Mujer lleva cinco años buscando a quienes abusaron de su hijo y lo llevaron al suicidio

Daniel Eduardo Osorio se lanzó de un décimo piso en el 2017 y hoy su caso sigue sin resolverse; su madre, Patricia Osorio, asegura que su pequeño, en ese entonces de 11 años, tomó esa decisión tras haber sido abusado en su colegio

Compartir
Compartir articulo
Daniel Osorio acabó con su vida después de haber sido víctima de repetidos episodios de abuso sexual. En la foto: Daniel y la modelo colombiana Ana Sofía Henao. (Archivo)
Daniel Osorio acabó con su vida después de haber sido víctima de repetidos episodios de abuso sexual. En la foto: Daniel y la modelo colombiana Ana Sofía Henao. (Archivo)

Medios de Perú, Ecuador, Argentina, Chile y hasta España han hablado acerca del caso de Daniel Osorio, el joven que se quitó la vida a los 21 años después de haber sido víctima de abusos durante toda su infancia y adolescencia. Su madre, Patricia Osorio, aún sigue buscando justicia. No descansará hasta encontrar a los responsables y así lograr que la memoria de su hijo pueda descansar tranquila. Además, busca que casos como el suyo no vuelvan a repetirse.

No hay un solo día en que ella no piense en él. Conserva las cartas en las que su hijo cuenta cómo se siente y lo que vive, hasta el momento en que decide su fatídica resolución. Daniel Eduardo vivió envuelto en este drama durante cerca de 9 años. Cada vez que ella pasa frente a su cuarto y ve sus cosas, siente infinita tristeza. Era un niño pequeño cuando empezó todo. Su madre recién lo había inscrito en el Colegio San Viator, una de las instituciones privadas de mayor renombre en el norte de Bogotá. El niño llegaba a cursar quinto de primaria, algunas versiones dicen que ingresaba a sexto. En todo caso, en ningún momento hubiese anticipado lo que vendría. Ni él ni su madre.

Tenía un rostro muy lindo. Ojos azules y cabellos rubios. Era tierno. Su madre sospecha de dos eventos capitales para el inicio del calvario. El primero se refiere a un día en el que su hijo se corta el tendón de una mano mientras está en el patio y deja de jugar allí. Comienza a aislarse en los recreos. El otro, cuando el niño regresa a casa y dice que ha conocido la casa de los curas. La madre tiene razones para pensar que es en ese momento cuando se dan los primeros abusos.

Comenzó a notarlo más callado de lo normal y durante los años siguientes empezó a disminuir su rendimiento académico. Era un buen estudiante. De repente, vivía distraído. Su madre sabía que algo le sucedía, aunque él no decía nada y nadie parecía tener razón de lo que le ocurría. Cuando el chico llegó al noveno grado, le manifestó a su madre que no quería regresar al colegio, pero los esfuerzos de ella por mantenerlo en la institución eran tantos que se vio obligado a terminar ese año. Alcanzó a asistir dos semanas del siguiente año escolar y su comportamiento empezó a empeorar.

Si bien él le contaba todo a su madre, no se atrevía a mencionar algo respecto a ese tema. “No es que no quisiera, es que simplemente no podía, le causaba un dolor terrible”, señala Patricia.

A duras penas acabó el colegio, y al entrar a la universidad, el joven ya había desarrollado una depresión muy fuerte. No bastaron ninguno de los diez psiquiatras por los que pasó. Solo hasta el año 2016, Patricia logró encontrar un indicio del origen de todo en las cartas que Daniel escribía desde los 12 años. Se dio cuenta de que el niño era víctima de abuso sexual y no aguantaba más. “Él cuenta cómo camionetas llegaban al colegio y se lo llevaban a un lugar en donde diferentes curas lo tocaban”. La mujer acudió de inmediato a las autoridades, pero la Fiscalía se enteró del caso solo hasta después de la muerte del joven.

Antes de quitarse la vida, escribió: “Me voy porque estoy cansado de esta vida”. Tenía 21 años. Se vio obligado a hacerlo, víctima de su dolor y por el miedo a que le hicieran algo a su familia. En una de sus cartas escribía: “Mami, tú quieres saber el nombre de quien me dañó la vida, pero yo no te lo puedo decir porque nos matan”. Daniel se llevó los nombres de sus abusadores a la tumba, dejando el misterio sin revelar.

“Se me acabó la vida y lo único que clamo es justicia, que salga todo a la luz”, ha asegurado Patricia, en más de una ocasión. Aún hoy no se conocen detalles respecto a posibles implicados. ¿Cuándo podrá sentirse tranquila al fin? ¿En dónde quedaron las investigaciones?