Cinco meses de aislamiento, un avión cargado de pescado y amor por el rugby: los secretos del éxito de Fiji en los Juegos Olímpicos

El seleccionado oceánico se consagró campeón tras superar a Nueva Zelanda y puso a festejar a una nación de no más de 900 mil habitantes que desde abril padecen un rebrote de coronavirus

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Los jugadores de Fiji celebran el triunfo ante Nueva Zelanda (Reuters)
Los jugadores de Fiji celebran el triunfo ante Nueva Zelanda (Reuters)

Fiji defendió su título de rugby 7 con una victoria por 27-12 sobre Nueva Zelanda en el Estadio de Tokio el miércoles y volvió a quedarse con el oro olímpico, tras lo conseguido en Río 2016. La nación del Pacífico Sur conformada por un archipiélago de más de 300 islas y que tiene menos de 900 mil habitantes según datos de 2019 maravilló con su juego y superó con hidalguía a grandes rivales. Pero para lograr esto, hubo un enorme sacrificio detrás de cada uno de los jugadores.

Es que en este país oceánico el rugby es el deporte más popular, a tal punto que la población se paraliza cuando juega su seleccionado. La pasión ha llevado por ejemplo a que en 2016 se declarase feriado nacional, después de que el combinado lograse la medalla de oro en rugby 7 en Río de Janeiro. En ese entonces el gobierno ordenó imprimir billetes de siete dólares (de la moneda local) con imágenes de sus jugadores, en un hecho sin precedentes.

Para esta ocasión, el seleccionado no quería fallarle a sus fanáticos y por eso tanto dirigentes como cuerpo técnico e integrantes del plantel se unieron en un objetivo en común: volver a ganar el oro en Tokio. Para eso, iniciaron una cuarentena más larga que cualquier otro seleccionado. Fueron cinco meses los que pasaron aislados de sus familias y de cualquier persona que no formara parte de la delegación.

Así, conformaron una burbuja que evitara que el coronavirus arruinase su meta, y si bien disputaron varios partidos de preparación e incluso ganaron el título de Oceanía Sevens en Townsville, Australia, nunca la rompieron. Pero ese no era el único conflicto. Para principios de julio, Fiji estaba atravesando un rebrote de Covid-19 y el gobierno había decidido suspender los vuelos comerciales, además de anunciar otro tipo de restricciones, por lo que el avión rumbo a Japón no iba a poder despegar.

Jiuta Wainiqolo en acción en la gran final (Reuters)
Jiuta Wainiqolo en acción en la gran final (Reuters)

En ese contexto, Lorraine Mar, directora ejecutiva de la Asociación de Deportes de Fiji y del Comité Olímpico de ese país, reconoció que la organización del viaje era un “desafío logístico”, pero informó que habían logrado que los 51 atletas que conformaban la delegación partieran rumbo a Tokio. ¿Cómo? a través de un vuelo de carga. Así es, los deportistas abordaron un avión que transportaba toneladas de pescado congelado y de esa manera pudieron arribar a tierras niponas para seguir haciendo historia.

El equipo masculino de rugby 7 ya llevaba para entonces casi cinco meses sin ver a sus familiares y amigos, con quienes se comunicaban mediante videollamadas. Además, la mayoría de los jugadores son protestantes por lo que durante ese tiempo asistieron a misa a través de zoom.

Por suerte para ellos, después de tanto sacrificio, el objetivo se cumplió y pudieron coronarse como campeones olímpicos por segunda ocasión consecutiva al superar en la final nada menos que a Nueva Zelanda por 27 a 12, tras haber superado a la Argentina en la fase anterior.

Así entonaron el himno los jugadores de Fiji

Los exaltados fijianos protagonizaron un momento inolvidable durante la premiación al cantar el himno a capella, escena que se viralizó en las redes sociales y que expuso el amor de esos jugadores por su deporte y por su bandera.

El entrenador del combinado campeón, el galés Gareth Baber, declaró tras la coronación: “Destaco la resistencia del grupo que se enfrenta a lo que sea que se nos haya presentado. Ha sido un año realmente extraño, particularmente los últimos seis meses”. Además, insistió: “Se necesita un tipo especial de persona para hacer ese compromiso”.

Por su parte, el capitán, Jerry Tuwai, dedicó la victoria a su pueblo: “No estarán pensando en la pandemia ahora, estarán celebrando la medalla de oro”. Este título llega en un momento especial para Fiji en donde actualmente rige un toque de queda a las 6 pm, destinado a detener el brote de coronavirus que estalló en abril y se ha cobrado 218 vidas con más de 19,000 casos activos. Esta alegría hizo a la población olvidar el sufrimiento apenas por un rato y las familias salieron de las casas para bailar y cantar en las calles, golpeando ollas y sartenes y encendiendo fuegos artificiales, pese a las restricciones.

Como deporte número uno del país, el rugby 7 se considera un unificador en una nación que tuvo cuatro golpes de estado entre 1987 y 2006 debido a diferencias étnicas y políticas. El último éxito se produce en un contexto de tensión política y étnica renovada sobre los cambios propuestos a las leyes de tierras nativas y una mayor presencia de seguridad en la capital, Suva. El primer ministro Frank Bainimarama dijo que la última victoria “valía más que el oro”, pero no hubo noticias inmediatas sobre otro feriado nacional ni la impresión de nuevos billetes conmemorativos.

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