
El avance de los incendios forestales más mortales y costosos está transformando paisajes y sociedades en todo el mundo. Vivir con la amenaza constante del fuego ya no es una excepción, sino una realidad que se impone año tras año sobre comunidades enteras.
Los registros muestran que la frecuencia e intensidad de estos desastres alcanzan niveles nunca vistos, mientras científicos y especialistas advierten que prevenir y adaptarse es, ahora, el gran desafío de nuestra época.
Una década marcada por tragedias inéditas
Hasta hace unos diez años, considerar que los incendios forestales letales se volverían habituales parecía improbable. Pero los datos más recientes lo confirman. Según una investigación publicada en la revista Science, el 43% de los incendios más severos de los últimos cuarenta años se produjo durante la última década.
El equipo liderado por Calum Cunningham de la Universidad de Tasmania identificó 242 incendios especialmente destructivos entre 1980 y 2023: la frecuencia de estos eventos se cuadruplicó y 43 superaron los 1.000 millones de dólares en pérdidas. Asimismo, los incendios con al menos diez muertes directas se triplicaron, mientras que la población mundial apenas creció 1,8 veces, detalló The Guardian.
El fuego no distingue continentes
La magnitud del fenómeno se refleja en episodios recientes. Valparaíso (Chile) sufrió 135 fallecimientos en 2024; California sufrió la destrucción de 18.000 edificios y USD 16.000 millones en daños en 2018.
Solo en enero de 2024, un incendio en Los Ángeles elevó las pérdidas hasta USD 65.000 millones, la cifra más alta jamás registrada, según The New York Times. Europa meridional, Australia, Canadá, Hawái, Portugal, Grecia, Argelia y Nepal también padecieron los estragos tanto en ciudades como en zonas rurales.
Lejos de ser hechos aislados, estos desastres afectan a múltiples regiones. De acuerdo con The Guardian, las áreas más impactadas se concentran en el oeste de América del Norte, el sur de Europa y el sur de Australia, aunque el fuego también llega a zonas tropicales y remotas.
El propio Cunningham lo sintetiza: “Están en todas partes”. La mayoría de los incendios más mortales coincidió con el 0,1% de los climas más extremos, marcados por temperaturas récord, sequía y vientos intensos agravados por el cambio climático.
Cambio climático y acción humana: causas clave

El cambio climático dejó de ser un diagnóstico lejano para transformarse en causa principal de los incendios catastróficos.
“El cambio climático prepara el escenario para estos desastres”, explicó Cunningham a The Guardian. Se suman la urbanización en áreas vulnerables, el abandono de tierras agrícolas y el exceso de vegetación seca. A pesar de que la inversión en supresión del fuego en Estados Unidos se triplicó desde 1985, como consignó The New York Times, apenas logra mitigar la tendencia general.
El profesor Brian Harvey de la Universidad de Washington advierte: “Vivimos en un planeta inflamable, y esa inflamabilidad está aumentando”. Cristina Santín, del CSIC de España, coincide: “Esto es una prueba de que las cosas están empeorando”, recogió The Guardian.
Consecuencias que trascienden lo económico
El impacto de los incendios forestales más severos va mucho más allá de la destrucción de viviendas y el costo de reconstruir lo perdido. Cada año, miles de personas mueren de forma directa en el avance del fuego, pero las secuelas invisibles multiplican ese balance. Como advierte The Guardian, la contaminación atmosférica provocada por el humo afecta a millones: las partículas finas se cuelan en los pulmones y agravan enfermedades respiratorias y cardiovasculares, especialmente entre quienes ya son vulnerables.

Un caso paradigmático es el de Indonesia en 2015. Aunque el choque inmediato dejó 19 fallecidos, la exposición prolongada al humo se tradujo en alrededor de 100.000 muertes prematuras por afecciones respiratorias, según cifras recogidas por The New York Times.
Científicos citados por The Guardian subrayan que los incendios perturbadores alteran de manera profunda los ecosistemas: especies enteras desaparecen, los suelos quedan erosionados por años, y los ciclos naturales del agua y del carbono se ven gravemente afectados.
En suma, los incendios forestales marcan a las sociedades más allá del costo económico: afectan la salud, el tejido comunitario y el equilibrio ambiental, configurando un desafío transversal y duradero para generaciones presentes y futuras.
La urgencia de la adaptación
Con un fenómeno global irreversible en marcha, los expertos reclaman acción rápida y sostenida. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, repensar el manejo de los bosques y reforzar las medidas preventivas son condiciones esenciales para gobiernos y ciudadanía. El futuro implica controlar la vegetación inflamable y adaptar viviendas y ciudades a un riesgo permanente, destacan los especialistas entrevistados por The Guardian.
“La tendencia es clara: los incendios están matando a más personas e imponiendo mayores costos a las economías de todo el mundo”, advierte Hamish Clarke, de la Universidad de Melbourne. La capacidad de anticipar y adaptarse será decisiva para diferenciar la supervivencia de la tragedia en un mundo cada vez más expuesto al fuego.
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