
Algunos ciudadanos del mundo famosos: Seneca (”no he nacido para un solo rincón; mi patria es el mundo”), Denis Diderot (”un cosmopolita se siente cómodo en cualquier parte”). Ahora: Ricki Subel
Tal vez esta mujer de 35 años oriunda de Sudáfrica no sea -todavía- un nombre conocido para el gran público, pero con su podcast “The Sola traveler”, lanzado este año y con decenas de miles de reproducciones acumuladas en las plataformas de audio, está demostrando que se puede combinar en un solo proyecto la memoir feminista, el manual de viaje estilo The Lonely Planet y las reflexiones sobre la sociología del turista, todo sin recurrir a la vacua prédica del “#wanderlust” o la superación personal.
La historia de este proyecto, que abreva tanto del género travelogue filosófico nacido tras el éxito del best-seller “Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta” como de los Excels colectivos alertando sobre conductas inapropiadas en ciertos lugares de trabajo, se remonta al año uno de la pandemia.
Subel fue una de las miles de extranjeras que llegaron a la Ciudad de México durante los meses más duros del confinamiento a nivel global, pero que tuvo en la capital mexicana una versión infinitamente más relajada y permisiva, ideal para nómades digitales de todas partes del mundo. Su relocalización tuvo también que ver con su propio espíritu ambulante: desde que se estableció a los 6 años con su familia en California ha vivido en un sinfín de ciudades: Madrid, París, Buenos Aires, Washington D.C, San Diego, y la lista sigue.
-Había estado trabajando para la Organización de Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en Washington y tuve que volver a casa en California por una cuestión de salud de un familiar. Siempre me llamó la atención la sequía de humanidad que se sufre allí y me di cuenta que yo también la estaba padeciendo. Una amiga de la infancia vio que yo no me encontraba bien y me dijo: “Ricki, hay algo que no está funcionando”. Y yo sabía a qué se refería, porque había estado viajando mucho, dedicándome 100% al trabajo, y descuidando todo lo demás. Me sugirió que escribiese, cosa que intenté al comienzo componiendo un poco de poesía, pero enseguida me di cuenta que quería hacer algo que le llegara a las mujeres. Que las ayudara de alguna manera. Y considerando que toda mi vida estuve viajando, se me ocurrió que crear un espacio para hablar sobre cómo hacer que nuestros viajes sean más placenteros, más seguros, más ricos, podría ser algo interesante. Estar en la CDMX rodeada de amigos y personas que me impulsaron a llevar adelante el proyecto fue clave.
-El podcast puede ser muy filosófico pero a la vez muy práctico. Cómo puedo romper la barrera idiomática en un viaje, o qué puedo hacer para estar segura en un país nuevo.
-Sí. Yo siempre estoy pensando en la salud y la protección de la mujer porque sé lo que es vivir en ese cuerpo, cargar toda la vida con lo que te dicen que debés hacer para que no te pase nada, para no estar en peligro. He tenido que luchar mucho para alejar de mi cabeza todos esos miedos -muy justificados en muchos casos- pero que te puedan paralizar. Porque si no salís y no te aventurás afuera, claro, las chances de que te pase algo malo se reducen, pero también las de vivir experiencias nuevas, enriquecedores. Por eso es importante dar ese paso y salir pero no necesariamente a lo desconocido. Hay que estar informadas y poder discernir qué es peligro verdadero y qué es solo una situación incómoda porque es nueva. Entonces digo, “ok, ¿qué podemos hacer entre todas?” En este caso en particular, construir tu comunidad, aunque sea un viaje corto. Le dices a alguien adónde vas a salir, compartes la ubicación de donde estás, el teléfono de la persona con la que te vas a ver. Son cosas simples pero que pueden ser muy importantes, porque se puede ser espontánea y a la vez tener un plan.
-También impulsás a las mujeres a que salgan, a que se animen a viajar solas. ¿Por qué cuesta?
-Porque no siempre nos sentimos seguras. Hay miles de cosas todos los días que pueden atentar contra nuestra confianza personal. Podés haberte divorciado y sentirte mal porque eso no funcionó. O sentirte atrapada en un trabajo que no es lo que querés para vos. Y un viaje puede ser la experiencia perfecta para volver a conectarte con lo que vos querés y lo que sos. No me refiero solo a “encontrarte”, sino a vivir cosas a las que siempre vas a poder volver y ser feliz recordándolas. Y no todo tiene que ser bueno. Podés pasar experiencias duras y eso también te ayuda de cierta manera porque te fortalecen. Viajar no solo para ser feliz, sino para descubrir quién podés ser.

-¿Tus viajes te convirtieron en lo que sos?
-Absolutamente. Y es que todos tenemos nuestras maneras de sacarnos adelante cuando nos sentimos mal, ¿no? En mi caso, mi manera de hacerlo siempre ha sido viajando. Y me parece importante hablar de esto porque históricamente la mujer no ha tenido lugar en esas narrativas de “salgo al mundo para encontrar mi destino”. Siempre es la que se queda esperando mientras el protagonista descubre algo sobre su vida. Los hombres tienen miles de aventuras en la que aprenden a ser héroes, las mujeres, muy pocas. Y si salen a buscarse, algo como en Eat, pray, love, lo que encuentran generalmente es un hombre. El cuento cambia, se actualiza, pero la moraleja es la misma.
-Pero no se trata solo de desplazarse físicamente, ¿verdad? En tu podcast hacés énfasis en que las mujeres pueden tener casi todas las mismas experiencias de un viaje quedándose en sus ciudades.
-Es que lo que nos enseñan los viajes es que en la vida tenés opciones. Que podés irte, podés tener esa vivencia inesperada. Pero esa exploración también puede ser interior, porque también he hecho viajes en estados que no eran los ideales, en el mindset que no era el correcto, y no me han servido.
-O sea que no cualquier viaje es positivo. Viajar por viajar, no.
-No, a veces conviene quedarse. La idea también es aprender cuáles son los buenos y malos momentos personales para viajar. Y para obtener la experiencia que uno quiere tener. Porque podés también pasarla bien, conocer gente y descubrir cosas sobre vos de la manera más simple. Tomando un café en un bar o yendo al cine. Por eso hablo de la importancia de crear una guía propia que te ayude a navegar la vida cotidiana, ya sea en el exterior o en tu lugar propio. Al final de cuenta, todo se trata de estar bien, ¿no? De estar bien cuando saliste de un viaje y cuando llegaste, pero también cuando te quedaste en la cama.
5 puntos claves para tener en cuenta si viajás sola, según Ricki Subel
1. Mindset: Antes de irte, busca una manera para estar sola 30 minutos a diario para poder observar los pensamientos y sentimientos (buenos y malos) que brotan. Apúntalos y guardalos como referencia durante tu viaje, para entender mejor lo que podría generar un periodo de soledad extendida.
2. Seguridad física: Proteger el cuerpo feminino conlleva ciertas precauciones que hay que tener en cuenta muy seriamente. Fortalece tu conocimiento y capacidad corporal por medio de yoga, meditación y artes marciales.
3. Intención: Para que la aprehensión no gane contra la exploración, tomate una hora para reflexionar y escribir sobre la intención o las intenciones que guiarán tu viaje.
4. Preparación: Sobre todo si viajas a un lugar donde no hablas el idioma, trata de programar lo más posible tus excursiones, transporte y actividades con anticipación. Pensá en cómo te vas a comunicar (por ejemplo, ¿vas a necesitar un SIM nuevo para tu celular? ¿Tendrás wifi?) y busca alguien con que tengas confianza y puedas compartir tus planes por si te necesitan ir a buscar. Si hay cambios, asegurate de informarle a esa persona.
5. Comunidad: Antes y después de llegar, saber que tienes con quien contar en un momento de soledad o de urgencia te aportará no solo un recurso preventivo, sino también la oportunidad de conocer nuevas personas. Divertite y gozá de los momentos incómodos. Con un poco de prudencia y una mentalidad abierta, nunca sabés con quien te podés encontrar.
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