
Friedrich Schröder-Sonnenstern (1892-1982) fue un artista y pintor alemán. Es considerado uno de los representantes más importantes del Art Brut o arte marginal. Nació en Tilsit, Prusia, hoy territorio ruso. Fue uno de trece hijos, todos los cuales, excepto él, murieron poco después de nacer. Creó el nombre Sonnenstern (en español: Sol Estrella) para sí mismo cuando se dedicaba a estafar, haciéndose pasar por un médico curandero en “salud natural”.
Vivió una vida itinerante. Fue granjero lechero, artista de circo, vendedor de puros, ladrón de caballos, chantajista, líder de una secta –con cuyos ingresos compró alimento para niños pobres–, prisionero y un internado frecuente en el asilo por un diagnóstico presunto de demencia precoz o esquizofrenia. Sin embargo, fue solo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Schröder-Sonnenstern tenía más de 50 años y vivía en medio de las dificultades y privaciones de una Alemania devastada, que comenzó su carrera artística. En la exposición surrealista de París de 1959, fue celebrado como uno de los artistas más impresionantes del siglo XX y fue reconocido por Jean Dubuffet, entre otros.

Sus obras a menudo representan figuras extrañas que combinan formas humanas y animales, pintadas en un estilo casi caricaturesco. Esas características se advierten en La demonio de la urgencia (1958), obra pintada con crayón y lápiz de color sobre papel, que representa una figura femenina con sus formas demoníacas puntiagudas de la nariz y la lengua, igual que las piernas y el peinado en forma de cono. La hélice y la vela, así como las ruedas de los pies, aportan elementos para la atmósfera onírica de la imagen. La pintura, de 63,5 por 88,9 centímetros, fue donada al Museo de Arte de Milwaukee.
Las imágenes creadas por Schröder-Sonnenstern representan figuras eróticas y a menudo inquietantes que son en parte humanos y en parte monstruos, con partes del cuerpo distorsionadas como los senos y los genitales. Usó lápiz de color sobre una fina capa de pintura para dar profundidad a sus dibujos. Al representar escenas de tortura, grotesquedad, escatología y deformidad, las obras de Schröder-Sonnenstern hablan de un mundo detonado.

En The Mass Demon (1954) –título que podría traducirse como “el demonio de las masas”, aunque podría interpretarse como “manifestación del demonio” por el término inglés demonstration– una criatura con cara de luna, doble mandíbula y cuerpo de arcoíris, con unas tijeras para las orejas y los ojos en las manos, camina cuesta arriba con un palo, enganchando un pez de ojos muertos con una fina hebra de su cabello. A veces parece como si Schröder-Sonnenstern se hubiera paseado por un cuadro de Hieronymus Bosch y hubiera pintado retratos individuales de cada demonio que encontró.
Las obras de Schröder incluyen símbolos como corazones, anclas, estrellas, calaveras, tibias cruzadas, medallas y arco iris, creando una especie de iconografía de íconos. Este rasgo, apreciable en todas sus pinturas, está también presente en La moderna Eva lunar, con sutiles –y no tanto– calaveras, corazones y tibias cruzadas.

Cuando la profusa simbología y los cuerpos torturados se combinan con una trama densa y obsesiva, es difícil no tomar esto como el trabajo de alguien con una enfermedad mental. Schröder-Sonnenstern había sido diagnosticado como esquizofrénico cuando era niño, y a los 23 años fue declarado por un médico como “un soñador fantasmático y excéntrico” que sufría de una “locura degenerada”. Sin embargo, él siempre negó estar loco. En cambio, explicó que había aprendido su estilo de un pintor loco que había conocido mientras estaba en un manicomio. No un loco, entonces, sino enseñado por un loco mientras estaba encerrado en un manicomio. La paradoja es totalmente apropiada para la obra, porque hay tanto método en su locura como locura en su método.
El trabajo de Schröder-Sonnenstern fue ignorado por la escena artística alemana de posguerra, preocupada por la abstracción, pero fue alabado por los surrealistas, quienes, como él, habían sido acusados durante años de ser ellos mismos psicóticos.
Su éxito duró poco y sus obras se hicieron menos frecuentes y, finalmente, empleó a otras personas para que le produjeran su obra. Se volvió cada vez más dependiente del alcohol tras la muerte, en 1964, de su compañera de mucho tiempo, Martha Möller, a quien llamó tía Martha. Friedrich Schröder-Sonnenstern murió en mayo de 1982, unos meses antes de cumplir 90 años.
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