En una nueva edición de El Puente, el ciclo de entrevistas de Infobae conducido por Julieta Puente, el eje estuvo puesto en la endometriosis. La protagonista del episodio fue la ginecóloga Agustina Larrea.
“Se trata de una patología benigna, inflamatoria y crónica. Crónica porque depende de las hormonas. Entonces, mientras la mujer esté en su edad fértil, puede estar conviviendo, coexistiendo con esta patología”, expuso desde el inicio.
“Es por eso creo que cada vez se habla más y tenemos que tratar de difundirlo porque genera mucho dolor con las menstruaciones, muchas veces dolor con las relaciones sexuales. Este dolor a veces se cronifica y empieza a generar dolores que no tienen que ver con el ciclo y muchas veces no es solo el dolor, sino también que puede llegar a tener asociado algún cierto grado de infertilidad y alteraciones en el ritmo evacuatorio, ya sea intestinal o vesical”, dijo la experta.
“Es una patología muy compleja en donde muchas veces el abordaje no es solo el ginecólogo, sino de un equipo muy bien armado de especialistas”, subrayó.
La especialista advirtió que la endometriosis puede no presentar síntomas o afectar profundamente la calidad de vida. “Puede ir desde ser asintomática hasta provocar una importante alteración en la vida de las pacientes. El principal obstáculo es el desconocimiento, tanto social como médico”, afirmó.
“El dolor no debe considerarse normal. Ante la duda, lo ideal es consultar con un ginecólogo, quien puede sospechar la patología y derivar al especialista. Por esa razón la denominan la enfermedad oculta, ya que muchas pacientes consultan de manera recurrente y, por desconocimiento, no son diagnosticadas”.

Larrea explicó que los estudios de rutina muchas veces no logran detectarla: “No todos los médicos que realizan diagnóstico por imágenes están entrenados para identificar la enfermedad. Se necesitan estudios específicos, como una ecografía dinámica especializada o una resonancia informada por expertos. Por eso, las pacientes pueden recibir resultados normales, aunque los exámenes no hayan sido realizados por especialistas”.
Los síntomas y señales de alerta
A lo largo de la entrevista, quedó claro que la endometriosis tiene múltiples manifestaciones que varían según cada mujer. Puede ser asintomática o provocar dolores menstruales intensos, incomodidad durante las relaciones sexuales, y dolor pélvico persistente, independientemente de estar menstruando o no. También puede presentarse un cierto grado de infertilidad y alteraciones en el ritmo evacuatorio intestinal o vesical.
La médica detalló los síntomas digestivos y urinarios que suelen confundirse: “Algunas mujeres presentan dificultad para evacuar, alternan diarrea con constipación, sienten inflamación intestinal o experimentan síntomas similares a una infección urinaria, aunque no la tengan”.
“Ningún tratamiento es igual para todas”, señaló Agustina Larrea al resaltar la personalización necesaria en cada caso. “El tratamiento debe estar adaptado a cada paciente. En términos generales, se indica terapia hormonal con el objetivo de evitar la menstruación”.

La alimentación adquiere un papel fundamental: una dieta antiinflamatoria resulta clave y está relacionada con uno de los factores que explican la endometriosis. “El origen puede ser genético, hereditario, ambiental, pero hoy se sabe que la alimentación influye profundamente”, indicó. “Dietas ricas en azúcares, lácteos, harinas, carne roja y alcohol pueden dañar la inmunidad intestinal y favorecer el desarrollo de patologías autoinmunes e inflamatorias”.
Larrea insistió: “El seguimiento se adapta a la evolución y síntomas de cada paciente; algunos casos requerirán cirugía, aunque no todas las mujeres con endometriosis la necesitan”.
Cirugía, la última opción: riesgos y precauciones
“La cirugía básicamente tiene sus indicaciones muy puntuales. Esto me gustaría que quede claro porque no siempre la endometriosis es quirúrgica y hay veces que hacemos más daño que beneficio al paciente si lo operamos y más en reiteradas ocasiones”, dijo la especialista.
“En el momento en que el cirujano especialista decide operar, tiene que ser o intentar que sea la única cirugía y la más radical posible, conservando la anatomía lo mejor posible, es decir, dándole el mejor beneficio al paciente y tratando de que no vuelva a pasar por el quirófano”, advirtió.
Además, precisó: “Hay historias de pacientes que la han operado muchas veces de endometriosis y eso empeora las adherencias, empeora su dolor. Puede afectar aún más su fertilidad. Entonces las indicaciones son muy poquitas y la idea es tratar de sacar toda la mayor cantidad de enfermedad que hay en la pelvis y eso implica un entrenamiento muy grande, porque hay que disecar mucho los nervios que llevan la información del dolor y la información a la vejiga y el recto. Hay que disecar uréteres, hay que disecar arterias, hay que tratar de sacar todo el tejido enfermo y luego continuar con el mismo tratamiento que yo te vengo contando para evitar que vuelva a pasar por otra cirugía”.

Endometriosis e infertilidad: una asociación posible pero no definitiva
La relación entre endometriosis e infertilidad está llena de matices, como resaltó la especialista: “La realidad es que puede tener un cierto grado de infertilidad relacionada. Pero no todas las pacientes que tienen endometriosis van a tener infertilidad”.
“No hay una relación lineal entre el grado de endometriosis y el grado de infertilidad. Hay pacientes que tienen mucha carga de enfermedad y quizás buscan y quedan embarazadas. Y hay otras pacientes que tienen poquita carga de enfermedad y les cuesta”, repasó.
“La infertilidad es multifactorial. Entonces, por lo general el asesoramiento a las pacientes es que busquen en un tiempo acortado. Y si no lo logran, bueno, estudiaremos a la pareja para encontrar cada uno de esos factores que pueden estar afectando su fertilidad”, agregó.
Una enfermedad que puede aparecer en cualquier etapa
“Se puede despertar en cualquier momento de la vida. Muchas veces, como decía, no siempre genera síntomas y muchas veces se termina diagnosticando porque la paciente buscó embarazo y no lo logró”, alertó la especialista.
En tanto, relató que existen casos reportados desde la menarca: “Hay reportes desde pacientitos muy chiquititas que recién arrancaron con sus menstruaciones y ahí está todo el tema de cómo nos alimentamos y quizás la herencia o la genética e inclusive pacientes que quizás han consultado mucho tiempo, muchas veces y se los diagnostican casi llegando a su menopausia”.

Un dato clave para el futuro: “Lo importante es que llegada la menopausia, al menos la enfermedad pierde la potencialidad de seguir creciendo o seguir progresando. Las lesiones que genera se quedan. No es que desaparecen, pero al menos pierden la potencialidad de empeorar, por así decirlo”.
El dolor es uno de los síntomas más angustiantes. Larrea enfatizó la importancia del acompañamiento médico y de hábitos saludables: “El tratamiento es complejo. La alimentación desinflama y por ende ayuda en el tratamiento del dolor siempre, obviamente, como a todos. El buen dormir, el ejercicio va a ayudar en el manejo del dolor. Obviamente damos analgésicos, damos eventualmente medicación que modula cómo uno siente el dolor e inclusive el tratamiento hormonal mejora mucho lo que es la sensación de dolor o la alteración de la calidad de vida y eventualmente, obviamente, la cirugía también”.
Para cerrar la charla, la especialista hizo hincapié en los signos que merecen una consulta especializada: “La enfermedad puede ser desde asintomática hasta generar una gran alteración de la calidad de vida, porque puede generar dolores con las menstruaciones, dolores con las relaciones sexuales. Muchas veces esos dolores independientemente del ciclo, se cronifican, es decir, independientemente de que la paciente está menstruando o no puede tener dolor, pelviano, algún cierto grado de infertilidad, eso es un síntoma. Y hay algunas pacientes que además tienen alteraciones en el ritmo evacuatorio, ya sea intestinal o vesical”.
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