La otra Champions League: la trama económica de los clubes más poderosos de Europa

Las instituciones que pujan por quedarse con el certamen más importante del continente tienen detrás una compleja red de intereses

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El trofeo, codiciado por aficionados, los clubes y las firmas detrás de las instituciones (Foto: REUTERS/Denis Balibouse)
El trofeo, codiciado por aficionados, los clubes y las firmas detrás de las instituciones (Foto: REUTERS/Denis Balibouse)

El enfrentamiento declarado entre Emiratos Arabes Unidos y Qatar se fue trasladando al fútbol y especialmente al torneo más poderoso del mundo de los clubes, la Champions League, donde buscan influir cada vez más a partir de sus socios en la compra de acciones, o en toda clase de auspicios.
Es tal el rechazo entre ambos países que cuando Qatar se impuso, hace unos días, en la Copa de Asia de Emiratos Árabes, los medios de este país ni mencionaron al campeón en sus titulares deportivos.

"Japón se quedó corto en la final de la Copa", tituló "The Gulf News", mientras que, por ejemplo, "The Khaleej Times" encabezó la noticia afirmando "Desafortunada derrota de Japón en la final de la Copa Asiática de la AFC" y más abajo, que "Japón luchó hasta el último segundo y como un campeón, hizo todo lo posible para llegar al éxito y no pudo".
De hecho, no hubo prácticamente ningún hincha de Qatar en tierras emiratíes, seguramente percatados de que un británico había sido detenido, días antes del inicio del torneo, por llevar puesta una camiseta de la selección qatarí.

Es en este contexto, en el que la mayoría de los clubes que llegaron a los octavos de final de la Champions League, que se inició la semana pasada y sigue en ésta, se encuentran involucrados, de una manera u otra, con capitales de Qatar o de Emiratos Árabes, y hasta aquellos que no son sociedades anónimas, como por ejemplo el Real Madrid, que es propiedad de los socios, cuenta con apoyos desde el sponsoreo o desde acuerdos institucionales.

Desde este entramado económico se plantean cuestiones éticas como el llamado "doping financiero", por el que los Estados, a partir de compañías de su propiedad, insuflan fortunas a los clubes que manejan, infligiendo el reglamento del Fair Play Económico, por el que no pueden excederse de determinado monto en sus balances porque de lo contrario pueden tener graves sanciones desde la UEFA.

Sin embargo, por ejemplo, el qatarí Nasser Al Khalaïffi, presidente del París Saint Germain (614,08 millones de dólares anuales), -uno de los clubes con mayores problemas con el Fair Play Financiero por el excesivo gasto en estrellas como Neymar y Kyllian Mbappé, en las que llegó a erogar 400 millones de euros-, acaba de ingresar, hace una semana, como miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA representando a la Asociación Europea de Clubes (ECA), junto con Andrea Agnelli, presidente de la Juventus.

Al Khalaïffi es también presidente del consorcio BeinSports, dueño de la cadena Al Jazeera Sports, por lo que la UEFA alberga en su seno a un dirigente cuyo club es uno de los más cuestionados por los manejos económicos tanto por posible doping financiero (recibiendo dinero desde la compañía Qatar Airways, directamente desde el Estado), como investigado por la entidad europea por faltas al Fair Play financiero, y por si fuera poco, es el dueño del consorcio que tiene derechos de TV de la Champions League.

Si el PSG tiene atrás a Qatar, su rival de octavos de final, el Manchester United (762,75 millones de dólares anuales), tiene a Dubai (Emiratos Arabes Unidos) como socio de sus servicios financieros. Los Glazer (dueños del club, herederos del magnate Malcolm, ya fallecido) también son los principales accionistas del Tampa Bay Buccaneers, del fútbol americano. El equipo ahora dirigido por el noruego Oleg Gunnar Solskjaer tiene como uno de sus patrocinadores a la rusa Aeroflot, perteneciente al Estado en un 51por ciento.

Qatar, a través de Al Khelaiffi, que es dueño del PSG, auspicia al Bayern Munich y a la Roma (tres de los clasificados para los octavos de final), y tiene proyectos ligados al Real Madrid –pese a que este club es de los socios-, como el HOPE, desde la organización qatarí Aspire Football Dreams de detección de talentos. El club blanco, por otra parte, es sponsoreado por la aerolínea Fly Emirates, de los Emiratos Árabes Unidos, por lo que tiene acuerdos en los dos frentes.

El contrato del Bayern Munich (712,33 millones de dólares anuales) con Qatar le significó al club alemán embolsar 15 millones de euros por temporada. El contrato incluye colaboración deportiva para que técnicos del club germano asesoren a los qataríes y condiciones ventajosas para las pretemporadas en Doha, en las instalaciones de Aspire. En este caso, el Bayern lleva en su camiseta el logo del aeropuerto internacional de Doha (HIA) y no el de Qatar Airways, porque el club alemán tiene un acuerdo con Lufthansa.

En el Bayern Munich, Adidas tiene una participación societaria aunque la marca de las tres tiras es también auspiciante de la UEFA, organizadora de la Champions League.

Su rival en los octavos de final es el Liverpool (588,22 millones de dólares en 2018), controlada en un 60% de las acciones por el Fenway Sports Group, cuyo dueño es John W, Henry, un multimillonario de fondos de inversión. Tiene un socio peculiar como Style, un gran club socialista, dueño de un fondo de inversión en los Estados Unidos. Su principal sponsor es el Standart Chartered Bank, aunque también recibe publicidad de Malasyan Airlines, la aerolínea estatal de Malasia, y de BetVictor.

El Barcelona (782,14 millones de dólares anuales) estuvo en estrecho contacto con Qatar en los tiempos de la presidencia de Sandro Rosell (hoy en la cárcel por corrupción) entre 2010 y 2014, primero a través de Qatar Foundation y luego ya de Qatar Airways, aunque esto siempre le trajo problemas con una enorme cantidad de socios que cuestionaron el acuerdo (antes, el club nunca había tenido publicidad en su camiseta y luego había aceptado usar una de la UNICEF). El fallecido Johan Cruyff llegó a renunciar a la presidencia honorífica por esta cuestión y sostuvo que de aceptar el sponsoreo de Qatar "pasará de ser 'más que un club'-uno de los lemas de la entidad-, a un club más". Ese contrató le generó al Barcelona un contrato por 170 millones de euros durante seis años.

El rival del Barcelona es el Olympique de Lyon (186,16 millones de dólares anuales), propiedad del popular dirigente Jean-Michel Aulas aunque el 20% es de un fondo de capital privado chino y tiene un socio del fútbol chino, el Chengdu FA. Su principal sponsor es Hyundai, el gigante automovilístico coreano.

Así como el Real Madrid recibe un fuerte apoyo publicitario por parte de Emiratos Arabes Unidos en forma indirecta, desde Fly Emirates, este mismo país tiene una importante ligazón con el Manchester City, y de hecho, recorrerlo en sus ciudades más importantes, especialmente Abu Dhabi, es constatarlo en afiches, posters y gigantografías de los jugadores del equipo que dirige Josep Guardiola.

El Manchester City (650,92 millones de dólares anuales) se enfrenta en octavos de final de la Champions al Schalke 04 alemán (271,49 millones de dólares anuales), con fuerte asociación con la compañía rusa Gazprom, que tiene sentado en el directorio a un representante. Incluso por dos años, sus socios bloquearon el intento (que se dijo que llegaba desde el propio premier ruso Vladimir Putin) de transferir al arquero Manuel Neuer (campeón mundial en 2014) al Bayern Munich hasta que terminaron cediendo.

Fue en diciembre de 2018 cuando por primera vez, Amnistía Internacional se refirió a "Lavado deportivo" para referirse a la propiedad del Manchester City. Eso ocurrió justo cuando Abu Dhabi estaba en la mira por el tratamiento recibido por Matthew Hedges, un académico británico condenado por espionaje.

Justamente, Amnistía Internacional llegó a preguntarse si el uso de fortunas en el fútbol de élite no es una manera de lavar la imagen de empresas tan poderosas. Katy Allen, directora de la entidad en Gran Bretaña, llegó a pedir "a los clubes, tanto entrenadores, jugadores como personal de todo tipo de los planteles, para que utilicen su considerable influencia para presionar por un mayor reconocimiento de los derechos humanos".

"En lugar de abordar realmente el abuso, muchos países con atroces antecedentes de derechos humanos tienen la costumbre de reclutar firmas de relaciones públicas costosas, y la propiedad del fútbol puede ser otra forma de relaciones públicas. Es probable que aumente el 'lavado deportivo' en la medida que crece el alcance del deporte global, pero al mismo tiempo los fanáticos y el público en general comienzan a mirar más allá del glamour de los jugadores estrella y de las abultadas salas de trofeos", sostuvo Allen.

Entre los reclamos de los socios o hinchas (dependiendo de cada caso de estructura de los clubes, si son de capitalistas o de los socios), pueden destacarse los del seno del Manchester United contra sus principales accionistas, los Glazer, que tiene una asociación estratégica con la Autoridad General de Deportes de Arabia Saudita para "crear una zona de fútbol sostenible y próspera". Disconformes con el accionar del club, muchos hinchas se retiraron y fundaron el United of Manchester, que juega en la National League North, la Sexta categoría en Inglaterra.

Si nos referimos al Tottenham Hotspur (490,49 millones de dólares anuales de ingresos en 2017), a cuyo equipo dirige con éxito el argentino Mauricio Pochettino, este club es propiedad del magnate Joe Lewis en un 85,55 por ciento desde la empresa Enic International Limited, registrada en Bahamas, de la que el propio Joe tiene el 70,6 por ciento y el resto, su familia, que ocupa el lugar 32 entre las más ricas del Reino Unido.

El Tottenham tiene tres socios relacionados con casas de apuestas, aunque su patrocinador principal es el grupo AIA, un gigante de los seguros que cotiza en la Bolsa de Valores de Hong Kong.

Su rival, el Borussia Dortmund (ingresos por 359,40 millones de dólares en 2017), es propiedad de una suma de empresas alemanas, siendo la mayor Evomik Industries AG, con un 14,78%, aunque hay un 59,94% de flotación libre en la Bolsa, si bien sus socios se ven como "un faro de moral deportiva" y es uno de los pocos clubes que rechaza jugar amistosos en países cuestionados por sus políticas de Derechos Humanos.

Cuando el Liverpool venció al Manchester City hace un año, justo un día antes de la reunión de la Junta Anual del club alemán, el presidente le agradeció a su ex DT Jürgen Klopp "por continuar la lucha del clásico club de trabajadores contra los jeques". Aún así, el Borussia Dortmund comienza su expansión, y acaba de abrir una oficina en China y lanzó una web en idioma chino.

El Real Madrid (850,66 millones de dólares anuales en 2017), tiene un acuerdo con la Fundación Príncipe Salma, de Arabia Saudita para construir una academia de deportes en el reino. Hasta que fue declarado ilegal por la Unión Europea en 2016, recibió exenciones fiscales en España.

El Ajax holandés (104,72 millones de dólares de ganancias en 2018), rival del Real Madrid, es propiedad de una empresa pública que cotiza en la Bolsa de Valores. El 73% de estas acciones son de Vereniging AFC Ajax, una organización que es propiedad de los socios del club. Invesco, una compañía de inversión estadounidense, tiene el 5%. El club tiene una asociación de 5 millones de euros con el Guangzhou de la Superliga china para ayudar a desarrollar su academia.

Uno de los grandes partidos de los octavos de final es el que jugarán Atlético Madrid (cuyo estadio, el Wanda Metropolitano, será sede de la final) y la Juventus. El club madrileño (345,18 millones de dólares anuales) tiene como accionistas mayoritarios a Manuel Gil Marín y a su presidente, Enrique Cerezo y en los últimos tiempos, el magnate chino Wang Jianlin vendió su 17% a una compañía de inversión israelí. Por varios años patrocinado por Azerbaiján, sigue manteniendo sus conexiones chinas a través de dos oficinas comerciales.

La Juventus (447,31 millones de dólares anuales) es propiedad de la familia Agnelli, la dinastía empresarial italiana ligada a la Fiat y a la Ferrari. El club está asociado a varias compañías como Betfair, cuya empresa matriz recibió una multa en 2018 por aceptar apuestas financiadas con dinero robado. El club se está expendiendo a China y aceptó ir a jugar la Supercopa Italiana a Arabia Saudita pese a las protestas de hinchas por las violaciones a los Derechos Humanos en ese país y por no jugar en territorio italiano una competencia nacional. Agnelli, junto con Al Khelaïffi del PSG, representa a los clubes europeos como miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA.

La Roma (283,12 millones de dólares anuales), es controlada en un 60% por el magnate estadounidense James Pallotta, fundador del grupo Raptor, una compañía de inversiones. En 2018, Pallotta rechazó las preguntas sobre una supuesta compra de acciones por parte de Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudita, aunque su sponsor principal es Qatar Airways.
El equipo de la capital italiana tiene como rival al Porto (120,23 millones de dólares anuales), que cotiza en la Bolsa de Lisboa y es una máquina de engranaje perfecto que aprovecha que en Portugal es legal la propiedad de terceros, con lo que compra y vende talentos futbolísticos con enormes ganancias, aunque es constantemente criticado por el enorme peso que suele tener en el club el agente portugués Jorge Mendes, el más importante del mundo.