Es enfermera y advierte: “A los que no se cuidan, los invito a pasar 15 minutos por terapia intensiva”

Hace 30 años que Silvia Franco trabaja en su profesión y, desde 2020, le da una batalla sin respiro al COVID-19. Hoy está preocupada por la ferocidad de la segunda ola

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Es enfermera y advierte: “A los que no se cuidan, los invitaría a visitar 15 minutos una terapia intensiva”
Es enfermera y advierte: “A los que no se cuidan, los invitaría a visitar 15 minutos una terapia intensiva”

Desde los 20 años, Silvia Beatriz Franco (49) trabaja como enfermera en el Hospital Italiano y, hace 14años, se desempeña en la Unidad de Terapia Intensiva. Llegó muy joven desde su Jujuy natal y en los primeros años en la Ciudad, veía a sus dos primas que trabajaban como enfermeras en el Hospital Británico, aunque nunca imaginó que esa sería su verdadera vocación.

Hoy, sus 30 años de experiencia en enfermería la encuentran batallando en la primera línea contra el COVID-19 y con cepas aún más mortales que las de 2020. Sin embargo, y a pesar de que ya se contagió junto a su familia, no baja los brazos ni por un segundo y está dispuesta a darle una dura batalla a esta pandemia.

En cada jornada laboral, Silvia se topa cara a cara con la muerte pero, frente a sus pacientes, pone su mejor sonrisa y les habla con su voz dulce, para llevarles tranquilidad y confianza.

En el Hospital Italiano, la Unidad de Terapia Intensiva es abierta, así que los familiares pueden ingresar a visitar y acompañar a los pacientes durante una o dos veces al día, luego de que los enfermeros los ayuden a colocarse el equipo de protección, que es tan completo como el que utilizan ellos mismos para no contagiarse. Se implementan todos los cuidados de seguridad y se les explica el modo en que pueden desenvolverse. A pesar de ello, algunos parientes prefieren no entrar por temor a enfermarse, pero la mayoría lo hace para poder acompañarlos, aunque el paciente esté entubado.

Les digo siempre que, aunque la persona esté dormida, el oído nunca se pierde. Los acarician, les llevan una medallita, les dejan una cadenita o una foto del nieto. Se pueden acercar al paciente porque tienen exactamente el mismo equipo que nosotros. El familiar se va más tranquilo porque, además de haberlo visto, puede ver cómo lo cuidamos y cómo se maneja la terapia intensiva. Cuando los pacientes están muy inestables, se los invita a pasar por si quieren despedirse, a diferencia de lo que pasaba el año pasado -donde las visitas estaban totalmente prohibidas- una situación que produjo muchas crisis emocionales”, le dijo Silvia a Infobae.

Silvia Beatriz Franco tiene 49 años y nació en Jujuy
Silvia Beatriz Franco tiene 49 años y nació en Jujuy

Los enfermeros están al lado del paciente en todo momento, desde que ingresan al hospital hasta que se van, pero su rol es clave cuando el cuadro empieza a empeorar y el médico le avisa que va a ser entubado. En ese momento, el desempeño de los enfermeros es trascendental: son sus únicos acompañantes, les hablan amorosamente, los tranquilizan y llaman a sus familiares.

“Nuestra función es contenerlos. Los hacemos hablar por teléfono o por videollamada, antes de que los entuben. A veces, les ofrecemos hablar más de una vez con ese mismo pariente, para que se queden tranquilos. Les aclaramos todas las dudas, les decimos que lloren si sienten la necesidad de hacerlo, nos ponemos a rezar con ellos, les ponemos el rosario en la cama o la cadenita que ellos quieren... Les ofrecemos todo lo que está a nuestro alcance para que sientan tranquilidad y tengan la confianza de que van a salir. Hay mucha gente que está pensando en la familia y no en ellos mismos, porque piensan en los hijos, en los maridos, en las esposas, en los nietos... Por eso, siempre los llamamos juntos por teléfono antes de que sean entubados. Los enfermeros estamos todo el tiempo con el paciente, hasta que llega el médico y nos toca asistirlo, junto con el equipo de kinesiólogos”, explicó Silvia.

Silvia en medio de su jornada laboral en el Hospital Italiano
Silvia en medio de su jornada laboral en el Hospital Italiano

A un señor que lo estaban por entubar, le pregunté si quería que le pusiera un tango mientras se dormía para el procedimiento y me respondió: ¡Sí, ponéme a Gardel.. Y también ponélo cuando me despierten!”. Una mujer me pidió que no le saque su rosario, porque había pertenecido a su madre fallecida. Antes de entubarlos, siempre les digo que afuera están todos esperándolos, que los vamos a poner a descansar un ratito y que pronto van a estar bien. Siempre hay que ser optimista y pensar positivo. Podés tener una montaña de problemas pero, cuando llegás al hospital, ponés tu mejor sonrisa. Nosotros sabemos que nadie está exento de estar en esa cama y todos queremos que nos traten de la mejor manera posible. Mi papá podría estar allí y yo quisiera que le tocara una enfermera cariñosa, amable y que le acaricie las manos. A los profesionales que recién empiezan siempre les digo: nosotros no trabajamos con máquinas, trabajamos con seres humanos, que tienen sentimientos y una familia detrás... que los está esperando”, indicó.

Como enfermera, también se involucra en el bienestar de sus pacientes y muchas veces le tocó acompañar a personas que estaban internadas y que no sabían que habían perdido a un familiar.

Un chico lloraba porque su madre también se había contagiado de COVID-19 y estaba internada en otro sector del Hospital. Me hablaba de su mamá, me preguntaba por ella... pero la mujer había fallecido. El chico estaba tratando de recuperarse de un cuadro severo y la familia no quería que se enterara, porque iba a ser un golpe muy grande y tenían miedo que desmejorara. Eso fue durísimo”, afirmó.

Silvia con el equipo completo de protección
Silvia con el equipo completo de protección

Para poder recuperarse, algunos pacientes pasan muchos días en Terapia Intensiva, donde la mayoría son colocados en posición decúbito prono (boca abajo) para que los pulmones se expandan mejor. Sin embargo y a pesar de que algunos se encuentran adormecidos, los enfermeros se acercan, les toman la mano, les muestran las fotos de sus familiares, les hacen videollamadas con sus afectos y les hablan con voz suave para tranquilizarlos, aunque la mayoría de las veces, ellos ni siquiera pueden responderles.

“Todo lo que sucede es muy fuerte desde el punto de vista emocional. Una compañera, de 37 años, estuvo internada acá. Yo le preguntaba si me escuchaba y ella, como no me podía responder, se ponía a llorar. Cuando los pacientes están más lúcidos, los hacemos hablar por teléfono con sus familiares, les contamos cómo están, los distraemos con chistes, les ponemos música y les dejamos la televisión encendida”, cuenta.

“Tenemos un equipo de rehabilitación increíble y todos trabajamos a la par: médicos, enfermeros, kinesiólogos, asistentes de limpieza... Todos ponemos nuestro granito de arena para que el paciente salga adelante: todos, desde la señora que limpia, que saluda y le habla al paciente, hasta el médico. Los enfermeros estamos las 24 horas al lado del enfermo, les mostramos las fotos de sus familiares y les leemos las cartas que les mandan. Es muy emocionante”, expresó.

Junto a sus compañeros de trabajo, haciendo más llevadero el día de cumpleaños de una paciente internada en Terapia Intensiva
Junto a sus compañeros de trabajo, haciendo más llevadero el día de cumpleaños de una paciente internada en Terapia Intensiva

Silvia recibió la segunda dosis de la vacuna en marzo, pero hace pocas semanas se contagió de COVID-19, al igual que su marido y sus dos hijas. Los primeros días presentó un cuadro leve, pero con el correr del tiempo empeoró, aunque pudo permanecer en su domicilio y recuperarse.

“En el Hospital nos pasó de todo. Tuvimos compañeros que se contagiaron y fallecieron, al igual que pacientes jóvenes que nos mostraban las fotos de sus hijos pequeños. También, muchas personas que se recuperaron pero luego de dar una batalla muy dura, como mi compañera que estuvo internada 60 días y, finalmente, salió caminando del Hospital. Pero su recuperación fue milagrosa porque estaba muy grave. Venían a verla su marido y sus hijitos... Me tocó lo mismo con un compañero que se recuperó, pero ví fallecer a otros”, lamentó.

Silvia cuenta que pasar tantas horas de pie y con todo el equipo de protección colocado, cansa mucho... tanto física como emocionalmente.

“Al principio de la pandemia, me faltaba el aire y estaba angustiada. Me iba contenta a mi casa porque veía que un paciente había mejorado y, al otro día, amanecía con fiebre. Y eso te bajonea, porque también pensás en que podés contagiarte vos y tu familia. Pero lo más lindo y gratificante es que después, los pacientes y sus parientes, te lo reconocen. Me mandan cartas, me escriben por mi cumpleaños, me llaman... Me estalla el corazón de emoción.. Es muy triste perder a un paciente y los enfermeros luchamos hasta el último momento, pero esta enfermedad es tan fuerte, tan fuerte... Encima estas cepas son peores y atacan, en su mayoría, a la gente joven. Hay algunos que están muy mal...”, sostuvo.

Silvia junto a sus hijas Melina (20) y Antonella (14), y su marido Fabián (48). Todos se contagiaron de COVID-19, pero se recuperaron bien
Silvia junto a sus hijas Melina (20) y Antonella (14), y su marido Fabián (48). Todos se contagiaron de COVID-19, pero se recuperaron bien

El año pasado, la mayoría de los enfermos que atendió eran mayores de 60 años. Algunos salieron y otros no. Muchos quedaron con secuelas. Pero ahora, atiende a personas de 28 años en adelante.

“La mayoría tiene sobrepeso y son pocos los que vinieron con alguna enfermedad preexistente. Pero también, tengo un paciente grave que tiene 42 años, es deportista y hace una vida sana. En este momento, tenemos 17 pacientes con respirador y 3 con ECMO. Muchas personas minimizan el cuadro, no le dan importancia a los síntomas y pierden tiempo. Cuando se quieren acordar, ya tienen una neumonía severa. Algunos tienen miedo de venir a consultar, otros se automedican o llaman a un médico amigo. Lo importante es no demorar la consulta”, advirtió.

En sus retinas, tiene guardadas las caras de terror de todos los pacientes que recién llegan a Terapia Intensiva, a quienes se encarga de hablarles con su tono amoroso. Casi al instante, recibe estas tres preguntas. “Señorita, ¿vio salir bien a algunos casos?”, “¿Voy a estar mucho tiempo internado?”, “¿Voy a estar bien, no?”.

Lloré muchas veces porque no pudimos salvar a un paciente. Nosotros trabajamos con seres humanos y no con máquinas; con personas que tienen a sus familiares esperándolos en sus casas, con gente que tiene una historia, una vida... Siempre digo que, el día que deje de sentir esa sensibilidad y esa angustia, tengo que dejar mi profesión y dedicarme a otra cosa”, dijo.

“Cuando salen del hospital, nos agradecen y nos dicen que somos sus ángeles. Mucha gente que perdió a un familiar nos sigue viniendo a visitar, porque sabe que los cuidamos muchísimo e hicimos todo lo posible. El año pasado, una señora perdió a su marido y hoy nos sigue trayendo galletitas. Nos dice que sabe todo el amor que le dimos, que le pudo ver la cara de paz gracias a que pudo entrar a Terapia Intensiva para acompañarlo y despedirse. Nos dijo que su esposo no solo tuvo cuidados médicos, sino que recibió cariño y que siente tranquila porque cree que se fue en paz”, cuenta orgullosa.

Junto a sus compañeras de guardia
Junto a sus compañeras de guardia

Silvia afirma que evita ver la televisión pero que, cuando lo hace, la gran cantidad de casos de COVID-19, el número de muertos y la falta de vacunas le provocan una sensación que oscila entre la tristeza y la bronca.

“Cuando veo las cifras no lo puedo creer. Tampoco, cuando veo la cantidad de vacunas que están perdidas y mi papá todavía no se pudo inocular. Los políticos podrían donar parte de su dieta para comprar vacunas, si es que no hay plata. Sería un acto de generosidad y propio de un buen político... pero no lo hacen. Están en su casa, haciendo trabajo virtual y siguen cobrando el sueldo. Cuando me contagié de COVID, la ART no me lo cubrió. No es justo y nos duele mucho, porque los enfermeros no estamos bien reconocidos. El mayor reconocimiento lo tenemos de nuestros pacientes y ese es un amor incondicional. Hay gente que reza todos los días por nosotros. A pesar de todo el cansancio que tenemos y de haber pasado la enfermedad nosotros mismos, es impagable que los pacientes y familiares nos manden un mensajito de cariño y aliento”, expresó.

Pero otro tema la angustia y le genera mucha impotencia: las fiestas clandestinas y las reuniones familiares que terminan en contagios masivos.

“Me da bronca, tristeza... No saben lo que es tener a un familiar internado y no se san cuenta que pueden contagiar a sus padres o abuelos. Cuando escucho lo de las fiestas clandestinas, pienso que es una falta de respeto para nosotros, que nos estamos matando desde el año pasado. La gente que viaja y no le importa nada... Veo el egoísmo y la irresponsabilidad. Es muy triste. A los que no se cuidan, los invito a pasar 15 minutos por Terapia Intensiva. Podrían ver todo el sufrimiento... Si supieran lo horrible que es estar solo y que te entuben... O, lo triste que es perder a un familiar por no cuidarse. Veo la falta de respeto y de amor a la familia, no solo a nosotros, porque me tocó ver a muchas personas mayores contagiadas por los nietos o los hijos, y muchos fallecieron. Hay gente sana que se contagió, terminó en Terapia Intensiva y está mal. O, directamente, ya no está”, finalizó.

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