Pamela David, con la sexóloga Florencia Salort: “La relación sexual empieza mucho antes de ir a la cama”

En una nueva entrega de PamLive, la conductora abordó con la especialista, autora del libro Sexo Sentido, distintos aspectos de la sexualidad, derribando mitos y subrayando verdades

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Pamela David con Florencia Salort, en otra entrega de PamLive

¿Te pasa que a veces sentís que no conectás con tu pareja? Encontrar intimidad para el placer y el disfrute a veces se vuelve una misión imposible. Ni hablar cuando aparecen frecuencias distintas. La cuarentena produjo cambios en la sexualidad y tenemos que readaptarnos. Hoy, en PamLive, Pamela David entrevistó a la ginecóloga y sexóloga Florencia Salort, autora del libro Sexo Sentido. Un espacio para hablar sin tabúes y derribando mitos que no nos permiten disfrutar al 100% de nuestra intimidad.

—La cuarentena se estiró muchísimo. Provocó desde que sea muy difícil conocer a alguien hasta el poco deseo en la pareja.

—Esta pandemia nos vino a enseñar mucho con respecto a nuestras percepciones y consciencia. Consciencia de lo que realmente queremos hacer porque, ¿cuándo conocer a alguien se volvió un riesgo tan factible? Y que ese riesgo pudiera involucrar a toda nuestra familia. Ahora tenemos una elección mucho más a flor de piel.

—A esta suma de cuidados que tenemos que tener, ¿cómo hacemos para no perder la sexualidad y no olvidarla?

—La sexualidad nunca la vamos a perder. Cuando la gente dice: “Yo no hablaba de sexualidad”, yo les digo: “Sí, hablabas”. El no hablar también es hablar. La sexualidad está en nosotros: la transitamos, la vivimos. No está solo en el sexo que tengamos sino en nuestro erotismo propio de todos los días: mirarnos al espejo, sentirnos lindas, tristes, que tenemos ganas de acariciar, de ser acariciadas; todo eso entra en la sexualidad. El sentir placer, el permitirnos relajarnos un poco y atravesar este placer. Otra cosa es el sexo, el sexo con una misma y con otro, que necesitamos un tiempo para realmente encontrarse con nosotras. La casa cambió: las que tenemos hijos estamos mucho tiempo con ellos, los tiempos se dan diferente, los horarios se cambiaron, y tenemos mucha incertidumbre y hastío.

—¿Esto repercute en nuestra sexualidad?

—Mucho, en el momento de tener ganas, de sentir el placer y la conexión con otro. Con las parejas que estamos hace mucho tiempo no es que las vemos y queremos estar con ellos como el primer día; nos cuesta más. Mismo, estar con nosotras mismas. Uno está con la ansiedad de decir: “¿Qué es lo nuevo, de qué me voy a enterar ahora?”. Paremos un poco y relajemos de tanta información; pongamos la energía en el disfrute, en el orgasmo, en conocer a alguien nuevo. En esta realidad quiero que no nos demos tanto con un caño de “tenemos que tener frecuencia sexual”, “tenemos que conseguir una sexualidad plena”, “tenemos que masturbarnos y tener sexting”. De a poco.

—En este contexto, ¿hay otra variante?

—Es un momento de una gran desnudez de vínculos, donde se empiezan a tomar realmente la verdadera significancia de si quiero estar aquí o ya no quiero estar aquí. Esto pasa mucho con la gente conviviente, con aquellos que elegimos tener esos pequeños momentos de encuentro donde el día se nos acortó, o queremos encontraron con alguien a tal hora, en tal lugar, y queremos que ese momento llegue. Hay una revalorización de los vínculos que queremos tener, y en la pareja pasa lo mismo. Antes las parejas se veían bastante poco, o los fines de semana y ahora sucede esto del hastío, de querer revolucionar tu carrera, cambiar lo que estabas haciendo. ¿Quién está del otro lado? ¿Cómo estoy con vos? En la sexualidad pasa lo mismo. Preguntarle al otro cómo está, pero también preguntarte a vos misma: “¿Me da emoción ver a esa persona tan seguido, tantas horas? ¿Me siento escuchada?”. En mi consultorio siempre veo gente que sigue una especie de GPS de reencontrarse con la que una quiere ser. ¿Qué disfruto? ¿Qué es lo que realmente me gusta? Esto fue lo único lindo que tuvo la pandemia. El valor de la vida, de los minutos. Se murió tanta gente, hemos sufrido tanto que el transitar, el poder palpar quién es uno, me parece fascinante. De ahí también la sexualidad.

—Otra de las preguntas que puedo hacerme a mí misma es: ¿disfruto de mi sexualidad?

—Siempre nos explicaron que hay que ser “bueno” en la cama. Siempre las revistas nos dicen “5 tips para hacer el mejor sexo oral”, “6 tips para volverlo loco”. ¿Qué es lo que nos enseñó nuestra cultura? ¿Qué nos enseñaron como mujeres que tenemos que hacer en la cama para ser exitosas y hacerlo bien? Ahí te das cuenta de que realmente hay muchas cosas que son estereotipos de la belleza también, de llegar esbelta, depilada, producida, con re buena ropa interior porque si no, no sos. Esto, por suerte, está cayéndose completamente. En la mujer y también en el varón, porque ellos también tienen muchos mitos que los limitan.

—¿Qué pasa cuando las ganas se van? Cuando nos empezamos a cuidar con las comidas, salir a correr, hacer ejercicio pero un día no tenés ganas de nada. ¿Cómo se empieza a trabajar?

—Primero, pensando que lo que nos dijeron que es ideal no es sinónimo de felicidad. Yo, como médica, tengo que decir que el sobrepeso, la obesidad mórbida, no está buena. Pero no tiene que ver con la estética, tiene que ver con algo cardiovascular. Eso no se discute. Idealmente uno debería tener un peso posible, que pueda mantener, y un sobrepeso mínimo. Ahora, de ahí a que estés a un peso normal, que tengas implantes en las mamas o porque te hagas un lifting vas a ser mucho más feliz, está completamente erradicado. Muchas veces pensamos que la perfección tiene que estar en la cama, entonces estamos más pendientes del rollito, de la posición, de la luz, que nos perdemos del placer, y me parece que todas y todos nos estamos avivando de que eso es un mito terrible, que nos saca del placer y el goce, y que realmente somos mucho más que pedazos de cuerpo. Cuando brillamos, no importa si hay prótesis, no hay prótesis, si hay lifting o no hay lifting. La belleza tiene que ver con los ojos, la mirada, con la luz, con la actitud. Esto es muy importante porque me parece que cada vez estamos más convencidas de esto.

—Derribemos el mito de la perfección…

—Es que no se trata solo de estética sino que ahora se habla de qué orgasmo tenemos que tener. Ahora dicen que es mucho mejor, ahora que está de moda el squirt.

—¿Qué es el squirt?

—Se ve en películas porno, donde mujeres logran, en el momento del orgasmo, una manifestación orgásmica donde eyaculan un gran líquido y que mojan toda la cámara del camarógrafo. Es como una explosión orgásmica del eyaculado femenino. En realidad esto lo tiene el 25%, el 30% de las mujeres, es una emisión de una sustancia que parece orina pero no es orina, pero viene de la vejiga, y que realmente da mucho placer en el momento del orgasmo. A partir de eso, te puede pasar una vez, puede pasarte siempre o nunca. Se armaron cursos y videos tutoriales en YouTube de cómo te tenés que meter el dedo para tratar de ver la manera de acariciar no se sabe qué. Recomiendo que, si lo tenés, es fantástico porque te recomiendo todas las maneras de placer que cada una tenga. No recomiendo el tema de “yo me quiero acostar y quiero tener esto”. Los hombres ahora también preguntan: “¿Por qué no te pasa esto?”. Eso es una manifestación, es como pedirle a alguien que tenga una frecuencia cardíaca de tal y tal. “Quiero que jadees y grites de una manera aguda…”. Es una manifestación del orgasmo que podemos o no tener, pero ahora se convirtió en un gran hito a imitar, y te frustra. No solamente eso, sino que también está vendido el tema del orgasmo y acabar solamente con la penetración. Las mujeres me consultan porque sienten que son frígidas. Cuando les digo que el 80% de las mujeres no acaban así, sino que se tienen que tocar el clítoris, que es nuestro órgano de placer de forma externa, las mujeres se alivian. Si pasa con esto, imaginate con el squirt. Las prácticas se volvieron como que si funcionan, buenísimo, pero si no son logradas, me acusan de no ser liberada y que soy aburrida en la cama… Bajemos un poco porque todas las prácticas que creemos que están buenas, a veces a la pareja que tenés no le gustan. De hecho, a mucha gente no le gusta eso que tanto nos conviene hacer. Es una época donde empezamos a reconstruirnos desde todo punto de vista en nuestros placeres.

—Volviendo al estrés, a la ansiedad y preocupación, ¿puede ser que esto nos afecte y produzca falta de libido?

—Mi libro Sexo Sentido tiene tres capítulos que te voy a leer para que veas lo frecuente que es tu pregunta. El primer capítulo es “Libido, ausente sin aviso”, porque muchas veces nos pasa esto que vos decís. ¿Cuánto hace que no tengo relaciones sexuales y puedo estar perfectamente bien? ¿Cuánto hace que no tengo ganas ni deseo y la o lo busco? El segundo capítulo es “En búsqueda del deseo perdido”. Y el tercer capítulo, “Hoy no tengo ganas”. ¿Solo hoy es? El tema de “no tengo ganas” es completamente valido: el 99% de las personas alguna vez no tuvo ganas. Esto es algo que se repite porque para tener ganas de tener sexo, hay que estar dispuesta y ponerle energía a eso. Por supuesto que no es lo mismo cuando acabamos de conocer a una persona, que es cuando trabaja la dopamina y solemos hacer locuras. Eso dura bastante poco, 6 meses o hasta un año.

—Para los que no les pasa eso, ¿cómo activan?

—Hay personas que no tienen ganas de no tener ganas. Yo siempre pregunto: “¿Vos tenés ganas de tener ganas?“. Es muy importante esa pregunta y muy importante la respuesta. Mucha gente me dice: “No tengo ganas y yo podría seguir viviendo sin relaciones sexuales toda mi vida pero mi marido quiere y no sé qué hacer”. Me preguntan cómo hacer para que le vuelvan las ganas, pero no lo hacen por ellas, lo hacen por el otro. Hay otras personas que se mueren porque les vuelvan las ganas. Cuando una quiere recuperar el deseo perdido, le tenés q poner energía a este tema. Típico cuando cumplimos años y pedimos deseos, y uno es “que me vuelva el deseo”. No, esto no es un deseo que uno lo pide y se materializa. Es importante esta metáfora porque si una no activa, es como decir “quiero adelgazar, ir al gimnasio y empezar deporte”; te tenés que anotar en el gimnasio pero marcarte días y horarios. No es “en la semana veo si voy”. No llega nunca ese día porque no tenés el hábito, no le ponés energía. Entonces, volviendo al sexo, si una tiene ganas de que le vuelva el deseo tiene que saber que tiene que ponerle energía a esas ganas para que vuelvan. ¿Qué significa ponerle energía? Es realmente darle un lugar para que esto ocurra. Si yo todos los días me planeo volver a casa, mirar una serie, tomar un vino, que sabes que te da sueño, o si estás enojada y haces un planteo, no cambia nada, y Einstein decía: “Si no cambias nada de tu realidad, el destino va ser el mismo”. Cuando llegas cansado o cansada a tu casa después de trabajar puede pasar que no tengas ganas de nada. Pero algo tiene que cambiar. Puede cambiar desde el día, un mensajito subido de tono, de decir lo que te enoja, hablarlo, charlarlo, y las mujeres, más que los hombres, somos personas que llevamos la emoción a la cama. Una mujer enojada, triste, angustiada, no conectada, es muy difícil que le pongan la mano en la teta y active. Buscar darle la vuelta y decir: “Tengamos un amor romántico, mimémonos un poco más, conectémonos con un proyecto, apaguemos la tele y encontrémonos solos”.

—Eso es empezar a hacer algo: hablar del tema, suma.

—No guardarse las cosas y no enojarse, porque esa es otra: no le digo que no tengo ganas porque va a pensar que no lo quiero más. No le digo que no me gusta que me toque así el pezón porque va a pensar que no me gusta que me toque. No. ¿Cómo sabe la otra persona lo que te gusta y lo que no te gusta? Se puede hacer con idioma no gestual. Es más, hay un juego de dados: un dado dice morder, pellizcar, lamer, acariciar, besar y el otro dice oreja, mano, teta. Uno tira los dados y le toca “besar” “cola”. Si a vos no te gusta eso, que tenés todo el derecho, es tan sencillo como tirar de nuevo los dados entonces tu pareja mira la situación y ve. Vos no se lo dijiste, pero se lo dijeron los dados. Si yo tiré de vuelta es porque no me gusta el “69” y no se lo pude decir nunca. Según mi Instagram, el 53% no le gusta hacer el “69”. Uno cree que pone posiciones, o que gime o que habla en la cama, y resulta que la otra persona dice “que se calle”. ¿Cómo hace el otro para saber lo que te gusta? Si vos no sabes cómo decirle a la otra persona qué te gusta y qué te calienta, es muy difícil. Cuando perdemos el deseo, se descubrió que las mujeres tenemos que excitar para desear, no es el revés. No deseamos y después nos excitamos. Nos tenemos que calentar con una película, con un mensajito, con una música, con algo que vos sientas que te caliente. Que te rasquen la espalda, que te toquen la axila. ¿Pero qué pasa? Hay tantas veces que no sabemos ni qué nos gusta a nosotras que tampoco podemos decirle al otro. Y los hombres tampoco. Hay cosas tan divertidas para hacer en el camino del redescubrimiento sexual que está buenísimo desde ahí tirar los estereotipos, porque no a todo el mundo le gusta lo mismo.

—¿Qué pasa cuando en una pareja la frecuencia sexual es muy diferente?

—Cuando una va a empezar a tener una frecuencia que no tiene ganas de tener, no la va a pasar bien. Una vez puede pasar, una segunda también; el tercero te va a ir mal porque las emociones van conjuntamente a lo que no tenemos ganas y que, de alguna manera, nos estamos sometiendo. Por lo tanto, aceptar una frecuencia que no tenemos ganas de aceptar no es el camino. Vos no sos la misma este junio que en febrero del 2019, y por ahí ahora tu frecuencia no es la misma que tenía ganas de tener hace tres meses. Las frecuencias pueden variar. Puede ser que las mujeres tengan muchas más ganas que los hombres. El hombre también a veces no tiene ganas y hay que permitirlo también. Hay que charlarlo, no hay que enojarse porque nos digan que no tienen ganas de tener ganas en ese momento. Por supuesto, también sucede que es muy doloroso que sea compatible estar con una persona que todo el tiempo te dice que no. Cuando una persona te dice que no todo el tiempo, probablemente sí hay que hacer una consulta con un tercero. Si es algo que ya no se puede manejar, es algo que daña muchísimo el autoestima, que no se entiende, que las dos personas sufren, y esto es algo donde hay que trabajar: el encaje. Pero siempre partiendo del “no te enojes porque no te lo hago a vos”. Es algo que me pasa a mí, que hasta por ahí lo sufro, pero es algo que tenemos que conectar porque no estamos en una misma sintonía en este momento. Ahí hay que estructurar y ver cómo una frecuencia nos puede servir a los dos para poder progresar como pareja. Porque si no hay, violencia.

—¿La perimenopausia puede influir en no tener ganas o estar racional?

—Los estrógenos son una gran arma y alimento de nuestro deseo, como la testosterona para los hombres. En la perimenopausia el estrógeno sube y baja hasta que en la menopausia empieza a bajar bastante. En el cerebro siempre es excitatorio el estrógeno, y la realidad es que cuando empieza a bajar, empieza a haber un cambio en nosotras. Pero de ninguna manera es el único factor. Como dice una compañera: “La sexualidad no se jubila nunca”, y yo agrego que “no tiene vencimiento”. Hay muchísimas mujeres que a los 50 empiezan a tener una sexualidad que nunca en la vida tuvieron. No es la culpa solo de los estrógenos. Estos producen más sequedad, más irritabilidad, producen sofocos que te sacan del momento, pero es un momento, una etapa donde con una ginecóloga que entienda del tema vas a ir bien y puede sumar a un estado general que tiene que ver con cada persona.

—¿Funciona el chip sexual?

No está aprobado por la ANMAT para uso en aumento de deseo sexual en las mujeres, por lo tanto nosotros no lo recomendamos de ninguna manera. Es una hormona que no podemos medir cuánto influye en cada persona, es una hormona que no se puede sacar y puede tener efectos adversos. No se usa para aumento de deseo.

—¿El hipertiroidismo puede hacer que no se tenga ganas de tener relaciones?

—El hipertiroidismo es un estado que se trata y no debería estar mucho tiempo. Es completamente común que cuando estemos en un momento de una patología baje el deseo sexual.

—¿Qué pasa cuando la pareja no tiene erección?

—Quiero dar un consejo con respecto a esto: la disfunción sexual masculina es algo bastante frecuente. Lamentablemente es muy frecuente en jóvenes, que les pasa la mayoría de veces por algo emocional. Creen que siempre tienen que rendir y, porque alguna vez les pasa que no se les para, empiezan un círculo vicioso de “tengo miedo de que no se me pare”, “voy a tomar la pastillita azul”. A veces tienen tanto miedo de que no se les pare que eyaculan rápido. Y si uno tiene dudas porque le pasa frecuentemente, a tu marido, a tu pareja, a vos mismo, fíjate si te pasa que de noche te levantás con erección, porque si esto sucede, lo más probable es que sea emocional. Si esto no sucede, hay que ir al cardiólogo y al urólogo porque puede ser un aviso de que puede ser un problema cardiovascular. Ojo con eso.

—¿Las pastillas anticonceptivas bajan la libido?

—Todas las pastillas, anillo o parche, inyectable o implante, van a producir el mismo efecto: inhibirte la ovulación. La pastilla es como el novio o la novia: a vos te va a caer bien uno y a otra le va a encantar otro anticonceptivo. A vos puede producirte sequedad vaginal, a mí náuseas, y a ella le va perfecto porque no le duele más la menstruación y le salvó la endometriosis. Es verdad que a algunas personas les puede bajar la libido, dar resequedad vaginal y hay que rotarlo.

—¿Es bueno dormir sin ropa?

—Está bueno en algunos casos, pero no se tiene que dar sí o sí para dormir. Tenés que dormir como te sientas cómoda.

—¿Cuál es la relación entre la vacuna contra el COVID-19, los anticonceptivos hormonales y el embarazo?

—Las ginecólogas estamos muy preocupadas con respecto a esto porque la gente se ha dejado de vacunar porque toma anticonceptivos y ha dejado, peor aún, los anticonceptivos hormonales para vacunarse, por miedo a una trombosis supuesta. La (vacuna de) AstraZeneca que mostró que tuvo cinco trombosis en un millón de personas. Tuvo un mecanismo trombótico en personas que no tenían nada que ver con que tomaran anticonceptivos o no, y que no tiene nada que ver con el mecanismo trombótico supuesto de un anticonceptivo con estrógenos. Nada que ver. Ese síndrome raro que es el síndrome de la trombositosis por bajas plaquetas es un anticuerpo cruzado por un factor plaquetario, lo que se da en 5 personas en un millón. Es mucho más frecuente la trombosis por contagiarse coronavirus, por subir a un avión, por quedarte embarazada o tener un puerperio, que por la toma de anticonceptivos, a que te vacunes. Nada que ver. En el estado actual de los conocimientos, pedimos por favor que nadie deje la toma de anticonceptivos para vacunarse. Que nadie se deje de vacunar porque toma anticonceptivos. Que la gente que tiene trombofilia, si está preocupada, hable con su médico, porque el mecanismo del problema que demostró la AstraZeneca con la coagulación de la trombosis no tiene nada que ver con las trombofilias heredadas que la gente tiene. Por otro lado, estamos recomendando la vacuna a las embarazadas porque se vio que van a tener muchísimo más riesgo como cualquier persona de adquirir el Covid que de vacunarse. Ahora, si me preguntás si estamos seguros de que un feto va a tener el día de mañana trastornos por la vacuna, no estamos seguros porque no se sabe, no hubo tiempo. Lo que sí se sabe es que quienes quedaron embarazadas en Fase 3 de estudios, y que de repente después tuvo fetos, por ahora estos no tuvieron ningún tipo de problema y en el amamantamiento, los anticuerpos de la gente que se vacuna pasan al feto y eso es muy bueno. Ahora no hay ninguna contraindicación para que una embarazada per sé, por estar embarazada, se vacune. Si la embarazada decide no hacerlo por sus circunstancias está perfecto también, porque lo va a hablar con su médico. No hay una bajada de que la embarazada no se puede vacunar o que no podés buscar un bebé si te vacunaste, o si tenés que dejar los anticonceptivos con estrógeno porque esto realmente es una pérdida con respecto a la salud pública.

—¿Recomendas el uso de la copa menstrual?

—Sí, la recomiendo totalmente. Es un material siliconado que no adhiere los gérmenes. Más del 70% de las mujeres que la prueban les gusta. Hay que ver el tamaño e higienizarse muy bien las manos antes de usarla. Las toallitas o los protectores diarios que se usan todos los días le hacen muy mal a la vulva. Por ahora la copa se vio que no altera el PH. Por supuesto que el tampón también se puede usar sin ninguna duda. No hay que dejarla más de 12 horas, el tampón tampoco. Y para mantener la buena higiene hay que hervirla cada ciclo menstrual. Manipularla tranquila y no a las apuradas. Se puede doblar, permite conocerse su propio cuerpo, es un muy buen método.

—Para ir cerrando y volviendo al sexo, ¿Cuáles son los puntos de placer del hombre y la mujer?

—Mucha gente piensa que el ano, que es una zona erógena hermosa de todo ser humano, se condice con homosexualidad si al hombre le gusta. A la mujer la asusta mucho. Sin embargo, como el ano, también podemos tener axilas, tetilla, teta, detrás de la rodilla, las nalgas, los muslos internos, los genitales, el cuello. Hay tantas zonas erógenas como personas. Quiero desterrar el mito del dibujo de la mujer, que tiene millones de flechas marcando sus puntos erógenos, y el hombre todos al pito y al escroto. El hombre también disfruta de muchas otras cosas. Permitámosle que nos pida que le acariciemos otras cosas.

—¿Algo más para agregar?

—Confiemos en las emociones de cada una: no se juzguen por no tener ganas, ni por tener muchas ganas. No prejuzgar qué le pasa el otro o a la otra. Comunicarnos, primero con nosotras, después con el de enfrente. La comunicación abre puertas al disfrute. Es muy difícil disfrutar cuando uno está tenso. Por eso, en la cuarentena, en la no comunicación, en la violencia, en el sometimiento, no hay disfrute. El placer se libera cuando uno puede mirar a los ojos abiertos.

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