El presidente de Italia disolvió el Parlamento de cara a las elecciones legislativas del próximo 4 de marzo

El mandato actual del órgano legislativo estaba a punto de vencerse. Ahora, comienza una agitada campaña política marcada por la fragmentación

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El presidente italiano, Sergio Mattarella, fue el encargado de disolver el Parlamento (EFE/Angelo Carconi)
El presidente italiano, Sergio Mattarella, fue el encargado de disolver el Parlamento (EFE/Angelo Carconi)

El presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, disolvió este jueves el Parlamento, cuyo mandato estaba a punto de finalizar, sumiendo al país en una agitada campaña para las elecciones legislativas previstas para el próximo 4 de marzo.

El jefe de Estado "firmó el decreto de disolución del Senado y de la Cámara de Diputados", indicó un comunicado de la presidencia.

Al inicio de la tarde de este jueves, el jefe del Gobierno de centro-izquierda, Paolo Gentiloni, acudió al Palacio de Quirinal, sede de la presidencia, para anunciar que, con la adopción del presupuesto para 2018, el trabajo del Parlamento elegido en 2013 había terminado.

En virtud del ritual establecido, Mattarella recibió después al presidente del Senado, Pietro Grasso, y a su par de la Cámara de Diputados, Laura Baldrini, para expresarles su intención de disolver las dos cámaras.

Gentiloni refrendó a continuación el decreto de disolución y puso rumbo al Palacio Chigi, sede del jefe del Ejecutivo, para presidir el Consejo de Ministros.

Espectro político fragmentado

El gobierno fijó para el 4 de marzo la consulta legislativa, tras haber llegado el mandato parlamentario a su final. Esta fecha se decidió durante el consejo de ministros, reunido tras la disolución del Parlamento por parte de Mattarella. La fecha era la deseada por todos los líderes de los principales partidos políticos.

La modalidad de la elección brinda una amplia parte a la proporcionalidad, y la dispersión prevista de votos entre tres polos diferentes, y por lo tanto poco proclives a formar una coalición, hace correr el riesgo de que el próximo Parlamento no tenga una mayoría clara.

Estos sectores son la derecha, el centro-izquierda y los populistas del Movimiento 5 Estrellas.

Paolo Gentiloni, tercer jefe de Gobierno de esta legislatura, después de Enrico Letta y Matteo Renzi, mantendrá su puesto hasta que se establezca el nuevo Parlamento. Su mandato podría no obstante prolongarse hasta más tarde.

A causa de la fragmentación de las fuerzas políticas, la formación de un nuevo gobierno podría llevar su tiempo.

La alianza de derecha, compuesta por Forza Italia (FI), el partido del incombustible Silvio Berlusconi, y los soberanistas de la Lega Norte (LN) y los Fratelli de Italia (FDI), podría alcanzar el 35% de la intención de voto, pero los litigios son frecuentes entre ellos, puesto que FI y LN reivindican su supremacía y a menudo discuten desde posiciones opuestas sobre Europa y el euro.

Con alrededor del 28% de votantes en las encuestas, el populista Movimiento 5 Estrellas (M5S), que dio la sorpresa logrando el 25% de los sufragios en las legislativas de 2013, sus primeros comicios, parecen llegar a ese techo y no estarían dispuestos a formar alianzas.

Tercero y último campo es el del Pardido Demócrata (PD, en el poder) de Matteo Renzi, que pierde oxígeno y no se le acredita más del 25% de los electores.

Sin embargo, en un país en el cual tras la proclamación de la República en 1946 conoció 64 gobiernos, la inestabilidad prevista no es una novedad.

Haciendo un balance de su año de gestión al frente del gobierno, Gentiloni dijo este jueves en conferencia de prensa: "Les aseguro que el gobierno no ralentizará su ritmo. Dentro de los límites fijados por la Constitución y las leyes, este gobierno gobernará…".

Ljubomir Milasin para AFP

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