Desde su asunción en el año 2000, Florentino Pérez se propuso algo más importante que el ganar trofeos de Champions League o quedarse con la Liga de España como presidente del Real Madrid: terminar con los Ultras Sur, la "barra brava" del equipo Merengue.
Conocidos como los radicales, este grupo que ocupaba toda la tribuna baja sur del Santiago Bernabéu -de allí provenía su nombre- era liderada por neonazis y no solo causaba disturbios sino que también incidían a veces en las decisiones políticas y deportivas de la institución.
En 2003, Florentino junto al flamante mandatario electo del Barcelona de aquel entonces, Joan Laporta, decidieron cercenar el poder de sus respectivas barras y combatir a estos revoltosos. Sin embargo, recién en 2014 el máximo dirigente de la Casa Blanca consiguió erradicar a esta banda por completo.
A fines del 2013, la primera decisión que tomó la dirigencia fue cerrar al público aquel sector de las tribunas del estadio y construir una grada nueva. "En el Madrid no mandan ni los periodistas, ni los jugadores, ni los ultras, sino que mandan los socios", fue el comunicado.
Ya para enero del año siguiente la propuesta fue otra: inspirada en la afición del Borussia Dortmund, la idea era crear un "Grada Joven" con integrantes de las peñas más emblemáticas del club como La Gran Familia, La Clásica y la Peña Barajas, entre otras. La idea es que ese grupo sea un ejemplo para el resto de la afición, que anime y respete al adversario, que no insulte y solo apoye.
Claro que no fue tan fácil. A pesar de las amenazas recibidas, Florentino dispuso de un sistema de control exhaustivo con el que se comprobó que muchos de los ultras acudían a los partidos con abonos que correspondían a otras personas. Es por ello que se comenzó a solicitar periódicamente documento y abono a todos los asistentes al Bernabéu.
Además, se confirmó que algunos de los integrantes de esa banda no eran seguidores del Madrid sino subversivos que también acudían al estadio del Atlético Madrid con la misma finalidad.
Si bien algunos ex integrantes de los Ultras Sur son vistos al fondo de la grada alta norte, desde España afirman que "no son más de 15 personas". En cambio, detrás del arco se puede ver 1.600 butacas ocupadas por un grupo de personas todas vestidas de blanco, con sus bufandas en alto y gritando por su equipo -son las encargadas de realizar los famosos mosaicos-. Sin violencia y sin insultos.
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