La rendición de Tokio 2020: 48 horas de presiones e información “catastrófica” que cambiaron todo

Los detalles del detrás de escena de la suspensión de los Juegos Olímpicos en medio de la pandemia por el coronavirus

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Los Juegos deberán esperar hasta 2021 (REUTERS/Issei Kato)
Los Juegos deberán esperar hasta 2021 (REUTERS/Issei Kato)

Al COVID-19 le alcanzaron 48 horas entre domingo y lunes para apagar la pequeña esperanza que aún mantenían Tokio 2020 y el Comité Olímpico Internacional (COI). Las presiones de federaciones deportivas, comités olímpicos nacionales y deportistas, así como la caída a nivel de imagen, eran ya difíciles de resistir, pero el golpe de gracia a los Juegos Olímpicos lo dio la mismísima Organización Mundial de la Salud (OMS).

“La información que recibimos de la OMS en las últimas 48 horas fue catastrófica”, admitió durante una entrevista con Infobae Mark Adams, vocero del COI y un hombre de permanente contacto con su presidente, el alemán Thomas Bach. “No era información secreta, sino de dominio público: el secretario general de la OMS anunció que la crisis se estaba acelerando rápidamente, y las informaciones acerca de lo que puede suceder en África también fueron un factor”.

Cuando Adams habla de las 48 horas se refiere a lo sucedido entre el domingo y el martes. El COI anunció el domingo que se abría a la posibilidad de postergar los Juegos que debían celebrarse del 24 de julio al 10 de agosto. Habló de cuatro semanas para tomar una decisión. Dos días después la tomó: los Juegos quedan para el año próximo. ¿Cómo es posible que cuatro semanas transcurran en apenas 48 horas?

"Es que no necesitábamos las cuatro semanas para decidir, se malinterpretó eso", explica Adams. "Lo que sucedió es que, cuando la OMS, con la que estamos en contacto a diario, nos confirmó que la pandemia se acelera, el foco cambió. Teníamos garantías de que los deportistas estarían bien en Japón, de que no correrían peligro, pero nuestro foco pasó a ser la complicada situación de los deportistas en otros países, muchos de ellos sin poder entrenarse y prepararse para los Juegos, incluso sin haber podido disputar los torneos clasificatorios".

“Muchas cosas han cambiado en estos dos días desde el domingo”, dijo el martes a Televisión Española (TVE), el español Juan Antonio Samaranch, hijo del ex presidente y vicepresidente del COI. “La OMS hablo de la falta de control de la pandemia en todos los continentes. Eso nos hizo entender a nosotros y a nuestros queridos socios de Japón que era muy difícil que se pudieran mantener los Juegos dentro del año 2020”.

Un solo dato alcanza para darse una idea de lo que significa la postergación de Tokio 2020: nunca en tiempos de paz los Juegos Olímpicos habían visto alteradas sus fechas. Pero el coronavirus arrasa con todo, también con la historia que se escribe desde 1896. Curioso, es la segunda vez que una crisis mundial altera los planes de la capital japonesa: Tokio era la sede designada para los Juegos de 1940, pero estos se cancelaron por la Segunda Guerra Mundial al igual que los de 1944 y, debido a la Primera Guerra Mundial, los de 1916. Japón recibiría finalmente en 1964 aquellos Juegos de 1940. Ahora hará, si nada más sucede, los de 2020 en 2021.

El lunes, sentado al lado de Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, apeló al deporte para explicar la situación: "Se han reportado más de 300.000 casos de coronavirus en casi todos los países del mundo. La pandemia se está acelerando. Se necesitaron 67 días para pasar del primer caso a los primeros 100.000, 11 días para los segundos 100.000 y solos cuatro días para los terceros 100.000. Se está acelerando. No se puede ganar un partido de fútbol solo defendiendo, hay que atacar también".

Entre las medidas defensivas, el COI aporta una elemental: desiste de reunir a centenares de miles de personas a lo largo de 17 días en Tokio. ¿Lo hace por la información que le aportó el director general de la OMS? Sí, pero no solo por eso: mientras la pandemia crecía, la presión sobre Bach y Tokio aumentaban casi a la misma velocidad. Un par de días más y el daño para la imagen del olimpismo habría sido difícil de reparar.

“Creo que la del COI es una sabia decisión, nos damos el tiempo para hacer las cosas bien, sin preocupaciones. Para recalcular. Creo que en el fondo esto valorizará al COI, pues de haber seguido insistiendo con los Juegos la reacción podría haber sido probablemente no muy positiva”, dijo a Infobae Fernando Aguerre, el argentino que preside la Asociación Internacional de Surf (ISA), uno de los 33 deportes que deberán reorganizar sus planes para Tokio.

Cuando Aguerre dice “probablemente no muy positiva” está siendo elegante y diplomático. La reacción que estaban notando ya en las oficinas de Lausana, la sede del COI, era cada vez más negativa e irritada. Y más allá de los cuestionamientos que plantearon dos federaciones clave como la de atletismo y natación, más allá de la creciente inquietud de muchos deportistas y de los propios patrocinadores, que comenzaban a pensar si les rendía asociarse con un acontecimiento que estaba generado antipatía, hay un país que jugó un papel fuerte de cara al público: Canadá.

Primero fue Richard Pound, un prestigioso abogado de Montreal y ex nadador olímpico que es el miembro que más tiempo lleva en el COI: 42 años. En 2001 intentó suceder a Samaranch como presidente, pero sus colegas eligieron al belga Jacques Rogge, cosa que nunca olvidó. Fue presidente de la Agencia Mundial Antidoping (AMA) y es un espíritu libre que habla sin filtro alguno, complicando periódicamente la estrategia del COI.

Fue él el que el 25 de febrero habló de una posible “postergación”, e incluso “cancelación”, cuando el asunto era tabú en Lausana. Y fue él, el lunes en la noche, el que le adelantó a USA Today que no habría Juegos en julio y agosto. Pero Pound tiene una discípula de la que se sentirá orgulloso, la ex jugadora de hockey sobre hielo Hayley Wickenheiser.

Hayley Wickenheiser fue clave en la trama: su crítica generó ruido en el COI (John E. Sokolowski-USA TODAY Sports)
Hayley Wickenheiser fue clave en la trama: su crítica generó ruido en el COI (John E. Sokolowski-USA TODAY Sports)

Ya retirada y dueña de cuatro oros olímpicos, Wickenheiser es desde 2014 miembro del COI en representación de los deportistas. Hace una semana lanzó un tweet que fue un torpedo a la linea de flotación de la imagen del COI. "No puedo ya quedarme callada", dijo, y pidió que los Juegos no se celebraran. Y, tras la decisión anunciada el martes, celebró: "Estoy realmente orgullosa de lo que hizo Canadá".

Wickenheiser, de 41 años, tiene una doble sensibilidad, la de ex deportista y la de médica, ya que está completando el último año de la carrera de medicina: "He vivido el estrés y la ansiedad de los médicos y enfermeros con los que he estado trabajando". No le pidan a ella que ignore el coronavirus.

Tanto creció la popularidad de la ex jugadora de hockey, que no pocos se preguntan qué futuro tiene en el COI, donde Bach aún no decidió si buscará la reelección en 2021.

“La situación se estaba tornando muy compleja”, dijo a Infobae un hombre de larga experiencia en los Juegos, que pidió no ser citado: “Tenías deportista tras deportista pidiendo que se cancelaran los Juegos y a los comités olímpicos nacionales que hablaban cada vez más fuerte y claro. La imagen de Bach comenzaba a ser muy mala, porque seguía adelante pese a todos los consejos médicos y a los sentimientos de la gente. Y políticamente también había dificultades en Japón. ‘¿Van a traer decenas de miles de potenciales infectados al país?’, se preguntaba mucha gente”.

“Tenemos muchas piezas para encajar en este rompecabezas tan enorme como difícil”, admitió Bach, que no está preocupado por el impacto económico: los Juegos están protegidos por pólizas de seguro y la televisión -con destaque de la poderosa NBC, que cubre buena parte del presupuesto del COI- honrarán sus compromisos, aunque quizás pidiendo alguna rebaja en la cifra a pagar, que está en torno a los 1.200 millones de dólares dentro de un acuerdo que involucra varios años.

Pero no exagera el presidente del COI, es un rompecabezas. En 2021 deben disputarse los Mundiales de atletismo y natación, los dos deportes troncales de los Juegos. Sebastian Coe, el legendario atleta británico y presidente de la IAAF, ya mostró sus disposición a cambiar las fechas. No es un Mundial menor, es el Mundial de Oregon, Estados Unidos. Y Oregon es la sede de la poderosísima Nike, cuestionada por sus vínculos con Coe y con Alberto Salazar, el entrenador sancionado con cuatro años de suspensión por promover el doping.

La antorcha olímpica, que debía iniciar estos días en Fukushima su recorrido por todo Japón, se quedará en la ciudad del accidente nuclear tras el tsunami de 2011. Nadie sabe hoy por cuanto tiempo, porque otro de los aspectos a definir es cuando se celebrarán los Juegos. Se sabe que no serán en 2020, pero la fecha de 2021 no está definida. Finales de la primavera (boreal) o verano. Sin olvidar que del 11 de junio al 11 de julio hay Eurocopa y Copa América. Los Juegos tampoco pueden coincidir con esos eventos.

Si todo sale como los japoneses querrían, los Juegos serán en la última semana de julio y la primera de agosto de 2021, tal como debían ser este año. Pero el nombre se mantendrá, Tokio 2020, pese a que será, innegablemente, Tokio 2021. Los primeros Juegos de verano de la historia en celebrarse en año impar, apenas un detalle curioso en una realidad mundial enloquecida y que el mundo olímpico ya no podía ignorar.

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