Italia 90, el Mundial que casi no vemos: por qué estuvo a punto de quedarse sin pantalla y la locura en el estudio de TV cuando Argentina llegó a la final

Un conflicto con la adquisición de los derechos de transmisión estuvo cerca de dejar al país sin poder ver en vivo la Copa del Mundo en la que la Selección alcanzó la segunda definición consecutiva. Los entretelones, el rating histórico y el periodista que se transformó en cábala

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El mítico gol de Caniggia contra Brasil, uno de los momentos de mayor euforia del público argentino en el Mundial de Italia
El mítico gol de Caniggia contra Brasil, uno de los momentos de mayor euforia del público argentino en el Mundial de Italia

La Copa del Mundo de 1990 toca el alma de los argentinos, incluso para aquellos que no la vivieron. La épica del cuadro dirigido por Carlos Salvador Bilardo, defendiendo el título en las más inhóspitas condiciones (dentro y fuera de la cancha), las manos salvadoras de Goycochea en los penales y la canción. Esa inconfundible melodía que sigue emocionando 30 años después.

Muchos jóvenes, que eran pequeños o que nacieron años después, hablan con precisión y devoción de esos 30 días inolvidables, que las pantallas de ATC llevaron a todos los hogares. Sin embargo, esas imágenes estuvieron cerca de no verse en nuestro país.

El martes 31 de mayo de 1988 se firmó el acuerdo por el que el nuevo canal 2 (Teledos) adquiría los derechos de Mundial de Italia, abonando la primera cuota. La OTI (Organización de la Televisión Iberoamericana) era la dueña y encargada de comercializarlos en los países de su órbita. El 30 de noviembre anterior les había informado a sus canales socios (los cuatro con sede en Capital: ATC, 9, 11 y 13) como sería la mecánica. Sin embargo, fueron pasando los meses y ninguno se mostró interesado.

Tanto el 11 como el 13 estaban en manos del Estado y el 9 era privado desde 1984, mientras que el 2 permanecía en una especie de limbo, emitiendo desde la ciudad de La Plata y con poca penetración en Capital. Hasta que en diciembre del ’87 se hizo cargo del mismo quien era el dueño del diario Crónica, Héctor Ricardo García, levantando su programación y llevándolo a discutirle el liderazgo a la emisora de Alejandro Romay.

La situación de los derechos se estaba tornando grave, ya que la fecha límite era el 1 de junio del ’88 y ningún canal hacía una oferta, por lo que Argentina podía quedarse sin Mundial. Como un gol sobre la hora, el martes 31 de mayo, se selló el acuerdo con Teledos, en un hecho que llevó a muchas controversias, porque no pertenecía a la OTI al estar fuera de Capital Federal.

La experiencia García duró poco y en marzo de 1989, tras varias idas y vueltas y problemas con su socio, el canal volvió a su sencilla y casi zonal programación de antaño, retornado a ser Tevedos y sin poder hacer frente a las cuotas restantes. ¿Y el Mundial? Nadie se lo preguntaba en medio de un año de elecciones, saqueos e hiperinflación.

La inquietud llegó a los despachos oficiales ya iniciado 1990 y fue el canal estatal el que cubrió la deuda y con ello, la certeza que el campeonato podría verse, solo por ATC en Capital y Gran Buenos Aires y en el resto del país con las repetidoras. Esto llevó a un problema cuando había partidos simultáneos en la fase de grupos, ya que se debía optar solo por uno en vivo y el otro diferido varias horas más tarde. Cuatro periodistas viajaron a la cobertura para relatar los encuentros desde allá: Marcelo Araujo, Julio Ricardo, Adrián Paenza y Humberto Tito Biondi. En los estudios de Figueroa Alcorta y Tagle quedó un grupo de apoyo para esas transmisiones, conformado por Mauro Viale, Antonio Carrizo, Edgardo Antoñana, Guillermo Cánepa y Carlos Baruilch.

Edgardo Antoñana, Guillermo Cánepa y Carlos Baruilch, en el estudio de ATC durante el Mundial
Edgardo Antoñana, Guillermo Cánepa y Carlos Baruilch, en el estudio de ATC durante el Mundial

Éste último recuerda como fueron esos momentos: “Nosotros éramos periodistas del canal, en mi caso desde 1980. Junto a Cánepa y Antoñana, nos habían mandado a estudiar italiano porque íbamos a viajar, pero finalmente quedamos acá. El equipo que fue al Mundial apareció de repente, pero quizás era lógico porque eran figuras. A mí no me molestó, porque estuve un mes trabajando con una Copa del Mundo y fui partícipe del record histórico de audiencia en la televisión argentina”.

Aquello es algo casi imposible que se vuelva a repetir: Un solo canal transmitiendo un Mundial, con el agregado de la épica insoslayable que acompañaba la marcha vacilante pero ganadora del equipo argentino. El rating volaba hasta cifras astronómicas, nunca vistas. En el balance general de los programas más vistos de 1990 en la TV nacional, los cuatro primeros puestos fueron: la final contra Alemania (80 puntos), cuartos ante Yugoslavia (75,6), semifinal vs Italia (72,8) y el increíble choque con Brasil de octavos (70,2). Barulich sigue sosteniendo que aún fue más que eso: “En su momento nos habían dicho que el partido con Italia llegó a 94 puntos y es posible. Todo el país estaba frente a la pantalla”.

El viernes 8 de junio al mediodía fue la ceremonia inaugural y el debut de Argentina, como campeón del mundo vigente ante Camerún. Marcelo Araujo condujo la transmisión, pero a la hora del juego, el relato fue de Julio Ricardo, en una decisión sorprendente. Los comentarios estuvieron a cargo de Adrián Paenza. La derrota, tan dura como inesperada, bajoneó al país entero y también a los periodistas que estaban en el piso de ATC, donde ocurrió una situación muy particular, como la evoca Barulich

“Al terminar el partido, noté que en el estudio estaban todos como muertos, entonces empecé a decir al aire que eso no podía ser, que éramos los campeones y que íbamos a llegar a la final. El auspiciante era ginebra Bols, que había puesto varias botellas en la escenografía. Yo nunca tomé alcohol, no por una cuestión moral ni nada parecido, simplemente porque no me gusta, entonces me llenaba una de esas botellas con agua y tomaba todo el tiempo, para cumplir con el sponsor. Como decía eso en cámara, los teléfonos del canal estallaban con la gente diciendo “¡Sáquenle la ginebra a Barulich que dice cualquier cosa!”, cuenta entre risas.

A medida que la Selección avanzaba, el público tomaba al periodista como amuleto de la buena suerte: “Fue todo una locura, al punto que me asusté mucho. Por esos días fui a comprar un repuesto para el auto en la zona de Córdoba y Pueyrredón y no me dejaron pagarlo: ‘¿Cómo te voy a cobrar a vos, que sos el tipo de la buena onda?’, me dijo el dueño. Cuando terminaron los penales con Italia, se juntaron muchas personas en la puerta del canal, pidiendo que yo saliese y cuando lo hice, me llevaron en andas como media cuadra. Increíble”.

Con gran sagacidad, el director de cámaras ubicado en el control de ATC iba y venía con las imágenes de los alocados festejos de los jugadores argentinos en el césped de Nápoles, con lo que ocurría en el estudio, que lentamente se iba poblando de gente, con banderas argentinas, buscando abrazarse con Barulich y sus compañeros, que habían perdido completa y entendiblemente la habitual compostura, para celebrar como hinchas.

El aviso de una marca de cigarrillos terminó agregándole el canal donde iba a ser transmitido el Mundial, prueba de que se trató de una negociación sobre la hora
El aviso de una marca de cigarrillos terminó agregándole el canal donde iba a ser transmitido el Mundial, prueba de que se trató de una negociación sobre la hora

Como ocurre en cada Mundial, la televisión gira durante un mes alrededor del evento. Pero el de 1990 tuvo un momento especial, que pudo cambiar la historia de los años (¿décadas?) por venir. Así lo recuerda Ernesto Cherquis Bialo, quien era el gerente de deportes de TELEFE: “Desde enero, el viejo canal 11 tenía nuevos dueños: por un lado la familia Vigil (Editorial Atlántida) y otro grupo de socios, que habían contratado a Gustavo Yankelevich para director de programación. Recomendé a Marcelo Tinelli, que estaba en el 13, ante la urgencia, porque Gustavo Lutteral, que era el elegido para conducir “VideoMatch” en la medianoche, se bajó a último momento. Su contrato fue por tres meses, tiempo de exploración, para ver cómo funcionaba el producto. De a poco, el deporte fue quedando un poco de lado para incorporarle cosas más transgresoras, y al comenzar junio, se renovó el contrato de Tinelli por otros tres meses, que en principio, serían los últimos”.

Allí se inició el torneo en Italia y fue cuando Cherquis recibió una comunicación de los dueños de la emisora: “El programa no repuntaba, porque a medianoche, ATC repetía un partido, Canal 9 ponía al aire notas con Diego Maradona que le hacía Enrique Moltoni y Canal 13, con producción de Torneos y Competencias, tenía un envío llamado “Intimidades de Italia 90”, con Enrique Macaya Márquez desde Roma. Allí recibí el llamado, diciéndome que había levantar “VideoMatch”. Le pedí a Aníbal Vigil, que le diera una chance más, porque yo entendía que no podíamos competir con el Mundial, ya que Telefe no poseía los derechos. El pobre Tinelli estaba ahí, debatiéndose entre los penales, Maradona, Goycochea, etc. Rogué por tres meses más a partir de la finalización del Mundial y me fueron concedidos. A partir de septiembre el programa repuntó mucho, llegando a la doble cifra de audiencia y ya en octubre se le ofreció a Marcelo hacer “Ritmo de la noche” desde enero del ‘91”.

Para la radio también fue un evento particular. Fue el último Mundial de José María Muñoz en Rivadavia, ya que su fallecimiento se produjo en octubre de 1992. El liderazgo absoluto de audiencia en el rubro que tenía Víctor Hugo Morales y su equipo por Continental, se acentuó con las vicisitudes del cuadro nacional. Uno de sus integrantes fue Osvaldo Whebe, quien guarda los mejores recuerdos Italia ‘90

“La experiencia fue extraordinaria. Yo ya había estado en España ’82 y México ’86 trabajando con Muñoz, pero lo de Italia fue muy especial, ya que solo éramos dos relatores: Víctor Hugo y yo, por lo que nos repartimos los partidos y fue un arduo trabajo durante un mes. Fue particular incluso el sitio donde paramos, que era un hotel cerca del Vaticano, donde habitualmente concurrían curas y monjas, a la espera de la visita a la Santa Sede. Un lugar bucólico. Fui parte de un grupo excepcional, de primerísimo nivel”, recuerda.

El Mundial tuvo una previa de gran preparación, con el clásico fervor italiano, que se vio reflejado en cada cancha: “Fue un campeonato de grandes estadios, como el Olímpico de Roma, el Giusseppe Meazza de Milan o el de Florencia. Personalmente, hubo varias transmisiones muy lindas, como la del gol de Colombia sobre la hora contra Alemania, cuando habían merecido ganar y casi lo pierden, porque los alemanes son así de irreverentes (risas), o el día de Argentina y Brasil, que a mi tocó a continuación nada menos que Alemania vuersus Holanda en Milan, que por ese tiempo era como la capital del fútbol, por el potencial de sus equipos, justamente con tres germanos del Inter (Brehme, Klinsmann y Matthaeus) y tres holandeses en el Milan (Gullit, Van Basten y Rijkaard), con un gran arbitraje de Juan Carlos Loustau. También tuve el privilegio de acompañar a Víctor Hugo y a Alejandro Apo desde Roma hasta Nápoles, y acomodarme en un pequeño espacio entre ellos el día del glorioso partido ante Italia, cuando se agotó mi capacidad como hincha, por haberlos sacado de la Copa del Mundo. Fue un Mundial icónico en mi carrera”.

El polémico penal de Sensini en Italia 90 en la final entre Argentina y Alemania

Ese mismo ícono que se pasea, aún hoy, 30 años más tarde entre los argentinos amantes del fútbol, repasando un mes inolvidable. El sorprendente debut (Camerún), la reconstrucción (Unión Soviética), el flojo rendimiento con angustiosa clasificación (Rumania), la hazaña imposible (Brasil), el inicio del mito Goycochea (Yugoslavia), la satisfacción máxima (Italia) y el día que la plata si alcanzó (Alemania).

El subcampeonato que fue merecidamente festejado como un título por la calles, con los televisores y las radios aún encendidos, como en cada instante de esos 30 días, que siempre vuelven, eternamente envueltos en la mejor canción de los Mundiales de todos los tiempos.

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