En 2017 la vida de Martín Carrizo cambiaría para siempre. Primero debió anunciar que no podía acompañar desde arriba del escenario al Indio Solari en el show que el ex líder de los Redondos brindaría en Olavarría, debido a una dolencia que le impedía tocar la batería que tanto ama.
Luego se confirmó que ese malestar respondía a la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular que se origina cuando las células del sistema nervioso -llamadas motoneuronas- disminuyen gradualmente su funcionamiento y mueren, con lo que provoca una parálisis muscular progresiva.
Lejos de rendirse, el baterista de ANIMAL, Gustavo Cerati y el mencionado Solari, comenzó un tratamiento que en diciembre pasado decidió continuar en Miami. “Hace cinco semanas tuvimos que frenarlo porque ya no me quedaba más dinero para continuar”, narra el músico en diálogo con Infobae.
Es así como se puso en marcha la campaña “Volverá Martín”, que consiste en la venta de remeras de calidad diseñadas por el propio artista y su hijo. De esta iniciativa, sobre el día a día de la terapia, su máximo anhelo y otros temas habló en esta entrevista exclusiva.
—¿Cómo surgió la idea de las remeras?
—Hace cinco meses surgió un proyecto impulsado por Piura Pima y mi hijo Benja para fabricar unas remeras de colección. Esto nació de la necesidad de continuar con mi tratamiento acá, en Miami. El entusiasmo que me generó este proyecto hizo que de inmediato visualizara cómo serían estas remeras. Y quise reflejar momentos míos en la música: ANIMAL, Gustavo Cerati y el Indio Solari...
La familia de Gustavo, el Indio, Andrés Giménez y Marcelo Corvalán me cedieron los derechos de imagen para esta campaña que se llama “Volverá Martín”.
Para definir los diseños, la consigna fue diseñar una imagen que representara la tapa del disco Bocanada, una imagen de cada álbum del Indio del que yo haya participado, y también representar en un estampado el histórico disco de ANIMAL El nuevo camino del hombre. Tanto la familia de Gustavo, como el Indio, aprobaron los diseños.
Hace cinco semanas tuvimos que frenar el tratamiento porque ya no me quedaba más dinero para continuar. Por eso, otra vez voy a hacer un pedido de ayuda, pero esta vez con este maravilloso intercambio. Quien colabore conmigo se llevará una remera, que va a ser de colección y que fabricamos con tanta pasión.
—¿Qué sentís al ver a tu hijo Benjamín comprometido con el proyecto? ¿Vos también participaste del diseño?
—Amo con toda mi alma a Benjamín y además lo admiro mucho. ¡Su cabeza es explosiva, brillante! Su propuesta y su intuición hicieron que se encienda una luz dentro mío de creación, de alegría, de ganas, y hoy me siento muy feliz de estar embarcado en este proyecto que me fascina.
Él fue el disparador de todo. Y, junto a Benja, tiramos mil ideas hasta llegar a la conclusión sobre cuál iba a ser la temática en la que trabajaríamos. Lo primero que hicimos fue pasarnos un fin de semana escuchando una vez más todos los discos del Indio y Bocanada de Gustavo para entre los dos extraer la frase que íbamos a imprimir en cada remera.
Luego empezamos a definir qué tipo de colores íbamos a usar, ya que la idea fue representar cada arte de tapa y no copiarla. Ahí buscábamos remeras X con diferentes colores.
Y se sumaron al equipo Milena, de 15; y Mirandita, de seis (las otras hijas de Martín). Nos mandábamos imágenes por WhatsApp y, entre los cuatro, elegíamos los colores que utilizaríamos en cada una de las siete remeras. Luego yo, con toda esta información inicial, cerré todos los diseños con Agustín y su equipo de diseñadores. Posteriormente, con mi amiga Martina López, diseñé las dos etiquetas y la bolsa. No te creas que soy un obse pero hice hasta la bolsa. (Risas).
—Recién decías que la familia de Gustavo Cerati, Andrés Giménez, Marcelo Corvalán y el Indio Solari te cedieron los derechos de imagen para que puedas utilizarlas en las remeras. Todos músicos con los que trabajaste. Me imagino que este gesto te debe dar mucha fuerza, sumado al hecho también de saber que ellos están con vos...
—¡Por supuesto! Es muy lindo en este momento sentirme apoyado por todos ellos. Y, de a poquito, se van sumando cada vez más diciéndome con todas sus ganas: “¡Acá estamos con vos!”.
Cada vez que entro a mi Instagram me da escalofríos ver cuántos mensajes de la gente, cuánto amor de mis pares y hermosos personajes del fútbol, periodistas, actores, que en algún momento de mi vida me los crucé y hoy están a mi lado. Como el caso de Diego Cagna, que fue mi mejor amigo en la primaria; y el amor y la relación con él y su familia continúa hasta hoy...
—¿Cómo es tu día a día? ¿Quiénes te acompañan?
—Luego de un súper desayuno de campeón que incluye dos huevos revueltos, una palta entera con aceite de oliva y limón, un café con leche de almendras y un vaso de agua con aminoácidos seleccionados por Amy (Jaramillo, la profesional que atiende a Martín), salimos al ruedo con mi hermosa y fiel asistente terapéutica Noelia Gómez. Ahí nos regalamos 10 minutos de sol hasta que llega el Uber que nos traslada hasta la clínica.
Llegamos a la clínica y ahí, inmediatamente, voy a una sala con un hermoso y cómodo sillón blanco de esos para ver una súper película. Y me pasan por vena suero para hidratarme, una cantidad de vitaminas seleccionadas por Amy, antioxidantes, nafta de avión, etcétera, etcétera...
Quiero que sepan algo muy importante. Mi idea es contar mi feeling con el tratamiento, que es lo único que es valedero, ya que no tengo ninguna autoridad para hablar con términos médicos profesionales. Pero sí puedo explicar mejor que nadie lo que estoy viviendo y sintiendo.
Una vez que todo ese cóctel que les describí está en mi cuerpo, me vienen a buscar y vamos a otra sala, en la que tácticamente me aplican unas inyecciones que reconstruyen mis músculos dándole tonicidad y volumen, con el objetivo de despacito ir recuperando el movimiento.
A la clínica voy cinco veces por semana, de las cuales tres de estas cinco me aplican eso que les conté en mis músculos: son un promedio de 120 inyecciones cada día, o sea 480 inyecciones por semana. ¡Dios mío, soy un colador! (Risas).
La verdad es que duelen mucho, ya que mis pobres músculos están consumidos, debiluchos y asustados. Pero son tantas las ganas que tengo de seguir vivo y de cumplir muchos más sueños que me aguanto lo que sea. Como me dijo mi hermano Andrés Giménez: “Para nosotros es mucho más doloroso no cumplir nuestros sueños que recibir un millón de inyecciones”. Y así entro a la sala de inyecciones, con esa frase en mi cabeza y escuchando en mi parlantito Mötley Crüe, Eddie Van Halen, Ozzy y Alice Cooper...
A toda esta rutina semanal le agregamos tres veces por semana pilates con Ariana, otro eslabón fundamental en la cadena.
Entonces tenemos reconstrucción y fortalecimiento de mis músculos en la clínica y reeducación del movimiento con Ariana, otra profesional impecable. Llena de ganas e ideas, cada vez que llego ella ya está con una idea nueva. Literalmente estoy en contacto con Amy, todo su equipo y Ariana, mi profe de pilates, de domingo a domingo a través del WhatsApp. Armamos una familia perfecta, digo perfecta porque esta familia la elegimos y no la heredamos. (Risas).
—Hasta hace unos meses estuvo con vos allá en Miami tu hermana Cecilia. ¿Ella es un pilar muy importante en todo este proceso no?
—¡Por supuesto! Si bien en esta campaña yo decidí ser la voz y la cara, ella siempre está cerca acompañando este proceso. Además, tanto ella como Damián, mi cuñado, me dejaron todo armado acá en Miami para que me quede el tiempo que sea necesario.
Capaz que se quieren asegurar que no vuelva. (Risas). Fuera de joda, la garra que le pusieron Ceci, Damián y mi mamá hace que yo realmente me pueda enfocar en mi cura y en cada emprendimiento como el que hoy estoy llevando adelante. Hoy mi vida y mi foco están en recuperarme. Y allá voy...
—En una entrevista dijiste que nunca te preguntaste “por qué te tocó a vos”, sino “para qué”. ¿Sentís que tu lucha puede ser una fuente de inspiración para otras personas que pasan por lo mismo?
—Siento que es bueno sacarnos esos reflejos ya preseteados que todos traemos dentro. No sé por qué lo primero que nos preguntamos es “por qué a mí”. No es necesario llegar a algo tan extremo como lo que yo estoy viviendo para cambiar el chip.
Empecemos a preguntarnos “para qué” en lugar de “por qué”. Es un buen ejercicio que nos lleva a buscar dentro nuestro una respuesta. Es muy fácil preguntar “por qué a mi” y nos estancamos ahí. Pero preguntarnos “para qué” nos exige más esfuerzo y nos lleva a una autocrítica muy productiva. Se abren un sinfín de ventanas y oportunidades de cambios positivos para nuestra vida y la de los que nos rodean.
Yo jamás me pregunte “por qué a mí”. Con todo lo bueno que me pasó en la vida esa pregunta no iba. Lo que sí siempre me pregunté es “para qué”. Creo que atrás de todo este sufrimiento, al que yo estoy preparado para resistir, hay una misión que tiene que ver con abrir las puertas a los que vienen atrás.
Mi cura no la puede firmar nadie pero yo voy a poner mi alma, mi cuerpo, mi amor, mis ganas al servicio de Amy hasta que le encontremos la vuelta...
—¿Cuál es tu máximo anhelo para cuando todo esto pase?
—Uff... ¡Cuántas imágenes me vinieron a la cabeza! Lo primero que me vino es despertarme, levantarme yo solo de la cama e ir caminando al baño y lavarme la cara con agua fresquita. ¡Qué cosa más simple pero perfecta! ¡Cuántas cosas simples las hacemos cotidianas y dejamos de disfrutarlas!
Aprendamos a disfrutar de todo lo que esta maravillosa vida y nuestra máquina perfecta que es nuestro cuerpo nos regala cada día y no nos damos cuenta.
Cuando pase esta tormenta mi máximo anhelo, como te imaginarás, es volver a tocar la batería. Pero no voy a dejar pasar ni un día sin disfrutar y agradecer cada pequeña cosa, como un abrazo de oso a mis cachorros, y una sonrisa cómplice, el jugar un partido de fútbol con amigos, el ver una buena película, agarrar una escoba y barrer... Yo siempre todo lo hice con alegría, consciente y disfrutándolo pero esta vez lo voy a hacer todo más consciente, y lo voy a disfrutar aún más...
* Para ayudar a Martín con su tratamiento podés ver los diseños y comprar tus remeras aquí.
SEGUÍ LEYENDO: