Infobae con Daniel Barenboim, en Berlín: "El crecimiento del antisemitismo me preocupa mucho"

El gran maestro argentino israelí presentó ante la prensa argentina la nueva edición del Festival Barenboim, que por primera vez se hará íntegramente en el CCK y en donde además de conciertos habrá gran espacio para actividades vinculadas al pensamiento. Las razones de por qué no habrá funciones en el Colón, su respuesta a las denuncias de maltrato a los músicos y su mirada sobre el presente fueron algunos de los temas abordados

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Martha Argerich y Daniel Barenboim en la Sala Pierre Boulez (28/02). Foto © Peter Adamik
Martha Argerich y Daniel Barenboim en la Sala Pierre Boulez (28/02). Foto © Peter Adamik

Berlín, especial. La edición 2019 del Festival Barenboim tendrá otra impronta. Esta vez se desarrollará exclusivamente en la Sala Sinfónica del CCK, a partir de julio, y acentuará uno de los rasgos de su concepción original: sin descuidar la excelencia de los conciertos, la presencia del pensamiento ganará preponderancia. Daniel Barenboim expuso estos argumentos en una rueda de prensa con medios argentinos en Berlín, en la Academia Barenboim-Said, donde estuvo Infobae. El maestro argentino-israelí dio detalles del ciclo y también respondió preguntas de una amplia variedad de temas, en un arco que contempla naturalmente la música pero también la política internacional, el racismo, la xenofobia y las relaciones humanas.

También, por primera vez, Barenboim respondió a las acusaciones de maltrato por parte de los músicos de su orquesta. "Si tengo mal carácter, lo tenía hace seis meses, seis semanas, seis años… ¿Por qué ahora? La única pregunta que yo me puedo hacer es: ¿por qué ahora? No si es justo o no. Eso es otro tema", dijo (Ver nota aparte).  Y desestimó en principio que detrás de esas denuncias haya motivaciones políticas o racistas, aunque señaló su preocupación por el crecimiento del antisemitismo.

El propio maestro ofreció un racconto de la historia y el presente del ciclo que nuevamente llegará a la Argentina: "La idea empezó en 2013, un año antes de ir a Buenos Aires al Festival, con la Orquesta del Diván de Oriente y Occidente. Mi idea fue hacer un festival de música y reflexión. En aquel momento, hubo muchísimo entusiasmo para todo lo musical, pero me dio la impresión de que no fue así para la parte de reflexión… Vino Felipe González dos veces en 2014 y el 2015, donde la reflexión giró en torno al conflicto palestino-israelí: naturalmente, era una cosa lógica teniendo al Diván, que es una orquesta compuesta por músicos israelíes, turcos y árabes de todos los países. En esa época estaba Pedro García Caffi como Director del Colón; los que vinieron después tienen un poco el mismo interés por la parte musical y aún menos interés por la parte de reflexión: por eso no se abandonó, pero bajó mucho su importancia. Y cuando empezamos con el Ministro Hernán Lombardi a hablar de este Festival, encontré un entusiasmo que no había visto o sentido antes". Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos estuvo presente durante la conferencia de prensa de Barenboim, al igual que Gabriela Ricardes, la secretaria de Contenidos Públicos, y Gustavo Mozzi, el director del CCK .

Daniel Barenboim, junto al Ministro Hernán Lombardi y Gustavo Mozzi, Director del CCK. Foto: Martín T. Raggio
Daniel Barenboim, junto al Ministro Hernán Lombardi y Gustavo Mozzi, Director del CCK. Foto: Martín T. Raggio

Entre el Teatro Colón y el CCK

Muy claramente, Barenboim explicó por qué eligió presentarse de manera exclusiva en la Sala del CCK: "En el Colón no encontré la flexibilidad necesaria para hacer todo esto. Ningún interés en toda la parte de reflexión, dificultades sobre las fechas para los conciertos… Y cuando nos pusimos en contacto con el Ministro, encontré otro clima de cooperación y de voluntad, y aquí estamos".

Sobre las particularidades acústicas de ambas salas, se explayó con razones diáfanas: "El Teatro Colón es un milagro acústico, y lo será siempre. Ahí no hay absolutamente nada que criticar. Cuando hicimos Tristán e Isolda de Wagner el año pasado, eso fue para mí realmente una cosa fenomenal, única. En los conciertos sinfónicos, desde mi lugar de director no noto ninguna diferencia. Los músicos me cuentan que se oyen menos que antes en el escenario: es lo que me dicen. Pero el Colón sigue siendo y será lo más importante musicalmente que hubo en la Argentina desde que se construyó en 1908, sin la menor duda".

En cuanto a la Sala Sinfónica del CCK, tampoco escatimó elogios: "Yo ensayé allí con dos orquestas: con el Diván y con la Staatskapelle, y tanto en los ensayos como en los conciertos, la sala me pareció magnífica: ¡magnífica! En primer lugar, es muy agradable visualmente. Y su acústica no presenta el menor problema: yo creo que en el CCK tuvieron mucho éxito, en el sentido de que el equilibrio entre la duración de la reverberación y la transparencia del sonido es realmente perfecto".

Contra una concepción elitista de la música

En el curso de la charla con la prensa argentina, Barenboim sostuvo que los políticos están muy lejos de entender que la música es algo que nos iguala: "La música, por lo menos en Europa, es considerada por muchos como una cosa elitista, que es lo más ridículo que hay en el mundo. Porque si hay algo que es todo lo contrario de lo elitista es la música, que está al servicio de todos en todos los países del mundo. Hace algunos años, estuvo aquí en Berlín la orquesta de Kinshasa [capital de la República Democrática del Congo]. Y uno de los músicos fue entrevistado en la televisión. Hacia el final le hicieron una de las preguntas más idiotas que he oído en mi vida: "¿Pero ustedes no se sienten incómodos al tocar música de nuestro Beethoven? Y este chico de la Orquesta de Kinshasa le contestó: 'Beethoven no es vuestro. Beethoven es universal. Fue un accidente geográfico que naciera en Alemania'.  ¡Fantástico! ¡Y es verdad…!"

Desde que fundó un Jardín de Infantes musical en Berlín en 2005, Barenboim refrendó su compromiso con la educación musical: "La música perdió un poco de su sentido en la percepción de la gente porque no hay educación musical. Se aprende la literatura, se aprende a leer y a escribir, y a leer libros. Se aprende la geografía, la biología, la matemática y todo eso… Pero no se aprende la  música, no hay educación musical. Y eso es un gran drama. La música para mí es esencial. No porque tenga o no tenga talento, que sea yo un principiante o un genio: eso no tiene ninguna importancia: la música para mí da un sentido a la vida, porque la música es lo único que yo conozco que te permite vivir elementos opuestos simultáneamente. La música nunca ríe y la música nunca llora: siempre ríe y llora simultáneamente, sufre y goza al mismo tiempo, está alegre y triste al mismo tiempo. La música que pretende ser sólo triste es aburrida. La música alegre, igual". El maestro también recordó su emocionante experiencia al dirigir en Ghana la Novena Sinfonía de Beethoven y al interpretar El clave bien temperado de Bach en Ramallah: "Se puede sentir el mensaje de la música sin saber el porqué".

La creación de una comunidad a través de la música

"El verdadero sentido filosófico de la música", argumentó, "es el contrapunto: no en el sentido musical sino en el sentido de punto contra otro, o sea: elementos opuestos que tienen que vivir juntos, dialogando. En una fuga de Bach, están las cuatro, cinco o seis voces luchando por la atención… La música te enseña que hay que tener el máximo de contrastes –el contrapunto–, pero hacer de todo eso uno, en ese sentido como la religión, donde se busca la unidad. Si alguien toca algo de música donde están sólo los contrastes, después de dos o tres minutos no se aguanta más, porque uno no sabe dónde está. Pero cuando se siente la búsqueda de la convivencia de elementos no sólo diferentes, sino muchas veces opuestos, y de eso se consigue una unidad, ¡eso es la música para mí!"

El arquitecto Frank Gehry junto a Barenboim en el concierto del 28/02. Foto © Peter Adamik
El arquitecto Frank Gehry junto a Barenboim en el concierto del 28/02. Foto © Peter Adamik

A raíz de esto, retomó sus palabras finales en el concierto del día anterior en la Sala Pierre Boulez de su Academia. Esa noche homenajeó con música de Schumann y Boulez a Frank Gehry en su cumpleaños de 90, y precisamente lo hizo en la sala que diseñó el célebre arquitecto: "Esta es la única sala del mundo que conozco donde hay sólo una comunidad de los que tocan y los que escuchan. En todas las salas, desde la peor a la mejor, hay dos comunidades: la del escenario, donde están tocando, que busca el contacto con el público, y la del público, que busca el contacto con el escenario. Todo eso está resuelto antes de la primera nota. En la Sala Pierre Boulez, en cambio, el público está muy cerca de los músicos".

Vista de la Sala Pierre Boulez durante el concierto del 28/02. Foto: © Peter Adamik
Vista de la Sala Pierre Boulez durante el concierto del 28/02. Foto: © Peter Adamik

Las razones detrás de las denuncias de maltrato

Por primera vez, durante este encuentro con la prensa argentina Barenboim se refirió a las acusaciones de maltrato por parte de algunos músicos que se difundieron en los últimos días en todo el mundo. Al tiempo que consideró que detrás de esas denuncias en realidad se esconde el malestar por su permanencia en la dirección de la Staatskapelle, desestimó en principio que pueda haber motivos de orden político o ideológico detrás del episodio.

"¿Cree que estas denuncias pueden estar relacionadas con su postura en el conflicto palestino-israelí?", le consultó una periodista al respecto.
– No, no creo, no creo: espero que no- respondió Barenboim.

– Estamos viendo antisemitismo, fortalecimiento de partidos de extrema derecha incluso aquí, en Alemania. ¿Puede haber algo de eso también detrás?
– Que yo lo sienta, no: que yo lo sienta, francamente, no. El crecimiento del antisemitismo en Europa me preocupa mucho. En Francia mucho más –como la profanación de las tumbas–, aún mucho más que en Alemania. Pero no creo, no creo…

Obras e intérpretes del Festival 2019

El maestro también habló de algunas figuras estelares que visitarán la Argentina en ocasión del Festival. Entre las composiciones que introducen una novedad en la programación, se encuentra el Concierto para orquesta de Witold Lutoslawski, que el director considera una obra muy importante y poco frecuentada del repertorio sinfónico del siglo XX. Ese mismo día, Martha Argerich tocará el Concierto Nro 1 de Chaikovski, que no interpreta desde hace mucho tiempo. Respecto de su colega y amiga, Barenboim no vaciló en decir: "Pianísticamente ella toca mucho mejor que yo, no hay duda. Y puede hacer cosas en el piano que yo no puedo ni soñar. Pero tocamos de la misma manera: ella y mi padre estudiaron con el mismo profesor, Vincenzo Scaramuzza. O sea: físicamente, la manera de tocar es muy similar. Y aparte de eso, nos conocemos. Este año llevamos 70 años de amistad. Nos conocimos en el 49, en la calle Talcahuano 1257".

“Con Martha Argerich llevamos 70 años de amistad. Nos conocimos en el 49, en la calle Talcahuano 1257”

Por otra parte, en dos ocasiones, Barenboim dirigirá la Séptima Sinfonía de Beethoven. Así preludia los festejos del año 2020, cuando se cumplen los 250 años del nacimiento del compositor. Pero al mismo tiempo, este año se cumplen tres décadas desde que Barenboim dirigió esa obra, junto con el Primer Concierto para piano del compositor de Bonn, en el histórico concierto público que dio en Berlín en ocasión de la Caída del Muro, el 12 de noviembre de 1989.

Daniel Barenboim durante la conferencia de prensa del 01/03. Foto: Martín T. Raggio
Daniel Barenboim durante la conferencia de prensa del 01/03. Foto: Martín T. Raggio

Entre Israel y la Argentina

Daniel Barenboim parece sentirse cada vez un poco más argentino. Aprecia el sentido del humor que compartimos, pero no la tendencia autodestructiva de tantos compatriotas. "Me gusta el sentido del humor que tenemos casi todos los argentinos. Aprecio un poco menos el lado autodestructivo de tantos argentinos. Pero siento un gran afecto… Un día me paró alguien en la calle en Buenos Aires, hará dos o tres años: '¡Ay –me dice– maestro, lo felicito! ¡Extraordinario! Bla, bla, bla.. ¡Gracias por haber venido! Es muy importante que usted venga aquí'. Y le digo: '¿Por qué es importante para usted que yo venga aquí?' 'Porque usted puede decir y hacer cosas que ninguno de nosotros nos atrevemos' ¡Gran cumplido!", añadió sonriente. Cuando le consultaron si pensó regresar a la Argentina en algún momento , lo negó suave pero rotundamente:"Nooooo, yo tengo mi vida aquí en Berlín".

Luego recapituló con cierto detalle las primeras etapas de su vida. Habló íntimamente de su temprano exilio en Israel, a los 9 años; de la euforia nacionalista de la Guerra de los Seis Días –cuyos efectos comparó con el despertar de una borrachera–, y del momento en que vislumbró más de una posibilidad para solucionar el problema de Oriente Medio.

También recordó el "Septiembre Negro" (N. de la R.: se trata de la masacre de miles de palestinos en Jordania, en 1970; no confundir con el grupo terrorista que era una facción de la OLP y que en 1972 cometió un sangriento atentado contra los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich) y su estupefacción al leer en el diario las declaraciones de la premier israelí, Golda Meir. Algo que lo llevó a preguntarse qué estaban haciendo como judíos, una vez que superaron la condición de víctimas y regían un Estado fuerte: "¿qué estamos haciendo para que los otros no se sientan como víctimas?" A sus ojos, la situación fue empeorando desde el 70 hasta hoy: "Poco a poco mi sentimiento de pertenencia fue disminuyendo". Al mismo tiempo, empezó a ir más menudo a la Argentina, donde reencontró los recuerdos de un niño que, a fin de cuentas, se había criado en "una familia judía argentina". "Cuantos más problemas tenía con la idea de Israel tal como se estaba desarrollando, más cercano me sentía a la Argentina", confesó. "Y eso hasta hoy".

“El sentido es reflejar los grandes debates de nuestro tiempo en el marco de un maravilloso programa musical especialmente elegido por el maestro Barenboim para esta edición del Festival”, dijo el secretario de Medios Lombardi.
“El sentido es reflejar los grandes debates de nuestro tiempo en el marco de un maravilloso programa musical especialmente elegido por el maestro Barenboim para esta edición del Festival”, dijo el secretario de Medios Lombardi.

Una paradoja entre otras parece desvelar a Daniel Barenboim: por qué la Argentina –considerada el país más europeo e importante de América Latina– nunca llegó a jugar en Latinoamérica el papel de liderazgo que debería corresponderle. "Si hay algo que yo pueda hacer –muy pequeño– para ayudar a que eso cambie, y para poner a la Argentina en una parte más orgánica del universo, me encantaría". Es por eso, nos confió, que se toma el esfuerzo de introducir las jornadas de reflexión dentro del marco del Festival. Aquí el maestro nos habla en calidad de músico, no de político. En ese sentido, reconoce que su influencia es limitada, pero a la vez sustancial: "Mi esperanza es que este simposio de reflexión despierte la curiosidad de la gente que sí puede cambiar la cosa".

 

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