La bailarina y conductora Silvina Escudero acaba de celebrar su graduación en la carrera de Locución con una fiesta callejera marcada por la presencia de familiares y amigos, espuma, papel picado y bengalas de humo en tonos rosa y violeta. Este logro académico, que representa la culminación de cuatro años de esfuerzo, se convirtió en un hito personal para la artista, quien supo equilibrar sus compromisos laborales en los medios con el estudio y el cansancio, impulsada por una convicción profunda.
La celebración de su recibida no solo fue un reconocimiento al esfuerzo invertido, sino también una muestra del apoyo de su entorno. La artista, recordada por su paso como bailarina en ShowMatch, destacó la importancia de haber tomado la valiente decisión de estudiar y trabajar en simultáneo, y realizó un balance emotivo de todo el trayecto recorrido:
“No puedo evitar hacer un balance de todo este recorrido. Hace muchos años tomé la difícil decisión de dejar la carrera de Veterinaria después de cinco intensos años de estudio. En ese momento, mi trabajo como bailarina y coreógrafa era muy demandante, y la temporada en la que me convocó Carmen para Vedettísima terminó por llevarme a cerrar esa etapa universitaria”.
Invitada a Mi Cielo, Silvina repasa momentos claves de su carrera y su vida. Acá, los momentos más importantes de la entrevista:

—Hola, Silvina Escudero, te explico. Acá en Mi Cielo hacemos en lugar de la VTV, como a los autos, la VTA, Verificación Técnica del Alma. Acá estamos como en un espacio del Edén. Esto sería como una sala de espera celestial, como un paréntesis atemporal, una antesala del infinito...
—Ah, ya entendí.
—¿Hay algún sueño frustrado que tuviste en la infancia?
—Trabajar como veterinaria en una reserva con todos animales rescatados. Curarlos a todos. ¡Ay, me descompongo de ternura y de amor! O sea, vivir llena de naturaleza y animales... Yo, cuando era chica, mis dos pasiones siempre fue el arte, la danza y los animales. Estudié cinco años de medicina veterinaria, aunque no me recibí.
—¿Qué decisión tomaste con fe y confianza que te haya marcado en tu vida y te trajo hasta acá?
—Sabés que en realidad las decisiones que tomo todos los días hacen que hoy esté acá. No sé si hay una, dos o tres decisiones que me han marcado en la vida para que mi camino sea este. Empecé a trabajar a los 13 años, no pensaba que iba a ser mi futuro y lo fue. Terminé el colegio y empecé a estudiar medicina veterinaria porque amo los animales y quería hacer eso. Mientras tanto seguí bailando y haciendo shows y trabajaba en la tele, en los programas como bailarina y en los teatros. O sea, como que todo me fue llevando, fueron pequeñas decisiones diarias, consecutivas.
—Vida eterna y esas cosas, ¿te da miedo, intriga?
—Cuando era más chica me daba miedo pensar en la muerte. Me daba mucho temor, casi pánico.
—¿Por qué? ¿por algún abuelo, alguna pérdida que has tenido?
—No, como que no entendía el no estar más, ¿entendés? Y hoy mi miedo es, al contrario, quedarme y que se vaya el resto. Y quiero que todos se cuiden, que traten de hacer todo bien, porque uno está a merced de la vida, no sabes qué va a pasar dentro de 30 segundos.
—Una de las cosas que podés hacer acá es ver tu vida segundo a segundo en on-demand. ¿Cuál sería el primer tape que te pondrías con olores, sonidos, todo...?
—Ir a lo de mi abuela. Yo, las veces me rateaba del colegio, era para ir a lo de mi abuela. No para irme de joda con las chicas, me iba a lo de mi abuela; ella tomaba mate y yo tomaba mi té.
—¿Y de qué hablaban?
—Todo. Mi abuela -la mamá de mi mamá- falleció cuando yo tenía 20 años. Y era mi todo, mi confidente. Yo le preguntaba mucho sobre su infancia, si se arrepentía de cosas que había vivido, que había hecho, así un montón... Pobre, la volvía loca. La tenía de acá para allá, nos llevaba a las clases de baile... Ojalá todos puedan tener una abuela como la que yo tuve.
—¿Qué pregunta nunca te animaste a hacer y que ahora te gustaría saber la respuesta?

—Hace poco me enteré -mirá lo que te voy a contar- que cuando era chica y me gustó un chico, y se ve que a mis viejos no, cuando me vino a visitar a casa no lo dejaban entrar y yo nunca me enteré de eso. O sea, y como esas, me habrán ocultado miles de cosas. Otra: a los 18 años, me habían contratado para ser modelo en México. Me pagaban un montón de plata y me tenía que ir tres meses. Yo estaba empezando la facultad y estaba con mil laburos también de bailarina, pero yo me quería ir. Y mis viejos me dijeron que sí. Y después me enteré por la productora que mi viejo después llamó y dijo: “No, de ninguna manera, mi hija no está autorizada a ir”. ¡Me tenían cagando!
—¿Y qué pregunta sobre la humanidad te gustaría poner play y ver?
—Lo tengo clarísimo: ¿Por qué el mundo es tan injusto? ¿Por qué hay personas que nacen en una familia que los ama, con un plato caliente, calefacción, y hay niños que nacen sin nada, ¿entendés? ¿Por qué hay niños que nacen en familias abusivas, violentas? ¡Me explota la cabeza! Eso lo pensé toda mi vida: el mundo no es justo. Puede ser cualquier cosa, pero justo no es.
—¿Y vos hacés algo para modificar lo de los otros, te involucrás en cosas...?
—Sí, un montón. En realidad, siempre me involucré mucho más con lo que tiene que ver las causas de animales. En mi casa, cuando yo era chica, pobre mamá, teníamos la casa llena de animales, los teníamos separados en cuartos. En un momento llegamos a tener veintidos gatos y siete perros, los teníamos en tránsito hasta poder vacunarlos, castrarlos y poder darlos en adopción.
—Entra Silvina Escudero y te dicen: “¿Y vos qué hacés, por qué estás acá?“
—Y porque siempre traté de ser mi mejor versión, de estar para el otro. Desde mi lugar, con todas mis carencias y mis defectos, seguramente. Pero siempre pensando en qué es lo mejor para todos, ¿no? Pero además, en este último año, estoy en un proceso de empezar a ver cuál es mi felicidad personal, ¿no? Porque cuando uno está a merced siempre de la felicidad del resto, creyendo que es la felicidad de uno (que sí lo es), pero quiero ver lo que me hace feliz a mí también. Lo primordial siempre fue el amor y la familia, y lo sigue siendo. Pero no puede ser que siempre esté detrás de todos. De pronto digo: “¿Y yo dónde me encuentro? ¿Dónde estoy?" Como que me sentí desdibujada, ¿entendés? Nada, también debe ser la crisis de los 40, ¿no?
—Hablando del matrimonio, ahora...
—A ver, para mí, el amor que yo le tengo a mi marido -y esto lo digo realmente- va a ser para toda la vida. O sea, yo lo elegí por un montón de cosas. Y eso para mí es para toda la vida. Después, si en unos años nos tenemos que separar o no, no importa, yo lo voy a amar siempre, ¿entendés? Y él va a contar conmigo para siempre. Eso es así. Igual que mis viejos, igual que mi hermana cuando se fue a vivir a Uruguay. O sea, yo te amo para toda la vida. Es real eso.
—Mirá, cuando terminemos y bajes, vas a tener el don y el poder de sacarle el dolor a alguien, un cuchillo clavado que no se lo puede sacar. ¿A quién se lo sacarías?
—A mí. Vengo de muchos años de mucho dolor, sí, sí.
—¿Y no te lo podés curar todavía?
—No, vengo con muchos duelos muy, muy difíciles. Yo soy una leona, voy para adelante y estoy reagradecida a la vida que tengo, pero sí, he vivido momentos muy duros y muy difíciles de sobrellevar que todavía me pesan mucho.
—¿Cuánto?
—Mucho.
—Que te condicionan en tu alegría diaria...
—Sí, por supuesto.
—No lo podés mitigar todavía. ¿Trabajás para eso?
—Sí, hago muchísima terapia. De hecho, en los últimos años no solamente hago mi terapia tradicional, sino he hecho muchas terapias alternativas: constelaciones, biodescodificación, lunar de sanación... Pero bueno, con mi marido nos tocaron vivir situaciones que Dios nos puso en el camino y es así. Y no me repongo.
—No son de público conocimiento.
—No.
—¿Nunca las vas a hacer públicas?
—Bueno... (pausa de dos segundos) uno de mis duelos salió hace unos años. Un dolor muy grande (pausa de tres segundos) por un embarazo ya avanzado. Pero el camino siguió y ya venía de antes (pausa de dos segundos). Y sí, yo estoy como rota por dentro. Pero digo, la vida no es la vida que uno elige, es la vida que es y lo que uno hace con eso. Y yo igual soy reagradecida, ¿viste?Y trato siempre de poner la otra mejilla y salir adelante. Y nunca me victimizo.
—Estuviste bien en elegirte a vos para sacarte el dolor. No lo hizo nadie eso.

—Por primera vez en mi vida. Porque estoy en plan de tengo que ser feliz yo. Tengo que curar todas mis heridas. Siento que soy como la leona que se lame todas las cicatrices. Estoy ahí y me doy cuenta que nadie me las va a lamer y a cuidar más que yo, ¿entendés? Yo pensé que era otro el camino, pero es así.
—Bueno, ahora, cuando bajes, vas a poder bajar durante dos horas con alguien...
—¡Ay!, ¿solo dos horas?
—Bueno, cuatro. ¿A quién bajarías?
—Vamos a casa. Viene Vanina, los chicos, mamá, papá, todos, todos, ¡y viene la abuela Julia, obvio!
—¿A ver a los nietos?
—¡Obvio, y a los bisnietos! Le hago un mate. Ella tomaba mate caliente, hirviendo. Le hago un mate hirviendo y le digo: “Ahora yo también tomo mate”. Porque yo no tomaba mate.
—Muy lindo. Hermoso, Sil. No tenía dudas, pero fue muy hermoso. Ahora cuando bajes no te vas a acordar de nada, de nada.
Fotos: Maximiliano Luna
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