“Cualquiera que llegue a la presidencia de Colombia tendrá que hacer reformas estructurales de fondo”: Luis Alberto Moreno, expresidente del BID

El exlíder del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) habló en exclusiva con Infobae sobre ‘¡Vamos! Siete ideas audaces para una América Latina más próspera, justa y feliz’, un libro en el que expone algunos de los aspectos fundamentales en los que debe trabajar la región

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Luis Alberto Moreno, ex presidente del BID
Luis Alberto Moreno, ex presidente del BID

Hace muchos años en el Club los Largartos de Bogotá se presentó una tragedia. Un caddie de menos de 12 años de edad murió ahogado en uno de los lagos. Había recibido la orden de un socio de meterse al cuerpo de agua para recuperar una pelota de golf. Pero como no sabia nadar, había fallecido en el intento. La historia contada por Luis Alberto Moreno, que por aquel entonces era un niño, quedó olvidada para siempre, al punto en que la institución no tiene registro alguno de esos hechos. Al final, cuenta Moreno, era como si la vida de aquella criatura no mereciera la misma atención que sí hubiera recibido el mismo hecho de tratarse de un niño de clase privilegiada, pues cuando de Latinoamérica se trata la desigualdad está a la orden del día y se convierte en el problema más importante para combatir.

De esta manera y con historias de este tipo, a lo largo del libro, Moreno va anudando siete temas fundamentales para lograr mayor prosperidad en la región. Con las anécdotas y cifras que pudo haber recogido durante tres periodos a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo y con lo que implica llevar en la cabeza a una de las regiones más desiguales del mundo, más apaleadas por el Covid-19 y que a la fecha continúa transformándose, el libro permite tener una mirada más profunda y certera de América Latina para comprender sus problemas al detalle y llevarse una idea de cómo resolverlos.

— El panorama actual da cuenta de una ciudadanía con menos credibilidad en los gobiernos, ¿hay una clase de anarquía en este momento?

No. Obviamente la fotografía puede parecer así, pero ese sentimiento se acentuó en los últimos años. Tuvimos una crisis financiera internacional, veníamos de una década en la que Latinoamérica venía creciendo muy bien, los niveles de deuda estaban bajos y millones de personas salieron de la pobreza e ingresaron a la clase media. Después viene un periodo de bajo crecimiento que quizá es el más bajo que hemos tenido en muchísimas décadas y a esto se le suma el COVID que afectó a todos. Esto ha contribuido ha cambiar el estado de ánimo, pero debe convertirse en un factor de oportunidad. Que la gente sea más participe y se compartan más de las decisiones, permite que las discusiones se hagan más ricas. Eso hace que las decisiones que se tomen en el Estado cada vez sean más neutras.

— Muchas son las críticas en torno a la democracia actual en los países. Incluso, recientemente el diario The Economist sacó un listado del estado de la democracia de los países a nivel mundial. En el informe, la democracia en Colombia fue catalogada como débil. ¿Cómo afrontar esta crisis?

La mayor sorpresa que he visto en los últimos años es cuánto estaba cayendo la confianza en la democracia de América Latina. La democracia es el fruto de los acuerdos que tienen los países, los derechos que tienen las personas que están consagrados en toda constitución. La obligación del Estado es proteger la vida de miles de ciudadanos, pero eso se fractura automáticamente cuando la gente empieza a sentir que no tiene una democracia representativa, que la justicia está a favor de unos y que no es para todos. Esos aspectos no se pueden perder de vista porque al final del día, la manera para construir un país es a través de las instituciones. El desarrollo en los países se da con buenas instituciones y estas no solo son un conjunto de arreglos jurídicos, son las personas que están dentro, por cuanto la calidad de las mismas importa mucho.

— Un gobierno como el chileno, en el que Boric ha dado mucha voz y representatividad a las mujeres y a otros actores invisibilisados por sociedad chilena, también se ha caracterizado por generar incertidumbre económica. Partiendo de este ejemplo y de dos aspectos que usted menciona en su libro, como lo son la necesidad de tener gobiernos incluyentes y la necesidad de tener en cuenta las voces de aquellos que nunca han sido escuchados, ¿cómo lograr lograr un gobierno incluyente sin que sea impredecible?

Tocas un tema importante. Boric representa un sentimiento de frustración que Chile tiene desde el primer gobierno del presidente Piñera. Muchos de esos líderes que aparecieron en esa época, eran líderes estudiantiles. Una de las principales asesoras de Boric, fue una de ellas. Básicamente los estudiantes protestaban por la calidad de la educación universitaria y los costos de la educación, pero había algo más importante. Sus familias apostaban casi todo porque ese estudiante pudiera graduarse, conseguir un empleo mejor y jalonar al resto de su familia. Eso no estaba pasando y empezó a generar una frustración. Luego vinieron otros momentos como cuando le subieron el precio al tiquete del metro. Había una falta de defensa y de conversación sobre cuánto había avanzado Chile en los últimos años y los que fueron los arquitectos de ese cambio se dedicaron a hablar mal del mismo. Eso trajo a colación el tema de la Constitución de Pinochet y el deseo de cambiar. Boric llega a la presidencia y resuelve hacer unas cosas absurdas. No se ha cerrado la constituyente, ni se ha votado, pero se lanza a hacer un congreso bicameral. Da derechos especiales para los mapuches, para ciertas minorías, y esas cosas garantistas en una constitución son muy difíciles porque tienen a generar más divisiones que unidad. No sabemos qué va a pasar en la constituyente, pero es probable, según las encuestas que no pase y tengan que recurrir a una reforma a la constitución. Se han hecho cosas incluyentes, pero los cambios, por más de que todos queramos, no se producen en un día y crear ese falso dilema hace que la gente quede tremendamente insatisfecha. Creer que acelerar esas divisiones por la vía de tomar decisiones no predecibles lo único que hace es alimentar más el problema. Hoy mucha gente ve que la idea que tenía de Boric como un trasformador del país no se produce. Le abono –por cierto él trabajó conmigo en el BID por muchos años–, el hecho de que su actual Mministro de Hacienda es uno de los mejores técnicos que tiene Chile y se ha mantenido en cuidar la economía.

— ¿Cómo ve el panorama actual de Colombia?

Estamos en plenas elecciones, la lógica de las elecciones es acentuar la polarización y lo hacen para lograr entre los mismos candidatos distinguirse. Pero todo lo que acabo de mencionar anteriormente de Chile, creo que debería servir como un reflejo y como una manera de observar y preguntarnos qué es lo que queremos. No solo es una cuestión de ideología, es más una cuestión de ser predecible, ¿cuáles son las consecuencias de no serlo? Lo primero que pasa es que en una economía la confianza se disuelve como en un vaso de agua. A medida de que la confianza se disuelve se va el capital. Somos países que tenemos que importar capital para nuestros gobiernos, para nuestras empresas. Si eso empieza a irse, tiene consecuencias sobre el empleo, pero sobre todo consecuencias sobre los empleos de calidad.

— ¿Qué tan predecibles son los candidatos actuales, empezando por Gustavo Petro, siguiendo con Federico Gutiérrez y Sergio Fajardo?

Acá hay varias cosas que se están replanteando. No hay duda de que Gustavo Petro ha logrado recoger toda esa insatisfacción que hay y representa esa frustración colectiva por cuenta de todo lo que venimos hablando, pero mi preocupación radica en que él es el menos predecible de los candidatos por la manera en la que plantea las cosas. Colombia pasó por un periodo de un proceso de paz que nos dividió mucho. Yo creo que tenemos que mirar para delante, consolidar los compromisos que hicimos y evitar volver al pasado creando situaciones que lo que hacen es generar división. En cuanto a los otros candidatos, creo que Federico Gutiérrez es una persona que ha hecho su vida política en la calle, es un estilo político muy moderno y eso le da capacidad de acercarse a la gente. Con respecto a Sergio Fajardo, fue un buen alcalde, gobernador, gran académico. Dada la presión social, cualquiera que llegue a la presidencia tendrá que hacer reformas estructurales de fondo y con una mirada de largo plazo. Nosotros no podemos seguir pensando que lo que pasa en un gobierno después de cuatro años, venga a ser distinto, yo creo que tenemos que empezar a pensar a largo plazo.

— En el panorama mundial, ¿cómo afecta la Guerra en Ucrania a Latinoamérica?

Ucrania es uno de los países más grandes de Europa. Es una economía muy importante en cuanto a su producción de alimentos ahí están los abonos y la consecuencia que esto genera sobre el mundo, se traduce en un problema de alimentos tremendo. Yo no descarto que vayamos a ver hambrunas. La falta de abonos y la desaparición de una parte importante de la producción de granos pueden llegar a ser graves. Lo pongo de una manera sencilla, un agricultor común y corriente, así el precio del producto que produce se haya doblado, no puede doblar su producción de la noche a la mañana pues se trata de producciones semestrales. Al final todo es una cadena de barreras para aumentar la producción. Entonces si a esto le sumamos el tema de petróleo las cosas se complican. Alguien decía que Rusia era básicamente una estación de gasolina porque es su principal producción. Entonces cuando el precio del petróleo está donde está, se producen efectos en los productos alimenticios. En ese sentido, los países de Latinoamérica que producen alimentos básicos les va a ir mejor que aquellos que tienen que importar, pero como el aumento del precio de la gasolina no se puede trasladar de la noche a la mañana a la gente, eso se convertirá en más déficit fiscal.

— Es como un trapo podrido. Si remiendo por allá, se me rompe por acá…

No es fácil, es muy difícil. Por ejemplo, durante la pandemia Chile fue el país que más rápidamente compró vacunas. Todos sabemos que principalmente a las vacunas a las que tuvo acceso fueron las chinas, pero las vacunas chinas son distintas a las que tienen ARN mensajero y son menos efectivas. Eso hizo que surgieran varias olas de contagio y tuvieron que pasar de cerrar a abrir y volver a cerrar.

— En el libro usted destaca la importancia de hacer negocios con los vecinos y en otro capítulo la importancia de continuar con las buenas relaciones con Washington sin descartar a Pekin como un aliado en la consecución de negocios. ¿Cómo hacer para que esto se lleve a cabo sin que se comprometan las tendencias políticas?

Las encuestas indican que existe un enorme apoyo de parte de la sociedad latinoamericana para promover la realización de los negocios entre nosotros. Acá los porcentajes son bajísimos. Los negocios que hacemos entre comercios nuestros no llegan al 18%, mientras que en una región como la Unión Europea los negocios entre ellos superan el 65%. Creo que estamos en un momento diferente. El mundo vivió una especie de bono de paz producto de la caída del Muro de Berlín que duró 30 años. En este periodo se alimentó la globalización, hubo crecimiento, baja inflación, pero eso está desapareciendo. Europa va a ser diferente y Rusia va a quedar desconectada del mundo. No sabemos esta guerra cómo termine, pero en el camino esa cercanía entre Rusia y China va a generar todo tipo de tensiones políticas. Claramente hoy hay una especie de Guerra Fría entre Estados Unidos y China, pero eso no ha eliminado el enorme comercio entre esos dos países. Y nosotros, más allá de tener mayor alineamiento con Estados Unidos en lo político, en las conexiones humanas, tenemos que comenzar a negociar con el mundo. Lo que ha traído esta especie de Guerra Fría, es que una gran cantidad de empresas americanas y europeas, han comenzado a darse cuenta de que no se pueden surtir solamente de China. La primera alternativa es ver cómo pueden producir en Europa o Estados Unidos. Pero nosotros sabemos que hay cosas que no se pueden hacer en Estados Unidos por cuestiones de costos. Uno puede robotizar una planta, pero encontrar mano de obra calificada, como la nuestra, es una buena opción. Ahí es cuando un país como México o como Colombia tienen una buena oportunidad. Decía la Secretaria de Tesoro de los Estados Unidos esta semana que ahora había que hablar de las llamadas cadenas de valor con los amigos. Yo me acuerdo que hace varios años en el BID, pensábamos en que las cosas no deberían decir ‘Hecho en Canadá’ o ‘Hecho en Estados Unidos’ sino ‘Hecho en las Américas’ como una idea de poder integrar mucho más nuestras producciones.

— ¿Cómo ve esa unidad para lograrlo?

Hay un sentido de ciudadanía que ha empezado a tener efectos por las redes sociales, es una explosión de la comunicación. Esto ha permitido el surgimiento de grupos privados. Allí, todos los sujetos que piensan de una sola manera se unen en un grupo para combatir a todos lo que están en desacuerdo. Eso es muy complejo. Se pueden tener las mejores leyes, pero ¿cómo se puede representar gente que no tiene la capacidad de entenderse entre sí? Eso es un problema mundial, no es solo una cuestión de nuestros países. Hace un tiempo el Banco Mundial sacó un estudio en el que buscaba identificar cuáles países en el mundo han logrado convertirse en países desarrollados en los últimos 60 años. Eran solo tres, España, Grecia, Corea del Sur. Uno como colombiano siempre tiene cierta ansiedad. Queremos creer que podemos llegar hasta ‘X’ y de golpe nos frustramos y llegamos solo hasta ‘Y’. Por un momento se nos olvida que al final toda persona, rica o pobre, se levanta todos los días para ver cómo hace su vida mejor y que las sociedades que lo hacen con más fuerza avanzan más.

Portada del más reciente libro escrito por Luis Alberto Moreno
Portada del más reciente libro escrito por Luis Alberto Moreno

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