decisiva durante el Seder de Pésaj (comida ceremonial judía), en la que su agente le confirmó que el papel era suyo.

Kristin Davis, en cambio, relató una experiencia más breve, aunque igual de intensa. Destacó que una de las grandes motivaciones fue que la serie se filmaba en Nueva York, algo poco frecuente en la televisión de ese momento.
Nixon señaló que, pese a su trayectoria, nunca había interpretado a alguien como Miranda, lo que implicó una transformación personal, incluida la modificación de su aspecto físico a pedido de la producción.
Entre el personaje y la vida real
Durante el episodio, Nixon mencionó que compartía con Miranda ciertos rasgos intelectuales, pero sus estilos de vida eran opuestos. Mientras el personaje rechazaba la vida doméstica, Nixon se definió como una madre comprometida. En palabras de la actriz: “Todo lo que Miranda no tenía paciencia para, era mi pan de cada día”.
Davis también enfrentó contrastes con Charlotte. Señaló que el personaje inicialmente era superficial y debió desarrollarse con el tiempo. Mencionó que uno de los conflictos surgió del departamento de vestuario, donde se le pedía acortar el cabello, algo que ella resistía por considerarlo parte de su identidad actoral.

Ambas coincidieron en que la libertad creativa otorgada por HBO y el trabajo conjunto con guionistas y directores fueron claves para construir personajes auténticos.
Rodaje en Nueva York: vínculos y obstáculos
El entorno de trabajo combinó camaradería con exigencias técnicas. Nixon recordó que conocía a Sarah Jessica Parker desde la infancia, mientras que con Kim Cattrall compartía una base teatral, aunque su trato era más distante.
Las jornadas en locaciones como Chelsea Market y los estudios Silver Cup, en Long Island City, implicaban jornadas de hasta quince horas y complejos traslados.

En ese contexto, Davis contó que al inicio tenía dificultades para orientarse y llegar a tiempo. Por ello, la producción optó por trasladar al elenco en una furgoneta compartida. Agradeció especialmente a Nixon por ayudarla a repasar líneas durante esos trayectos, reflejo del vínculo que se forjó más allá de las cámaras.
Controversia y representación: feminismo y autenticidad
La serie generó debate desde sus primeros episodios. Según recordaron, algunos críticos cuestionaron la verosimilitud de los personajes, acusándolos de ser “hombres homosexuales disfrazados de mujeres”. Nixon relató que, en una entrevista grupal, las cuatro protagonistas respondieron unánimemente que se trataba de una serie feminista, por retratar a mujeres independientes, libres y con agencia.

Un rasgo distintivo del guion era que todas las historias debían basarse en experiencias reales del equipo creativo o personas cercanas. “Podían ocurrir cosas fantásticas, pero debían tener una base real”, explicó Nixon. Esa regla aportó verosimilitud y conexión emocional con la audiencia, incluso cuando los temas resultaban controvertidos, como el sexo casual, las relaciones abiertas o la autonomía financiera.
Nuevas audiencias, el mismo legado
El impacto cultural de Sex and the City continúa, impulsado por su presencia en plataformas como Netflix, donde ha sido redescubierta por nuevas generaciones. Davis expresó su sorpresa al comprobar que jóvenes de hoy se sienten interpelados por temáticas como la amistad, la búsqueda de identidad o el deseo de independencia.
Nixon destacó que la clave de la vigencia está en la autenticidad: cada trama, por más extravagante que pareciera, tenía raíces reconocibles. Además, la evolución de los personajes mantuvo el interés del público.

Miranda, por ejemplo, pasó de la dureza profesional a explorar la vulnerabilidad emocional; mientras Charlotte, con apariencia conservadora, demostró ser la más arriesgada en lo afectivo.
El episodio concluyó con el anuncio de una segunda entrega, en la que Kristin Davis y Cynthia Nixon continuarán compartiendo anécdotas, desafíos y aprendizajes. La invitación a seguir escuchando subraya la vigencia de una producción que, más de veinte años después, sigue despertando reflexión y fascinación.
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