Las razones por las que el Gobierno sigue apostando a la cuarentena y sacrifica la economía que está en colapso

El mercado no pierde el optimismo con los bonos soberanos porque sabe que el Gobierno no puede darse el lujo de sumar un default duradero

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La esperanza del mercado ya no está puesta en los bancos centrales sino en el desarrollo de una vacuna
La esperanza del mercado ya no está puesta en los bancos centrales sino en el desarrollo de una vacuna

El Gobierno llegó al dilema que imaginó en sus peores pensamientos: elegir entre el colapso sanitario o el económico. Obviamente, eligió evitar el colapso sanitario pero los números en este sector avanzan de manera temeraria. Hay hospitales en situaciones límite. Se comenta en voz baja, pero es una realidad. Y hay medidas de emergencia en algunas zonas, como la reducción de hisopados, que no se anunciaron pero que se están practicando porque se entró en una zona de optimizar los recursos. De aquí en más, se harían solo hisopados para detectar positivos y se renunciaría al hisopado post enfermedad.

En la conferencia donde anunciaron el retroceso a la fase 1 de la cuarentena evitaron entrar en detalles que podrían aclarar porque tomaron esa decisión. La gente ve opiniones encontradas que atentan contra el cumplimiento de la cuarentena. De antemano, creen que no será la última de las restricciones. Por eso el domingo, en los sitios verdes, se vio un desborde de gente, cuando la salida era solo permitida para los que tenían hijos pequeños. 

Por caso, los bosques de Palermo ni en los festejos del día de la primavera tuvieron tantos habitantes como este fin de semana. Era imposible mantener la distancia obligatoria y los policías se hacían los que creían la mentira de la mayoría de la gente a la que le preguntaban porque estaban caminando sin chicos. “Están por allí”, les decía. “Vaya a buscarlos” era la respuesta que era una forma de decirle que sigan. El control fue mínimo. Era como si el gobierno de la Ciudad hubiera regalado un día de libertad absoluta. Los restaurantes vendían comida en mostradores a la calle. La gente buscaba asiento en cualquier lugar y comía como para recordar los días en que podían almorzar afuera de la casa.  

La preocupación es seria y más allá de la efectividad de la cuarentena que, si bien se hizo de manera anticipada, es imposible que en la Argentina obtenga los mismos resultados que en Europa. Los métodos tienen distinto grado de éxito y fracaso según la calidad de vida y la densidad de población. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires está 50% de la población y de la economía y el epicentro de la pandemia. Esto no diferencia a la zona de cualquier país superpoblado con alto grado de pobreza e infraestructura sanitaria insuficiente. 

FOTO DE ARCHIVO. Peatones caminan frente a la fachada de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Argentina.
FOTO DE ARCHIVO. Peatones caminan frente a la fachada de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Argentina.

Por eso los mercados cerraron el viernes con tono pesimista, aunque hoy pueden aparecer los compradores de oportunidad en la Bolsa y en bonos de la deuda, porque tras la caída del viernes quedaron con precios de oportunidad. Nadie duda, en esta situación, que a la pandemia no se le puede agregar un default, por eso los inversores están apostando a los títulos públicos, pero ante la ausencia de noticias se cubren porque temen quedar atrapados entre el dilema económico y el sanitario.

El Gobierno juega su gran apuesta a una cuarentena muy estricta de quince días que logre domar los números del contagio que baten récords a diario. El problema es que se encuentra frente a una población hastiada que no ve resultados en el encierro y que justifica el quebrantamiento de las reglas en que el sacrificio solo recayó en ellos no en los ingresos de funcionarios o del sector público. Esta es la verdadera grieta económica. Ven a un Estado que avanza sobre la economía privada. Los funcionarios jubilados no pagan impuestos a las ganancias, como sucede a los jubilados del sector privado, por caso.

El absurdo de la situación es que la parálisis ha ayudado a contener al dólar. El viernes, los alternativos tuvieron caídas importantes. El dólar Bolsa perdió $ 1,74 y cerró a $ 102,47, mientras el contado con liquidación cedió 40 centavos a $ 105,70. Estos son dólares en blanco. En cambio, el dólar libre, subió $ 1 a $ 129 porque no hay vendedores. Los compradores del cupo de dólares de USD 200 en bancos y USD en ventanilla con documento y declaración jurada, duplicaron a los del mes pasado. Pero la mayoría los mantiene en sus cuentas y no los sacó para venderlos en el mercado libre porque buscan cobertura ante lo que puede venir.

Nadie duda, en esta situación, que a la pandemia no se le puede agregar un default, por eso los inversores están apostando a los títulos públicos

En cambio, el dólar oficial enlenteció su devaluación en bancos y casas de cambio la divisa quedó en $ 73,55. El dólar mayorista se revaluó 6 centavos (0,08%) a $ 70,22. En Brasil en cambio, la devaluación del real fue de casi 2%. Por eso preocupa el retraso cambiario. Hoy tal vez el dólar mayorista suba 18 centavos para compensar los tres días consecutivos de 6 centavos de devaluación diaria y mantener el ritmo de 9 centavos diarios.

Los importadores, ante el retraso cambiario, siguen retrayendo sus ventas al exterior. Por eso las reservas aumentaron apenas USD 3 millones a USD 43.201 millones. La ayuda más efectiva para el banco Central -porque en el mercado mayorista fue vendedor de divisas- vino por el lado de la suba del euro y del oro frente al dólar. De lo contrario, las reservas hubieran caído.

Los bonos hubieran podido tener un peor día de no haber sido por las esperanzas de que el país llegue a un acuerdo con los acreedores. Los que peor la pasaron fueron los títulos de legislación local. El Bonar 2020 cedió 1,46% y el Bonar 2024, 1,54%. Más tenue fue la caída en los bonos con legislación neoyorquina. El Discount cedió apenas 0,37%. Este es el bono de mayor incidencia en el riesgo país que aumentó apenas 2 unidades a 2.544 puntos básicos.   

El S&P Merval, el índice de las acciones líderes, soportó un retroceso de 3,35% pero con escasas presencia de los inversores. El monto de operaciones fue de tan solo $ 869 millones. Los bancos fueron los más castigados ante la ausencia de noticias de la negociación y el endurecimiento de la cuarentena y soportaron bajas de más de 6%.

El absurdo de la situación es que la parálisis ha ayudado a contener al dólar. El viernes, los alternativos tuvieron caídas importantes.

En Wall Street, los ADR’s argentinos -certificados de tenencia de acciones- tampoco la pasaron bien. Sólo MercadoLibre logró subir (+0,18%). El resto del panel fue rojo.

Los mercados del mundo tampoco la pasaron bien el viernes y en las operaciones overnight -apuestas a futuro que comienzan a las 19.30 y terminan en la apertura de la Bolsa en la que se posicionaron- estaban operando con tímidas alzas que no excedían 0,40%, pero pasada la medianoche comenzó a revertirse la tendencia. El Nasdaq bajaba 0,11% y el Dow Jones y el S&P 500 redujeron su alza a 0,10% con tendencia a la baja. El pesimismo mundial sigue después del viernes fatídico donde cayeron más de 2,5%.

Europa también operaba antes de la apertura en territorio negativo.

Las Bolsas de Asia abrieron en baja. El Nikkei de Tokio perdía 1.80% y el Hang Seng de Hong Kong, 0,75%. Los tres principales índices de las bolsas chinas perdían hasta 0,90% y la tendencia era a ampliar las pérdidas.

La incertidumbre de los mercados es proporcional a la del desconocimiento del virus que todos los días dejas nuevas incógnitas. Hoy la esperanza no está tanto en los bancos Centrales como en Oxford donde están avanzando con la vacuna

La incertidumbre de los mercados es proporcional a la del desconocimiento del virus que todos los días dejas nuevas incógnitas. Hoy la esperanza no está tanto en los bancos Centrales como en Oxford donde están avanzando con la vacuna. Pero en la hipótesis más optimista recién estaría lista en diciembre lo que significa que sus efectos se verían en 2021. Y eso es el largo plazo porque es imposible calcular el daño que habrá hecho en las economías. Por caso, el FMI todos los meses cambia sus pronósticos por otros peores. El tema es que, tras la pandemia, sobrevendrá la emergencia económica. Vivir con un futuro incierto despierta temores y desconfianza. La población se conforma con no perder el trabajo y sacrifica sueldo cuando se trata del sector privado y esa injusticia todavía no la solucionó la Argentina, donde pertenecer al Estado sigue siendo un privilegio que pagan los que lo sostienen. 

Por otro lado, hay un ala del gobierno que se encarga de sabotear la negociación de la deuda con las amenazas de expropiación, quiebras evitables y medidas mal explicadas del Banco Central sobre favorecer a un sector con la posibilidad de girar divisas a precio oficial y sin impuesto solidario a los países donde están radicados. La explicación oficial es contradictoria con lo que practicaron en el pasado cuando a los jubilados italianos les pesificaban sus ingresos en euros. Cualquier ciudadano argentino que trabaje para el exterior, como los diseñadores gráficos o analistas de sistemas, deben depositar sus dólares en cuentas del exterior, porque si se los giran a la Argentina se los pesifican. En cambio, si los giran desde sus cuentas en el exterior, pueden sortear ese obstáculo. El cepo ha convertido al mercado cambiario en una madeja donde pierden todos. Mas desorientación, imposible.

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