
Una empresa es como una botella pinchada. Constantemente está ingresando agua por el pico en función de: operaciones: facturación y cobranzas. Y a su vez constantemente está saliendo agua por cuatro agujeros inferiores: sueldos, proveedores, préstamos y pago de impuestos.
Las empresas financian toda su operatoria con una combinación de capital propio y de fondos de terceros (préstamos). El agua de la botella es el capital de trabajo (fondo de maniobra) de la empresa, y determina la capacidad de poder realizar sus actividades.
Los 4 agujeros inferiores agrupan todos los pagos que hace una empresa: salarios de personal (incluidos los societarios), proveedores; préstamos, impuestos (nacionales, provinciales y municipales). Y cada proveedor es a su vez otra botella, dando lugar a lo que se denomina la “cadena de pagos” de todo el circuito productivo y comercial.
Todos los pagos al personal (empleados, socios) a lo largo de toda la cadena, junto con las transferencias del Estado (jubilaciones, pensiones, planes asistenciales como la AUH), determinan el ingreso disponible de la economía, el cual alimentará todas las operaciones permitiendo que el circuito fluya.

La pandemia del coronavirus es una crisis sanitaria que corre a una velocidad sin precedentes. Según los especialistas, se requieren medidas sanitarias extremas como el aislamiento total (cuarentena) para poder controlar su propagación y evitar el colapso del sistema de salud.
Pero ¿cuál es el impacto del aislamiento sobre el sistema económico? La cuarentena genera una parálisis de la actividad en casi todos los sectores, lo que corta el suministro de agua a muchas empresas, reduciendo o cortando totalmente el flujo de ingresos de agua a las botellas.
A cada empresa esta situación la encuentra parada de manera diferente; holgadas o comprometidas financieramente (mucha o poca agua). Con el cese de operaciones, el flujo de ingresos se corta y el agua de la botella empieza a descender rápidamente, complicando toda la operatoria.
A medida que se extienda la cuarentena, las botellas se irán vaciando más y más. Más temprano que tarde, no tendrán suficiente agua y dejarán de pagar sus compromisos: impuestos, préstamos, proveedores y por último personal. Así se propaga la nueva pandemia económica…
Es así como se corre el riesgo de pasar de una crisis sanitaria a una brutal crisis económica. Según un relevamiento de Invecq solo el 23% de las empresas está en condiciones de mantener su nivel de actividad. El 18,8% está operando parcialmente y el 57% está 100% parado.

Esto implica que prácticamente 6 de cada 10 empresas están sin actividad, sin ingresos. Y la lectura se agrava si se tiene en cuenta que 1 de cada 5 empresas llegó muy comprometida financieramente. Son las secuelas de 2 años de recesión, y ya en camino al tercero. La quiebra en muchos casos será inminente si no se las asiste a tiempo.
Desenlace: Coronavirus -> cuarentena -> parálisis actividad -> ingresos = $0 -> búsqueda financiamiento -> inyección de capital propio (si hay) -> desaparece capital de trabajo -> suspensión pagos y empleos -> quiebra. El tiempo del proceso lo determina el capital de trabajo de reserva.
Con más de 600.000 empresas y 19,3 millones de trabajadores (3,2 M del sector público), estamos hablando que miles de empresas y millones de puestos de trabajo están en grave riesgo. La pobreza, que actualmente está en 35%, saltaría a niveles inimaginables. No hay margen de error.
El coronavirus requiere de medidas sanitarias extremas, de visión integral y de mucha efectividad. Sin esas tres condiciones, una cuarentena que se extienda en el tiempo llevará a consecuencias económicas mucho más devastadoras que las sanitarias. ¿Cómo evitar el colapso?
Esta situación no se resuelve con estímulos de demanda, y únicamente centrado en las mipymes y sectores más vulnerables. Porque por más “plata en el bolsillo a la gente”, la gente seguirá sin salir de su casa por la cuarentena, no podrán salir a consumir más. Del otro lado, las actividades afectadas seguirán cerradas, sin ingresos y quebrando.
La clave radica en proteger el sistema productivo, cerrando el drenaje e inyectando fondos. Hay que trabajar sobre los 3 agujeros (impuestos, préstamos y sueldos) de las empresas que se quedaron sin operaciones. Se excluye a proveedores para proteger la cadena de pagos.
Plan de emergencia económica integral
El plan debería incluir: 1) Paraguas impositivo generalizado: reprogramación de vencimientos impositivos y subsidios; 2) Blindaje financiero: reprogramación automática de vencimientos más nuevas líneas crediticias; y 3) Reducción salarial: pagos parciales de los sueldos durante la cuarentena.
Con un plan preciso y completo de medidas en estos tres ejes, habría una posibilidad de lograr estabilizar los egresos con los ingresos, manteniendo a las empresas sin operaciones en una especie de “estado vegetativo” mientras dure la cuarentena y se resuelve la crisis sanitaria
A los que piensen que es imposible suspender los pagos de impuestos, los préstamos y reducir los sueldos es importante recordar que si la empresa quiebra no paga nada de nada. Y no se habla de dos o tres empresas con problemas; se trata de todo el sistema económico.
Una vez superada la crisis sanitaria comenzará la reconstrucción económica. La capacidad y la velocidad de recuperación estará directamente relacionada con la cantidad de empresas que hayan logrado sobrevivir. -¿Hay que salvar las vidas o la economía? Hay que salvar a las dos!
El autor es Economista, director de Invecq, Congreso Económico y ExpoEFI
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