La belleza de la semana: “El hombre propone, Dios dispone”, la historia del cuadro maldito de Edwin Landseer

Hay una pintura de la época victoriana a la que nadie se anima a observar por las historias de locura, suicido y mala suerte detrás de ella

Compartir
Compartir articulo
“El hombre propone, Dios dispone” (1864), de Edwin Landseer, en
“El hombre propone, Dios dispone” (1864), de Edwin Landseer, en

El modelo de Pickman es un cuento del maestro del terror H. P. Lovecraft en el que un artista produce una serie de pinturas perturbadoras con maestría academicista, obras que de a poco comienzan a trastornar al narrador de la historia.

El relato tuvo dos adaptaciones a la televisión. La primera en los ‘70, en el show Night Gallery, una serie del mismo productor que The Twilight Zone centrada en lo sobrenatural y el horror, y otra muchísimo más reciente, actual de hecho, en El Gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro, en Netflix, en el que el cineasta mexicano hace las veces de “curador”, al estilo Alfred Hitchcock presenta.

En esta versión de 2022, el cuento tiene una propuesta un poco más gore, en la que algunos de los observadores de los cuadros de Pickman son absorbidos por la locura y pueden llegar a sacarse los ojos. Por más que parezca una fantasía, en torno al cuadro El hombre propone, Dios dispone de Edwin Landseer giran historias similares. La pieza, que surgió como representación de una historial real trágica, es considerada una obra maldita.

El hombre propone, Dios dispone es un óleo sobre lienzo de 1864, inspirado de la expedición de Sir John Franklin, quien partió de Inglaterra como capitán de dos embarcaciones en 1845, con dirección el Ártico, para nunca más volver.

Grabados de los barcos partiendo hacia el Ártico y de algunos de los elementos recuperados tras una excurción de rescate, junto a un cartel para promover su búsqueda
Grabados de los barcos partiendo hacia el Ártico y de algunos de los elementos recuperados tras una excurción de rescate, junto a un cartel para promover su búsqueda

La expedición compueta por 129 tripulantes quedó atrapada en el hielo en el estrecho de Victoria, hoy territorio canadiense de Nunavut, por más de un año y ya para 1848, los sobrevivientes buscaron llegar a tierra pero ninguno volvió a ser visto con vida. Estudios realizados en este siglo, de los cuerpos y elementos que se pudieron rescatar en expediciones de rescate inmediatas, determinaron que hubo varias causas de muerte: hipotermia, hambre, envenenamiento por plomo y enfermedades como el escorbuto, junto con la exposición general a un ambiente durísimo para el que no tenían vestimenta y alimentación adecuadas. También se determinó, a partir de marcas de corte en algunos de los huesos recobrados, que hubo canibalismo.

Te puede interesar: La belleza de la semana: “La balsa de la Medusa”, de Théodore Géricault

Sir Edwin Landseer (1802 – 1873) fue un destacado pintor y escultor victoriano, que obtuvo reconocimiento por obras centradas en animales, caballos, venados y perros sobre todo, muchos perros, aunque su trabajo más conocido es escultórico: los cuatro leones que protegen la Columna de Nelson en Trafalgar Square.

Fue un artista popular. Las reproducciones de sus trabajos daban calor a las paredes de los hogares de clase media y, a su vez, contaba con el favoritismo de la Reina Victoria, quien le encargó que inmortalizara a sus mascotas, y luego le pidió que la retratara, tanto con sus animales queridos, como sola y también con el rey Alberto -a quienes enseñó a hacer grabados- y más adelante a sus hijos (también con sus perros).

"Castillo de Windsor en tiempos modernos, la reina Victoria y su familia" (1842) y "Mastines alpinos reanimando a un viajero angustiado"
"Castillo de Windsor en tiempos modernos, la reina Victoria y su familia" (1842) y "Mastines alpinos reanimando a un viajero angustiado"

Hay una leyenda, que como tal es de difícil comprobación, pero que marca la importancia del artista a la hora de pintar canes y su ascendencia sobre el imaginario de la época. Se dice que una de sus primeras obras, Mastines alpinos reanimando a un viajero angustiado (1920), dio origen al mito de que los perros de rescate de San Bernardo en los Alpes llevan un pequeño cofre de brandy en el cuello.

Los perros que pintaba Landseer no eran solo de compañía, sino también fueron inmortalizados como héroes, por la gran cantidad de obras en la que rescatan o asisten a personas. Por eso, en su honor, se le puso su nombre a una variedad de perro de Terranova que popularizó en obras como Al rescate (1827), Un miembro distinguido de la Sociedad Protectora de Animales (1838) y Salvados (1856). También realizó toda una serie de obras antropomórficas satíricas, en la que los animales representan alguna situación o personaje de la sociedad e incluso históricas, como Estableciendo la ley (1840) o Alexander y Diógenes (1848)

"El monarca de Glen" (1851), "Salvados" y  "Estableciendo la ley"
"El monarca de Glen" (1851), "Salvados" y "Estableciendo la ley"

Si bien sus piezas pueden encontrarse en la Tate Britain, el Victoria and Albert Museum -obviamente-, el Kenwood House y la Colección Wallace no es allí donde se encuentra el cuadro maldito El hombre propone, Dios dispone, sino en la colección de Royal Holloway, una de las escuelas de la Universidad de Londres.

A modos de sinópsis, el cuadro muestra a dos osos polares entre algunos restos de la expedición (un telescopio, un mástil caído con los restos hechos jirones de la vela y huesos humanos) y se presentó en la exposición de verano de la Royal Academy de 1864, y fue vendida en 1881 a Thomas Holloway. En aquella presentación en sociedad tuvo buenas críticas, aunque la esposa de Franklin, el líder de la expedición, evitó verla por “ofensiva”.

En lo que hace a la factura, la composición tiene elementos de Los icebergs (1861) del paisajista estadounidense Frederic Edwin Church y El mar de hielo (1824) del romántico alemán Caspar David Friedrich, aunque se considera que su mayor inspiración se encuentra en The Voyage of the Fox in the Arctic Seas (El viaje del Fox en los mares árticos), libro publicado por el explorador irlandés Francis Leopold McClintock sobre su experiencia al bordo del Fox, en el que llevó adelante una búsqueda -con pocas expectativas- de los tripulantes entre 1857 y 1859 y solo encontró -como se esperaba- los restos de la tragedia.

Te puede interesar: La belleza del día: “El caminante sobre el mar de nubes”, de Caspar David Friedrich

Las obras de Caspar David Friedrich y Frederic Edwin Church
Las obras de Caspar David Friedrich y Frederic Edwin Church

Ahora, ¿es El hombre propone, Dios dispone una obra que infunda terror o algo parecido? A simple vista, no, aunque -parece- que el estar inspirada en un suceso tan terrible le generó un aura oscura.

Como muchas historias todo nace de un rumor no comprobado, de un relato que por su potencia se termina volviendo real. Dice, el mito, que a principios del siglo pasado un estudiante se preparaba para rendir un exámen, se sentó frente a la obra y luego de unos minutos se clavó un lápiz en el ojo. Dice la leyenda que sobre la hoja en blanco, escribió: “Los osos polares me obligaron a hacerlo”.

No hay un solo documento, en medios o en la universidad, que hayan podido confirmar esta historia. Pero eso no es importante a la hora de crear escenarios imaginarios trágicos. Porque lo que sí es cierto es que la pintura está acusada de maldita más allá de ese relato.

Alumnos toman exámentes en la Royal Holloway con la 'Union Jack' tapando la pintura de Landseer, en la década del 70
Alumnos toman exámentes en la Royal Holloway con la 'Union Jack' tapando la pintura de Landseer, en la década del 70

Desde los ‘60, hay otra leyenda menor, pero no por eso menos importante. Los estudiantes aseguran que cualquiera que se siente frente a la pintura durante un examen, fallará. “Si te sientas directamente frente a él en un examen, reprobarás, a menos que esté cubierto”, dijo la curadora de la universidad, la Dra. Laura MacCulloch, a la BBC.

Cuenta el relato, este sí comprobado, que un estudiante se negó rotundamente a sentarse cerca de la obra y que en aquella oportunidad la taparon con la bandera del Reino Unido, la Union Jack, ritual que se mantiene año a año desde entonces en cada prueba.

Así, en una sala abarrotada de obras, el espacio alrededor de El hombre propone, Dios dispone suele estar vacío, salvo cuando el emblema de Gran Bretaña lo cubre. Y es que, quizá, la mejor manera de tapar un evento que ridiculizó al ego del imperio, es cubrirlo de patriotismo.

Seguir leyendo