
¿Alguna vez te preguntaste por qué sentís hambre en plena madrugada, incluso después de cenar? La respuesta podría estar en la actividad de un grupo diminuto de neuronas, capaces de influir en tus deseos de comer cuando el resto del cuerpo espera descanso. Nuevas evidencias científicas revelan que la biología cerebral, guiada por el reloj interno, tiene mucho que decir sobre el apetito nocturno y su efecto en la salud.
Un equipo de investigación del UT Southwestern Medical Center identificó un grupo de neuronas en el núcleo supraquiasmático (NSQ) del cerebro que regula el apetito nocturno y el peso corporal.
El NSQ, considerado el marcapasos circadiano del organismo, aparece como un factor clave para entender por qué los trabajadores nocturnos presentan una mayor prevalencia de sobrepeso, a pesar de consumir una cantidad de calorías similar a la de quienes trabajan durante el día. Este descubrimiento, publicado en la revista Cell Reports, abre nuevas vías para abordar la obesidad.

El papel de las neuronas del NSQ y la grelina
El grupo liderado por Jeffrey Zigman, M.D., Ph.D., y Omprakash Singh, Ph.D., descubrió que ciertas neuronas en el NSQ funcionan como interruptores que pueden encender o apagar la sensación de hambre según el momento del día. Los investigadores utilizaron ratones especiales que permitían activar o desactivar selectivamente estas neuronas.
Cuando activaron este grupo de neuronas durante el periodo de descanso de los animales —es decir, cuando normalmente deberían dormir, alrededor de las 10:00—, los ratones comieron más del doble de lo habitual para ese horario.
En cambio, al desactivar las neuronas en el mismo periodo, los ratones comieron todavía menos que lo normal en ese momento. Esto demuestra que estas neuronas son responsables de controlar el apetito específicamente durante el tiempo de descanso.

Además, durante 15 días seguidos los científicos mantuvieron desactivadas estas neuronas en el horario de descanso y comprobaron que los ratones perdieron alrededor de un 4,3% de su peso corporal. Por el contrario, los roedores sin ninguna alteración en sus neuronas aumentaron cerca de un 2,5% de peso en ese mismo tiempo.
El papel de estas neuronas se relaciona con la acción de la grelina, una hormona que aumenta el hambre y desacelera el metabolismo. La actividad de este pequeño grupo neuronal llega a explicar alrededor del 7% del peso corporal de los animales, lo que, aunque no parezca mucho, puede influir notablemente en la salud general.
En resumen, el estudio muestra que el cerebro regula el apetito y el metabolismo según la hora del día y que pequeñas variaciones en esa regulación pueden sumar o restar peso de forma importante con el tiempo.
Implicaciones para la salud humana y el metabolismo

Este avance podría resultar especialmente relevante en la salud pública. Comer durante la noche se asocia con un mayor riesgo de aumento de peso, patrón más frecuente entre trabajadores nocturnos.
El UT Southwestern Medical Center destaca que estos presentan tasas superiores de obesidad, aunque no ingieren más calorías que quienes mantienen rutinas diurnas, lo cual refuerza la importancia de los ritmos circadianos y la actividad neuronal en la regulación metabólica y del peso.
Investigaciones previas del laboratorio de Zigman ya establecían que algunas neuronas del NSQ responden a la grelina, pero su relevancia en la conducta alimentaria y el peso corporal permanecía sin esclarecer.

El NSQ, como principal regulador de los ritmos circadianos, coordina los ciclos de sueño, alimentación y metabolismo según la luz ambiental, lo que refuerza el valor de este hallazgo para comprender cómo el cerebro integra señales hormonales y temporales para regular el apetito.
Si estos resultados se corroboran en humanos, la intervención sobre este grupo neuronal podría aportar beneficios equiparables a algunos fármacos modernos para la reducción de peso, con potencial para prevenir o tratar el aumento de peso ligado a la alimentación nocturna, según destaca el UT Southwestern Medical Center.
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