Son pequeñas vidrieras que los tienen como protagonistas. Algunos están dormidos; otros, se entregan sin peros a las manos humanas que los buscan para acariciarlos, mimarlos y conocerlos. No hay olores ni suciedad. Es un bar común y corriente: tiene mesas, sillas, un menú y el aroma a café que envuelve el lugar. Art Cat Café no solo se convirtió en la primera cafetería de gatos en Punta del Este, sino que también quedará en la historia por ser la primera en todo Uruguay.
"Tengo amigas con organizaciones sin fines de lucro y toda la vida intenté ayudar a los animales. El lugar iba a ser un café tradicional, como cualquier otro, pero pensamos que teníamos un espacio en el que podíamos hacer algo por los animales. Imitamos lo que vimos en otros países, que es un cat café, e iniciamos los trámites. Nos costó mucho trabajo que Salud Pública e Higiene nos habilitara, pero lo logramos", dice Adriana Olaza, quien emprendió junto a Enzo Ramon, su pareja, la idea de brindar un servicio gastronómico con los gatos como actores principales.
Los separa una puerta independiente, en donde los niños pueden ingresar pero no pueden levantar ni contener los gatos del espacio. La barra para realizar los pedidos está fuera del sector felino, por lo que tomar un café en la parte exterior o sentarse en una mesa sin relacionarse con ellos también es posible.
Las reglas de Art Cat Café -ubicado en Avenida Gorlero 535- son claras: es necesario lavarse las manos y utilizar alcohol en gel antes de ingresar al sector de los gatos. La puerta debe estar siempre cerrada, el trato debe ser delicado y las fotos, sin flash. A su vez, aconsejan no acariciarles la panza y está completamente prohibido alimentarlos con comida humana.
En la otra mitad del café funciona una galería de arte, en donde artistas de Uruguay, Brasil y Argentina brindan talleres y cursos, mientras se exponen las obras, que conviven en el espacio con el andar de los gatos. "Quisimos que el público uruguayo conozca el lugar y nos encontramos con que vienen muchos turistas que escuchan de boca en boca y se acercan a conocer de qué se trata", sostiene la dueña del bar.
Olaza asegura que deben cumplir con "un control de higiene muy estricto. Trabajamos con catión de amotino cuaternario que mata todos los gérmenes y virus, y lavamos todo con eso. No es tóxico y a los animales no les ocurre nada, amén de que cuando desinfectamos ellos no están en el lugar. Los animales viven aquí. Los más chiquitos abajo, por ser más dóciles. Los grandes viven arriba y van rotando".
La cafetería de gatos uruguaya abrió sus puertas el 15 de diciembre de 2017. "Ya vamos por la octava adopción. La gran mayoría fueron bebés (un mes y medio o dos meses). Nuestro objetivo es que adopten a los adultos, que hasta quizá son más fáciles que los bebés. Podés guiarlos para que no se suban a la mesa o no".
Los cafés de gatos son un éxito en todo el mundo. Se popularizaron en la República China y su expansión alcanzó a varios países de Europa, llegando hace pocos años a los Estados Unidos. En Taipei, hace 20 años se inauguró el primero: Cat Flower Garden, considerado fuente de inspiración a escala global.
"Hay gente que viene y los gatos no son su afinidad. Toman un café afuera pero aprecian lo que hacemos junto a mi pareja. Cada uno de nosotros tiene su profesión y este proyecto es para recuperar lo invertido y que pueda mantenerse, no queremos ganar dinero, solo que los gatos que no tienen dueños puedan ser adoptados", concluye la dueña.
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