"El perro es el mejor amigo del hombre". Esta frase, repetida una y otra vez, parece haber nacido por el vínculo especial que tienen los canes con sus dueños. Esa lealtad y ese amor incondicional que los convierten es mucho más que una mascota. Sin embargo, este popular dicho tiene su origen en una trágica historia de amor entre un granjero estadounidense y su fiel compañero de aventuras.
El granjero en cuestión se llamaba Charles Burden, y habitaba en Warrensburg, Missouri, con su black and tan coonhound, de la familia de los sabuesos, llamado Old Drum. Eran inseparables. Hasta que la triste noche del 28 de octubre de 1869, Burden encontró muerto a su amado perro. Su cuerpo presentaba múltiples disparos.
Burden, decidido a hacer justicia, llevó a los tribunales a su cuñado y vecino Leonidas Hornsby, que como previamente había tenido problemas con perros callejeros que atacaban a sus ovejas, había jurado disparar al próximo can que cruzara por su propiedad. Originalmente, Burden pidió 100 dólares por daños y perjuicios, monto que no fue permitido, por lo que se cambió a 50 dólares.
No tuvo éxito, pero siguió con su causa en otros tribunales. En el segundo juicio logró que se le concedieran 25 dólares. Hornsby apeló y ganó, por lo que Burden volvió a demandarlo. Esta saga concluyó al fin el 23 de septiembre de 1870, cuando el abogado de Burden, George Graham Vest, pronunció las siguientes palabras en su alegato final que conmovieron profundamente al jurado:
"Caballeros del jurado:
El mejor amigo que un hombre pueda tener podrá volverse en su contra y convertirse en su enemigo. Su propio hijo o hija, a quienes crió con amor y atenciones infinitas, puede demostrarle ingratitud. Aquellos que están más cerca de nuestro corazón, aquellos a quienes confiamos nuestra felicidad y buen nombre, pueden convertirse en traidores.
El dinero que un hombre pueda tener también podrá perderlo, se irá en el momento que más lo necesite. La reputación de un hombre quedará sacrificada por un momento de locura o debilidad. Las personas están dispuestas a caer de rodillas para honrar nuestros éxitos, serán los que arrojen la primera piedra, cuando el fracaso coloque nubes sobre nuestro porvenir.
El único, absoluto y mejor amigo que tiene el hombre en este mundo egoísta, el único que no lo va a traicionar o negar, es su perro. Caballeros del jurado, el perro de un hombre está a su lado en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Dormirá en el frío piso donde sopla el viento y cae la nieve, sólo para estar junto a su amo.
Besará la mano que no tenga comida para ofrecerle, lamerá las heridas y amarguras que produce el enfrentamiento con el áspero mundo. Si la desgracia deja a su amo sin hogar y amigos, el confiado perro sólo pide el privilegio de acompañar a su amo para defenderle contra todos sus enemigos.
Y cuando llega el último acto y la muerte hace su aparición y el cuerpo es enterrado en la fría tierra, no importa que todos los amigos hayan partido. Allí, junto a la tumba, se quedará el noble animal, su cabeza entre sus patas, los ojos tristes pero abiertos y alertas, noble y sincero, más allá de la muerte".
Minutos más tarde, los miembros del jurado volvieron con un veredicto alcanzado de forma unánime a favor de Charles Burden, y le otorgaron 50 dólares por la pérdida de su querida mascota. Hornsby apeló nuevamente, pero se mantuvo el veredicto del tribunal inferior.
Hoy, una estatua de Old Drum se erige frente al Tribunal de Warrensburg, con el texto de Vest grabado, e inmortalizado hasta el día de hoy como "Tributo al perro", y que dio origen a una de las frases más populares y que describen a la perfección una amistad única.
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