Pamela David habló con la alquimista Natalia Barrera sobre el vínculo paterno: “Si no tenés un buen ejemplo de papá, crealo”

En las vísperas de la celebración por el Día del Padre, la conductora aborda -en una nueva entrega de su ciclo PamLive- las claves de esta relación fundamental

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Pamela David, con Natalia Barrera (Video: PamLive)

Este domingo es el Día del Padre. Los vínculos familiares suelen ser complejos y difíciles, por eso, esta fecha puede ser una buena excusa para revisar lo que nos pasa con nuestro papá. En este nuevo encuentro de PamLive, Pamela David conversó con la alquimista Natalia Barrera. La alquimia es una antigua práctica que nos brinda un espacio para pensar en el arquetipo, trabajar sobre los patrones familiares y, sobre todo, aprender a crecer para soltar la dependencia emocional que muchas veces padecemos. ¿Cuánto influye tu papá en vos?

—¿Cuánto nos influye en nuestra vida la relación con nuestro padre?

—Lo más importante es entender que una cosa es la relación con el padre, porque a veces el padre que nos tocó no es el indicado. A veces nos abandonó, a veces murió, a veces fue violento. Aparte de ser un padre es una persona que vivió sus situaciones y también muchas veces somos parte de un error: nuestro padre no nos quiso, nos rechazó, o quizá rechazó a nuestra madre y, en esa separación, el hijo también fue rechazado. Pasa muchas veces cuando se dan los divorcios o separaciones: el padre no se hace cargo, deja a los hijos de lado, se produce la ausencia de la figura paterna. La relación no la podemos cambiar porque no podemos cambiar al otro. Nuestro padre es como es. Si no nos quiere, si no quiere hacerse cargo de nosotros, si te rechaza, fue malo, tienen diferentes estructuras mentales, creencias, estás “en choque con”, porque quizá lo tuviste pero te llevas mal. Antes pasaba mucho que los matrimonios se soportaban pero la relación no era buena, y sigue pasando. Lo más importante para entrar a sanar es relajarnos porque yo no necesito tener una buena relación con el padre para tomar al padre. Para usar esa energía que me viene de mi papá, que es la mitad mía, porque yo soy mitad mamá y mitad papá: el entero me trajo aquí. No puedo rechazar a mi padre porque estoy rechazando esa parte en mí y eso me va a traer problemas. ¿En dónde? En lo que es el arquetipo del padre: me va a traer problemas en el trabajo. El arquetipo del padre, el símbolo, es el proveedor: el dinero, el trabajo. Entonces pasa muy a menudo esto: “Mi papá no tuvo tiempo para mí”, sea porque trabajaba todo el día, porque no estaba, entonces quizá yo en el trabajo diga: “Lo único que quiero es tener un trabajo donde tenga tiempo libre”. Ese deseo de tener tiempo libre me viene de la vida infantil, de no haber pasado tiempo con mi padre. El trabajo es un símbolo del padre como también la valoración, es decir, el tema de cuánto dinero gano, si me siento valiosa en mi profesión, como persona, porque el padre es el que nos lleva a crecer, a madurar. El padre es muy importante para pasar del aspecto infantil al adulto, es decir, la mujer o el hombre. Cuando no pudimos tomar el arquetipo de padre pasa que nos quedamos en ese lugar infantil, donde lo proyectamos en la pareja, en el trabajo, o en el disfrute. Por eso el domingo es el día del sol, en veneración al padre, y si yo les pregunto cómo se sienten ese domingo, me dirán que da melancolía, tristeza, porque a todos nos falta un arquetipo de padre con la talla del sol: grande. Nuestro padre es un hombre, es lo que pudo hacer. Generalmente nosotros queremos más, queremos crecer, y para poder hacerlo tenemos que aprender este arquetipo que nos va a ayudar a entender que la palabra soltar tiene un gran código oculto. Viste que muchas personas se tatúan soltar o se la pasan diciendo “hay que soltar”. La palabra soltar significa, literalmente, “no puedo soltar a mi mamá”. No puedo tomar al padre y ahí crecer y tener relaciones más saludables desde un lugar adulto donde se comprometen conmigo y no me abandonan. Estoy repitiendo un patrón emocional, que es de mi madre. El error tiene que ver con la creencia: cuando muchas veces en las relaciones, que son relaciones toxicas con nuestros padres, literalmente te dicen “vos no fuiste deseada”, “vos fuiste un error”, “fuiste un accidente”. Y después abandonan a la mujer; esto pasa cuando quedan las madres solteras. Crecemos con el mito de que “para mi papá yo fui un error”, “yo no debería de estar acá”. Esa parte está en mí, la tengo que sanar porque la voy a proyectar ya que es una parte mía también.

—¿Cuál es la importancia de soltar? ¿Por qué habla de nuestras madres?

—Lo que nos dice nuestro inconsciente es que nuestra madre nos da todo, por eso hacen de padre y madre. Es tan dadora de vida que es capaz de transformarse en ese arquetipo que nos falta para hacernos crecer. Pero la verdad es que la madre sola no puede. No puede dar una vida ella sola: falta el espermatozoide. Y esa parte es fundamental para que el hijo pueda madurar y pueda despegarse de ese amor dependiente muchas veces, que la madre da por ser dadora de vida. Es nuestra naturaleza. La madre siempre va a dar.

—¿Qué pasa cuando la relación con nuestros padres no es la ideal?

—Hay un tema: la pareja va a proyectar en el hijo lo no resuelto en la pareja. Los hijos terminan siendo ese lugar de sombra de lo no resuelto en la pareja. Cuando el hombre deja a la mujer, la deja con los chicos también como si fueran solo de ellas. La mujer se enoja, se frustra porque dice: “Son tus hijos también, hacete cargo”. El hombre no quiere porque no puede dividir la mujer de los hijos. Esto es porque es un hombre inmaduro. Tampoco pudo tomar a su padre, tampoco pudo crecer. Por eso las infidelidades, el no poder llevar el compromiso de la familia, hacerse cargo de ese rol paterno: muchas veces el hombre no lo puede hacer porque tampoco pudo soltar a su mamá. Se repite este patrón de que sobran muchas madres pero faltan padres. Y cuando falta el arquetipo paterno, lo que nos va a faltar es dinero, trabajo, y también esto de poder accionar. Cuando hay mucho miedo a avanzar es porque todavía estamos en ese aspecto infantil y no pudimos tomar un modelo de padre que nos pueda hacer un entero. Nos falta esa otra mitad que muchas veces nos hace estar enojados porque nuestra madre, desde su mejor lugar, nos enseña a mirar la vida con sus ojos y por ende, lo que dice del padre, ella, como mujer, nosotros lo aprendemos literal y entonces miramos de la misma manera a ese hombre. Pienso en mi papá como mi mamá piensa de él. Yo no tuve un pensamiento propio con mi papá porque siempre mi mamá estuvo en el medio de la relación. O sea, yo no estoy sola con mi papá para poder saber. La madre muchas veces, con tal de proteger al niño, como ella fue herida en esa relación no nos deja conectar, pero no porque no quiera: ella quiere, pero su inconsciente no. Porque por ahí con ella vivió la violencia, vivió la frustración y tiene miedo de que nos haga lo mismo a nosotros. Ella no puede dividir los hijos. Por querer protegernos, nos está poniendo ese límite de “no te doy tanto permiso para conectar con papá”. Ahí comienzan los primeros roces. Es inconsciente. Las madres quieren lo mejor para los hijos. Pero no puede dividirse de la relación amorosa que vivió con él y se sigue proyectando esa historia.

—Llega el Día del Padre. Esto nos invita a revisar cómo es la relación con ellos. Y una vez que lo ves, ¿cómo podemos aprovecharlo?

—Tengo que saber si todavía me quedé en la mirada de mi madre y quizá no pude conectar con mi propia mirada sobre mi padre. Lo primero que tengo que hacer es escribir qué pienso yo de mi papá. ¿Qué pienso de mi padre? ¿Qué visión tengo de él? Después de escribirlo, pienso en cómo es la visión de mi madre hacia mi padre, y si es igual o parecida, yo ya sé que estoy atrapada en la mirada de mi mamá, y eso no me hace crecer porque no pude conocer otra versión de mi padre: estoy viendo la versión de mujer con mi papá y no la de hija. No pude conectar. Yo me quedé en el aspecto infantil y no puedo soltar el arquetipo materno que me lleva a repetir los estados emocionales, que no me ayuda a madurar, a crecer y, quizá, a tener relaciones distintas a la de mi madre. Por amor a mi mamá intento ser fiel a ella. Ser fiel a ella implica que si mi papá rechazó a mi mamá yo también lo voy a hacer.

Es inconsciente y muchas veces no lo podemos ver.

—Claro. Podemos hacer un ejercicio con una frase sanadora. Imagínate a tu mamá, ahora que mirás a tu papá desde los ojos de ella, y decile: “Mamá, te pido permiso para amar a mi papá tal y como te amo a vos. Perdoname si pensás que dejo de serte fiel por conectar a mi papá”. El niño piensa que nuestra madre se va a enojar conmigo si yo me llevo bien con mi papá o si yo no tengo la misma mirada, si a mí no me pasa lo mismo.

—¿Esta frase hay que decirla en voz alta? ¿Por qué es importante?

—Sí, para escucharte, porque se te mueven cosas cuando te escuchás. Hay una parte en la cual mamá reprochaba a papá y quizá seguían casados, pero se peleaban siempre por algo. Eso por lo que peleaban, quizá hoy es tu cruz. Quizá peleaban por dinero, por no tener plata, y hoy vos estás peleando por lo mismo con tu pareja. Si tu madre le reprochaba a tu padre por el dinero, quizá hoy estés viviendo la desvalorización en el trabajo por no reconocer el trabajo de tu papá. Es decirle a papá: “Papá, quizá para mamá no fue suficiente el dinero que traías pero para mí lo es todo”. Eso a mí me hace valorar a mi padre. Es decirle: “Para mí nunca fue poco lo que me diste, me alcanzó con esto. Lo que me falta, lo que no tuve, ahora que soy grande y lo tomo por mi cuenta, no te voy a seguir reprochando lo que no pudiste, pero para mí fue todo. Para mamá, no. Ella es grande y necesitaba otras cosas”. Porque el niño lo que quiere es el contacto, el plato de comida, no le interesan otras cosas. Cuando escuchás sus peleas, no entendés cómo se pueden pelear por eso. Después, cuando crecés, lo haces con el programa de que “si el hombre no tiene dinero no es buen hombre”, y eso te separa del amor. Porque el amor es una construcción de la pareja. Es muy duro entender que el padre es el símbolo del proveedor, y que en realidad su función está en base al dinero, y en la separación se ve. Se pone al símbolo del padre en función de cuánto da o cuánto gana.

—Son muchos los mensajes que hablan de las relaciones con padres violentos, adictos, o que no los quieren amar.

—El tema es la relación y el vínculo. La relación es el señor ese que es tu papá, que tiene ciertas conductas que son reflejo de lo transitado en su vida. Violencia, adicciones, rechazo. Ese es el personaje, pero no es el padre. El padre es la vida que me dio. Ese es el vínculo. Yo no tengo que tener una relación con mi padre porque quizá es un abusador y abusa. “Vos sos tóxico para mí, me hacés mal”. Divido la relación, que es lo que mi papá transita con sus conductas que yo no quiero, poniendo limite desde un lugar maduro: “Así, no”. Pongo un parate, pero sí tomo el vínculo, la vida, más allá del personaje. Yo soy mitad de mi padre. Entonces si yo no lo amo y asocio que lo tengo que amar con todo, digo “no”. A vos te pueden gustar o no ciertas cosas, pero el amor va en tomar la vida que te viene de él. Si rechazo todo lo del padre, rechazo ese 50% en mí. Ese 50% que está bloqueado me va a afectar en el dinero.

—Son muchos los casos de ausencias de padres. Sienten que no tienen que pedirle perdón ni sanar ninguna relación. Pero es algo inconsciente que te afecta, por ejemplo, en el trabajo…

—Cuando nosotros rechazamos al padre, nuestro inconsciente no reconoce lo real de lo simbólico. Nosotros venimos de papá y mamá, entonces el inconsciente dice: “Lo que rechazo afuera, lo rechazo adentro”. Y voy a rechazar el todo. Es decir, el padre, ¿qué es lo que nos da? ¿Para qué nos sirve? El arquetipo paterno sirve para lo que viene después de la niñez: conectar con la sexualidad desde el disfrute, con la mujer y el hombre. El dinero, crecer en nuestra profesión, saber lo que queremos, crecer en una relación, tener relaciones maduras. La palabra “maduración” es papá. El padre nos lleva al disfrute y a la maduración. Cuando nosotros no podemos tener el disfrute que queremos es porque nos falta el arquetipo paterno, y no depende del señor de esa relación, porque puede estar muerto, ni siquiera sabe que existo. Entender que aunque no lo conozca, hay una mitad de él en mí. Y esa mitad es la que me lleva a crecer y a madurar. Lo que puede hacer mi mamá, para darme una clave hacia el crecer, es contarme lo bueno, porque en algún momento hubo algo bueno. Es decir, para tener una relación sexual, algo bueno tuvo que pasar entre ellos. ¿Cuál es la parte buena? ¿Qué cosas buenas tengo de papá? Quizá te respondan: “Sos hermosa igual que tu papá”, “Hablás igual que tu papá”. Porque tenemos cosas de papá y, si las rechazamos, nos estamos rechazando también porque son nuestras. Cuando podemos integrar ambas energías, nosotros podemos crecer en cualquier cosa que queramos, y también conectar con el disfrute y el deseo, porque el padre es el arquetipo de deseo. No concretamos nuestras metas porque nos faltó una figura paterna. No se trata de tener un papá, si no de entender que venimos de un papá. Venimos de un papá. Si no tenés un buen ejemplo de papá, créalo.

—¿Cómo se hace?

—El inconsciente es muy sabio. Lo vamos a crear a través del trabajo. ¿Qué hacés en tu trabajo? ¿Qué acciones hacés en tu trabajo? Eso que hacés es lo que te viene de tu padre. Sanamos a través del trabajo, y a veces estamos enojados con el trabajo porque es un espejo de nuestra relación con nuestro padre. Si yo me amigo con mi trabajo, con mi profesión, yo ya me amigué con mi padre. Es más fácil. Si tu papá ya no está, saná el vínculo en tu trabajo. Si logro tener una buena relación con mi trabajo, estoy sanando al padre a través de ese símbolo. Ahí yo puedo crecer, madurar y valorar. Si estoy en un trabajo donde no me valoran, es porque seguramente tengo una historia de que mi papá no me valoró o se desvalorizó el trabajo de mi papá. Cuando las mujeres quedan solas con los hijos, es porque de manera transgeneracional los hombres no fueron buenos, entonces la solución biológica es sacarlos, se castran a los hombres y se buscan hombres que tengan hijos pero que abandonen para que la mujer pueda estar sola. Todo es una solución del “atrás” para reparar una herida que quizá es de nuestros abuelos. Preguntémonos qué nos pasa hoy en nuestra pareja, o con nuestros hijos, que en realidad es la solución de mi abuela o de mi mamá, y podremos entender que lo que nos pasó fue por un amor aún más grande. ¿Por qué yo me enamoro de un hombre que me deja sola o que no está disponible para mí o mis hijos? Porque primero estuvo lo que yo tenía que sanar en mí familia. Todos venimos con una misión transgeneracional. A veces nuestro mayor dolor es nuestra mayor expresión de amor hacia nuestros padres y nuestro linaje.

—No vivimos nuestro verdadero amor por reparar el pasado…

—Cuando podemos sanar y tener una mirada integrativa de que no hay errores, de que me quedo sola porque es una solución, y esto me pasa por una solución de más atrás, logro ver con otros ojos esto, y me doy cuenta de que estoy sanando, ahí puedo conectar con otro padre. Tenemos dos padres: el padre que nos tocó y el padre que nos pone un camino llamado espiritual. Por eso a Dios se lo pone como el padre. ¿Por qué Jesús, que fue un gran iluminado, puso al Padre en ese lugar de Dios? Porque el arquetipo de padre es un orden, es el cosmos. Es ese orden que nos quita, que nos sana y que nos conecta con algo superior. Por eso en la antigüedad se ponía al sol como el padre. Entonces, cuando sanamos la relación con nuestro padre, nos vamos a encontrar con el otro arquetipo de padre que es el espiritual, el que todos tenemos, el que nos va a hablar de nuestra misión como espíritu, como alma, como ser, eso que venimos a hacer. Ese padre me va a revelar no lo que yo vine a hacer como ese proyecto de familia sino el otro proyecto, el de mi alma. ¿Por qué vine después de un abuso? Porque hay un proyecto superior. Esa es la misión que vinimos a cumplir todos. ¿Cómo descubro esa misión? Los egipcios lo tuvieron claro: los sonidos te van a buscar hasta que te encuentren y entonces se producirá la unión para generar tu alma y el apellido que te otorguen será la clave para que sepas lo que viniste a hacer. Por ejemplo, vos sos Pamela David. Pamela significa miel. La abeja es un símbolo de los templarios, es decir, los Caballeros de Cristo, los que llevaban el mensaje de Jesús. El símbolo de María Magdalena. Y David es de los hebreos, del Rey David. Vos, cuando decidiste no hacer más televisión, lo que hiciste fue tomar a tu padre. Tomar al otro nivel de padre. Gracias a tomar eso pudiste atravesar los dolores que, si no hubieras tomado esa decisión, no lo hubieses soportado. Era el momento indicado. Todo es perfecto. Los apellidos vienen porque en la Edad Media: había cinco Juan, el de la colina, el del valle, etcétera. Dependiendo de los lugares, los oficios o el trabajo, se los nombraba, y ahí se empiezan a crear los apellidos. Por ejemplo, mi apellido es Barrera: es porque estaba cerca de donde había una barrera. Pero aparte Barrera tiene una etimología hebrea que nos habla del hijo. Bar es hijo, en hebreo. El estudio de nuestro apellido nos va a llevar al origen de nuestros ancestros pero también al origen de esa parte espiritual por la cual todos nos conectamos a estas cosas. Estamos en una gran apertura de decir “yo quiero algo más”, que no es el dinero o una pareja: es despertar al padre. Un padre que es un símbolo que ordena todo, que hace que te sincronices con cosas, con casualidades, esa magia que es imperceptible y que está en un nivel de consciencia cuando pudimos mirar la historia familiar y no vernos tan implicados en eso. Entender que la pelea entre papá y mamá recayó en mí, pero era de ellos. Mi papá no me rechaza a mí, rechaza a mi mamá, pero no puede dividir la madre de los hijos y me termina rechazando a mí. Pero mi padre no me rechaza. No puede soltar a mi mamá. Y por no poder soltarla, no puede conectar conmigo. Y ahí empieza la historia: cuando empezamos a verlo con otros ojos.

—Sea cual sea la relación con ellos, algo nos dejó. Y marca inconscientemente nuestras decisiones personales.

—Es unirnos a eso. Papá y mamá: la historia de ellos no importa, es la vida que me viene a través de ellos. Mi papá lo único que tenía que hacer era darme la vida en un tiempo, la tomo, y la relación simplemente es del ego porque mi papá no puede darme lo que no tiene.

—¿Qué pasa si el padre se va y los hijos no se crían con él?

—Cuando los padres se alejan y nunca más aparecen es porque en realidad esa madre, esa mujer, era en realidad todo lo que ellos necesitaban para crecer. Como el hombre no quiere crecer se aleja, porque esa mujer era la solución a su conflicto para crecer. Muchas veces detrás de ese abandono, hay un amor castrado. Por eso los hombres se alejan cuando hay mucho compromiso porque todavía están en ese aspecto infantil. Quieren jugar porque quizá tuvieron dentro de su familia esto de que la familia es aburrida, las parejas sin amor, entonces asumen que es en la libertad donde el amor crece y se experimenta. Detrás de todo eso hay un hombre que tiene miedo a esa mujer, y por eso se aleja. Porque esa mujer lo va a hacer crecer y él no quiere.

—¿Por qué es importante hacer este trabajo de consciencia?

—Yo soy 50 mamá y 50 papá, con lo bueno y lo malo. La historia entre ellos dos queda en ellos. A mí nadie me rechazó. La vida viene a través de ellos y yo la tomo, así como viene. Tomo esta fuerza y hago algo bueno con ella y sé que a mí nadie me rechaza. Si mi papá no conecta conmigo es porque le tiene miedo a mi mamá. No quiere estar con ella y asume que si me da dinero a mí, le da dinero a ella, entonces quiere cortar la relación y la única manera es excluirme. Entonces digo: “Bueno, no pudiste, pero yo sí puedo tomarte. Yo no necesito verte para tomarte”. A mí lo único que me interesa es la vida que me viene de él. Por algo necesito de su sangre, de su ausencia. Es parte de lo que vine a sanar también. Vine a no tener padre para poder encontrar la manera de armar un padre desde otro lugar. Porque quizá no hubo buenos padres, entonces la solución es que la madre se quede sola.

—¿Qué pasa cuando tenemos arraigado una relación genial con nuestros padres? ¿Tendemos a imitar?

—Como niños, no queremos superar ni a mamá ni a papá. Eso a veces nos lleva a la culpa. Cuando somos mejores nos sentimos culpables por tener algo que ellos no pudieron. Muchas veces nosotros pudimos y ellos no. Te hace sentir un poco mal porque decís: “Estoy teniendo todo”, y en realidad somos resultado de ellos dos. Lo mejor que podemos hacer este Día del Padre es decir: “Papá, yo llegué hasta donde llegué por el ejemplo que vos me diste, y el ejemplo que me dio mi mamá. Fuiste un buen padre, porque me hiciste creer en mí misma”. Porque el padre es el que nos eleva la autoestima. Agradecer nos lleva a crecer. Confiar. Si tuvimos un buen padre nos va a ir bien porque vamos a tener confianza en nosotros. Nos pone al límite porque cree en nosotros.

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