Cómo optimizar el cuidado de la salud y sostener la actividad económica que la sustenta

La pandemia impuso un severo dilema a los líderes del mundo, la Argentina no es la excepción

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El Gobierno tomó fuertes medidas preventivas contra el virus y paliativos económicos para los sectores vulnerables (Gustavo Gavotti)
El Gobierno tomó fuertes medidas preventivas contra el virus y paliativos económicos para los sectores vulnerables (Gustavo Gavotti)

Como consecuencia de la creciente crisis económica global, derivada de la muy grave pandemia del corona virus, se ha instalado en el mundo y también en nuestro país, como un dilema dramático y crucial, la opción considerada excluyente entre ¿la preservación de la vida o la de la macroeconomía? Esta última también de una salud muy precaria en el caso particular de la Argentina.

La demanda y la oferta de los bienes y de los servicios se retraen simultánea y abruptamente, tal como ocurre durante las guerras, destruyendo a los mecanismos usuales de la formación de los precios y de los stocks a producir y comercializar.

Pero además, en el caso de esta pandemia, "el enemigo" es aún un desconocido. La incertidumbre es muy alta porque la información acerca de el es todavía relativamente escasa y las estrategias de la defensa nacional atraviesan necesariamente las etapas de "prueba y error"; pasando desde las medidas graduales al shock de las cuarentenas, para ganar tiempo en términos de salud pública, pero a costa de la economía, pues provocan la caída del consumo, la paralización de las inversiones y el desplome del comercio exterior.

Se pasa de medidas graduales al shock de las cuarentenas, para ganar tiempo en términos de salud pública, pero a costa de la economía, pues provocan la caída del consumo, la paralización de las inversiones y el desplome del comercio exterior

Los equipos de investigación de la medicina trabajan a destajo, día y noche, a modo de los "servicios de inteligencia" en las guerras, para identificar al virus "enemigo". Sus objetivos inmediatos son aumentar la capacidad de los tests de infectados de la población y controlar la elevada tasa de contagio del virus, para que los casos nunca superen a la capacidad instalada de sus sistemas de salud y no colapse.

Simultáneamente a estas “batallas” de la salud, se deben desarrollar otras para administrar, también defensivamente, un “control de los daños” de las economías, de la capacidad productiva de los países. En situación de “guerra” a la gran mayoría de los productores de bienes y servicios se les desploman sus ventas, disminuyen sus producciones y, automáticamente, les crecen sus costos medios. Surgen así los déficit y, por último, se agota su financiamiento, cortándose la cadena de pagos a sus empleados, proveedores y demás acreedores.

Los penosos pasos siguientes son los despidos que afectan a las economías familiares y las quiebras masivas de las empresas, desde las pymes hasta las multinacionales. Los diversos contratos entran en crisis, desde los inquilinos con los propietarios hasta todo tipos de deudores y de acreedores. En este otro “frente” de la misma guerra también deben intervenir los Estados, para evitar los impactos retroactivos del deterioro económico sobre el sistema de salud.

La construcción, uno de los sectores con alta intensidad laboral paralizado por la cuarentena (Reuters)
La construcción, uno de los sectores con alta intensidad laboral paralizado por la cuarentena (Reuters)

En estos términos muy generales, se está debatiendo la situación de nuestro país en varios ámbitos académicos, como los descriptos recientemente por Marina Kosacoff y Ernesto Schargrodsky en una mesa redonda de la UTDT. Así, no queda margen para presentar como un dilema excluyente a: ¿la preservación de la vida o la de la macroeconomía argentina? Esta última también de una salud muy precaria. El enemigo es único, la guerra es una sola y el destino de la salud y la economía nacional es común.

En los EEUU, el periodista y escritor Thomas Friedman encontró en el académico David Katz, de la universidad de Yale, una respuesta muy atinada de lo que, en realidad, seria un “try-lema”:

1. Salvar, en lo inmediato, a la mayor cantidad posible de vidas;

2. Que el sistema de salud disponible no colapse, y

3. Destruir lo menos posible a la macroeconomía (más aún, en el caso argentino que arrastra 8 trimestres en recesión) y salvar a la mayor cantidad posible de vidas también el mañana.

Todos desearíamos ahora disponer de un sistema de salud más organizado, más integrada su propiedad, su operación y su financiamiento, tanto público como privado, y de una mayor cuantía y calidad. Lo cual permitiría cumplir mejor con los objetivos planteados como 1 y 3. Pero, las decisiones siempre se deben tomar con los datos de la realidad y mirando hacia adelante.

Todos desearíamos ahora disponer de un sistema de salud más organizado, más integrada su propiedad, su operación y su financiamiento, tanto público como privado, y de una mayor cuantía y calidad

Como una lección aprendida de los casos de China, Italia y España, en procura sólo de los puntos 1 y 2, la Argentina ha optado por una inicial política de shock, dejando casi totalmente de lado la consideración del punto 3 (la macroeconomía). La decisión tiene por objetivo que el inevitable incremento de los casos que precisan internación alcance un máximo que resulte consistente con la capacidad instalada de nuestro sistema de salud pública y privada.

Bajo nivel de actividad productiva y comercial

La opción elegida por el presidente Alberto Fernández no resulta gratuita, pues tiene un relevante costo de oportunidad. El de la acelerada paralización y destrucción de la economía real del país, a un ritmo estimado, “a priori”, en alrededor de, al menos, un 0,5% del PBI cada mes. Complicando ello, a su vez, al sistema de salud pública y privada y a sus posibilidades de continuar salvando vidas en el corto plazo, lo cual también es solidaridad.

La opción elegida por el presidente Alberto Fernández no resulta gratuita, pues tiene un relevante costo de oportunidad. El de la acelerada paralización y destrucción de la economía real del país

Cuanto más profunda y rápida sea la caída del PBI, necesariamente más lenta y prolongada resultará la posterior recuperación económica. No resulta razonable hoy la expectativa de una recuperación económica similar a la iniciada en 2003, luego de la caída del 11% en 2001/02. Porque son muy diferentes las condiciones predominantes, tanto las externas como las internas.

Desde este más amplio punto de vista, el dilema entre la salud y la economía deja de ser totalmente antagónico y se comienzan a visualizar los senderos convergentes de las soluciones posibles al grave problema que se enfrenta la Argentina. Reconociendo que los grados de libertad que se disponen, para evitar un mayor deterioro de la desequilibrada macroeconomía, son escasos.

La política del Banco Central

En cuanto a la emisión monetaria (es la curva que hay que "achatar" en la economía, como a la de las personas infectadas en la salud) que solo la puede efectuar el gobierno nacional si la situación no sale de un cauce relativamente razonable, y debería resultar siempre consistente con la demanda de dinero, que la hay, y controlando además su velocidad de circulación, para no ingresar en situaciones de muy alta inflación.

La política monetaria debería resultar siempre consistente con la demanda de dinero, que la hay, y controlando además su velocidad de circulación, para no ingresar en situaciones de muy alta inflación (Reuters)
La política monetaria debería resultar siempre consistente con la demanda de dinero, que la hay, y controlando además su velocidad de circulación, para no ingresar en situaciones de muy alta inflación (Reuters)

La “clave de bóveda” está en el gradual levantamiento de las restricciones de la cuarentena. Deben ser muy cuidadosas para evitar las muy peligrosas “recaídas”, tanto de la salud como de la economía. Se debería iniciar por las actividades productivas que tienen un menor impacto en la salud y, simultáneamente, resulten muy relevantes para la reactivación de la economía. La secuencia de la recuperación económica seguramente será primero mediante el consumo interno, luego las exportaciones y, por último, las inversiones.

La secuencia de la recuperación económica seguramente será primero mediante el consumo interno, luego las exportaciones y, por último, las inversiones

Otra vez, la tecnología de la información actualmente disponible le permitiría al Gobierno seleccionar las intervenciones públicas a atenuar, desde los actuales aislamientos masivos, liberando especialmente a los canales de comunicación de las cadenas de producción, de transporte, de comercialización y de financiamiento de los alimentos y de la energía.

La crisis resultará, como siempre lo señala la historia, en una oportunidad para aquellos que países que la tomen. En nuestro caso sería que el Gobierno reaccione con un prioritario mandato pragmático general que podría ser: “requerir más productividad del gasto público y menos impuestos distorsivos de una menor presión fiscal para con el sector privado formal”.

El autor es presidente de la Fundación Pensar Santiago

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