
¿Qué es una frontera? Si es la línea imaginaria entre un país y otro, ¿qué es lo que realmente divide, escinde, separa? ¿Qué clase de zona es una frontera? ¿Qué actividades proliferan en esta región? ¿Cómo impedir que crezca y se consolide la actividad ilegal en la frontera? Fronteras (publicado originalmente por Leamos y hora ampliada y en papel por Ediciones del Sur) se titula el libro de la periodista argentina Lucía Salinas, que responde estas preguntas.
Fronteras es un recorrido por los bordes de la Argentina, desde los que limitan con Bolivia, Paraguay y Brasil, hasta la zona más austral, en Tierra del Fuego y también la frontera de Santa Cruz con Chile. Salinas recorre los pueblos, observa, conversa. Aparece así la frontera como una zona de conflicto, de tensión donde el contrabando y el narcotráfico están a la vista de todos, donde funcionarios lo reconocen y se muestran por momentos sobrepasados por la situación.

Fronteras
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A veces un río, otras apenas un alambrado volcado sobre la tierra árida separa un país de otro, pero lo cierto es que una frontera es una incógnita, una zona gris, difusa, compleja, extraña, turbia. Por eso este libro, esta investigación periodística de Salinas: para acercarnos a esos límites del norte de Argentina y los rasgos que facilitan el crimen organizado, para entender cómo se vive, cómo se trabaja, cómo es su día a día.

—¿Qué es lo más destacado que pasa en las fronteras argentinas hoy?
—En principio, al pensar en aquello que ocurre en nuestras fronteras nos invita a pensar que Argentina se define en gran medida por la extensión territorial de sus fronteras: unos 15.000 km. De este total, 5.117 km corresponden al litoral fluvial del Río de la Plata y el Mar Argentino y 9.376 km a los límites territoriales con Brasil (1132 km), Bolivia (742 km), Chile (5308 km), Paraguay (1699 km) y Uruguay (495 km).
Cada frontera tiene su particularidad geográfica y eso habilita, en gran medida, un tipo de delito que prepondera sobre otros. A su vez, estas características inciden directamente en las comunidades asentadas en estos extremos de nuestro territorio nacional.
La primera edición de Fronteras, con editorial Leamos, se concentró en la frontera norte del país donde vimos una enorme cantidad de argentinos y argentinas conviviendo por diversos factores, con delitos como el contrabando y el narcotráfico. Según la frontera en la que nos posicionábamos la realidad iba modificándose como también el tipo de delito que se comete.
Pero a su vez, abrió una discusión más de índole conceptual respecto a aquello que representa una frontera, esa línea divisoria que tan bien demarcada vemos en los mapas. En estos rincones del país tal idea no existe.
Pero en esta edición ampliada e impresa que sale con Editores del Sur, me encontré con esa realidad replicada en el extremo sur del país.
Fronteras en esta nueva edición recorre la frontera más austral del país, en Tierra del Fuego y también la frontera de Santa Cruz con Chile. Sus complejidades, historias impensadas que se tejen allí en medio de la estepa patagónica con una frontera compleja, amplia, donde la línea divisoria entre un país y otro, también se vuelve difusa.

—¿Cambió algo en los últimos años?
—No considero que los cambios en estos territorios sean a corto plazo. Hay cuestiones arraigadas que construyen idiosincrasia. La vida que transcurre yendo y viniendo de un país al otro, algo que también ocurre en el sur.
La frontera sur tiene otra particularidad y es la extensión territorial de la Patagonia y las posibilidades que ello proporciona para el contrabando como para el narcotráfico. En esa estepa inmensa los hitos no siempre están para delimitar dónde comienza un país y dónde el otro. Y hay otra particularidad: campos fronterizos, donde la frontera es muchas veces un alambrado y son lugares utilizados para el contrabando.
La justicia habla en este punto de un delito transnacional, es decir que no distingue de fronteras. Y es sumamente representativo de lo que ocurre en la frontera norte del país como en el extremo sur.
—¿Cómo vive la gente el estar en las fronteras?
—Considero que hay cierta naturalidad a la hora de construir esa vida cotidiana que adquiere cada poblado, comunidad. El otro lado de la frontera no es tomado como algo escindido, todo lo contrario, son vidas continuadas, tienen familiares, amigos de ese otro lado de la frontera, y viceversa. Hay algo de inhóspito en las fronteras y esa sensación de lejanía de no ser mirados, considerados posiblemente también moldea estas localidades que están en los bordes de nuestro país, tanto en el norte como en el sur. Son rincones con vida propia, con ritmo y cultura propia que están más emparentados -en muchas ocasiones- con los países vecinos. Es otra muestra de cómo se diluye la idea de la frontera como algo que separa, sino que por el contrario, los encuentra.

—¿Hay unas fronteras más complejas que otras, más peligrosas?
—Es una pregunta que me formulé al encarar la investigación para esta edición impresa y ampliada, de cara al sur. Pensar en fronteras peligrosas es sólo mirarlas desde la perspectiva de la inseguridad, del delito y descubrí tanto en la primera edición de Fronteras como al recorrer este año, el sur, que ocurren muchas más cosas allí que el delito. El mismo está, es innegable y lo volví a escuchar en palabras de las autoridades judiciales.
Sin embargo, elijo pensar en que cada frontera tiene sus particularidades y a su vez sus complejidades. Entre la frontera norte y la sur se observa, principalmente, que existe una mayor porosidad e incidencia delictiva en la frontera con Bolivia, Paraguay y Brasil, que en la frontera de la Patagonia sur con Chile. Además, los delitos predominantes en la frontera norte se vinculan con el tráfico de estupefacientes, mientras que en la frontera sur están relacionados con el contrabando de mercaderías.
Esa distinción encuentra, en alguna medida, su explicación en las particularidades geográficas. Mientras en el norte es un alambrado, el patio de una casa, el río Paraná que se cruza en pocos minutos, una calle como en Misiones, en el sur es la inmensidad de la estepa patagonia, campos y más campos y todo lo que ello posibilita. Con otro factor no menor: el clima. Hay una causa enorme de contrabando que empezó con un caballo abandonado en medio de esa tierra amplia y amesetada, en su lomo tenían más de dos millones de pesos en tabaco que provenía de Paraguay.
—¿Qué pensaste, a partir de lo que sabés de la frontera, del caso Loan?
—Cuando con el equipo de Fronteras, el documental, estuvimos en Jujuy el ministro de Gobierno nos manifestó que la trata de niños era un tema que les preocupaba enormemente. No digo que el caso Loan sea eso, sino que hay algo con aquello que posibilitan los pasos clandestinos que es la falta de registros y de controles, de mirar más allá de los pasos habilitados y entender que hay otra realidad que transcurren en cientos de caminos que se escurren en la geografía y por los cuales, realmente, pasa de todo.
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