5 claves para enfrentar el comer emocional

En esta serie de formatos audiovisuales exclusivos de Infobae y para toda la región, el reconocido médico Alberto Cormillot, especialista en nutrición y obesidad, abordará temas actuales y cotidianos sobre salud nutricional, planes de alimentación, cómo adelgazar y mantenerse en forma de manera saludable y a lo largo del tiempo, entre muchos otros temas. Hoy: el comer emocional

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Que hago con el comer emocional por el Dr Cormillot

Comer emocionalmente es usar los alimentos para afrontar las emociones. Esto tiene una fuerte base biológica, ya que los alimentos ricos en azúcares y grasas activan nuestro circuito cerebral de recompensa que aumenta el bienestar.

Una de las razones que producen frustraciones en los seres humanos son las llamadas “demandas irracionales”, y fueron llamadas así por el doctor Albert Elis. ¿Qué es esto? El yo debo ser así, él debe ser así, y el mundo debe ser así. Todos tenemos demandas irracionales que salen de lo más profundo del cerebro. Elis llamó a estas demandas irracionales como una especie de mecanismo, que sale naturalmente pero que uno tiene la posibilidad de mantener un diálogo, llevar la contra y aprender a dar una respuesta.

Lo apodó “terapia racional emotiva” porque se preguntó “¿cómo paro con mis emociones?”, e insistió que hay que cambiar el “debe ser” por el “yo preferiría” porque cada ser humano tiene sus propias reglas.

Los seres humanos estamos diseñados para obtener más de aquello que nos causa placer, es posible que recurramos a alimentos muy específicos frente a distintas situaciones ya que no se trata de un hambre fisiológico sino emocional.

Los desencadenantes de esta conducta suelen asociarse con emociones negativas como ansiedad, estrés, soledad, aunque también puede ser una respuesta a emociones positivas tales como la alegría, la diversión y el enamoramiento y las situaciones diversas como el premenstruo, el insomnio o el cansancio.

Muchas veces el comer emocional está relacionado con el cerebro (Shutterstock)
Muchas veces el comer emocional está relacionado con el cerebro (Shutterstock)

Cuando esta reacción es frecuente, la conducta genera culpa por no haber podido controlar la situación a tiempo y aumenta el riesgo de perpetuar un círculo vicioso donde, frente a una situación de angustia o algarabía, se recurre a “ese” alimento o preparación que nos da placer. Por ejemplo, tristeza: chocolate; tensión, galletitas ; ansiedad, cualquier alimento y en cantidad.

Qué hacer

Para evitar que el comer emocional se convierta en un hábito o bien para desarticularlo, si es que ya se estableció, es útil identificar las situaciones que disparan el uso de la comida como mecanismo de compensación.

Hay cinco estrategias para enfrentar el problema:

1- Conocer los detonantes

Durante una semana anotar seis ítems en el momento en que sienta la urgencia de comer “algo rico” ya.

- Donde está y con quién.

- Qué hora es.

- Cuál es su sensación de hambre del 1 al 5 (1 para nada hambriento - 5 terriblemente hambriento).

- Cuál es su estado emocional.

- Qué estaba haciendo antes de la urgencia por comer.

- Cuál es el alimento que eligió y la porción que comió.

Esto permite identificar las razones emotivas que puede esconder el acto de comer y la elección que hace del alimento y la cantidad.

2- Tomarse cinco minutos

Antes de sucumbir al comer emocional, poner a correr el cronómetro del celular durante cinco minutos. En ese tiempo, respirar profundo y soltar el aire lentamente, beber líquidos frescos y sin calorías, dar un paseo, escuchar música, leer o llamar a un amigo.

3- Evitar tentaciones

Evitar tentaciones que estén al alcance (Shutterstock)
Evitar tentaciones que estén al alcance (Shutterstock)

En lo posible, no tenga en su casa u oficina alimentos ricos en calorías, especialmente aquellos con los que suele perder el control.

4- Ser paciente

Reemplazar un circuito afianzando lleva tiempo. Es muy posible que las primeras veces continue sucumbiendo frente a determinada emoción. Hacer consciente el proceso ya es un primer paso. Poner en marcha un “plan b”, y estar dispuesto a repetirlo con perseverancia son las claves del éxito.

5- Pedir ayuda

Hablar en su grupo o con un profesional para encontrar más estrategias es importante, porque en algunos casos, el comer emocional da paso a un trastorno alimentario por atracones en donde la necesidad de azúcares y grasas se multiplica siendo necesarias grandes ingestas para calmar la ansiedad.

Diferencias entre el hambre emocional y hambre fisiológica

Hambre emocional

- Es repentina.

- Es urgente.

- Se desean sabores o comidas específicos.

- Selección automática de alimentos y distracción al comer.

- Se sigue comiendo aun estando saciado.

- Genera culpa tristeza o vergüenza.

El comer emocional muchas veces genera sentimientos de culpa (Shutterstock)
El comer emocional muchas veces genera sentimientos de culpa (Shutterstock)

Hambre fisiológica

- Es gradual.

- Puede esperar.

- Se satisface con distintas opciones.

- Elección consciente de alimentos y atención al comer.

- Se deja de comer con la saciedad.

- Sin sentimientos negativos, comer es una necesidad.

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