
Cada 31 de diciembre, millones de personas se preparan para recibir el Año Nuevo con una tradición muy arraigada: elegir cuidadosamente el color de sus prendas. Ropa interior, vestidos, polos o accesorios se convierten en algo más que una elección estética. Para muchos, el color funciona como un símbolo cargado de expectativas sobre lo que se quiere atraer en el año que empieza.
Amarillo, rojo, verde, rosado, blanco y azul se repiten entre los favoritos, cada uno asociado a deseos distintos: prosperidad, amor, calma, estabilidad o renovación. Más allá de la superstición, la elección del color también refleja estados de ánimo, necesidades personales y la forma en que cada persona se planta frente al nuevo ciclo.
Tradición y sentido de los colores en Año Nuevo
La costumbre de vestir determinados colores al comenzar un nuevo año está profundamente instalada en el Perú y se replica en buena parte de América Latina. Se trata de un ritual simbólico que apunta a atraer prosperidad, amor, paz o equilibrio, según la intención de cada quien.
Desde la psicología, estos gestos cumplen una función concreta: ayudan a ordenar expectativas y a marcar un inicio. Vestirse de un color no cambia la realidad, pero sí permite expresar de manera tangible lo que se espera del año que comienza, y ofrece una sensación de control frente a la incertidumbre.
Amarillo: felicidad, abundancia y buena suerte

El amarillo es uno de los colores más elegidos para recibir el Año Nuevo. Su asociación con la suerte, la alegría y la vitalidad lo convirtió, durante décadas, en el protagonista absoluto de la medianoche del 31 de diciembre. Para muchos, sigue siendo el color del dinero y la abundancia.
Desde la psicología del color, el amarillo se vincula con el optimismo y la estimulación mental. Es un tono que activa la atención y se relaciona con la creatividad y la energía. Por eso, más allá de la prosperidad material, también expresa una actitud positiva frente a los desafíos del nuevo año.
Rojo: amor, pasión y confianza
El rojo es la elección habitual de quienes buscan fortalecer vínculos afectivos o iniciar nuevas relaciones. Simboliza la pasión, el deseo y la intensidad emocional, y suele asociarse con el amor en sus formas más explícitas.
A nivel psicológico, el rojo está ligado a la acción, la determinación y la autoconfianza. Es un color que genera respuestas emocionales intensas y se asocia con el coraje y la iniciativa. Por eso, además del amor, también aparece entre quienes quieren animarse a tomar decisiones importantes o encarar cambios personales.

Verde: esperanza, estabilidad y crecimiento
El verde representa la esperanza, la renovación y el crecimiento. Elegirlo para Año Nuevo es común entre quienes priorizan la estabilidad económica, el bienestar y los procesos sostenidos antes que los golpes de suerte inmediatos.
La psicología ambiental lo asocia con la naturaleza y el equilibrio. Transmite calma, continuidad y seguridad. En ese sentido, vestirse de verde expresa el deseo de avanzar de forma constante, cuidando la salud emocional y apostando al crecimiento a largo plazo.
Rosado: amor propio y armonía emocional

El rosado se vincula con el afecto, la ternura y la armonía emocional. A diferencia del rojo, remite a un amor más suave y a la consolidación de vínculos, tanto de pareja como familiares o de amistad.
Desde lo psicológico, se asocia con la empatía, la contención y el cuidado. En los últimos años, su elección también se relaciona con el amor propio y el autocuidado, especialmente entre quienes buscan vínculos más amables y una relación más equilibrada consigo mismos.
Blanco: paz, bienestar y nuevos comienzos
El blanco simboliza paz, serenidad y claridad. Es una opción frecuente entre quienes buscan empezar el año con calma y dejar atrás etapas difíciles. En celebraciones más tranquilas, aparece como una forma simbólica de “empezar de cero”.
En la simbología del color, el blanco remite a limpieza y renovación. Psicológicamente, se asocia con orden y simplicidad. Vestirse de blanco funciona como un gesto de cierre y de apertura, especialmente para quienes desean un año menos cargado y más liviano en lo emocional.
Azul: serenidad, confianza y equilibrio emocional

El azul está asociado con la tranquilidad, la confianza y el equilibrio. Quienes lo eligen suelen priorizar la paz interior y la reducción del estrés, en un escenario donde la sobrecarga emocional es cada vez más frecuente.
La psicología del color señala que el azul tiene un efecto calmante y favorece la concentración. Por eso, suele ser elegido por personas que valoran la estabilidad emocional, la claridad mental y una comunicación más serena. Más que cambios drásticos, simboliza la necesidad de transitar el año con calma y control.
Otras creencias y rituales en torno al color
Además de la vestimenta, existen otros rituales ligados al simbolismo del color, como regalar flores amarillas para atraer prosperidad o alegría. La influencia de los colores va más allá de lo cultural: distintos estudios muestran su impacto en el ánimo y en la percepción emocional.
Integrar conscientemente un color en la celebración de Año Nuevo se convierte, así, en una forma activa de marcar el inicio del 2026. Un gesto simple que no promete resultados, pero que ayuda a empezar el año con una intención clara.
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