La familiar de Ana Frank que retoma su legado: el día que conoció el escondite y su lucha por la memoria del Holocausto

El abuelo de Hannah Elias, Buddy, es primo de la joven asesinada en un campo de concentración. Qué rescata la joven de sus antepasados familiares. Sus investigaciones en la reconciliación social tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. La comparación de Alemania con la Argentina posdictadura militar

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El abuelo de Hannah era
El abuelo de Hannah era primo de Ana. Jugaban juntos en las calles de Basilea, Suiza, luego del fin de la Primera Guerra Mundial

Hannah Elias gesticula mucho cuando habla. Quizás porque el castellano no es su lengua madre e intenta explicarse. Lleva consigo un cuaderno con anotaciones en alemán y hasta responde con sus ojos vivaces que no paran de moverse. Esta joven tiene lazos de sangre con Ana Frank y atiende a Infobae en el museo porteño dedicado a la chica que vivió con su familia escondida de los nazis. Allí, Ana escribió un diario que se convirtió en un símbolo de la resistencia contra Adolf Hitler. La joven alemana llegó a Buenos Aires para participar del Congreso de Jóvenes del Centro Ana Frank.

En una de las fotos que le tomaron en el museo porteño, aparece detrás la foto icónica de Ana. Hannah tiene la misma sonrisa tranquila que la adolescente asesinada por los nazis en un campo de concentración. El corte de pelo también es parecido. Y en la imagen se da el juego de espejos. El legado que transmite Hannah y la memoria de esa chica perseguida y asesinada en un campo nazi. En otro momento de la producción, la joven alemana aparece junto a un olivo que creció de un retoño traído desde Países Bajos. Hacia ese árbol miraba Ana cuando escribía.

Los lazos con Ana Frank

El abuelo de Hannah era primo de Ana. Jugaban juntos en las calles de Basilea, Suiza, luego del fin de la Primera Guerra Mundial. “Un día agarré el cochecito donde iba Ana, corrimos y la nena voló. No se lo dijimos a nadie y a Ana no le pasó nada”, contó en una de sus últimas entrevistas en medios europeos antes de morir en 2015. La familia Frank luego se mudó a Amsterdam y ahí perdieron el rastro o al menos dejaron de verse cara a cara. “Se mandaban fotos y se escribían cartas -relata Hannah-. Creo que eso caló profundo en Ana para luego tomar la escritura de su diario como acto de resistencia”.

Hannah junto a un retoño
Hannah junto a un retoño del olivo que miraba Ana Frank desde su escondite

Hannah visitó muchas veces a su abuelo en Basilea cuando era apenas una niña. De hecho, quedó muy impactada cuando estuvo en la casa de Ana Frank en Amsterdam. “Vi un cartel con la dirección de la casa de Buddy. Y era un hogar muy familiar para mí, donde yo iba muy seguido”, explica la joven.

Elias recuerda las tardes junto a su abuelo Buddy en las que el hombre le contaba lo que había sucedido durante la Segunda Guerra Mundial en Europa. “Era un testimonio de primera mano de lo que pasó. Las persecuciones y matanzas que sufrieron los judíos”, relata Hannah.

Durante su encierro en Ámsterdam, Ana escribió dos diarios. “Uno era público y otro privado. Luego su papá, Otto, único sobreviviente de la familia, decidió hacer una combinación de los dos para publicar. Tenía una vocación por las letras y el periodismo”, relata Hannah.

Toda la familia Elias se dedicó a la actuación. De hecho, Buddy fue un actor muy conocido en Suiza. “Mis padres también son actores y un poco dejaron de lado el legado familiar -admite Hannah-. A mi se me dio por seguir este camino. Por mantener viva la memoria de mis antepasados”. Uno de los objetivos de la chica es convertir en un centro cultural la casa de su abuelo en Basilea, que fue base de la Fundación Ana Frank.

A diferencia de su familia,
A diferencia de su familia, Hannah se dedicó a lo que ella define como “la lucha contra las injusticias sociales”

El legado de Ana Frank

A diferencia de su familia de actores, Hannah se dedicó a lo que ella define como “la lucha contra las injusticias sociales”. Estudió justicia transicional, inspirado en el argentino Juan Méndez que da clases en universidades de Estados Unidos y trabaja para la ONU. Esta rama de la filosofía que se encarga de investigar cómo enfrentan las sociedades los períodos posteriores a etapas de represión y tortura por parte del Estado hacia los ciudadanos. La pregunta siempre es la misma: ¿cómo se dan esos procesos de reconciliación?

Entonces, la joven va todo el tiempo de lo que ella vive en Alemania al estudio del caso argentino. “Nací en Núremberg, la ciudad donde se hicieron los juicios a los jerarcas nazis -explica Hannah-. Eso ya fue un impacto grande para mi. Mi objetivo actual es que los jóvenes no pierdan la noción de todo lo que sucedió en Alemania. Muchas veces, los chicos de la actualidad no quieren hablar de estos temas. Piensan que es el pasado, que ellos no tienen nada que ver. Para eso es importante atender a los testimonios de primera mano de los sobrevivientes. Escuchar lo que se vivió durante el Holocausto de primera mano tiene un impacto muy alto”.

Elias cuenta que estudió el caso argentino. La salida de la dictadura y todo la lucha de las Madres de Plaza de Mayo para mantener viva la memoria de los desaparecidos. En ese sentido, la joven ve un paralelismo entre ambos países. “En Alemania se dio un intento de desnazificación, pero es imposible juzgar a toda una sociedad que fue parte de esa época -explica Hannah-. Por eso vuelve a surgir la derecha en Alemania con chances electorales para el 2025. En este caso, se expresan con discursos de odio en las redes sociales y los intentos para deportar inmigrantes que llegan de Medio Oriente como refugiados”.

Hannah recibió a Infobae en
Hannah recibió a Infobae en el Museo Ana Frank de Buenos Aires

De Argentina, Hannah explica que los indultos fueron un paso atrás en la construcción de una memoria colectiva de lo que pasó durante la última dictadura. “Tanto en Alemania como en Argentina se hicieron monumentos o espacios para recordar lo que pasó. Sin embargo, ese tipo de homenajes no le llega a los jóvenes. Muchos chicos dicen ´no soy nazi, no tengo porque volver a hablar de ese tema todo el tiempo”´”.

Elias se sorprende con el avance de la derecha en distintas partes del mundo. A eso, le pide a las otras fuerzas políticas que sean más creativas a la hora de las propuestas, en especial para los jóvenes. Hannah, de 29 años, es parte de ese colectivo etario. Es una joven de esta era. “Puede ser que la izquierda no reproduzca discursos de odio, pero si hay una cultura de la cancelación a las personas que no piensan como ellos”, sostiene la chica.

Pese a los obstáculos, Hannah plantea desde Europa los mismos problemas que hay en Argentina. “En eso el capitalismo no discrimina. Mi mamá tiene incertidumbre si va a poder jubilarse dentro de poco. No sabe si el sistema va a poder financiar su retiro. Algo parecido a lo que quizás piensen diferentes personas en otras ciudades del mundo. Está, además, el trato a los inmigrantes que son deportados o los hacen vivir en condiciones muy malas como refugiados”.

Hannah recupera la historia de su familia. Se enoja con las injusticias del mundo e intenta a la generación a la que pertenece. Esos jóvenes de Berlín, por ejemplo, que hoy no quieren hablar de nazismo. Al igual que los chicos de Buenos Aires que prefieren no saber lo que pasó en la dictadura. Entonces, Elias recuerda la valentía de Ana Frank. La adolescente que no pudo escapar del horror nazi, pero dejó su testimonio sobre el Holocausto para que lo leyera el mundo.

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