Comisionada de la verdad asegura que, desde los grupos ilegales hasta los partidos políticos, han tenido relación con la guerra

Esta declaración la hace después de lanzar oficialmente ‘No Matarás’, el primer tomo del Informe Final de la Comisión de la Verdad, que analiza toda la línea histórica del conflicto interno

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La Unidad para las Víctimas detalló que en "chivas", como se conoce en Colombia a los coloridos autobuses escalera, han regresado a sus hogares "entre el domingo 1 y el lunes 2 de agosto alrededor de 3.400 personas correspondientes a 1.456 familias de las diferentes veredas (aldeas)". EFE/Edgar Domínguez /Archivo
La Unidad para las Víctimas detalló que en "chivas", como se conoce en Colombia a los coloridos autobuses escalera, han regresado a sus hogares "entre el domingo 1 y el lunes 2 de agosto alrededor de 3.400 personas correspondientes a 1.456 familias de las diferentes veredas (aldeas)". EFE/Edgar Domínguez /Archivo

Después de una ardua investigación de más de seis años, la comisionada Marta Ruiz puede asegurar que la violencia en Colombia surge por una disputa política. La lucha por el poder es la génesis de todos los problemas del país y todos los actores contribuyeron a ella.

“Nosotros encontramos que la línea de continuidad del conflicto armado es la violencia política. Nos matamos por las ideas, política, competencia electoral, rentas, disputas territoriales, conflictos sociales, conflictos laborales...”, aseguró Ruiz en entrevista con el diario El Espectador.

Esta declaración la hace después de lanzar oficialmente ‘No Matarás’, el primer tomo del Informe Final de la Comisión de la Verdad, que analiza toda la línea histórica del conflicto interno. Se estudió desde 1920 hasta la firma del Acuerdo de Paz.

Como aspecto clave, el periodo de análisis resalta el inicio del Frente Nacional en 1958, “como un paraguas de la violencia bipartidista y la violencia insurgente y contrainsurgente”, expone la comisionada. Sin embargo, dice, hay un énfasis en el origen político y social del conflicto y se tratarán, por lo tanto, los antecedentes de 1958 en este capítulo.

En el periodo de análisis entre 1958-1978 se habla de una guerra que aún no es guerra. Es en 1978 cuando se conforma la masa crítica del proyecto revolucionario de las guerrillas y coincide con el marco internacional de la Guerra Fría. Siguiendo al periodo de la década de los 80, se habla de un proceso fuerte de democratización; el proyecto de paz de Belisario Betancourt y el doble juego de los actores: el narcotráfico como motor de la violencia de las guerrillas y el proyecto paramilitar.

El gran cierre del contexto histórico es 2002, cuando la palabra paz queda proscrita. “Se hace un desarrollo muy político del gobierno de Uribe, pero es clave entender que la intención es hacer una lectura de todos los gobiernos desde Belisario”, indica Ruiz.

Lo expresado por Ruiz en la entrevista entregada al diario capitalino va muy en línea con lo que aseguró esta segunda semana de agosto durante el lanzamiento oficial del tomo.

“Crimen y política han estado involucrados”, dijo, y agregó que el país entró en una guerra que catalogó como absurda.

Cabe anotar que, según la comisionada, el mensaje que se pretende lograr con esta narrativa es de carácter pacifista, de esperanza, enfocado en la capacidad de la sociedad civil y la paz como un elemento luminoso.

“Una conclusión de este volumen podría decir que la guerra por el poder del Estado terminó, teniendo en cuenta que actualmente hay cinco conflictos armados vigentes, pero en ninguno de los actores se evidencia una lucha por crear otro Estado”, afirma.

Dos síntesis adicionales expuestas por Marta Ruiz serían: no se puede afirmar que la guerra es igual en la actualidad a la que se presentó en décadas pasadas, y no se puede hacer una lectura monolítica del Estado. Además, manifiesta que hay que tener en cuenta que esta narrativa también resaltan los aspectos positivos durante los distintos gobiernos.

A pesar de la extensa investigación, Ruiz aseguró en El Espectador que todavía le “quedan muchas preguntas sobre el poder en Colombia”.

“No logré explicarme cómo Carlos Castaño pasó de ser, en el año 93, un pistolero del cartel de Medellín a ser un hombre tan poderoso en el 98. No entiendo cómo se delega el poder en un hombre como él por parte de algunos sectores en Colombia. Quisiera haber indagado más sobre los partidos políticos, porque tienen una altísima responsabilidad de lo que sucedió en el país, ellos decidieron irse a la guerra. Todos, los de derecha y los de izquierda. No pueden pasar de agache”, dijo la comisionada.

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