Cumbre de cancilleres del Mercosur para discutir sobre los aranceles y una posible flexibilización

Hay fuertes divergencias en particular entre las posiciones de Argentina, Brasil y Uruguay. Participarán los ministros de Exteriores de todos los miembros del mercado común, incluido Paraguay. Y también los ministros de Economía, excepto el brasileño Paulo Guedes

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(Archivo DEF)
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¿Encontrarán un punto de coincidencia o al menos las posiciones serán más armónicas? ¿Quedará dinamitada la capacidad de lograr acuerdos? ¿Todo seguirá indefinido? El martes 8 de junio, a primera hora de la tarde en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería argentina, habrá otra reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de los cuatro países que son miembros plenos del Mercosur, en un encuentro del que también participarán los respectivos ministros de Economía -con la excepción del brasileño Paulo Guedes- que podría ser crucial para el futuro del bloque regional.

Si los números de la pandemia en esta parte de Sudamérica mejoran en los próximos días, todos podrán verse cara a cara. Las dos veces anteriores, el 26 de marzo para conmemorar que se cumplían las primeras tres décadas de la creación del Mercosur y exactamente un mes después, se comunicaron a través de videoconferencias en las que todas las partes explicitaron las diferencias que subsisten desde hace tiempo, sobre todo por las posiciones antagónicas del gobierno argentino, que cuenta con el respaldo de un conciliador Paraguay, con sus otros dos socios comerciales, Brasil y Uruguay.

Los principales puntos que volverán a ser discutidos por el Consejo del Mercado Común, integrado por los cancilleres y por los responsables de las carteras de Economía de cada nación, son la baja de aranceles y la flexibilización del Mercosur. Argentina propuso una baja parcial del 10% en el Arancel Externo Común (el AEC grava a los productos que se elaboran en países ajenos al bloque) y quitar el arancel para casi 3000 productos vinculados en su gran mayoría con insumos industriales. La disidencia mayor es con Paulo Guedes, el ministro brasileño al frente de la cartera económica, que propone duplicar la rebaja del arancel ya. Guedes anunció que no vendrá a Buenos Aires y durante la semana reiteró que no se quedarán “atrapados en la región”. “Fue un error, el Mercosur nos ha aprisionado”, agregó.

El canciller de Brasil, Carlos França. EFE/Fernando Bizerra/Archivo
El canciller de Brasil, Carlos França. EFE/Fernando Bizerra/Archivo

Las posturas parecen difíciles de conciliar. El embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, cumple un papel preponderante que intenta acercar a ambos gobiernos. El ex gobernador de Buenos Aires mantuvo varias reuniones en los últimos días con tres ex presidentes del vecino país que son claramente “integracionistas” como Lula Da Silva, Fernando Henrique Cardoso y José Sarney, y también estableció contactos con diplomáticos, con cámaras empresarias y con legisladores para trasladarles las intenciones del gobierno de Alberto Fernández para el futuro del bloque.

Los tres ex mandatarios brasileños se muestran en las antípodas de las ideas pragmáticas y liberales de Guedes. Argentina, que ejerce la presidencia pro-tempore del Mercosur hasta el mes próximo, quiere que la apertura económica del Mercosur sea gradual y por eso aceptaría otra reducción del AEC del 10% en enero de 2022. El jueves 3 de junio se reunirán los coordinadores del bloque para terminar de ajustar la agenda que se debatirá cinco días más tarde.

Una columna de opinión de Sarney que apareció publicada ayer en el blog brasileño metropoles.com va en el mismo sentido de apoyo al mercado común. “El Mercosur no morirá nunca. Brasil y Argentina, responsables de la más grande misión de integrar a América cumplirán ese destino. Un día esto será realizado totalmente y gritaremos el gran lema: ‘Crecer Juntos’”, reza el último párrafo del texto que escribió el político que presidía Brasil cuando se constituyó el mercado común en 1991 mediante el Tratado de Asunción, con su impulso y el de su par argentino, Raúl Alfonsín.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro (i) y el ministro de la Economia, Paulo Guedes. EFE/ Joédson Alves/Archivo
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro (i) y el ministro de la Economia, Paulo Guedes. EFE/ Joédson Alves/Archivo

Dentro del gobierno brasileño también persisten las divergencias, según lo ratificó un artículo periodístico que publicó el periódico O’Globo el jueves 27. Tanto el canciller Carlos França como el secretario de Asuntos Estratégicos del gobierno de Jair Bolsonaro, el almirante Flavio Viana Rocha, mantienen una muy buena relación con Scioli y el lunes pasado estuvieron conversando con el canciller argentino, Felipe Solá, del futuro del Mercosur en Ecuador durante la asunción del nuevo presidente de ese país, Guillermo Lasso. Ambos, França y Viana Rocha, aspiran a un entendimiento al que Guedes se resiste con el aval de Bolsonaro. El jefe de Estado brasileño, además, mira con desconfianza la cercanía afectiva entre Alberto Fernández y sus rivales en la política interna.

Guedes expresó en más de una oportunidad que Argentina debe abandonar su posición “proteccionista”. Tanto él como el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou y el de Paraguay, Mario Abdo Benítez, consideran que es necesario “flexibilizar” al Mercosur. Quieren cerrar acuerdos de manera individual con terceros países sin la necesidad del aval unánime de los otros socios del bloque regional. Se trata de una ecuación económica -con efectos geopolíticos- que Alberto Fernández no acepta en esta coyuntura histórica debido a la pandemia de coronavirus.

“El Mercosur es una marca que se proyecta al mundo de manera conjunta y unitaria; la región tiene mejores posibilidades de negociación y mayores capacidades de obtener ventajas en los mercados a partir de presentarnos juntos en las mesas de negociaciones”, aseguró el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de nuestro país, Jorge Neme, al encabezar el miércoles 26 la apertura del VI Foro Empresarial del Mercosur, que congregó a representantes de los sectores público y privado a fin de relevar y diseñar estrategias para los diferentes sectores productivos. Neme es uno de los representantes de la Cancillería argentina que más activamente trabajó en estos meses con el fin de acercar posiciones dentro del bloque.

Neme también afirmó que “la región necesita una mayor conexión y relación con los mercados y, si bien tenemos una agenda ambiciosa de relacionamiento externo, es necesario incorporar nuevas regiones y países partiendo de la base que tenemos que hacerlo de manera conjunta, más allá que en el proceso de negociaciones pueda haber algunas cambios de ritmo o flexibilidades en función de la sensibilidad de cada país”.

La propuesta de Uruguay de flexibilizar el Mercosur ingresó formalmente el lunes 26 de abril al bloque. El anuncio lo realizó por las redes sociales la Cancillería uruguaya, desde donde aseguraron que la propuesta contaba “con el apoyo total de Brasil”.

El presidente de Uruguay Luis Lacalle Pou, habla durante una conferencia de prensa el 23 de marzo de 2021, en Montevideo (Uruguay). EFE/ Raúl Martínez
El presidente de Uruguay Luis Lacalle Pou, habla durante una conferencia de prensa el 23 de marzo de 2021, en Montevideo (Uruguay). EFE/ Raúl Martínez

La proposición de Uruguay pasó a estudio de los coordinadores del Grupo Mercado Común “con el fin de generar los insumos que habiliten a tomar decisiones en la próxima reunión del Consejo Mercado Común”.

Horas antes de la presentación de aquella propuesta, el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, había recordado, que “si todos (los socios) no están de acuerdo, el Mercosur no avanza”, en alusión a la propuesta enviada por su país a Argentina, Brasil y Paraguay.

Durante la cumbre virtual de presidentes del Mercosur que se había realizado el 26 de marzo a 30 años de su creación, hubo un duro cruce entre Lacalle Pou y Alberto Fernández. El uruguayo afirmó en esa ocasión no estar conforme con las condiciones actuales en las que funciona el mercado común y dijo que le generaba “frustración” la imposibilidad de avanzar en acuerdos extrarregionales. Sus palabras más potentes fueron cuando manifestó que esos límites representaban “un lastre” y “un corsé” para el desarrollo de su país. Notoriamente incómodo el jefe de Estado argentino le contestó que el Mercosur no debía transformarse en “una carga o un lastre para nadie” e invitó a quienes se sintieran disconformes a “tomar otro barco”. Ese episodio pareció diluirse con el correr de los días pero desnudó las rispideces que conviven entre sus miembros.

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