“Bananas”: la sátira de Woody Allen sobre el populismo latinoamericano cumple cincuenta años

En 1971, el genial comediante describía las locuras de los dictadores del continente y también cargaba sus tintas contra Estados Unidos

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"Bananas" es una película cargada de sátira y crítica social.
"Bananas" es una película cargada de sátira y crítica social.

Woody Allen es famoso en todo el mundo por sus grandes comedias. Cuando recién arrancaba su filmografía, el actor, guionista y director se lanzó a realizar una sátira feroz sobre las dictaduras latinoamericanas y el vínculo de Estados Unidos con ellas. Pasaron cincuenta años desde su estreno y al verla hoy, sus dardos siguen siendo igual de efectivos. Muchas de las cosas que describe aun son reales y dolorosas, pero gracias al humor podemos verlas con claridad.

La crítica social está en el corazón mismo de la sátira. La burla directa contra las instituciones, las costumbres y las locuras de una sociedad. George Bernard Shaw dijo alguna vez: “Si quieres decirle a la gente la verdad, haz que se rían, de lo contrario te matarán”. Woody Allen lo entendió, y siendo un cineasta admirado por intelectuales de clase media, se metió con temas que eran motivo de discusión y debate por aquellos años. Por eso muchos de ellos no festejaron ni se rieron con el humor de Bananas (1971), una película que rápidamente pusieron en segundo plano.

La historia sigue los pasos de un joven de Nueva York, Fielding Mellish (Woody Allen), que se enamora de una muchacha militante de izquierda. Nancy (Louise Lasser) está juntando firmas para apoyar a la Revolución que está luchando contra la dictadura que gobierna en la República de San Marcos. Esta nación ficticia es una versión inventada de Cuba. Cuando Nancy termina su relación con Fielding porque le falta liderazgo, él decide viajar a San Marcos para sumarse a los revolucionarios. Cuando dicho levantamiento triunfa, el nuevo líder enloquece e impone una nueva dictadura. Ahora Fielding será parte de una nueva conspiración para derrocarlo.

Así como el revolucionario convertido en dictador delirante es fácilmente identificable con Fidel Castro, su subalterno y finalmente enemigo tiene un claro aire al Che Guevara. Woody Allen es despiadado, pero no por eso menos realista a la hora de retratar la locura de las dictaduras de izquierda apoyadas por el progresismo y los intelectuales de vida acomodada. Sin embargo, una sátira no puede elegir bando, así que también hay mucho para decir sobre el gobierno de Estados Unidos, el dictador derrocado y también los medios. La película es una de las más graciosas y divertidas del director.

En la cinta, Woody Allen le da vida a un joven que se enamora de una muchacha militante de izquierda.
En la cinta, Woody Allen le da vida a un joven que se enamora de una muchacha militante de izquierda.

Entre las muchas rarezas de Bananas (1971) no solo se encuentran las citas a filmes políticos como El acorazado Potemkin (1925) y Tiempos modernos (1936), sino que también aparece una futura estrella de Hollywood en una breve escena. Nada menos que Sylvester Stallone, quien hace de un criminal que atemoriza a todos en el subte. Dicen que Stallone casi no obtiene el papel y que le tuvo que rogar a Woody Allen para conseguirlo. Años más tarde los fanáticos de Rocky y Rambo rastrearon este rol para ver los comienzos de su ídolo. Allen, por otro lado, vería en Bananas como su primer filme personal, aquel en el cual tendría el control artístico. Y por supuesto, eligió que fuera una comedia, ya que todavía faltaba un poco para que se acercara al drama.

Algunos chistes son memorables. Woody Allen prioriza más el humor que la política, pero no hubo otra comedia que se le animara al populismo como lo hace Bananas. El discurso del nuevo dictador es tan gracioso como plausible, a la luz de las barbaridades que hasta el día de hoy ocurren en varios países del continente. Los chistes son graciosos de verdad. El presidente estilo Batista que huye de San Marcos y en el avión se queja del precio de los hoteles en Miami, los fusilamientos haciendo fila y con número, como si fuera un turno y el propio Fielding disfrazado de revolucionario con una barba postiza al estilo Hermanos Marx en Sopa de ganso. La comedia funciona a la perfección.

Un gran diálogo se da cuando el ejército norteamericano va hacia San Marcos en un avión militar. Un soldado pregunta: “¿Vamos a pelear a favor o en contra del gobierno?” Y otro le contesta: “La CIA no tomará riesgos esta vez, la mitad peleará a favor, la otra mitad en contra”. Bananas cumple cincuenta años y a juzgar por algunos chistes, se podría decir que parece filmada en el 2021. No sé si eso habla de la genialidad de su director o de lo poco que han cambiado las cosas. Como sea, se trata de una película maravillosa, para reírse de verdad de cosas que en la vida real no son graciosas.

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