"Un año sin mi hijo": la desgarradora historia de la madre del rugbier Genaro Fortunato

Hoy se cumple un año de la muerte del rugbier mendocino, quien fuera arrollado por su novia Julieta Silva. En su primera entrevista a fondo, Graciela Linares cuenta a Infobae quién era su hijo menor y cómo cambió su vida desde el trágico suceso ocurrido en la ciudad de San Rafael

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Graciela Linares, durante el juicio contra Julieta Silva
Graciela Linares, durante el juicio contra Julieta Silva

Es una cita obligada. Al menos una vez por semana, Graciela Linares acude a una de las principales piletas comunitarias de la ciudad mendocina de San Rafael para perderse debajo del agua. Busca ese momento íntimo y personal, encontrarse con ella misma. En silencio. Es su principal método de escape a la ruina emocional que vive desde hace exactamente un año, cuando ocurrió la muerte del menor de sus cuatro hijos, Genaro Fortunato, en unas condiciones tan trágicas como inexplicables.

"A mí me hace bien nadar. No me tortura la cabeza con todo lo que me pasó en el último año, sino al contrario. Te sentís sola en el mundo en esos momentos debajo del agua. Te encontrás con vos misma y tratás de conectarte desde otro lugar a todo lo que te está pasando", reflexionó la mujer, en un diálogo telefónico íntimo con Infobae.

Genaro Fortunato tenía 25 años
Genaro Fortunato tenía 25 años

Precisamente hoy se cumple justo un año de la muerte de su hijo menor, Genaro. Un año sin el joven rugbier de 25 años que perdió la vida arrollado por su entonces novia Julieta Silva y apenas pasados seis días de que la justicia mendocina calificara el hecho como un accidente y aplicara una pena leve contra la responsable del trágico suceso.

En medio de la incertidumbre, el dolor que insiste dentro y un sentimiento latente de impotencia, Graciela Linares abre su corazón por primera vez en una extensa charla con Infobae y narra cómo la pérdida de un hijo fue capaz de derrumbar todos los cimientos que había construido en su vida.

"Aunque sienta que me encuentro conmigo misma dentro del agua, ni siquiera ahí es imposible abstraerme del todo de la ausencia de Genaro. Es tenerlo presente en cada segundos, es armar imágenes suyas en mi cabeza. Recordar y rearmar esos momentos hermosos que vivió a nuestro lado, el tiempo que estuvo en este mundo", relata.

La madre de Genaro Fortunato vio cómo se derrumbó toda su vida durante todo el último año
La madre de Genaro Fortunato vio cómo se derrumbó toda su vida durante todo el último año

La voz de Linares suena tenue, amalgamada. Posee un abanico de recursos dialécticos. Su discurso deja más espacio para la rabia que para la congoja y la emoción. Es como si la coraza que mantuvo durante todo el año para evitar sus apariciones públicas todavía intentara sostener la firmeza de su estructura emocional.

Pero todo vuelve a resquebrajarse.

"Mi vida ya no es la que era. Perdí la frescura que tenía y ya no sé si la podré recuperar algún día. Yo nunca más voy a poder armar nuevamente el rompecabezas porque me va a faltar siempre una pieza", aseguró.

"La muerte de un hijo escapa a las leyes naturales. Nosotros nos tendríamos que ir antes que ellos y eso te cambia la cabeza. Hoy puedo decir que frente a esto, no hay peor cosa que te pueda pasar".

Linares ejerció la mayor parte de su vida profesional como docente en una escuela primaria en San Rafael. Desde la muerte de Genaro, todavía no pudo abandonar su licencia y retomar sus actividades. No encontró las fuerzas necesarias como para restablecer su vida.

Fortunato y Julieta Silva
Fortunato y Julieta Silva

En sus días reaparecen flashes de su relación con su hijo menor, el último en haber abandonado el hogar familiar para irse a vivir solo. "Decía que quería ser independiente, pero bueh… venía cada tres días con bolsos llenos de ropa sucia para que se la lavara y todas las semanas me pedía que le preparara algún tupper con milanesas o pastel de papas sus comidas favoritas. Además, todavía dormía varios días en mi casa", describe.

"Era un muchacho simple. Era un 'sangre liviana', un alma libre. Tenía cero conflictos, cero problemas con la gente. No era enroscado. De hecho, tenía una frase suya de cabecera que hoy repito todos los días: 'Todo problema tiene solución y si no la tiene es porque realmente no era un problema".

El dolor de Graciela Linares durante el entierro de Genaro Fortunato
El dolor de Graciela Linares durante el entierro de Genaro Fortunato

A Linares no le cuesta demasiado rememorar su primer encuentro con Julieta Silva. Ese que se dio apenas con miradas y mediante el amplio ventanal del living que da a la calle de la casa de la madre de la víctima.

"La primera vez que la vi habrá sido entre junio y julio del año pasado. Ella lo venía a buscar a Genaro varios días en la semana con su auto. No entraba a la casa, se quedaba allí y Genaro salía. Cruzamos miradas solamente. Ella tenía el vidrio bajo del auto".

"Mi hijo no me comentaba mucho del inicio de la relación, pero una ya intuía que estaba en algo. Una vez, estacionó el auto y Genaro agarró el termo, el mate y salió medio corriendo. Yo le pregunté en tono jocoso 'Eyy, ¿con quién te vas, en qué estás vos? Me sonrió, me miró y me dijo 'después te cuento'. A la noche de ese día me reveló que estaba empezando una relación con esta chica. Pero también me dijo que quería llevarlo despacio y con tranquilidad porque ella tenía ya dos hijos. Quería asumir el vínculo con responsabilidad, no como algo pasajero".

Entre el inicio de la relación de amor entre Fortunato y Silva y la muerte del rugbier, la madre de la víctima nunca llegó a mantener un diálogo con la novia de su hijo. "Mi parámetro era ver cómo estaba mi hijo. Y él estaba bien, feliz. Eso a mí ya me tranquilizaba. Ya hoy, viendo lo que dijeron los peritos psiquiátricos en el juicio sobre la personalidad de ella, me doy cuenta de que Genaro no tuvo el tiempo suficiente para terminar de conocerla y ver también quién era verdaderamente".

Genaro Fortunato
Genaro Fortunato

La noche del viernes 8 de septiembre estaba lluviosa. Antes de las nueve de la noche había comenzado a garuar y Graciela Linares pensó que el menor de sus cuatro hijos se quedaría a cenar en su casa y se iría a dormir temprano.

"Le pregunté si se quedaba a cenar en casa porque habíamos hecho un pollito a la cerveza al horno. Me dijo que se iba a cenar con Julieta y después venía. En esa madrugada, a las 4.30, iban a jugar Los Pumas contra los All Blacks de Nueva Zelanda. Por eso, me pidió que le dejara grabando el partido. Teníamos pensado ver el partido con él y mi pareja cuando Genaro se levantara el sábado. En esta casa se respiraba rugby durante cada segundo. Él se fue bien, contento. Nos dimos un abrazo y un beso, él estaba tranquilo".

Y continuó con su relato: "A las 8.30 del otro día empezó la peor pesadilla de mi vida. Mi hija Ariadna, que vive en Mendoza capital, me llamó nerviosa para que fuera a fijarme a la habitación si Genaro estaba durmiendo. Le habían dicho que Genaro había tenido un accidente"

"Generalmente, Genaro cuando volvía de salir me despertaba con sus ruidos. Siempre se preparaba algo en el microondas, no era cuidadoso de mantener el silencio. Pero como esa noche yo estaba muy cansada, pensé que no lo había escuchado entrar. Fui a la habitación, no había nadie. Empecé a llamarlo y me atendía el contestador de su teléfono. A los 20 minutos, Ariadna me volvió a llamar llorando, diciéndome que había sido Genaro el del accidente, que ya estaban dando los medios de acá. Ahí nos fuimos para el hospital".

Julieta Silva, quien atropelló y mató a su novio Genaro Fortunato a la salida de un boliche
Julieta Silva, quien atropelló y mató a su novio Genaro Fortunato a la salida de un boliche

Linares habla sobre las horas más tristes de su vida sin quebrarse. Como si la coraza emocional adquiriera una fuerza proporcional a la gravedad del relato.

"Fuimos al hospital y nadie se animaba a decirme que estaba en la morgue… Ni siquiera lo pude ver. El forense decidió que no lo viera, por mi bien", relató.

En las horas previas, Julieta Silva había mantenido una breve discusión con Fortunato en las afueras del boliche La Mona. Después del entredicho, ella quiso abandonar el lugar en su Fiat Idea, mientras Genaro le golpeaba la ventanilla del vehículo para que lo dejara entrar.

Segundos después. Silva giraría en U a los pocos metros, aceleraría y arrollaría a su novio, que estaba tirado en el suelo, sobre la calle, abajo de la tormenta. Silva, y luego la Justicia se apoyaría en la misma línea, aseguró que nunca vio a su novio tirado en el suelo y que al momento de pasarlo por arriba pensó que había pisado un pozo.

Graciela Linares, junto a su ex pareja y padre de la víctima, Miguel Fortunato
Graciela Linares, junto a su ex pareja y padre de la víctima, Miguel Fortunato

Linares se separó de Miguel Fortunato, el padre de la víctima, cuando Genaro tenía apenas cinco años. Aún así, ambos mantuvieron a lo largo de su vida una relación cordial y relativamente cercana. Desde inicios de los 2000, la mujer entabló una relación estable con Leonardo, que también representaría una figura importante para la vida del rugbier.

La relación entre Linares y Leonardo, esa que pareció inquebrantable durante más de una década, se rompió a los pocos meses de la muerte de Genaro. "No todo el mundo está capacitado para bancarse una cosa así. Y yo no lo critico para nada. Se la bancó hasta donde pudo. Hay que saber ponerse en la piel de la otra persona también ante un momento así. Igual, lo sigo teniendo cerca".

Desde la muerte de Genaro hasta el día de hoy, Linares debió aprender a llevar en simultáneo el dolor más fuerte de su vida y la búsqueda de justicia. La madre asegura tener claro que la muerte de su hijo no fue producto de un accidente sino de un acto intencional por parte de Silva.

"En todo este año, que fue un infierno, no paramos de recibir golpes por parte de la justicia. Primero, cuando el Tribunal de apelación le brindó el beneficio de la prisión domiciliaria hasta la celebración del juicio. Y después, todo lo que pasó en el juicio", comenta Linares, con un tono ya más elevado de voz, con una actitud de bronca y decepción.

Julieta Silva, durante el juicio en su contra
Julieta Silva, durante el juicio en su contra

Durante el juicio, iniciado hace poco menos de tres semanas, fue el reencuentro de la madre que perdió a su hijo con la mujer que lo atropelló.

"Apenas nos miraba a los ojos al padre de Genaro y a mí. Yo en cambio, la miraba bastante. Quería encontrar al menos en sus ojos la explicación del por qué hizo lo que hizo. Quería saber qué la llevó a creerse con el derecho de llevarse la vida de mi hijo de esa manera".

Según Linares, la celebración del juicio representó un nuevo espacio para el martirio: "Hubo una manipulación morbosa por parte de la defensa sobre la personalidad de Genaro. Dijeron que estaba en crisis, que estaba deprimido, que lo de la relación con Silva era algo de amantes. Una barbaridad tras otra. No te das una idea de lo terrible que es escuchar esas mentiras sobre un hijo tuyo que ya no está. La sensación de impotencia es sublime"

Si bien el tribunal aceptó en su momento la acusación por parte del Ministerio Público Fiscal de "homicidio agravado por el vínculo", que suponía una potencial pena de prisión perpetua, finalmente los jueces Rodolfo Luque, Julio Bittar y María Eugenia Laigle resolvieron condenar a Silva a 3 años y 9 meses de prisión por el delito de homicidio culposo agravado y avalaron la hipótesis del accidente.

"Esto fue el primer round. Tanto nosotros como el Ministerio Público Fiscal vamos a apelar y todo quedará en manos de la Corte Suprema. Esto no terminó acá. No vamos a parar hasta encontrar justicia".

Apenas unas horas antes del fallo y en medio de la celebración del juicio, Linares pidió la palabra ante los jueces para dedicarle unas palabras a Silva, sentada a apenas cuatro metros de distancia. Representó el momento de mayor tensión emocional de todo el juicio.

"Yo no tenía pensado hablar durante el juicio. Durante todo el año, tanto incluso como con la prensa, decidí mantenerme callada, quería escuchar y observar. Pero ese día, me levanté con ganas de tomar la palabra y dirigirme hacia ella".

"No tenía sentimiento de venganza, ni rencor ni odio. No me hace bien a mí eso y no gano nada. Yo solo necesitaba preguntarle por qué había hecho lo que hizo. Ella ni siquiera me pudo mirar a la cara mientras le hablaba".

Una vez leída la sentencia, el dolor para la familia Fortunato se hizo todavía más fuerte: "Ella salió raudamente. se abrazó con sus amigas, festejo total. Se subió al auto de un amiga estando en prisión domiciliaria y llegó a su casa en ese auto, una cosa increíble. No se puede creer cómo le dieron tantos beneficios. Y a un año de lo que pasó y después de habernos cruzado ya muchísimas veces, ella todavía no nos pidió disculpas por lo que pasó. Al margen de que haya podido ser un accidente, ¿Cómo no vas a pedirles disculpas a los padres del chico que atropellaste y mataste?".

Hoy, a un año exacto de la muerte de Fortunato, los dos clubes de rugby de San Rafael, el club Belgrano y San Jorge organizaron una misa en una catedral ubicada en la misma calle donde murió Fortunato. Asimismo, mañana por la noche, familiares y amigos organizarán una marcha en el Km 0 de la ciudad para pedir a la Justicia una revisión de la condena.

infobae

Graciela Linares todavía intenta hacer pie en su vida. Una vida que es absolutamente diferente a aquella anterior al 9 de septiembre de 2017 y que estará acompañada del dolor hasta su final.

"La verdad, que hoy lo que más me preocupa son mis otros tres hijos. Ellos quedaron destrozados con la muerte de su hermano menor. Destruidos. Los cumpleaños ya no son ni van a ser lo mismo. Hay un aire de tristeza que se respira en cada uno de nuestros encuentros. Y nosotros tenemos que encontrar la manera de poder aprender a convivir con ese vacío y recuperar algo de nuestras vidas".

Mientras tanto, aquel partido de Los Pumas contra los All Blacks todavía sigue guardado en el dispositivo electrónico de la TV digital. Nunca fue reproducido.

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