Del “Blitz” al “Plan Marshall”: por qué el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial vuelve en la lucha contra el coronavirus

Desde el resistencia estoica invocada en el Reino Unido durante los bombardeos y la seria preocupación de los alemanes hasta la autodefinición de Trump como un “Presidente de guerra” y los proyectos para un nuevo programa de reconstrucción de la economía global. Similitudes y diferencias entre dos contextos únicos

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Londres después del "Blitz"
Londres después del "Blitz"

En la noche del 7 de septiembre de 1940 más de 300 bombarderos y 600 cazas alemanes atacaron Londres con una colección de artefactos explosivos e incendiarios, en lo que sería el comienzo de la campaña de bombardeo estratégico sobre la capital británica también conocida como el “Blitz” (relámpago, en alemán).

“Por encima de todas las demás cosas que me pasaron en mi vida siempre recordaré la monstruosa belleza de esa vista de Londres en una noche de vacaciones", describió el periodista estadounidense Ernie Pyle, quien se encontraba en la ciudad cuando ocurrió el ataque.

"Londres apuñalada por grandes incendios, sacudida por las explosiones, sus oscuras regiones a lo largo del Támesis brillando con la caída de las bombas al rojo vivo, y todo esto cubierto por un techo de color rosa repleto de proyectiles antiaéreos que estallaban, globos de barrera, bengalas y el estruendo de viciosos motores. Y en ti mismo la emoción y la anticipación y el asombro en tu alma de que esto pueda estar sucediendo”, expresó.

El “Blitz” duró ocho meses y dejó un saldo de unos 40.000 muertos y dos millones de casas destruidas, una estampa más de esa nutrida historia de la destrucción que fue la Segunda Guerra Mundial.

En el pueblo inglés dejó también un curioso fenómeno psicológico y poderoso eslogan propagandístico: el “Espíritu del Blitz”, o la capacidad de de soportar estoicamente la adversidad extrema, de forjar vínculos con el vecino, potenciar la solidaridad y el sacrifico y confiar en que todo saldrá bien el final gracias a nuestros líderes. El primo hermano del “Keep calm and carry on” (Mantén la calma y sigue adelante), popular frase atribuida también a la década de 1940 y que adorna ahora objetos y remeras en diferentes reversiones.

El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson (REUTERS/Hannah Mckay)
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson (REUTERS/Hannah Mckay)

Los bombas ya no caen sobre las desiertas calles de una Londres que se suma, quizás un poco tarde, al pánico generado por el COVID-19 y la cuarentena masiva de la población planetaria. Pero el “Espíritu del Blitz” sí ha vuelto entre los británicos, y las comparaciones con la Segunda Guerra Mundial, quizás no como hecho militar sino como experiencia social, apelando a un épica más imaginada de que real, también se han reproducido en la Europa continental y Estados Unidos, del otro lado del Atlántico.

En el Reino Unido, muchos han creído verlo nada menos que en el primer ministro Boris Johnson al momento de su sombrío discurso del 3 de marzo en el que declaró a la pandemia como un “desafío nacional” y aseguró que “cada británico deberá hacer su parte”.

Pero también la reina de Inglaterra, Isabel II, pareció invocar aquellos años sufrimiento. “En tiempos como este, recuerdo que la historia de nuestra nación fue forjada por personas y comunidades que trabajan en unidad”, dijo en un comunicado citado por la AP, reavivando momento durante el cual la regente sirvió como mecánica y conductora de camiones durante la guerra.

Tessa Clarke, cofundadora de OLIO, una organización social que recolecta comida cercana al vencimiento y la distribuye en comunidades necesitadas dentro del Reino Unido, aseguró que su movimiento "evoca al Espíritu del Blitz” para reclutar colaboradores. “En tiempos tan difíciles, la humanidad puede ir por dos caminos; puede convertirse en algo muy desagradable, de comernos los unos a los otros, o puede sacar lo mejor de nosotros”, dijo a la agencia Reuters.

Mientras que la icónica prensa amarillista británica, como el Daily Mail, Daily Express o The Sun, ya hablan de un “Coronavirus Blitz Spirit” (El espíritu del Blitz del coronavirus) al momento de narrar sus historias de abnegación y sacrificio en medio de la pandemia. También la BBC lo ha usado algunas veces, por ejemplo al reportar sobre un proyecto de fabricar respiradores, un insumo médico que se ha vuelto vital para tratar enfermos graves de COVID-19, en un viejo hangar de la Real Fuerza Aérea.

Una soldado británica afectada a la defensa antiaérea
Una soldado británica afectada a la defensa antiaérea

Pero tan rápido como políticos y tabloides acudieron al “Espíritu del Blitz” para referirse al coronavirus, que al momento ha dejado un saldo de 42.433 contagiados y 4.632 muertos en el país, también los historiadores y académicos alertaron sobre el peligro de su uso en un contexto muy diferente.

“El Blitz es parte de un pasado violento y amargo, no una metáfora apropiada para los problemas del siglo XXI. Ahora más que nunca, deberíamos reflexionar sobre la verdadera historia de este espíritu, y dejar que el sentimiento desaparezca”, consideró Richard Overy, profesor de historia en la Universidad de Exeter, en un reciente artículo en The Guardian. “Quizás sirva para contener el pánico y promover acciones colaborativas, pero quizás no, como atestiguan las góndolas vacías en los supermercados y la incertidumbre en el gobierno”, agregó.

Para el académico el “Espíritu del Blitz” no fue otra cosa que un eslogan propagandístico desarrollado por el gobierno británico durante la guerra, cuando la realidad de la guerra era que soportar los bombardeos era sencillamente inevitable y no una muestra de estoicismo. Se registraron actos heroicos y de solidaridad, pero también acciones mezquinas y ruines, y la inmensa mayoría se limitó a sobrevivir, como siempre.

“Es el rostro público que escondía la horrible realidad de ser bombardeados”, consideró.

Steven Fielding, profesor de Historia en la Universidad de Nottingham, compartió esta opinión en un escrito publicado en Financial Times y destacó que las investigaciones recientes sobre la Segunda Guerra Mundial en el Reino Unido han desmitificado el aumento de la solidaridad en tiempos de crisis. “Si el ‘Espíritu del Blitz’ inspira a los británicos a dejar de comprar papel higiénico en masa y a ayudar a sus vecinos enfermos, puede que sea útil en el siglo XXI, pero como historia es una tontería", expresó.

“Es ist ernst”

Cruzando el Canal de la Mancha y un poco más allá, los viejos incursores sobre los cielos de Londres también apelaron al recuerdo de la Segunda Guerra Mundial. Pero con su experiencia en el bando derrotado y poca tolerancia al drama, no apelaron a eslóganes para estampar en tazas de café.

La canciller de Alemania, Angela Merkel (REUTERS)
La canciller de Alemania, Angela Merkel (REUTERS)

“Es ist ernst”, comenzó diciendo Angela Merkel, canciller de Alemania, en su discurso a la nación del 18 de marzo. “Esto es serio”, tres palabras para sentar un tono. Y luego, la contundencia: “Desde la unificación de Alemania, no, desde la Segunda Guerra Mundial, no ha habido un desafío mayor para nuestra nación que haya demandado tal grado de acción común y unida”.

Alemania dio inicio a la Segunda Guerra Mundial al invadir Polonia el 1 de septiembre de 1939. Seis años después, un hito del que se cumplirán en mayo 75 años, firmaba la rendición con sus principales ciudades en ruinas, cinco millones de soldados caídos en combate y entre 500.000 y dos millones de civiles muertos.

“Es ist ernst”, dijo la canciller Merkel sobre el avance del coronavirus, que en el país ha infectado a 91.589 personas y matado a 1.295.

Seis días después el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, tomó prestadas las palabras de Merkel, en una muestra de cooperación entre germanos e italianos que no se veía desde Tobruk: en un discurso en el que anunciaba el endurecimiento de la cuarentena y el cierre de todos los negocios no esenciales, el líder aseguró que estaban frente a “la crisis más serie que el país ha experimentado desde la Segunda Guerra Mundial”.

Hasta la fecha Italia ha registrado casi 120.000 contagios y 14.600 muertes, más que cualquier otro país en el mundo.

El 1 de abril fue el turno del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, para establecer comparaciones. “La enfermedad representa una amenaza para todos en el mundo y su impacto económico traerá una recesión que probablemente no tenga paralelo en el pasado reciente”, expresó en un comunicado.

Berlín arrasada, poco después de la rendición alemana (Dominio público)
Berlín arrasada, poco después de la rendición alemana (Dominio público)

“La combinación de estos dos hechos y el riesgo de que esto aumente la inestabilidad, la agitación y el conflicto, es lo que nos lleva a creer que esta es la crisis más importante que enfrentamos desde la Segunda Guerra Mundial”, agregó.

También el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se sumó a la épica. Aunque no mencionó el conflicto, tras desestimar la pandemia en sus comienzos dio un giro en su postura y llegó a calificarse como un “presidente en tiempos de guerra” y utilizó la Ley de Producción para la Defensa (aprobada en 1950 durante la Guerra de Corea) para frenar las exportaciones de barbijos N95 producidos por la compañía 3M, un insumo médico considerado esencial.

La preocupación por los efectos de la pandemia en una economía que ya venía dando señales de recesión, especialmente considerando la caída abrupta en la actividad que ha provocado la cuarentena, por más necesaria que haya sido, se ha convertido en una de las principales entre la población mundial, quizás apenas por debajo de las muertes causadas por el virus.

En este campo hay también comparaciones con el gran conflicto bélico del siglo XX: el sitio especializado en finanzas Market Watch ha alertado, entre otros, por el crecimiento del déficit fiscal de Estados Unidos a niveles no vistos desde la década de 1940, cuando había que alimentar a la maquinaria de guerra, sobre todo luego de que Trump anunciara un paquete de rescate económico valuado en 2,2 billones de dólares.

Por supuesto, el gasto estadounidense ya venía en alza antes del paciente cero en Wuhan, centro de China, pero las medidas adoptadas están diseñadas para aumentarlo.

Un hospital de campaña para las víctimas de coronavirus montado en el Central Park, Nueva York (REUTERS/Jeenah Moon)
Un hospital de campaña para las víctimas de coronavirus montado en el Central Park, Nueva York (REUTERS/Jeenah Moon)

También, muchos países están haciendo planes para reconstruir sus economías cuando finalmente se declare la victoria sobre el coronavirus mediante sus propias versiones del “Plan Marshall”, en referencia al programa recuperación de Europa (ERP) lanzado por Estados Unidos en la posguerra y ante el enfrentamiento creciente con la Unión Soviética.

De cifras y comparaciones odiosas

Aún no hay consenso entre los historiadores sobre el alcance de la destrucción durante la Segunda Guerra Mundial, pero nadie tiene dudas de que fue indescriptible, más allá de los intentos ce escritores como Pyle. Se estima que entre 70 y 85 millones de personas murieron, un rango bastante superior al que se manejaba en la posguerra. Es decir un 3% del total de la población de ese entonces.

Ciudades enteras, especialmente en Francia, Alemania y los territorios de la extinta Unión Soviética, fueron destruidas hasta los cimientos y cantidades inconmensurables de recursos fueron sencillamente quemados en combates apocalípticos.

Prácticamente todas las poblaciones europeas vivieron sufriendo escasez de comida, restricciones al movimiento y estrictos toques de queda, en especial durante las noches en las que los cielos se llenaban de bombarderos y de los proyectiles perdidos de las defensas antiaéreas, que a veces mataban más gente que el enemigo.

Hasta el momento la pandemia de coronavirus, en cambio, ha contagiado a más de un millón de personas y dejado un saldo de casi 60.000 muertos en todo el mundo. Aún estamos lejos del fin y nadie puede asegurar hasta donde llegaremos, pero la escala parece distinta.

Las poblaciones en gran parte de los países del mundo han tenido que permanecer en sus hogares en cuarentenas impuestas o sugeridas, se ha registrados escasez de algunos productos pero no de comida (aún) y el aburrimiento y el encierro son preocupaciones que hoy día han reemplazado a los bombardeos y el avances de los tanques enemigos del pasado.

Prisioneros estadounidenses durante la Ofensiva de las Ardenas, en 1944
Prisioneros estadounidenses durante la Ofensiva de las Ardenas, en 1944

Sin embargo, no todos los países ni las poblaciones reaccionan de la misma manera y la grave situación en los hospitales repletos de enfermos de coronavirus es, para los médicos y los pacientes que la viven, tan horrorosa como cualquier otra crisis humanitaria.

Al margen de la escala de uno u otro fenómeno, los tiempos del coronavirus son los tiempos de las listas diarias de muertos, de una preocupación y una ansiedad planetaria compartida, y de estados fuertes (para bien y para mal, se verá) en las calles. El exceso de información (¿pero cómo restringirla sin censurar?) parece alimentar la angustia, y las cifras de fallecidos impactan primero y acostumbran y desensibilizan después, como en toda guerra.

Y es que en tiempos de paz nadie convive con reportes de muertos, más allá de que todos los días mueran personas por enfermedades, accidentes y asesinatos.

Sólo el viernes Estados Unidos reportó más de 1.400 muertos por coronavirus, el balance diario más abultado registrado hasta el momento en cualquier lugar del mundo (los contagios ascienden a casi 300.000). Ningún periódico estadounidense acostumbra a reporar los fallecidos en el país cada día por enfermedades cardíacas, que ascienden a 1.700 de acuerdo al Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Pero poco sabemos de este nuevo COVID-19, y el futuro de la pandemia es un misterio.

Durante la Segunda Guerra Mundial sí hubo reportes diarios de muertos, como durante la Ofensiva de las Ardenas en 1944. Ese último ataque alemán en Europa Occidental duró poco más de un mes en los que se registraron 500 muertes estadounidenses a diario. Según reportes de la época, las cifras, la mitad de lo provoca actualmente el coronavirus, causaron en ese momento escalofríos y la frustración ante una guerra, por ese entonces ya materialmente ganada, que aún seguía costando.

Y durante la Batalla de Saint Mihiel, en la Primera Guerra Mundial, se registró el mayor número de muertes diarias de Estados Unidos en guerra durante el Siglo XX: 1.100, justo por debajo de la cifra actual de muertos por el coronavirus.

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