
Vitoria rebosó de música brasileña y se transformó en ciudad paulista con Toquinho, que cerró la 48 edición del Festival de Jazz de Vitoria.
El polideportivo de Mendizorroza rebosó con tres conciertos que llevaron la música brasileña a la capital vasca.
El brasileño entró fuerte con la “Garota de Ipanema” que no se hizo esperar. El veterano artista abrió su concierto con dos temas que descubrió a los 12 años. Acompañado por Dudu Penz al bajo y Mauro Martinsa a la batería, contó con la colaboración de Camilla Faustino.
Hubo tiempo para los homenajes. Como a João Gilberto (“Chega de saudade”) y a Chico Buarque (“O que será”). No todo fueron autores brasileños, Toquinho y Camila dieron “Gracias a la vida” de Violeta Parra. Todo ocurrió antes de desempolvar sus pinceles para pintar su particular “Acuarela”.
Una metáfora visual que invitó a ver la vida como una obra de arte en constante creación, donde cada uno tiene el poder de pintar su propio destino. Fue una noche cargada de sorpresas porque Yamandu Costa ofreció su propio concierto.

El artista recordó su experiencia con Silvia Pérez Cruz sobre el mismo escenario vitoriano en el que volvió a dejar un trocito de cultura del sur de Brasil. El público captó desde el primer momento su pasión por el instrumento.
Trasladó a los presentes al “Verano del 42” para escuchar su versión de la banda sonora de la película en un sentido homenaje a su compositor, Michel Legrand y compartió anécdotas familiares. A su abuela debemos el último tema que interpretó ante el público gasteiztarra, “Sarará”.
Otro de los momentos especiales de la noche se vivió cuando el artista anunció el estreno mundial aún sin nombre de una de sus últimas creaciones “Se puede llamar Vitoria”, sugirió el de Passo Fundo. Para comenzar, Dora Morelenbaum y su banda ofrecieron todo un despliegue de estilos envueltos en un halo de suavidad y modernidad.

Desde el sertanejo de ”A melhor saída” hasta el vals en tono de re mayor “María bonita” de Agustín Lara, la agrupación paseó por el pop, el funky y el jazz con pinceladas de jazz contemporáneo y de índole experimental. La cantante y compositora manejó a su antojo sus cuerdas vocales, convirtiéndolas en un instrumento más que se suma a su propia guitarra, la de Guilherme Lirio, el bajo deGuto Wirti y la batería de Daniel Conceiçao.
La joven artista buscó la complicidad del público. No faltaron homenajes a Ryuichi Sakamoto o Joao Donato. Con el tema “Chorou chorou” de este último aprovechó para presentar a su banda.
Y aún quedaba ”Nem te preocupar” que levantó al auditorio para despedir al cuarteto entre aplausos. Antes de todo, Milena Casado abrió en el Palacio Europa con su trompeta de forma magistral.
Fuente: EFE
Últimas Noticias
Art Basel Miami Beach: entretenimiento, innovación y futuro al servicio del arte
La feria evidencia el dinamismo del sector con ventas destacadas, presencia de obras de artistas consagrados y propuestas que abordan tanto el surrealismo como la experimentación tecnológica

Murió Martin Parr, el fotógrafo que retrató con ironía el consumismo y las vacaciones de masas
El artista británico, miembro de Magnum Photos desde 1994, murió en su casa de Bristol tras una carrera que abarcó décadas con viajes alrededor del mundo. Recientemente publicó su autobiografía “Totalmente perezoso y desatento”, título tomado de un demoledor informe escolar

Revelan el verdadero propósito de los enigmáticos agujeros de Perú
Un estudio liderado por Jacob Bongers descarta teorías infundadas sobre las hendiduras del Monte Sierpe y demuestra que el sitio fue utilizado primero como mercado indígena y luego como registro tributario inca

Los Premios Martín Fierro de la Danza debutan con shows, famosos y una alfombra roja repleta de estrellas
La ceremonia promete una velada inolvidable con la presencia de artistas como Julio Bocca y Eleonora Cassano, y la entrega del codiciado Martín Fierro de Oro

“El arte de ser abuelo”, el libro conmovedor y gracioso que Victor Hugo dedicó a sus dos nietos pequeños
El mundialmente célebre autor francés se declara “vencido” por esos pequeños que para él vienen del cielo, todavía “ebrios de paraíso”. Huérfanos de padre, Georges y Jeanne fueron a vivir con el escritor y llenaron su vejez de alegría e inspiración

