Un nuevo informe de EEUU atribuyó a Irán el ataque a la refinería petrolera saudita

El documento, que será presentado ante el Consejo de Seguridad de la ONU, contiene nueva evidencia que apunta al régimen persa como responsable del bombardeo que redujo en un 5% la producción mundial de petróleo

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El gobierno de los Estados Unidos presentó un informe con nueva evidencia que sugiere que Irán estuvo detrás del ataque a la refinería de la petrolera estatal de Arabia Saudita, Saudi Aramco, el pasado 14 de septiembre.

El documento, obtenido por la agencia Reuters previo a ser presentado por el país ante el Consejo de Seguridad de la ONU, determinó que los misiles usados viajaron aproximadamente 200 kilómetros y salieron desde un punto ubicado al noroeste de la refinería. Una fuente le indicó al medio que los aviones que lanzaron los misiles salieron desde una base en el suroeste de Irán.

“Esto, sumado al hecho de que el misil tiene un rango máximo de 900 kilómetros, indica que hay una alta probabilidad de que el ataque se haya originado al norte de Abqaiq”, indica un pasaje del reporte, en referencia a la región donde se encontraba una de las instalaciones atacadas. Además, explicó que los drones usados presentaban características similares a un tipo de dron producido por Irán.

Una foto que ilustra las similitudes entre el motor de un drone usado en el ataque y aquellos usados por Irán en la fabricación de los suyos. Foto: Reuters
Una foto que ilustra las similitudes entre el motor de un drone usado en el ataque y aquellos usados por Irán en la fabricación de los suyos. Foto: Reuters

Saudi Aramco es la compañía petrolera más grande del mundo. De hecho, el ataque inicialmente redujo la producción de petróleo del país a la mitad, y en un 5% la mundial. El precio del crudo se disparó en un 20%, aunque con el correr de los días y la restauración de la producción volvió a su valor original.

Aunque el informe fue enfático a la hora de aclarar que la pericia no encontró pruebas concluyentes respecto de la responsabilidad de Irán, el documento se suma a otros elementos que apuntan hacia el país, principal enemigo de Arabia Saudita en la región. De hecho, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, acusó al régimen persa de cometer un “acto de guerra” y pocos días después la administración le impuso nuevas sanciones y lanzó ciber ataques.

En un reporte publicado en noviembre, Reuters indicó que el ataque tuvo como objetivo ulterior castigar a los Estados Unidos por retirarse del acuerdo nuclear y reinstalar las sanciones al país islámico.

Es hora de sacar nuestras espadas y darles una lección”, habría dicho el comandante a cargo de una de las reuniones donde se tomó la decisión. Si bien se sugirió la posibilidad de atacar una base de las Fuerzas Armadas estadounidenses, se decidió elegir como blanco a las instalaciones de uno de sus principales aliados en la región para reducir las posibilidades de provocar una retaliación masiva.

Representantes de los hutíes -una de las facciones involucradas en la guerra civil de Yemen que es apoyada por Irán, en contra del ex presidente Abdrabbuh Mansur Hadi, apoyado por Arabia Saudita- se adjudicaron la responsabilidad del ataque. Sin embargo, tanto Estados Unidos como Arabia Saudita rechazaron la premisa: argumentaron que su sofisticación indicaba que Irán se encontraba detrás.

Restos de los drones y misiles que Arabia Saudita presentó como pruebas de la participación iraní en el ataque (Reuters)
Restos de los drones y misiles que Arabia Saudita presentó como pruebas de la participación iraní en el ataque (Reuters)

Por su parte, la república islámica calificó a sus adversarios como “matones” y los acusó de estar detrás de las protestas que tuvieron lugar en el país durante las últimas semanas luego de que el régimen aumentara el precio de la gasolina.

El acuerdo nuclear en el centro de las tensiones fue firmado inicialmente por Irán y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU -Estados Unidos, China, Francia, Inglaterra, Rusia- y Alemania.

Su premisa fue el levantamiento de miles de millones de dólares en sanciones a cambio de que Irán redujera su programa nuclear y evitara desarrollar y adquirir armas nucleares “bajo ninguna circunstancia”. Además, estableció un sistema de control y monitoreo del complejo nuclear iraní a cargo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

En 2018, la administración de Donald Trump abandonó el acuerdo bajo el argumento de que no era lo suficientemente bueno y reimpuso las sanciones, las más potentes del paquete internacional de medidas coercitivas. El objetivo del informe sería lograr aumentar el nivel de apoyo a su iniciativa de intensificar la política de aislamiento a Irán y forzar su mano para que negocie un nuevo acuerdo nuclear.

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