
Alexandr Wang, cofundador y director ejecutivo de Scale AI, aseguró que no planea tener hijos hasta que tecnologías como Neuralink consigan una fusión efectiva entre el cerebro humano y las computadoras.
Así lo manifestó en una reciente entrevista para el Shawn Ryan Show, en la que examinó junto al creador de contenido el futuro de la inteligencia artificial y sus consecuencias en la evolución humana.
Wang, considerado uno de los talentos prometedores del sector tecnológico, justificó su postura en la velocidad con la que la IA progresa y el desfase con respecto al desarrollo biológico humano.
Por qué el genio de la IA espera el avance tecnológico para tener hijos

Durante la conversación, Wang destacó la importancia de la neuroplasticidad en la infancia. Según sus palabras, los primeros siete años de vida son determinantes, porque el cerebro infantil presenta la mayor adaptabilidad para integrarse con herramientas disruptivas como las denominadas interfaces cerebro-computadora.
“Los niños que nazcan con Neuralink aprenderán a usar la tecnología de formas sorprendentes”, afirmó el ejecutivo. De este modo, plantea un escenario en el que las decisiones personales sobre la paternidad y la crianza se condicionan a la llegada y consolidación de ciertas innovaciones tecnológicas.
El directivo está convencido de que solo mediante la integración directa con dispositivos avanzados puede garantizarse que nuevas generaciones aprovechen plenamente el potencial de la IA desde los primeros momentos de su vida.
Qué implicaciones tiene para el desarrollo infantil el uso de Neuralink

El directivo de Scale AI sostiene que la neuroplasticidad hace que las primeras etapas de vida sean óptimas para la integración de la tecnología cerebral. Durante esos primeros años, la exposición y utilización de interfaces cerebro-computadora permitirían a los niños incorporar el procesamiento digital como una extensión natural de sus habilidades cognitivas.
Este planteamiento se basa en investigaciones recientes sobre el desarrollo del cerebro humano, las cuales demuestran que la estructura neuronal es especialmente permeable a nuevos estímulos hasta aproximadamente los siete años.
Al igual que aprender un idioma extranjero resulta más sencillo en la niñez, el uso de tecnologías de interfaz directa podría asentarse como una competencia básica si se introduce en esa etapa.
Cómo viven actualmente los pacientes con implantes cerebrales de Neuralink
El caso más emblemático es el de Noland Arbaugh, el primer paciente humano en recibir un implante cerebral desarrollado por Neuralink, la empresa de neurotecnología dirigida por Elon Musk. Arbaugh, quien quedó tetrapléjico tras un accidente en 2016, experimentó por primera vez en enero de 2024 el potencial de esta tecnología.
Según reportó la BBC, desde el momento de la cirugía ha logrado controlar una computadora únicamente con sus pensamientos. Este avance le ha permitido recuperar actividades que daba por perdidas, como escribir, navegar por internet y jugar videojuegos.
Arbaugh expresó: “Ahora les gano a mis amigos en los juegos, algo que realmente no debería ser posible, pero lo es”, aludiendo al regreso de una faceta clave de su vida social y personal.
El dispositivo, de 23 milímetros de diámetro y 8 milímetros de grosor, cuenta con 1.024 electrodos que transforman las señales eléctricas cerebrales en acciones digitales. Esta autonomía parcial representa, en palabras del propio paciente, una forma de recobrar dignidad y participación en la vida cotidiana que creía perdida.
Cuáles son las dificultades y los riesgos de los chips cerebrales como Neuralink

Los avances en interfaces cerebro-computadora no están exentos de obstáculos. En el testimonio de Noland Arbaugh se evidencia que el proceso implica desafíos significativos: en una ocasión, el implante falló y perdió la conexión con la computadora, lo que generó episodios de angustia intensa.
Los ingenieros de Neuralink ajustaron el software, logrando restaurar y posteriormente optimizar la comunicación cerebral con el sistema. Asimismo, a cada paso surgen interrogantes éticos y técnicos.
El neurocientífico Anil Seth, de la Universidad de Sussex, alertó en declaraciones recogidas por National Geographic sobre los riesgos para la privacidad: “Cuando permitimos que la tecnología acceda a nuestra actividad cerebral, cedemos algo más que control: entregamos lo que pensamos, sentimos o creemos”.
La exposición total de la vida mental del individuo plantea cuestiones delicadas sobre los límites de la autonomía y la protección de los datos personales.
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