Monito Vargas, el crack que rompe estereotipos: el tabú sobre la homosexualidad en el fútbol y la "burbuja" en la que vive el jugador

El talentoso atacante de Vélez se anima a realizar una mirada introspectiva y autocrítica sobre el mundo del fútbol. "No sé si estoy mareado en este momento, no puedo saberlo", reconoce

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Matías Vargas, una de las grandes figuras de la Superliga (Foto: Maximiliano Luna)
Matías Vargas, una de las grandes figuras de la Superliga (Foto: Maximiliano Luna)

Las estrechas piernitas del chiquito repiquetean con excitación, pegan pequeños saltos como si fuese una reacción involuntaria de su cuerpo. Ya le pidió fotos y autógrafos a otros futbolistas que abandonaron el centro de entrenamiento con la naturalidad lógica de un niño que cuenta no más de 8 años en su documento, pero sus movimientos empiezan a evidenciar una agitación desorbitada cuando ve cruzar al "Monito" por el portón. La timidez lo abruma repentinamente. Da unos pocos pasos al frente y queda cabizbajo, vergonzoso, ante su ídolo. "¿Nos sacamos una foto campeón?", lo incentiva Vargas entendiendo a la perfección que el alcance de su rol dentro del gigantesco mundo del fútbol puede paralizar a otros.

Este pibe de 21 años se mueve por las arterias de la Villa Olímpica de Vélez como un veterano. Primero saluda a la decena de hinchas que fueron a conquistar un tesoro de las estrellas, mientras tanto le hace señas respetuosas a los periodistas advirtiendo que en breve atenderá sus demandas. La carga de ser una especie de tótem del "Fortín" no parece hacer mella sobre sus espaldas más allá de ser un novato con poco más de 50 partidos profesionales.

"Es algo lindo, un orgullo para cualquier jugador. También una responsabilidad porque por algo es y uno debe seguir sosteniendo las cosas. Cuando los chicos se te acercan o te buscan en la calle te llena y hace valer tu laburo. Lo que a todo el mundo le gusta es que te digan '¡che, hacés bien tu laburo!'", especifica quien aparece en el radar de Boca Juniors, pero también de potencias mundiales como el Ajax holandés, Flamengo de Brasil o América de México.

Infobae lo busca pero no simplemente por su destino de estrella, sino por su particular mirada sobre el mundo del fútbol y sus efectos. Este salteño criado en Mendoza y producto genuino de la factoría velezana no teme a pisotear los tabúes que esclavizan a la pelota y a poner en jaque al estereotipo del "jugador" que gobierna al amplio crisol de clubes.

“No sé si estoy mareado en este momento porque uno no lo puede saber”, reconoce (Foto: Maximiliano Luna)
“No sé si estoy mareado en este momento porque uno no lo puede saber”, reconoce (Foto: Maximiliano Luna)

¿En algún momento sentís que pudiste haberte mareado o que te podés marear? Porque el mundo del futbolista es un tanto ficticio…
— Sí, sí, siempre… Es más, no sé si estoy mareado en este momento porque uno no lo puede saber, no se da cuenta hasta que se choca contra una pared y se da cuenta. Quizás me ha pasado, quizás no a gran escala, pero siempre tuve la suerte de tener a mi familia, a mi novia y a mis amigos que me bajan los pies a la tierra y me dice: "Che, mirá que lo que vos vivís no es lo que vive la gente eh. Mirá que tu vida, lo que vos tenés a los 21 años, lo que podés cobrar, la gente no lo tiene". Y soy totalmente consciente de eso. Y sé que también hasta sería un poco injusto que un jugador de fútbol gane lo que gana y cualquier laburador no. Sería un poco injusto, pero bueno así se mueve el planeta, así es todo…

No son los culpables al fin y al cabo ustedes que el mundo sea así…
— No, al fin y al cabo no. También creo que lo que la gente paga en el fútbol es la emoción que genera uno. Cuando me tocó mirarlo de afuera al fútbol, aunque ahora también lo veo desde afuera en otras cosas, me doy cuenta de la emoción que causan ciertas cosas. Como por ejemplo lo que hizo el Diego en el 86. Fijate que hasta cierta inmunidad tiene el Diego por haber hecho eso que causo una emoción tan grande en la gente, en un momento histórico, en donde había pasado lo que había pasado. El tipo va, le hace dos goles a Inglaterra y lo deja afuera. ¡Y uno hasta cagándolos! Es como que la gente, todo lo que había sufrido y había pasado, lo depositó en eso, en el fútbol. Al fin y al cabo, todo se deposita en el fútbol. La gente, el trabajo o las mala sensaciones que tiene, las deposita en el fútbol. Y también puede cambiar su día el fútbol por el fanatismo que hay. Lo que logró el Diego haciendo esos dos goles fue una sensación emocional en la gente que hasta el día de hoy te lo cuentan y se le pone la piel de gallina ¡y se pueden largar a llorar cuando hablan de esas cosas! Entonces quizás esas son las justificaciones de lo que pasa con el fútbol.

Tenes un mensaje autocrítico con el fútbol por momentos y hasta dijiste en un momento que te podrían mirar raro cuando planteas cosas distintas en el vestuario: ¿Es difícil hablar de los temas tabúes o salir de lo cotidiano del futbolista?
— No, no es difícil, simplemente que el jugador de fútbol vive en una burbuja. Es así de simple y que hasta no es culpa del jugador de fútbol.

Decís que vive en una burbuja, pero ¿un pibe de 21 años que llega a primera hasta que tenía 17 o 18 años no vivía en la normalidad del resto?
— ¿Y si yo te digo que no vivía en la normalidad del resto?

¿No?
— No, yo no me pude ir de viaje de egresados, no podía salir un sábado. No es la normalidad. Desde chico no se vive en la normalidad. Esas son cosas que te perdés, que vas dejando de lado. Yo vivía en una pensión a los 13 años con mi familia a mil kilómetros y no tenía un mango para comprarme el pasaje o comprárselo a ellos y no lo podía ver. Entonces, no es la normalidad. Ahí como digo esto, sé que hay mucha gente que la pasa mucho peor. Alejo todo esto. Pero normal, el jugador de fútbol no es nunca. Ni desde chico. El que quiere llegar a lo alto, el que quiere llegar a primera, tiene que dejar muchas cosas de lado. Empezando desde ahí. El crecimiento que yo tuve, que tuvimos los jugadores de fútbol… Un jugador de fútbol de 17 años es mucho más maduro que cualquier chico de 17 años. Por más que juegue en primera o no. Te ponés a hablar y es mucho más maduro. Entonces, no, no es normal nunca.

“El futbolista no es normal nunca”, advierte (Foto: Maximiliano Luna)
“El futbolista no es normal nunca”, advierte (Foto: Maximiliano Luna)

Vargas luce una boina oscura, un fino pulover sencillo al tono y la barba un tanto desprolija. Este futbolista, hijo de un exquisito futbolista de amplio rodaje por el ascenso profundo, no parece un futbolista. Cuando la pregunta lo demanda, resopla levemente para ganar tiempo y así procesar con exactitud la respuesta que dará. Es crítico con su ambiente, pero también cuenta con una explicación precisa de por qué el mundo gira en torno a la pelota.

¿Qué rol ocupa la guita en tu vida? ¿qué importancia le das?
— Si ocupara un rol muy importante la guita en mi vida yo no estaría jugando acá, estaría jugando en Arabia tranquilamente y ganaría plata. Obviamente ocupa un rol porque nadie puede vivir sin plata, o es muy difícil vivir sin plata. Lo tengo que decir obviamente: me gusta tener un rico perfume, un buen auto, son gustos efímeros, lo que sea, pero gustos que uno se puede dar y no tienen nada de malo. Quizás también me gusta ayudar, ayudo a mi familia, a mis seres queridos, a gente en lo que puedo. Pero no soy una persona que se vuelva loca por la plata, que deje de hacer cosas por la plata, sino no estaría acá.

¿Por qué es tan difícil que el futbolista rompa el tabú de hablar, como lo hiciste vos en su momento, sobre el tema de la homosexualidad o de política o de temas candentes en lo social?
— Porque primero se habla un poco desde la burbuja del jugador, que te meten, te encierran y lo único que importa es que vos juegues al fútbol. Que descanses, que comas bien y juegues al fútbol. Y nada más. En eso todo lo que vas a hacer aparte del fútbol es totalmente superficial porque va a ser ir a comer a un restaurante, tener un buen auto, salir de joda, ¿entendes? Es raro que un jugador de fútbol miré a la política o lea. Pensá que por ahí tenes 17 años y cobrás más que los padres de tus compañeros de la escuela. Sos un adulto, un tipo de 30 años con 17 años. Entonces, ¿quién va a seguir la escuela? Es complicado. Igual, no es que no se habla de política, que no se habla de cosas, lo que pasa es que es muy difícil hablar para la gente porque no sólo te critican por jugar al fútbol sino por todo lo que digas. Yo así como dije lo de la homosexualidad estoy seguro que algunos me trataron de homosexual, que no tiene nada de malo. Pero ya buscan algo; todo lo que digas puede ser utilizado en tu contra. Esa es la realidad y por eso el futbolista tiene el cassette. Y muchas veces también hay que ponérselo porque cualquier cosa va a ser mal interpretada.

¿Te interesa la política de todos modos?
— Sí, pero sé muy poco. No voy a hablar en público de eso, puedo decir quién me gusta más o menos, pero nada más. El jugador juega al fútbol; le podés hablar de fútbol y es muy probable que lo sepa. También hay muchos jugadores que no terminaron la secundaria, que para mí debería ser un requisito obligatorio para jugar en primera.

¿Por qué? ¿En qué influye en el futbolista?
— Es importante porque vos vas a seguir conectado a tu entorno de la escuela, que es de tu edad. Chicos que están pasando lo mismo que vos y seguís compartiendo cosas con gente que no tenga nada que ver con el fútbl y no te sumergís tanto de chico en el fútbol. ¡Y también por la preparación! Aprendes a convivir en la secundaria. Siempre pensé "¡qué buen factor social!". Aprendes de los profesores, personas preparadas, y haces política. Porque charlas, debatís y ya estás haciendo política. Creo que es algo para tomar en serio que sea un requisito obligatorio. La verdad que admiro mucho a la gente que puede seguir estudiando después de la secundaria. Magallán, por ejemplo, lo admiro totalmente como el tipo puede estudiar; y estaba en un club que es un mundo enorme (NdR: el ex Boca está cursando abogacía).

 ¿Qué mirada tenes sobre los avances en el fútbol femenino?
— Con respecto a lo de las pibas, la verdad todas mis felicitaciones a la lucha de las chicas. Y perdón por haber sido tan ciego de no haberlo visto antes. Ahora con todo este boom en el medio nos dimos cuenta que hay muchas pibas que le gusta jugar al fútbol, que quieren vivir de esto. Ojalá pueda seguir creciendo porque la realidad es que desde chicos a las nenas las hacen jugar con muñecas y al nene con pelotas. Y esa es la diferencia en el nivel simplemente. Que el varón está desde que nace hasta que es grande con la pelota. En la repetición, en el entrenamiento ficticio, que es jugar todo el día con una pelota, ¿cómo no va a ser bueno? Y las chicas se dieron cuenta que ellas también podían hacerlo perfecto. Ojalá se rompa esta estructura de los padres de preocuparse cuando la nena va a agarrar la pelota. ¡Dejala que sea feliz! Que agarre la pelota y juegue, se choque. La nena la tienen con una cajita de cristal. Que no se puede caer. ¡Qué no se va a poder caer! Se puede caer, ¿qué va a pasar? Nada.

En su momento te mostraste crítico con lo cerrado que es el ambiente con el tema de la homosexualidad en el fútbol, ¿crees que con estos aires de cambios se puede romper ese tabú en el algún momento?
— Sí, en algún momento va a pasar. En algún momento alguno que sea homosexual va a generar la lucha grande. Ojalá se pueda dar. La verdad no me tocó tener un compañero homosexual, pero ojalá se pueda romper el tabú por esas personas que están reprimidas y quizás no pueden ser felices en su vida. Nada más que eso, que puedan ser felices, que disfruten y ojalá se pueda romper.

Y a estos chiquitos que te vienen a ver, te piden fotos y sos su ídolo, ¿qué mensaje les darías desde tu rol?
— Que vean que no es sólo jugar al fútbol, que hay otras cosas también en la vida. Uno puede estudiar, puede leer, puede disfrutar otras cosas. Que el fútbol no es absolutamente todo. ¡Que uno puede ser homosexual, no pasa nada, loco! Podés hacer lo que quieras. Que puedan disfrutar, ser ellos mismos, sigan sus caminos. Y el que está obligado por el padre a jugar y no quiere jugar, que no juegue. Que puedan luchar por lo que uno quiere o disfruta. Que no se queden solamente en jugar al fútbol, en salir y ser solamente un jugador de fútbol. Salir de entrenar y ser sólo un jugador de fútbol. No, no es así porque pueden explorar, por ejemplo, en los campos artísticos que tiene cada persona: escribir, leer, pintar, lo que sea. Lo que sea, pero se pueden hacer otras cosas y estar más cerca de la plenitud, la felicidad.

Dijiste "no me iría a Arabia o Chipre por plata", ¿qué liga te gusta más?
— En cada mercado de pases me fijo cómo estoy y veo qué onda. Qué siento y según las ofertas que vienen. La verdad, no sé. Obviamente el objetivo de los jugadores en algún momento es jugar en las grandes ligas de Europa. Para mi estilo es lo mismo. Qué se yo… España, Italia, Holanda, Inglaterra… Son ligas de primerísimo nivel. Pero no me desespero. Tampoco me fijo tanto en la plata sino en lo futbolístico.

Y de Heinze, ¿qué me podes decir, qué te deja?
— No voy a dar detalles, pero en las últimas semanas me dio unas enseñanzas de vida. No sólo de fútbol, de vida. La verdad, es un misterio, hasta me sigue sorprendiendo. Así que es algo bueno. Y futbolísticamente me deja muchísimo. Es obsesivo, una persona que labura muchísimo, que está en cada detalle. Busca cada punto en qué mejorar, qué poder hacer mejor. En eso, ni hablar. Pero también da enseñanzas de vida y mueve mucho los hilos de los jugadores.

Cuando la tarde empieza a dominar la Villa Olímpica, Vargas se prepara para disfrutar del día libre que les dio Gabriel Heinze. Mañana no habrá entrenamiento y es hora de utilizar las horas para retomar los planes postergados. Seguramente algunos colegas explotarán las horas disponibles con cenas, salidas a boliches o encuentros con amistades o parejas.

— ¿Sabés cuál es mi plan para esta noche? Voy a armar un rompecabezas con una copita de vino. Ese es mi plan de esta noche. Desde chico siempre me llamaron la atención los rompecabezas. Me meto mal, obsesivo. Estoy horas, horas y horas. Y me gusta el vino, me parece un arte. Una cosa increíble.

Vargas se reconoce como un fanático de los rompecabezas y confesó que le hubiese gustado ser enólogo (Foto: Maximiliano Luna)
Vargas se reconoce como un fanático de los rompecabezas y confesó que le hubiese gustado ser enólogo (Foto: Maximiliano Luna)

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