El ajolote, uno de los animales más emblemáticos del país, está en riesgo. La contaminación de su hábitat natural, la mala calidad del agua y la introducción de especies exóticas son sólo algunos de los factores que han propiciado que éste se encuentre en peligro de extinción. Por tal motivo, expertas y expertos explicaron a Infobae México las sorprendentes características que posee este anfibio y hablaron acerca de la importancia de su cuidado y conservación.
México es un territorio que se distingue por albergar a un sinfín de especies particulares y maravillosas, no por nada es considerado como un país megadiverso. Según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) “forma parte del selecto grupo de naciones poseedoras de la mayor diversidad de animales y plantas, con casi el 70% de la diversidad mundial de especies”.
Uno de los elementos necesarios para que un lugar pueda ser considerado como “megadiverso” es el endemismo, es decir, deben haber seres vivos únicos en las zonas que lo conforman. México resguarda una gran cantidad de especies endémicas y el ajolote es una de ellas.
“El ajolote es un animal que físicamente es impresionante, esas branquias enormes que tienen que le sirven para respirar asemejan un famoso penacho de nuestros antiguos mexicas. Ver a un ajolote es ver a un mexicano cien por ciento”, comentó Pamela Valencia, fundadora del Museo Nacional del Ajolote “Axolotitlan”.
La revista CIENCIA ergo-sum (2021) explica que el animal en cuestión pertenece al género Ambystoma que incluye 33 especies que se distribuyen desde Canadá hasta el país. En en el suelo mexicano se encuentran 18 y, según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), 15 de ellas están en alguna categoría de riesgo de acuerdo con la NOM-059 y todas se encuentran en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Cabe destacar que tal y como lo mencionó Eduardo Pineda, investigador titular del Instituto de Ecología (INECOL), estos seres vivos no son los únicos que están sufriendo los estragos de las actividades humanas y el cambio climático, pues “esta especie icónica manifiesta el problema que están enfrentando muchas otras alrededor del mundo, particularmente los anfibios. Es un ejemplo de los riesgos que está enfrentando la biodiversidad ante el crecimiento humano y la transformación de los sistemas naturales”.
Esta situación es lamentable cuando se toma en cuenta que “los anfibios tienen aproximadamente 350 millones de años en la tierra e incluso, llegaron antes que los dinosaurios. Han pasado por una serie de cambios ambientales tremendos pero en tiempos geológicos muy amplios”, recalcó el Dr. Eduardo.
Además, Diana Vázquez, bióloga y maestra en formación de la UNAM añadió que “proteger al ajolote implica la protección de otras especies que están en un menor rango trófico y que son importantes, sólo que, a lo mejor, no son tan carismáticas y la gente no genera un vínculo tan cercano. Como ejemplo está el charal o la rana Moctezuma”.
Xochimilco y sus maravillas naturales y culturales
Al sur de la capital se encuentra la alcaldía Xochimilco, uno de los pocos lugares en la CDMX que aún conserva parte de algunas tradiciones que datan del período prehispánico y colonial. La técnica chinampera, el cultivo de hortalizas o celebraciones tradicionales como la Flor Más Bella del Ejido son sólo algunos ejemplos que caracterizan la identidad xochimilca.
No obstante, parte del desarrollo histórico y cultural de la localidad se debe a la existencia del sistema lacustre, un lugar que aparte de adornar el paisaje de la demarcación, ha sido una herramienta económica para diversas familias originarias y sobre todo, un ecosistema para un gran número de especies, en particular, ha sido la casa del ajolote.
El lago y los pequeños canales que se encuentran en la alcaldía durante mucho tiempo fueron hogar del Ambystoma mexicanum, sin embargo, las pésimas condiciones del agua y la invasión de nuevas especies como la carpa y la tilapia han sido los principales factores de que cada vez sea más difícil encontrarlos en sus hábitats naturales.
“En Xochimilco se ha vertido una gran cantidad de contaminantes, pesticidas, aceites y desechos —también domésticos— todos relacionados con la actividad humana. Otro problema muy fuerte es la introducción de especies que son mucho más agresivas porque se alimentan de los mismos ajolotes, de sus huevecillos o de los recién eclosionados. Todos estos elementos, además de una reducción en el tamaño del hábitat, afectan a la sobrevivencia de los organismos y al final ocasiona una declinación en la población”, detalló el investigador Pineda.
Axólotl: el dios que se resiste a la muerte
Al hablar del ajolote no sólo se deben abordar sus características físicas y biológicas, ya que también ha tenido un papel fundamental en la cultura e identidad mexicana, no por nada hoy ilustra al billete de 50 pesos mexicanos (uno de los más codiciados en el país). Fueron las culturas prehispánicas las primeras que intentaron descifrar los misterios de dicho animal.
Este ser vivo fue bautizado como axólotl, una palabra náhuatl que significa “monstruo del agua”. El nombre surgió gracias a la leyenda azteca que cuenta que cuando aún no existía nada en el mundo, los dioses se reunieron en Teotihuacán y decidieron que dos de ellos debían ser sacrificados para crear la luz.
Tecuciztécatl y Nanahuatzin fueron los elegidos para ser echados al fuego y dar lugar al nacimiento del Sol y posteriormente a la Luna, sin embargo, para poder darles movimiento a los astros, los dioses acordaron que todos debían sacrificarse. La mayoría estuvo de acuerdo, excepto Xólotl, gemelo de Quetzalcóatl.
Como Xólotl se negó a morir empezó a huir y para que los dioses no pudieran encontrarlo se transformó en maíz y maguey pero como en ambos casos fue descubierto, optó por escapar al agua, donde tomó la forma de un ajolote, el último ser en que pudo convertirse antes de enfrentarse al sacrificio.
Por tal motivo, al anfibio se le denominó axólotl y desde entonces, la figura de este animal ha estado presente en “nuestra cultura, en la literatura, en la pintura y sobre todo en la investigación científica”, agregó el Dr. Eduardo del INECOL.
Cabe destacar que los aztecas no fueron los únicos que se interesaron en la especie. Los purépechas lo llamaron achoque o achójki y durante mucho tiempo lo utilizaron con fines religiosos, gastronómicos y sobre todo medicinales, aunque es importante precisar que el achoque vive en el Lago de Pátzcuaro y su nombre científico es Ambystoma dumerilii, primo hermano del Ambystoma mexicanum.
Curiosamente, tal y como se ilustra en la narración mexica, el ajolote ha seguido luchando por “huir de la muerte” y ha logrado sobrevivir a severas condiciones ambientales y sociales que lo han llevado al borde de la desaparición.
“Es un animal resiliente, es un animal que se regenera como todos los mexicanos, es un animal que aunque tiene todos los factores para estar en extinción no se rinde y sigue adelante”, añadió Pamela, fundadora de Axolotitlán.
Además, las y los entrevistados coincidieron en que es “una especie bandera, esto significa que es un ser vivo carismático que puede generar un vínculo con la población mucho más cercano por toda esta identidad cultural que trae detrás. También es una especie sombrilla, eso es importante porque significa que puede modular a la demás biodiversidad que hay dentro de Xochimilco”, explicó Diana Vázquez del Instituto de Biología de la UNAM.
Por todo lo anterior, es necesario poner atención y cuidado al estado del lago en la alcaldía, puesto que el ajolote es “muy importante a nivel científico, a nivel cultural, a nivel místico y por supuesto, son animales que nos dicen la salud de un ecosistema, si sí hay ajolotes en un hábitat quiere decir que ese ecosistema está sano”, sumó Pamela Valencia.
La investigadora Diana mencionó que es importante remarcar que “el ajolote de Xochimilco no es rosa, es verde con negro y grisáceo. Generalmente vemos más al ajolote rosa porque es más carismático, se ve más bonito y la gente se interesa más en él”.
La responsabilidad científica, la columna vertebral de la conservación del Ajolote
Las razones por las que el Ambystoma mexicanum ha conseguido seguir existiendo, no se deben precisamente a milagros, ya que el papel de especialistas como biólogos, ecólogos, médicos o veterinarios ha sido fundamental en el proceso.
El investigador Eduardo Pineda resaltó que estos anfibios “pueden ayudar a entender cómo se pueden regenerar tejidos, extremidades, vísceras e incluso, partes del cerebro. El ajolote brinda mucha información y mediante su estudio nos puede ayudar a los seres humanos en diversas cuestiones biomédicas”.
Asimismo, la fundadora del Museo Nacional del Ajolote compartió que se trata de una criatura que nunca envejece y que cuenta con un “ADN totalmente mexicano, justo en el 2018 se reveló un estudio que dice que el ADN del ajolote es la secuencia genética más amplia conocida en la historia del mundo hasta el momento”.
Por su parte, el experto del INECOL señaló que una de las grandes responsabilidades de la ciencia es buscar estrategias para divulgar los logros y los descubrimientos que se realizan. Se debe traducir la información a un lenguaje común que busque educar a la sociedad en aspectos ambientales y biológicos.
Igualmente, la comunidad científica debe estar al pendiente de que los proyectos gubernamentales que se realicen en áreas naturales se hagan de la forma más responsable y sostenible posible. La sociedad va a seguir necesitando todo tipo de infraestructura, pero siempre se debe buscar generar el menor impacto.
“El Instituto se ha acercado a los municipios, al gobierno de varios Estados, incluso a nivel federal. En ocasiones hemos tenido impacto en las normas oficiales mexicanas. Igual tenemos la obligación de asesorar y apoyar a todos los que nos solicita ayuda, para eso nos paga la sociedad, no solamente para generar una publicación científica”, subrayó Eduardo.
Parte de la función y responsabilidad de la ciencia es llevar a la práctica todos los estudios teóricos para contribuir a cambios positivos en la sociedad. Esta cuestión es algo que se tiene muy claro en el Instituto de Biología de la UNAM, puesto que gracias al arduo trabajo del equipo coordinado por el investigador Luis Zambrano nació el proyecto Chinampa-Refugio.
Chinampa-Refugio: una oportunidad para la vida silvestre de los ajolotes
Diana Vázquez, maestra en Ciencias de la Sostenibilidad y miembro del Laboratorio de Restauración Ecológica del doctor Zambrano, explicó a Infobae México la importancia y el funcionamiento del programa Chinampa-Refugio.
“El laboratorio lleva más de 10 años trabajando en Xochimilco y básicamente de lo que trata Chinampa-Refugio es de generar una simbiosis entre la producción agroecológica de alimentos, que en este caso son principalmente hortalizas en las chinampas y la conservación del ajolote”.
Expuso que la construcción de refugios en chinampas consiste primero en la “apertura de zanjas o canales secundarios, después se rehabilitan esos espacios y se colocan en los extremos compuertas de malla sombra para impedir el paso de especies exóticas como la carpa y la tilapia, que son los principales depredadores de los ajolotes”.
Agregó que “también se colocan biofiltros con plantas acuáticas nativas de la zona que lo que hacen es filtrar el agua de metales pesados y contaminantes microbiológicos”. Este proyecto no podría llevarse a cabo sin el apoyo de los productores, pues son ellos quienes prestan sus terrenos para dar un nuevo hogar natural a la especie.
El único requisito con el que deben cumplir es “trabajar la chinampa de una forma agroecológica, sin agroquímicos y con todas estas prácticas que son amigables con el medio ambiente, así la calidad del agua de estos refugios, que es una de las cosas más importantes, se ve beneficiada. Estos refugios permiten que en algún momento haya una posibilidad de reintroducción en vida libre”.
Por el momento 20 productores se han sumado al proyecto que se encuentra en la fase 6, una etapa que consiste en el monitoreo especializado de todos los refugios porque “antes de hacer reintroducción, por supuesto tiene que haber una etapa para supervisar las condiciones que hay. Todavía no hay una reintroducción pero se está trabajando en eso”, contó la bióloga Diana Vázquez.
Durante el proceso han contado con el apoyo del doctor Horacio Mena, médico veterinario que ha estado a cargo de acondicionar, supervisar y cuidar a la colonia de ajolotes que en algún futuro entrarán a los refugios chinamperos sin mayores complicaciones.
Los alcances de este proyecto pretenden tener un impacto positivo para la gente productora, ya que el hecho de restaurar el ecosistema representa beneficios económicos, medioambientales, culturales y sociales principalmente para los chinamperos y para todas las personas que se benefician de los recursos naturales de la zona, a los que también se suma la CDMX.
Una de las formas en las que se pretende hacer esto es con la “etiqueta chinampera” que busca “generar un distintivo para los productos que salen de la chinampa, así el consumidor sabrá que estos vienen de una producción agroecológica y de un proyecto que apoya la conservación del ajolote”.
Otro de los objetivos de las etiquetas es que permitan darle un mantenimiento a largo plazo a esos refugios y que los “productores no tengan que depender del financiamiento que pueda tener o no la UNAM, el fin es que ellos mismos puedan autosostener los refugios para tener un ingreso o una remuneración mayor y justa por lo que producen”.
Se pretende que con el tiempo Chinampa-Refugio se consolide como una política pública en Xochimilco a nivel local para que poco a poco se vayan sumando más chinamperos y puedan empezar a implementar la agroecología, “al final lo que buscamos no es excluir, sino sumar a más productores”, informó Diana.
La especialista de la UNAM compartió que “la ciudadanía se ha posicionado a favor de la conservación del ajolote desde una mirada de la ciencia y de los saberes colectivos, la gente cada día está más informada, más interesada y cuando hay algún acto que no precisamente sea congruente con las estrategias de conservación en seguida se alza la voz”.
Comentó también que el ajolote ha sido un símbolo de identidad xochimilca tan importante que los productores vinculados al proyecto “buscan la conservación de la especie mucho más por la parte cultural. Ellos te cuentan cómo los podían ver siempre en el canal sin ningún problema y como poco a poco ha disminuido la población”.
La sociedad, un aliado indispensable para el Ambystoma mexicanum
El trabajo de la ciudadanía no sólo se ha quedado en ese aspecto, puesto que han surgido diversas propuestas que buscan proteger y concientizar a las y los demás de la alarmante situación a la que se enfrenta el anfibio.
Precisamente fue así como nació el Museo Nacional del Ajolote, Axolotitlán. Pamela Valencia, publicista y fundadora compartió que “al ver por primera vez a un ajolote en vivo me di cuenta de la importancia de este animal, de como, por desgracia, muchas personas no conocía sobre ellos y decidí utilizar mis herramientas de comunicación para poder compartir esta información a la gente”.
Agregó que el proyecto se gestó en 2017 “con la intención de que los niños, jóvenes y adultos pudieran tener un acercamiento físico con estos animales. El Museo es un espacio que busca inspirar a la gente a reconocer la importancia de la flora y fauna endémica”.
Aquí la participación social también ha significado un pilar elemental, algo que no ha sido tan difícil porque “este animal es tan poderoso y ahora le gusta tanto a las personas que la gente se suma de una u otra manera”.
Incluso, los ejemplares con los que cuenta el museo han sido obsequios de criadores que se dedican de forma experta y profesional a la conservación del Ambystoma mexicanum. Algunas instituciones y universidades también han sumado en ese aspecto, aunque algunos otros ejemplares fueron llevados por encontrarse enfermos y la gente los abandonó y nunca volvió por ellos.
La labor no se ha quedado únicamente en ese aspecto, pues también se han creado alianzas con chinamperos de la zona lacustre en Xochimilco para organizar Recorridos Bioculturales, una colaboración muy importante porque “el 50% de lo que generamos en esos recorridos se queda directamente en la bolsa del campesino y de su familia”.
De igual forma, la publicista detalló que tienen otro programa llamado Red Médica que “surgió porque hay mucha gente que hoy quiere tener ajolotes como mascotas, lo cual nosotros no recomendamos porque son animales silvestres, son animales que deben estar en su hábitat natural”.
Red Médica está conformado por “un grupo de especialistas en donde nos comunicamos inquietudes, experiencias, consejos o trabajamos en equipo para atender a todos los animales que hoy están sin atención”.
Además cuentan con Alianzas Pedagógicas Artísticas y Estratégicas, una labor con la sociedad en la que se busca sumar a todos aquellos que deseen colaborar o hacer un producto relacionado con estos anfibios, pues “somos un proyecto abierto a la colaboración de cualquier profesional”.
Debido al poco apoyo por parte de las autoridades locales y federales, el Museo no se pudo realizar en Xochimilco, no obstante, se eligió la Barranca de Tarango, un área natural protegida para ser la sede de Axolotitlán. Pamela comentó que “el espacio en donde estamos hay más proyectos similares a nosotros: hay mariposario, huertos urbanos, humedales, temazcal, etc., estamos en un espacio físico que conjunta objetivos con todo los demás”.
Por su parte, subrayó que no hacen programas de reproducción porque no hay dónde reintroducir al ajolote, pues es primordial limpiar y sanar sus ecosistemas silvestres primero. Asimismo, recalcó que “queremos conservar al ajolote pardo, no el ajolote rosita que hoy ha tenido un boom y que lo han vuelto tan famoso. El ajolote que debe estar en su hábitat natural es el negro pardo”.
Es importante trabajar en la restauración porque tal y como lo aclaró el investigador Pineda “de nada sirve que tú puedas recuperar una población que está en riesgo si al final vas y lo avientas a las mismas condiciones que generaron que desapareciera”.
Pamela también invitó a la gente a hacer conciencia sobre los riesgos que implica criar a estos anfibios y/o conseguirlos como mascotas de forma ilegal. “Creen que esa es la manera correcta de salvarlos y realmente eso no ayuda en nada, lo único que están haciendo es debilitar la genética silvestre de los animales”.
Pamela no es la única que está realizando algo en pro de esta especie, hay algunas organizaciones y grupos que mediante distintos proyectos han intentado contribuir positivamente a la conservación de este ser vivo.
La divulgación científica del ajolote a través del diseño
Producciones Ajolote es un ejemplo, se trata de un colectivo conformado por 3 personas que busca generar conciencia acerca del Ambystoma mexicanum y otras especies endémicas a través de la venta de artículos.
El objetivo “no es solamente de generar productos, sino de hacer que sean productos con un enfoque educativo para acercar a las personas información de sus tradiciones y de las especies en México, tanto de animales como plantas”. Explicó Ernesto Pérez Ibáñez, uno de los fundadores del colectivo.
Sandra Martínez Zanabria, quien también encabeza el proyecto, compartió que la idea de que el ajolote fuera su emblema surgió después de que se preguntara por la existencia de un elemento que brindara “identidad mexicana pero que no fuera creado por el humano y luego encuentras que la respuesta siempre será la flora y la fauna que se encuentra en un lugar”.
Por su parte, Edgar Martínez mencionó que les interesa también “la divulgación científica en torno a aspectos culturales históricos y biológicos”. Para poder lograr comunicar la importancia del ajolote en sus productos, fue necesaria la ayuda de expertos.
El entrevistado expuso que acudieron a la “FES Iztacala de la UNAM, en donde hay un vivario con un criadero de ajolotes. Ahí la especialista Sandra Arias, encargada del ajolotario, nos habló acerca de las características y aspectos tan curiosos propios del ajolote”.
Cuando se dieron cuenta de que muy pocas personas se dedican a hacer productos con esa temática y de que la gente conocía de forma muy superficial al Ambystoma se pusieron el reto de generar productos que, más allá de verse bonitos, pudieran conectar con la gente y orientarlos respecto a la situación de la fauna en México.
Sandra y Ernesto son egresado de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la UNAM en Xochimilco y desde que empezaron sus estudios se dieron cuenta de la importancia de proyectos que comuniquen cuestiones nacionales, a pesar de que “la educación en general está muy europeizada. Es muy importante enseñar otros tipos de culturas, principalmente la propia”, contó Sandra.
Además, Edgar destacó que “se tiene mucho la idea de que el diseño está hecho para vender, pero también es posible que pueda traer un trasfondo que forme parte del conocimiento”.
Otro de sus objetivos es llegar a las y los niños a través de imágenes que cuenten una historia y que sean divertidas. Se trata de un “manejo del humor mezclado con la divulgación científica y con ilustraciones cercanas a la caricatura”, dijo Ernesto.
Algunos de sus trabajos se encuentran expuestos en el Jardín Botánico de la UNAM y en el parque ecológico Xochitla.
Finalmente, Sandra puntualizó: “Estamos viviendo una época súper visual, para nosotros el primer acercamiento de un animal o de una planta es visual. Lo que estamos haciendo es un pequeño granito de arena para tratar de concientizar acerca de la identidad mexicana”.
El gobierno, la sociedad y la investigación: una alianza urgente y necesaria
Es elemental restaurar al ajolote junto con su ecosistema porque “muchas veces las personas se enfocan nada más en la especie y no en el hábitat. Para que pueda haber conservación de una especie es necesario la conservación de su hogar, que en este caso es la zona chinampera”, detalló Diana Vázquez.
Para que las labores de las y los especialistas y de la sociedad puedan surtir un efecto positivo es fundamental que las autoridades federales y locales participen activamente, sobre todo que lo hagan de manera congruente, puesto que, a pesar de que la alcaldía está colaborando en el programa de restauración del ajolote con la UNAM, el último evento llamado “Ajolotón” dejó mucho que desear.
Asimismo, la bióloga Diana agregó: “Nosotros no estuvimos de ninguna forma involucrados con la liberación que se hizo hace poco y que fue muy mediática, no estábamos enterados de ese proyecto. La alcaldía Xochimilco y la Secretaría de Cultura han colaborado y han respaldado Chinampa-Refugio pero no sabemos por qué motivo decidieron hacer esa reintroducción”.
Además, la fundadora de Axolotitlán remarcó que “nadie está hablando del sufrimiento que tuvieron estos 200 animales, no es solamente linchar al político. Después de eso ¿van a crear un lugar en donde pueda haber educación ambiental para la gente? ¿van a quitar las tomas o desagües clandestinos que hay en Xochimilco? Para mí el gran mensaje de este error es ¿cómo lo van a revertir?
Otra cuestión que afecta a los ecosistemas de México son los intereses económicos que muchas veces se ponen en juego durante la creación de infraestructura que daña e incluso, elimina zonas naturales.
Respecto a esto, el investigador del INECOL apuntó que “aunque los datos te digan que la ruta debe ser por acá con base en estudios, a veces los intereses políticos ganan, eso ya es parte de corrupción. A lo largo del tiempo se ha tratado de generar una convivencia armónica entre el desarrollo y la conservación de la naturaleza, pero muchas veces son ignoradas”.
Es importante mencionar que se intentó contactar a la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (SEDEMA) sin embargo, no se obtuvo respuesta.
Finalmente, se debe asumir la responsabilidad individual que aunque al principio puede parecer que se suma poco, a la larga ayuda mucho. Lo principal es “tomar conciencia de dónde vienen nuestros productos. Mucha gente si necesita agua abre una llave y listo, pero esa agua se generó en un lugar muy distante, en unas condiciones donde debe de haber un entorno para que el agua que cae de la lluvia se filtre se vaya a los a los mantos freáticos y tengamos el recurso”, comentó Eduardo Pineda.
Somos seres que vivimos gracias a la naturaleza y se tiene que actuar con una visión de futuro para que las generaciones venideras no sufran tanto las consecuencias del “progreso” mal planeado.
Pamela del Museo del ajolote resaltó: “Quizá nosotros no veamos cómo como los ajolotes regresan a vida silvestre pero los niños sí y si todos trabajamos en equipo y cuidamos lo último que nos queda del lago, ese lugar pueda volver a estar sano y puedan volver a habitar ajolotes”.
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