Las peregrinaciones al Cerro del Tepeyac no son fenómeno reciente. Esta tradición se lleva a cabo desde hace más de 500 años, antes de que los grandes imperios fueran abatidos por los conquistadores españoles que llegaron al territorio mexicano en el siglo XVI.
Pero la deidad a la que se le dedican los grandes viajes, caminatas, y en torno a la que se hacen celebraciones, tributos, y se piden milagros, ha cambiado. Antes, en la zona en donde se edificó el gran templo católico, la Basílica de Guadalupe, que alberga la imagen de la virgen, se encontraba Tonantzin, diosa Náhuatl cuyo nombre significa “nuestra madre venerada”.
Esta figura, también identificada por algunos historiadores como Cihuacóatl o Centéotl, era para los mexicas la madre de todo lo que existe, de los humanos, y era la pareja divina que creó al mundo. En algunas ocasiones se le identifica como la madre de Quetzalcóatl, y en otras como su esposa.
No se tiene registro de cuándo comenzaron los viajes para adorarla, ya que los testimonios sobre su existencia se comenzaron a escribir hasta que los europeos llegaron. Jacinto de la Serna, escritor Novohispano, narró en su Manual de ministros de indios que en el cerro se celebraba de forma mensual a Tonan, además de realizarle una fiesta anual, que ahora correspondería del 19 de diciembre al 7 de enero, según la revista Arqueología Mexicana.
Fray Bernandino Sahagún también fue una de las personas que se dio a la tarea de narrar las costumbres de los indígenas, y respecto a esta celebración escribió:
“En este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses, que ellos llaman Tonantzin, que quiere decir nuestra madre. Allí hacían muchos sacrificios en honra de esta diosa, y venían a ella de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas de todas las comarcas de México, y traían muchas ofrendas: venían hombres y mujeres y mozos y mozas a estas fiestas”.
Pero durante la evangelización de los españoles a los indígenas que sobrevivieron en territorio mexicano, el adoratorio a Tonantzin fue destruido y en su lugar se colocó una pequeña capilla. El 12 de diciembre fue cuando, según relatos, la imagen de la Virgen de Guadalupe, imagen católica, apareció en el Cerro del Tepeyac.
Por lo que la celebración que se construyó fue en torno a esta imagen. En apariencia había sido adoptada de manera rápida por los indígenas, pues se seguían realizando peregrinaciones de toda parte del territorio para celebrar a la figura, pero la realidad era otra.
A quien continuaban adorando era a Tonantzin, según relatos de Fray Bernandino “Y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente”.
También Jacinto de la Serna escribió al respecto: “Cuando van a la fiesta de la Virgen Santísima, dicen que van a la fiesta de Totlazonantzin y la intención es dirigida a los maliciosos a su diosa, y no a la Virgen Santísima o a entre ambas intenciones: pensando que uno y otro se puede hacer”
Ahora, a más de 500 años de adorar a la deidad Mexica y a 488 de la aparición de la Virgen de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac, se espera que lleguen a la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México a más de 10 millones de personas, que llegan año con año a celebrar a su santa.
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