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El verano tiene grandes condimentos para el cine. La gente abandona sus ocupaciones habituales, viaja, hace calor, el amor está en el aire, el erotismo aflora y el tiempo es acotado, lo cual agrega dramatismo a las relaciones.
Todo puede pasar en un verano, desde conocer al amor definitivo hasta reconciliarse con la vida, o desengañarse de ella, descubrir el sexo, el amor o la muerte.
Relaciones amorosas, sí, pero también reencontrarse, a través de un niño, con la propia infancia y, por lo tanto, con cierto sentido de la vida.
Durante el verano no estamos en nuestras casas, abandonamos nuestras rutinas, cambiamos lo habitual por lo inesperado. Lo ordinario da paso a lo extraordinario y lo extraordinario es el alimento esencial del cine.
Aquí, una lista de 15 películas cuyas tramas se desarrollan en el verano. En todas algo cambia para siempre.
15. FUISTE MÍA UN VERANO (Argentina, 1969, de Eduardo Calcagno)
Los cantantes de éxito de la década del 60 tenían como parte de su tarea filmar películas en las cuales se colaran en una trama argumental -no necesariamente coherente- la mayor cantidad de hits. Fuiste mía un verano es una de las dos que filmó Leonardo Favio en su faceta de actor y cantante (la otra fue Simplemente una rosa) y tiene todas las particularidades inherentes a su personalidad.
El personaje de la película es un cantante exitoso llamado Leonardo Favio, casado con una mujer llamada Carola, exactamente como en la vida real. La sola presencia del genial artista mendocino ya hace una diferencia: su mirada triste, su aire irritado, ligeramente ausente, su incomodidad ante la fama, generan una presencia única. Y es imposible no verlo sin pensar que en ese momento ya había filmado Crónica de un niño solo y El romance del Aniceto y la Francisca, estaba en el proceso de filmación de El dependiente y en pocos años no solo se convertiría en uno de los directores más populares del país (Juan Moreira, Nazareno Cruz y el lobo convocaron a millones) sino en un referente político del peronismo.
Su sensibilidad popular le permitió ser un artista multifacético, y más allá de la evidente desprolijidad de la película, es valioso verlo en Fuiste mía en verano cantando sus bellísimas y tristes canciones y metiendo mano ("demasiado", según él mismo) en la dirección, hasta lograr incorporar el homenaje a su amigo ladrón muerto en un robo, mientras suena "La soledad es un amigo que no está", de Luis Alberto Spinetta en su inmejorable versión.
14. GREASE (Estados Unidos, 1978, de Randall Kleiser)
Sandy (Olivia Newton-John) y Danny (John Travolta) sufren/disfrutan de un efímero amor de verano en la playa, sabiendo que es imposible que se vuelvan a ver. Empiezan el colegio y, oh sorpresa, allí se encuentran. El nuevo contexto –sin el idealismo del verano- incomoda a los dos, especialmente a Danny. Uno podría intentar analizar lo que la película realmente quiere decir sobre la realidad sociopolítica norteamericana de la década del 50 pero… Amigos, baila Travolta, ¡solo eso importa!
13. UN CAMINO PARA DOS (Two for the road, 1963, de Stanley Donen)
En el verano uno puede viajar, conocer a alguien y enamorarse. No sólo eso: después se puede casar con esa persona, tener hijos, y, con el tiempo, en el verano viajar y no soportarla. Eso es lo que pasa en esta película única, angustiante y tristemente bella, que cuenta la relación de diez años de una pareja compuesta por Audrey Hepburn en todo su esplendor y el genial y malhumorado Albert Finney.
La estructura de la película es un recorte de viajes y veraneos en distintos momentos, entre Inglaterra y Francia, entre el ocio y el trabajo, con la acción yendo y viniendo en el tiempo con la misma fragmentación e incomodidad generada por la vida en pareja cuando las cosas no salen "como en las películas". Aún así, esta obra de arte amarga y desolada, tiene los colores más lindos de la historia del cine y cada cambio de época la muestra a Audrey con un vestuario de una belleza y colorido sobrecogedores.
12. REBELDES Y CONFUNDIDOS (Dazed and confused, 1993, de Richard Linklater)
Una película que cuenta el último día de clases de la secundaria, es decir, el comienzo del verano que será sólo el principio del invierno de sus días. Su autor posteriormente sería el creador de la trilogía más romántica sobre las vacaciones (Antes de amanecer, Antes de atardecer, Antes de anochecer).
La trama se desarrolla en un día, desde la campana final hasta la mañana siguiente, pasando por las fiestas de graduación y las borracheras de rigor. Los personajes, como corresponde a una película de Linklater, deambulan y conversan. Pero uno de ellos, el quarterback perfecto y soporte moral de la película, Pink, tiene que tomar una decisión: o firma una declaración fascista sobre el uso de drogas y se une al equipo de fútbol o se va hasta Austin a comprar entradas para un concierto de Aerosmith.
El año elegido para la trama, 1976, es significativo: es el apogeo de la música disco y se cumplen 200 años de la declaración de la independencia de los EEUU. Al respecto, Linklater tiene dos cosas para decir. En primer lugar apostar a una banda de sonido con canciones de la época fuertemente metálicas: ZZ Top, Black Sabbath, Alice Cooper y la versión a puro alarido de Nazareth del clásico country "Love Hurts". Y en cuanto a los dos siglos de los EE.UU., no solo pone en boca de una profesora radical una frase que desmistifica cualquier discurso patriotero ("no olviden que lo que sucedió hace dos siglos es que un grupo de colonos no quiso pagar impuestos") sino que opone a la rigidez de las instituciones –centradas en el clásico profesor de educación física militarista- la libertad de elegir un destino propio con la agradable compañía de las cervezas, la marihuana y los amigos. Es quizás la película más representativa de Linklater, la más perfecta, la más engañosamente simple. Rebeldes y confundidos tiene además un elenco luminoso del cual saldrían algunos actores perdurables.
11. ÉCHALE LA CULPA A RÍO (Blame it on Río, 1984, Estados Unidos, de Stanley Donen).
Matthew y Victor, dos amigos maduros (Michael Caine y Joseph Bologna), van de vacaciones a Río de Janeiro con sus jóvenes hijas. ¡Grave error! La sabiduría popular desaconseja hacer estas cosas especialmente en Río, y mucho más si uno es un anglosajón atravesando la tradicional crisis de la mediana edad y muchísimo más si las respectivas hijas tienen las humanidades que Michelle Johnson y Demi Moore tenían en los 80… Será Matthew el que muerda la manzana de la tentación, traicionando varios juramentos en un solo movimiento… Una película que hoy sería difícil de hacer, aunque no haya nada ilegal… aparentemente.
10. VERANO DEL 42 (Summer of 42, Estados Unidos, 1971, de Robert Mulligan)
Un muchacho de 15 años se hace hombre en el verano de 1942, al enfrentarse en una misma noche con los misterios del sexo y de la muerte, encarnados en la reciente viuda de un soldado norteamericano. La película, en 1971, recordaba con melancolía la adolescencia vivida durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy, más de cuatro décadas después, el momento nostálgico por excelencia es el recuerdo de haber visto esta película siendo adolescente. La música memorable de Michel Legrand hace lo suyo para convertir a Verano del 42 en una experiencia imborrable.
9. LAS VEGAS (Argentina, 2018, de Juan Villegas)
Villa Gesell es un clásico de los veranos argentinos de la clase media: la caminata por la 3, el autocine, el bosque, la playa y los edificios de departamentos que sólo se ocupan de diciembre a marzo. Las Vegas es uno de ellos y el lugar de reencuentro de una pareja que el tiempo y el desamor había separado.
La película de Juan Villegas es breve, simple y compacta y, sin embargo, se las arregla para hablar de los veraneos, del lazo extraordinario y misterioso que se da entre padres e hijos y de la posibilidad de que el amor pueda ser reparado de las más curiosas maneras.
8. KRAMPACK (España, 2000,de Cesc Gay)
Dos adolescentes españoles vírgenes en vacaciones, en una playa en el Mediterráneo: caldo de cultivo para todo tipo de experiencias y revelaciones, por ejemplo, para uno de ellos descubrir que es gay. Para que no se diga que el cine no nos educa cabe agregar que el extraño título de la película refiere al acto que consiste en poner la mano bajo la pierna, estando sentado, hasta que se duerma, para posteriormente masturbarse, con lo que se consigue la sensación de que se trata de una mano ajena. Cosas que se aprenden en verano.
7. ADVENTURELAND (Estados Unidos, 2009, de Greg Mottola)
James es un sofisticado chico norteamericano, al que le gusta decir que en realidad no festeja el 4 de julio sino el 14, el día de la Revolución Francesa. En el verano antes de ingresar en la universidad entra a trabajar a un parque de diversiones, Adventureland, donde conoce a Em, la más fascinante y atractiva de las chicas. Solo que Em es la amante de un hombre casado.
El mundo del trabajo se aparece ante James tan opaco e incierto como el de las mujeres: un desafío para el cual su refinamiento y sensibilidad no parecen ser armas suficientes. O quizás sí. Además de ser una bella película, es la oportunidad de ver cómo surgen en el firmamento las futuras estrellas Jesse Eisenberg (Red Social) y Kristen Stewart (Crepúsculo).
6. ¿SOY LINDA? (Bin ich schön?, Alemania, 1998, de Doris Dörrie)
Si pudiéramos decir que algunos países representan el verano, las vacaciones, el sol y el desparpajo diríamos que eso es España para los alemanes. Y esta película nos cuenta eso. Alemanes en España. Gente que quiere ser feliz. Generalmente no lo logran, o lo hacen a medias, pero por lo menos logran trasmitir la belleza de la búsqueda al espectador. Como dijo su directora, ¿Soy Linda? es una película sobre el sueño alemán de lo que es España.
Los alemanes no quieren ver el verdadero país sino su sueño sobre él. Un poco como en las vacaciones, donde soñamos que al ir a otros lugares seremos otros. Quizás el verdadero sueño, la verdadera quimera del verano sea conectar con los otros de maneras en que no lo hacemos durante la vida rutinaria del resto del año. Además, ¿Soy linda? es la oportunidad de descubrir a su extraordinaria directora Doris Dörrie y tratar de ver todas sus películas.
5. ANA Y LOS OTROS (Argentina, 2003, de Celina Murga)
Nada especialmente dramático sucede en esta película veraniega: Ana decide volver a su Paraná natal y a la ciudad vecina de Victoria para buscar a un viejo novio, Mariano. En el transcurso, entra en contacto con un niño, con quien recorre las ciudades y juega.
El minimalismo del relato es compensado, si se quiere, con la sensibilidad con que cada momento es puesto en la pantalla. Es una película fresca, aireada, en la cual se puede sentir el sol y el viento. Está filmada casi íntegramente en exteriores, en el balneario de Paraná, sus jardines, en sus calles y las de Victoria, calles de veredas desparejas y casas bajas por las cuales Ana maneja un auto y camina. Así descripta, la película parece melancólica, casi triste, cuando lo cierto es que es una película feliz. Película debut de una de las mejores directoras argentinas.
4. EL RAYO VERDE, (Le rayon vert, Francia, 1986, de Eric Rohmer)
Delfine (Marie Rivière) se separa de su novio y decide vacacionar con una amiga. Solo que la amiga cambia de planes y la joven queda sola. Delfine es difícil de conformar, fastidiosa, neurótica, casi insoportable y, sin embargo, se va haciendo querer a lo largo del film. Su imposibilidad de relacionarse y, en última instancia, de amar -exasperada por los imperativos sociales durante las vacacione-, encuentra un lugar de quiebre sobre el final. El rayo verde está ahí, para que todos lo podamos ver. Solo hay que saber mirar como lo hacía Rohmer, el más grande especialista en películas de verano.
3. EL VERANO DE KIKUJIRO (Kikujiro no natsu, Japón, 1998, de Takeshi Kitano)
La infancia es otra de las patrias de las vacaciones. Tiempo libre, niños y felicidad se asocian. El verano de Kikujiro se trata de la supervivencia de la infancia en el corazón de los hombres maduros. Más aún, de la imposibilidad de abandonarla. Como dice el crítico Quintín: "No tanto porque es la edad de la inocencia y la felicidad sino más bien por lo contrario, porque en ella el dolor es absoluto".
La pareja integrada por el niño Massao y Takeshi Kitano (director y actor) parte a un viaje en búsqueda de la madre del niño, que luego nos enteramos lo ha abandonado y tiene una nueva familia. Así la pareja llegara al mar tras una serie de peripecias y el film se convertirá en una historia de iniciación de un tipo muy particular. No serán las aventuras lo importante y no será el niño el iniciado sino el adulto. Takeshi tendrá la misión de divertir al niño y así recuperar su propia infancia.
El verano de Kijujiro es una película rebosante de gracia, humor e ingenio y a la vez una reflexión de notable seriedad. Advertir en la infancia un modelo de vida adulto no tanto por el divertimento sino por la autenticidad del sufrimiento y la soledad.
2. LAS VACACIONES DEL SEÑOR HULOT. (Les vacances de Monsieur Hulot, Francia, 1953, de Jacques Tati)
Segunda aparición de uno de los personajes más extraordinarios de la historia del cine: el torpe y distraído señor Hulot, la genial creación de Jacques Tati. Hulot se enfrenta al mundo con ingenuidad e incomodidad física. A medida de que transcurren las películas y la década del 50 se transformará en los revoltosos 60 y los hipermodernos 70, Hulot permanecerá más y más desajustado, con su pipa, su sombrero y su estampa única de caballero francés extemporáneo.
En Las vacaciones del señor Hulot, el personaje pasa unos días en un balneario de la costa francesa generando caos sin la menor intención, apenas intentando interactuar con su mejor buena fe. Su inadecuación física es evidente: los autos y las canoas le quedan chicas, sus oponentes al tenis abandonan descorazonados por la potencia desmesurada de su saque aprendido en la casa de deportes donde compra su raqueta. Casi sin diálogos, desprovista de primeros planos, con la figura de un hombre a la distancia que se puede resumir en una silueta inconfundible, la película muestra que el orden establecido y autoimpuesto de los sitios de veraneo pueden convertirse en caos apenas con la inocente intervención de un personaje fuera del tiempo.
1. TIBURÓN (Jaws, Estados Unidos, 1975, de Steven Spielberg)
La segunda película para cine de Steven Spielberg y el espaldarazo definitivo a una carrera que hoy sigue brillando, más de cuarenta años y otras tantas películas después, se desarrolla en el verano de un pequeño pueblito costero a quien un gigantesco escualo va a arruinar la temporada.
A los 27 años, el director ya manejaba todos los resortes de la narración. Algunos los aprendió en la accidentada filmación de esta película. El tiburón mecánico, construido para las escenas de sus ataques, resultó un fiasco y Spielberg tuvo que ingeniárselas con la sugestión de lo que amenaza desde fuera del rectángulo de la pantalla y la extraordinaria música de John Williams, una serie de acordes repetidos que aun hoy causan un miedo notable. Tiburón es, además de un acontecimiento histórico para el cine, una película perfecta, que no envejece y que tiñe de malos pensamientos cada inmersión en el mar de cualquier bañista en todas las playas del planeta.
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