Por Patricia Suárez y Sandra Franzen

Para escribir de a dos hay que ser un buen bailarín.
Esto quiere decir conocer un poco de los pasos, otro poco del ritmo, pero sobre todo aceptar los momentos en que uno comanda y los momentos en que debe dejarse llevar por el otro.
Escribimos El corazón del incauto en el año 2010, a partir de una imagen que una de nosotras tenía. Un matrimonio, en la pampa gringa, en sus cenas comparte un juego: él se viste de mujer. Cada obra de teatro es una pregunta que el autor se hace a sí mismo. La excitación que implica encontrar una respuesta y a veces muchas respuestas hasta contradictorias al mismo enigma es la excitación y la adicción del escritor. La pregunta que nos hicimos con El corazón fue: ¿puede haber un pacto de a dos que mantenga lo prohibido en silencio? ¿Un pacto donde las dos partes estén conformes, a gusto, donde ninguno se sienta sometido, obligado, prisionero?
Los personajes nos contaron qué era posible y qué no, y así fue como pergeñamos todo este primer episodio teatral, que prácticamente, y con gran alegría, se escribió solo. Honorio, ese colono gringo tan conflictivo, hablaba a través de nosotras.

Una escribía media escena y la otra terminaba; quien terminaba la escena, escribía el comienzo de la segunda. Después repasábamos todo y corregíamos al final, para que no se notara de quién era cada escritura. Hay momentos de las obras, donde hoy, ni siquiera nosotras podemos saber quién lo escribió. En el tiempo en que escribimos El corazón, las dos vivíamos en ciudades diferentes -las dos somos santafesinas y migramos de Buenos Aires a la provincia varias veces- y teníamos conversaciones telefónicas salpicadas continuamente de: "¿Vos creés? ¿A vos te parece…?"
Escribir de a dos es dialéctica socrática en estado puro.
Fue en la búsqueda de la verosimilitud de la escritura, cuando apareció la verdad poética. ¡Y vaya si no fue una verdad, que cuando la estrenamos por primera vez de manos de Alejandro Ullúa en 2014, muchísima gente se acercó emocionada a contarnos que conocía historias así, que habían tenido un pariente, un amigo, un conocido, que había sufrido lo que sufría nuestro Honorio en El Corazón del incauto!

Un tiempo después, ya instaladas las dos en Buenos Aires, aparecieron las otras obras. Primero fue La tentación de Marta Ortiz: allí nuestra pregunta fue qué habría pasado con el hijo del incauto, qué vida habría tenido. Y así nació el hoy tercer episodio de la saga. Estábamos escribiendo unos proyectos de series de otros asuntos y nos enamoramos del formato, por eso utilizamos el concepto de spin-off para crear El despertar de la ingenua que cuenta la juventud de Marta Ortiz y que es el segundo Episodio del espectáculo que puede verse en Teatro Tadrón. Todos tenemos un pasado, y Marta Ortiz tenía que tener uno. Hubo una imagen absolutamente disparadora: el cuadro El despertar de la criada de Eduardo Sívori, porque Marta Ortiz pertenece al mundo del arte: su esposo había sido marchant y a nosotras nos gustó jugar con la idea de que ella misma podría haber sido la modelo de Sívori.
La serie como concepto de escritura dramática puede dar al teatro una vida inesperada. Un personaje, tal vez menor, se transforma en protagonista cuando tiene la oportunidad de exponer su historia y contar sus conflictos. Porque todas las personas somos protagonistas de nuestra propia vida; nuestras tragedias son tan graves y más que las de cualquier otro ser humano; nadie tiene el monopolio del dolor ni de la felicidad y, por esa razón, merecen ser contadas. ¿Alguien se preguntó qué historia de pasión pudieron tener el tío de Hamlet y Gertrudis, la madre de Hamlet? Y si esa historia de pasión fuera contada, ¿no dejaría mal parado a Hamlet con su obsesión por la venganza como modo de hacer justicia? ¿No lo volvería un poco un estúpido, un caprichoso, un nene de mamá?
Poner todas las historias en primer plano es lo que nos propusimos hacer en No es amor, es deseo y eso nos gustaría seguir haciendo, profundizar un formato donde todos los personajes tengan su desarrollo, su crecimiento, su tiempo y espacio; donde aparezcan nuevas perspectivas sobre los hechos, nuevas historias entrelazadas.
Seguir bailando este baile, con paso acompasado y la emoción a flor de piel, en cada texto, en cada historia.
*No Es Amor Es Deseo
Teatro Tadrón (Niceto Vega 4802)
Vier. 20.30 hs/Sáb. 15.30 hs
Abono por los tres episodios $ 400.
Abono por 2 episodios: $ 350.
Entrada General por 1 episodio: $ 250.
Entrada con descuento para estudiantes y jubilados: $ 200
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