
El rango de inflación de 38% a 48% que el equipo económico pactó con el FMI quedó obsoleto en menos de dos meses. Incumplirlo no pone en peligro el acuerdo ni los desembolsos programados con el organismo, ya que no se trataba de una meta del plan. Sin embargo, el histórico pico de marzo y el 16,1% acumulado en el primer trimestre exigirán una revisión de las metas que arrancaría la semana próxima cuando las máximas autoridades del equipo económico aterricen en Washington.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, y el titular del Banco Central, Miguel Pesce, participarán desde mediados de la semana próxima de la reunión de Primavera del organismo. Es probable que también los acompañen otros funcionarios del área y que haya encuentros con el staff del Fondo, preparatorios para la primera revisión formal de metas, prevista para la semana del 10 de mayo.
La Argentina cumplió con las principales exigencias correspondientes al primer trimestre, tanto en lo que respecta al déficit fiscal autorizado, la emisión y también la acumulación de reservas. En este último caso, obviamente la ayuda principal fue el desembolso de USD 9.800 millones que efectuó el FMI y permitió un aumento de las reservas netas en poder del Central.
Pero hacia delante el escenario luce más complejo y todo se complica más con un nivel de inflación que está muy por encima de los cálculos previos. El propio comunicado que emitió el Fondo al firmar el acuerdo con la Argentina establecía la posibilidad de “recalibrar” metas si fuera necesario, haciendo alusión particularmente a los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania, que recién comenzaba a gestarse.
Por lo pronto, el Banco Central ya está cumpliendo con su parte en el acuerdo. Ayer el directorio definió una suba de 2,5 puntos porcentuales de la tasa de referencia, que pasó de 44,5% a 47% anual. La tasa efectiva (que surge de reinsertar todos los meses los intereses) trepó a 57% y si bien sigue abajo de la inflación, al menos no le pierde pisada. También está aumentando la tasa de devaluación del tipo de cambio oficial, que ya se acerca a un ritmo de 60% anual, cuando antes de las elecciones legislativas apenas rozaba el 25%.
La escalada inflacionaria presenta sus complejidades a la hora de buscar soluciones o como mínimo conseguir una desaceleración que pueda sostenerse en el tiempo. El acuerdo incluye un rango que muestra un descenso de 5 puntos por año. Pero ya todo quedó totalmente desactualizado.
Bajar la inflación de manera consistente requerirá de una consolidación fiscal y frenar la emisión monetaria. Pero el aumento de los precios de la energía generará mayores costos por el lado de los subsidios, que aún con un fuerte aumento de tarifas bajarían menos de lo previsto. Por lo tanto, la primera lectura es que se requerirá de una mayor flexibilidad fiscal para no incumplir las metas. En estas condiciones, conseguir una baja del rojo fiscal del 3% al 2,5% luce muy difícil. Tanto como bajar la emisión monetaria del 3,7% del PBI registrada el año pasado a sólo 1% este año.
Sin embargo, un ataque frontal a la inflación precisaría lo contrario, es decir una reducción del rojo fiscal mucho más rápida y bajar a cero la emisión. La debilidad política del Gobierno y en particular del Presidente vuelve prácticamente inviable cualquiera de estas opciones.
¿Hay realmente margen para volver más flexibles las metas a causa de los cambios de condiciones internacionales? Será el gran tema que se discutirá la semana que viene en Washington y que luego también se abordará en la primera revisión formal de las diez que estipula el acuerdo firmado hasta el 2024.
Con abril llegaría una mínima tregua porque se espera una baja relativamente importante del índice de inflación, aunque las consultoras aún no se ponen de acuerdo sobre el ritmo de la disminución. Mientras que EcoGo estima un 5,5% (en parte por el efecto “arrastre” que dejó el mes anterior, en FMyA consideraron que podría bajar bastante más, a 4,7%. Según su director, Fernando Marull, los alimentos “estarían con tasas de suba mucho menores en estas dos primeras semanas del mes”, mientras que las subas de tarifas también serán menores. Como contraparte, vuelven a subir telefonía móvil, prepagas y colegios privados, mientras que en ciudad de Buenos Aires aumentaron los taxis, peajes y el subte.
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