Alucinaciones, ansiedad y depresión: la otra cara de las secuelas del COVID-19

La mayoría de la población piensa que el COVID-19 ataca únicamente al sistema respiratorio, sin embargo, la enfermedad puede atacar de manera severa a otros organismos, como el sistema nervioso

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El COVID-19 puede dejar secuelas de carácter neurológico, lo cual puede desembocar en problemas como ansiedad y depresión.
El COVID-19 puede dejar secuelas de carácter neurológico, lo cual puede desembocar en problemas como ansiedad y depresión.

Contrario a lo que la mayoría de la gente puede imaginarse, el COVID-19 es una enfermedad que ataca diversos organismos del cuerpo humano, y no solamente el sistema respiratorio.

Humberto Rosell Becerril es egresado de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en donde estudió la licenciatura en Psicología. Además cuenta con una maestría en Neuropsicología por la misma institución educativa, y desde 1997 ha trabajado en el área de la Neuropsicología clínica.

Rosell también es miembro fundador de la Asociación Mexicana de Neuropsicología. Ha colaborado en algunos trabajos y también tiene diversas publicaciones. Desde que inició la pandemia por COVID-19, comenzó a estudiar los efectos que tenía dicha enfermedad en su área de especialidad.

El especialista explica en entrevista para Infobae México que la enfermedad es multisistémica, o sea, que afecta diversas áreas del organismo. “En general los estudios que estamos haciendo son retrospectivos, es decir, hacia lo que ha afectado, lo que ha hecho, no la conocemos bien aún, se publica mucho en las diferentes revistas internacionales respecto a lo que hace, es una enfermedad que, al tener las personas epitelios en diferentes partes del cuerpo, son receptores de una encima que tiene un candado con ciertas cualidades que el virus tiene en las espigas; diríamos que tiene una llave falsa para poder ingresar a todas las células que tienen el receptor.

Las afectaciones que el COVID-19 puede dejar en las personas, pueden desencadenar en depresión. Foto: Colprensa/archivo
Las afectaciones que el COVID-19 puede dejar en las personas, pueden desencadenar en depresión. Foto: Colprensa/archivo

“Están en el intestino, en el sistema nervioso central, que es tanto periférico como en el encéfalo, y va a dañar una gran cantidad de órganos, no solamente los pulmones, y ahí es donde vienen diferentes mecanismos que van a estar generando el trastorno, dependiendo en donde se instale”, explica.

Rosell Becerril menciona que en los pulmones, el virus podría encontrar diferentes mecanismos para atacar al sistema nervioso, “por una parte, por un nervio, el nervio vago, que podría ser un facilitador para su ingreso al sistema nervioso, pero también, evidentemente al estar en la garganta esperando para poder llevar a cabo el ataque, también una opción de ingreso es vía el nervio olfatorio, que pertenece al sistema límbico, y que puede, por esa vía, ingresar al sistema nervioso, y generar diferentes tipos de afectaciones”.

Explica que la enfermedad afecta a diferentes sistemas y tiene implicaciones con diferentes mecanismos para afectar al sistema nervioso central, lo que da como resultado, entre otras alteraciones de carácter neurológico, alteraciones de carácter psiquiátricas, también clasificadas como neuropsicológicas.

El especialista recalca que de los reportes que se tienen de diferentes países como China, Francia, Estados Unidos, entre otros, e incluso de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se tienen registrados diferentes síntomas de carácter neuropsicológico. “Algunas de las cualidades que podemos observar durante la infección, puede ser una alteración de tipo psiquiátrico, donde la persona, al tener diferentes sistemas alterados, puede llegar a tener alucinaciones, puede desorientarse, puede presentar ansiedad y depresión, esto durante la infección”.

Menciona que, el problema es que no solamente durante la infección se presentan estos síntomas, sino que depende de lo agresivo que puede llegar a ser el virus, puede afectar de manera importante al sistema nervioso, y dejar secuelas post COVID. “Observar en estas personas alteraciones, a pesar inclusive de que se hagan las pruebas y salgan negativas a COVID, podemos encontrar, sobre todo en el sistema nervioso, por estudios, que se pueden quedar albergadas por mucho tiempo en él (sistema nervioso), entonces podemos encontrar alteraciones, como ansiedad, irritabilidad, etc”.

Humberto Rosell Becerril es maestro en neuropsicología por la UNAM.
Humberto Rosell Becerril es maestro en neuropsicología por la UNAM.

Comenta que también hay una especie de estrés postraumático, en el que si se tiene algún síntoma similar al del COVID, de inmediato se atribuye que lo es, pero no solo eso, sino que el sistema nervioso queda también con mucha sensibilidad. “El umbral con el que respondía el sistema nervioso, como ahora es más lábil, o sea, cambia de manera constante, responde más rápido, y podemos observar este tipo de dificultades, entonces, otra cualidad que podemos observar además de esta ansiedad, de esta depresión, que suele ser un cuadro que se acompaña, es irritabilidad, y una labilidad en el estado emocional”.

Dice que en este punto, no es exactamente como se conoce a la labilidad, donde la respuesta que se da a los estímulos del medio es extremadamente sensible a estos estímulos, pero sí es cercana. “La persona por situaciones en las que antes podía solucionar, o que tenía una reacción, si bien no positiva, podía recuperarse de ello, y solucionar esos problemas de carácter emocional, de carácter afectivo, en toda su interacción social, en este caso, dentro de estos efectos, y lo que he estado observando es que hay una sensibilidad significativa a las respuestas de carácter afectivo, emocional”.

Dice que esto provoca dificultades en las relaciones sociales de las personas, que van desde su núcleo familiar, y se extienden a otros núcleos sociales, como escolares, de amistad, laborales, teniendo un efecto negativo en ellos.

Incluso, el especialista indica que quienes presentan anosmia, que es la pérdida del olfato, y la ageusia, que es la pérdida del sentido del gusto, durante el COVID, significa que ya se tuvieron afectaciones en el sistema nervioso, aunque hay otros síntomas que también indican que este sistema se afectó.

“Desde que empezamos con cefalea, esto ya es un indicador de que pequeños o grandes vasos del cerebro están siendo afectados, ya hay un problema, recordemos que va a generar una inflamación, la respuesta inmunológica del cuerpo de aumentar la temperatura y de generar una serie de linfocitos (células relacionadas con los mecanismos de defensa inmunitarios) para el ataque al virus, puede inflamar a diferentes organismos, entre ellos el sistema nervioso, entonces, presentar cefalea, mareos, confusión, estados delirante, pero desde que tenemos estos síntomas “leves”, ya es un indicador de que ha ingresado al sistema nervioso”, menciona Rosell Becerril.

El COVID-19 puede ingresar al sistema nervioso, lo cual puede dejar severas secuelas.  (Shutterstock)
El COVID-19 puede ingresar al sistema nervioso, lo cual puede dejar severas secuelas. (Shutterstock)

El neuropsicólogo explica que en el caso de la anosmia, o sea, afectación en el nervio olfatorio, este es parte del sistema límbico, el cual funciona mucho para los seres humanos, y es un recurso con el que mantenemos nuestras relaciones afectivas con nuestras parejas. “No dejamos de ser seres vivos, animales sociales, y entonces esto se integra en las relaciones que tenemos con otras personas de tipo emocional, entonces, ya ingresando, vamos a encontrar que si no se atiende a tiempo, antes de que se generen mayores complicaciones, esto puede mantenerse durante meses, sin embargo, una vez que ya ingresó, está presente y vamos a observar cómo estas personas, primero por una mala respuesta de carácter psicológico, que es evidente al tener este padecimiento, sin embargo, el compromiso de esta estructura del sistema límbico, el nervio olfativo, va a cambiar, va a empezar a tener modificaciones de carácter emocional”.

Dice que se potencia toda la respuesta, que en el contexto psiquiátrico, en este caso, el contexto neuropsicológico, se considera que es parte de este cuadro de datos que se generan por el ingreso de este virus a este sistema nervioso.

“Estamos hablando del cuadro leve, cuando el cuadro es mayor, si la atención no fue adecuada, si la oxigenación no fue adecuada, inclusive, de carácter mecánico, lo que se puede ir encontrando, por diferentes mecanismos, ya se dijo inflamación, por el trabajo que hay en la sangre para atacar el virus, también la densidad de la sangre aumenta y se pueden crear eventos cerebrovasculares, y generar émbolos que van a tapar las arterias, y que pueden generar lesiones en el sistema nervioso, la vía de pequeños y grandes vasos se puede bloquear, y entonces puede generar pequeños o grandes infartos, o bien, inclusive derrames, una ruptura de las paredes, de pequeños o grandes vasos, y generar alteraciones mucho más graves que la ageusia o la anosmia, a tal grado que podríamos encontrar trastornos como afasia (trastorno del lenguaje que impide comunicarse por el habla), problemas para la comunicación de la expresión o la comprensión, problemas en los movimientos, pero no por las alteraciones en los músculos, no este cuadro de Guillain-Barre, donde se altera la musculatura y tenemos neuropatías que van a afectar la movilidad, sino cuadros apráxicos (dificultad para hacer movimientos coordinados), dependiendo de dónde se presente el evento cerebrovascular”, dice.

Menciona que los mecanismos y la afectación varían, y las complicaciones que se pueden generar pueden ser más simples, por ejemplo, cuando la enfermedad es moderada, la ageusia y la anosmia, desaparecen gradualmente en los siguientes dos o tres meses posteriores a haber adquirido la enfermedad de COVID-19. Sin embargo, cuando la enfermedad es grave, se queda presente por más meses.

“Las alteraciones que se van a ir presentando se van a complejizar porque además la persona ahora entra en depresión, o bien, además genera este estrés postraumático, es decir, cualquier cosa que se parezca a los síntomas que me generó el COVID, voy a atribuirlos a que otra vez tengo la enfermedad, y las personas lo padecen de manera importante y esto tiene un efecto en toda la familia, en las actividades cotidiana de la persona”, explica el especialista.

Cuando una persona presenta pérfida del gusto y el olfato, significa que el sistema nervioso ya se vio afectado por el COVID-19.
Cuando una persona presenta pérfida del gusto y el olfato, significa que el sistema nervioso ya se vio afectado por el COVID-19.

Rosell Becerril recomienda que, para detener contagios y evitar problemas de salud con la enfermedad, hay que usar de manera correcta el cubrebocas y mantener la sana distancia, ya que dice, esto es muy importante para que las personas no adquieran la enfermedad. “Un recurso muy importante en la prevención es el uso adecuado del cubrebocas, pues la nueva variante (ómicron), se ha multiplicado por la gente que no ha querido vacunarse, se ha multiplicado por un mal uso del cubrebocas, por el no aceptar la sana distancia”, menciona.

“Tendríamos que considerar la prevención, y está en nuestras manos esa prevención, escucho a colegas y a gente diciéndome: ¿Y qué quiere que deje de trabajar? Tengo que utilizar el metro. Sí, claro, pero si todos nos responsabilizamos y utilizamos adecuadamente el cubrebocas, y los sanitizantes, que no son caros, esto puede prevenir, si todos nos concientizamos y hacemos labor en nuestras comunidades para promover que todos se vacunen, seguramente nos va a ir mejor como población y el efecto a toda nuestra actividad humana, entre ellos la economía, no va a ser tan devastador como lo está siendo al momento”, concluye el especialista.

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