Trabajadoras sexuales y sus familias entre las más afectadas por la pandemia

La capital antioqueña busca alternartivas para ayudar a alrededor de 18.000 mujeres que se dedican a este tipo de trabajo en Medellín.

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Las trabajadoras sexuales han sido una de las poblaciones que más ha sido afectada por la pandemia y no han recibido ayuda estatal. EFE/Mauricio Dueñas/Archivo
Las trabajadoras sexuales han sido una de las poblaciones que más ha sido afectada por la pandemia y no han recibido ayuda estatal. EFE/Mauricio Dueñas/Archivo

Una de las poblaciones más afectadas por la pandemia son las trabajadoras sexuales. Para la gran mayoría de ellas, la cercanía física y la calle, eran algo absolutamente necesario para conseguir a sus clientes y ejercer su labor.

Debido a la pandemia, al aislamiento preventivo y al temor por el virus, su situación se complicó, pues aunque ya se esta haciendo la reactivación económica, algunas restricciones siguen siendo necesarias para contener el virus, como que en las calles deben respetarse las medidas basicas de higiene y uso de tapabocas, los bares y negocios en los que ellas trabajaban aun permanecen cerrados y pocos se atreven a buscarlas por el riesgo de contagio de Covid-19.

Pese a los riesgos que se generan por el contacto algunas trabajadoras siguieron ejerciendo su labor, mediante el celular, paginas web entre otros medios, pues en muchos casos sin mujeres cabeza de hogar, en una entrevista con El Tiempo Fidelia Suárez, presidenta del Sindicato de Trabajadoras Sexuales, Sintrasexc comentó que el Gobierno no les ha ayudado. Pese a que en Colombia la prostitución no es ilegal no hay un marco jurídico que proteja los derechos de quienes ejercen voluntariamente ese oficio, ni tampoco un censo para saber cuántos son.

“No hay protocolos desde el Gobierno hacia nuestra población, somos el único sector para el que no existen protocolos”, señaló Suárez.

En el caso de las trabajadoras en Medellín, muchas deben diariamente pagar entre 15.000 o 30.000 pesos por día para poder tener un techo donde dormir y ha eso se debe sumar la alimentación para ella, sus familias y gastos cotidianos.

Por las condiciones de vida y la falta de recursos los más vulnerables terminan siendo los niños y jóvenes, hijos y nietos de estas mujeres, que deben subsistir el hacinamiento, que les redujo las posibilidades no solo de trabajo para ellas, sino espacios para la recreación y educación pues en muchos casos no tiene acceso a tecnología, que casi durante un año fue el único medio para poder estudiar, según lo denuncian las trabajadoras de la capital antioqueña.

“Aunque desde 2010 y ante la Corte Constitucional se dice que su trabajo es reconocido como oficio digno, solo se queda en una frase y ni hay leyes que las cobijen ni llegan las ayudas”, contó en entrevista con El Colombiano Melissa Toro, directora del colectivo Putamente Poderosas que en Medellín busca visibilizar y mejorar las condiciones de vida de esta población.

La única ayuda que han recibido en Medellín es de Comfama, que ha trabaja con ellas y con algunas vendedoras ambulantes en proyectos como “Puta, cadeneta, chisme”, donde aprendían técnicas de bordado y tejido mientras conversaban sobre prostitución.

“Al inicio de la pandemia recolectamos más de 350 millones de pesos que semana tras semana repartimos en el centro y apadrinamos más de 13 inquilinatos, así que pagábamos arriendo y otras cosas”, agregó Sergio Restrepo, responsable del Claustro Comfama.

Ahora el colectivo ha hecho actividades para ayudar con las familias como “Expresiones poderosas”, “Vacaciones poderosas” y “Experiencias poderosas” que buscan ayudar con la educación de los niños y crear espacios para que puedan entretenerse.

Pese a la ayuda de los colectivos las trabajadoras sexuales esperan que el Estado les ayude con protocolos de bioseguridad y dándoles garantías para ejercer su labor.

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