
En lo profundo de los Alpes austríacos, cerca del pequeño municipio de Werfen, se esconde un espectáculo natural sin igual: Eisriesenwelt, la cueva de hielo más grande del mundo. Este monumental sistema subterráneo fascina cada año a miles de visitantes, científicos y amantes de la aventura, quienes se maravillan ante sus colosales formaciones de hielo y su historia geológica milenaria.
Adentrarse en sus galerías es un encuentro con la naturaleza en estado puro y uno de los grandes tesoros turísticos de Austria.
Un universo helado en las entrañas de Austria
La Eisriesenwelt —que en alemán significa “mundo de los gigantes de hielo”— se extiende a lo largo de 42 kilómetros bajo tierra, convirtiéndose así en la cueva de hielo más extensa que se conoce en el planeta. Según informa Eisriesenwelt Werfen, está situada a 1.640 metros sobre el nivel del mar, las dimensiones de su galería principal alcanzan los 20 metros de ancho y 18 metros de alto, dando la sensación de ingresar a un auténtico palacio congelado. Localizada tan solo a una hora de Salzburgo en coche, su acceso también puede realizarse desde Innsbruck, lo que facilita la llegada tanto para turistas nacionales como internacionales.
El interior de la cueva es una sucesión de salas, túneles y galerías esculpidas por el tiempo y el hielo, entre las que se destaca el Eispalast o “Palacio de Hielo”, un espacio donde el visitante queda rodeado de formas caprichosas y bloques de hielo monumental. La ruta culmina en una galería conocida como Neue Welt, “Nuevo Mundo”, conectada por un túnel subterráneo con curvas en “U” que intensifica la sensación de aventura.

El origen y el misterio del hielo eterno
Una de las particularidades de Eisriesenwelt es que su hielo parece resistir el paso del tiempo. Estudios científicos han demostrado que el fenómeno llamado “efecto chimenea” es clave para mantener estas condiciones únicas: durante el invierno, el aire frío penetra la cueva y permanece retenido gracias a la estructura de las galerías; mientras que, en verano, el deshielo de la nieve exterior filtra agua por las grietas, que inmediatamente se congela al entrar en contacto con el ambiente helado de la caverna. Así, el hielo permanece inalterable a lo largo de los años, sin importar la temporada.
Aunque se tiene constancia de grandes masas de hielo desde el descubrimiento de la cueva en 1879, avances recientes han permitido determinar la edad de estas formaciones gracias al análisis de minerales incluidos en el hielo. El equipo del geólogo Christoph Spötl, de la Universidad de Innsbruck, utilizó dataciones radiométricas sobre carbonatos criogénicos para obtener una cronología precisa de las distintas capas de hielo.
Los resultados publicados, y levantados por Lonely Planet, demuestran que el hielo más antiguo descubierto en Eisriesenwelt comenzó a formarse hace más de tres mil años, aunque algunos fragmentos aún más antiguos podrían permanecer ocultos.
Además, estos estudios han arrojado luz sobre la historia climática de los Alpes. Durante el siglo XIII, coincidiendo con la Pequeña Edad de Hielo, hubo una intensa formación de nuevas capas de hielo, mientras que, en períodos cálidos del medievo, partes de la cueva quedaron libres de hielo, revelando la sensibilidad de este ecosistema congelado ante el cambio climático.

Un recorrido mágico y retador para los visitantes
La Eisriesenwelt no es solo un centro de investigación científica, sino también uno de los grandes atractivos turísticos de Austria. Cada año, cerca de 200.000 visitantes acceden a la cueva, atraídos por la fama de su belleza y la singularidad de su ambiente glaciar. Sin embargo, el acceso no es sencillo. La visita está restringida a la temporada comprendida entre el primero de mayo y el 26 de octubre; el resto del año las puertas permanecen cerradas debido a las extremas condiciones internas.
El ascenso hasta la entrada, situada en plena montaña Tennengebirge, se realiza desde el centro de visitantes. Existen dos opciones: caminar a través de un sendero montañoso o abordar el teleférico, una experiencia que regala vistas impresionantes del valle y agiliza el acceso a la boca de la cueva. Una vez dentro, la ruta guiada —obligatoria por seguridad— tiene una duración aproximada de 75 minutos e incluye recorridos por salas repletas de estalactitas y estalagmitas de hielo, muralas congeladas y luces naturales que convierten el lugar en un cuento polar.

Una cápsula del tiempo ante el cambio climático
Pero la majestuosidad de Eisriesenwelt es también una advertencia sobre la fragilidad de las cuevas de hielo en el mundo actual. Investigaciones recientes han mostrado que, aunque el diseño y estructura de la cueva la hayan protegido durante siglos, la actual tendencia al calentamiento global empieza ya a dejar su huella. Los científicos advierten que el deshielo progresivo amenaza incluso estos ambientes subterráneos, que hasta ahora actuaban como archivos naturales del clima de la región.
“Las cuevas de hielo en los Alpes constituyen un invaluable registro medioambiental y climático —aclaró Christoph Spötl—. Enfrentamos un reto científico urgente, ya que la mayoría, como los glaciares, está en peligro de desaparecer en las próximas décadas“.
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