Los 200 días de cuarentena desnudaron la imposibilidad de preservar acuerdos entre Alberto Fernández y la oposición

En pleno pico de la pandemia, el Gobierno optó por enfrentar a Horacio Rodríguez Larreta que era su principal aliado de Juntos por el Cambio al momento de contener a una sociedad cansada por el extenso confinamiento y sus consecuencias políticas, económicas y sociales

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Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta en la quinta presidencial de Olivos
Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta en la quinta presidencial de Olivos

La aparición del COVID-19 resolvió los prejuicios que se tenían mutuamente Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta. El Presidente siempre pensó que el jefe de Gobierno porteño era una versión eficiente de Mauricio Macri, pero las semanas de pandemia y sus circunstancias enterraron las comparaciones odiosas. De la misma manera sucedió con Rodríguez Larreta sobre Alberto Fernández: imaginaba un gerente político a control remoto desde el Senado, y tiempo después reconoció a sus ministros que era “afable” aunque “bastante calentón”.

Cristina Fernández de Kirchner y su lobby del Instituto Patria conspiraron contra las buenas relaciones entre el Presidente y el jefe de Gobierno. CFK considera que Rodríguez Larreta es idéntico a Macri y que será adversario del Frente de Todos en los comicios presidenciales de 2023. Ella detonó la confianza política que unía a Alberto Fernández con el referente en ascenso de Juntos por el Cambio.

Junto al Presidente y Rodríguez Larreta se alineó Axel Kicillof, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Kicillof tiene un encono ideológico con el jefe de Gobierno porteño y nunca entendió el acercamiento institucional que ejecutó Alberto Fernández. Protegido por CFK, el gobernador bonaerense se transformaba en un free rider y golpeaba a Rodríguez Larreta en los medios.

Cuando Kicillof rompía las normas tácitas de convivencia política, el Presidente ajetreaba su celular y chateaba sin fin con Rodríguez Larreta y el joven economista que conoce como pocos las enseñanzas de Carlos Marx y John Maynard Keynes. Hubo chispas infinitas entre Rodríguez Larreta y Kicillof, pero desde Olivos se aplicó con éxito la persuasión y los resultados trágicos de la pandemia para acallar los tambores.

Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires
Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires

Cuando aún eran fluidas las relaciones entre Alberto Fernández y Rodríguez Larreta, ambos coincidían en que no era momento de pujas bipartidistas y que el concepto dialéctico que debía aplicarse en todo momento consistía en sostener que la salud estaba por encima de la economía.

La ruptura política causada por la poda de la coparticipación porteña terminó con las coincidencias de fondo que usaban para sostener la extensión de la cuarentena ante la opinión pública. Alberto Fernández continúa aferrado a esos dos argumentos, mientras que Rodríguez Larreta ya hace su juego y no confía en las intenciones del Presidente.

El jefe de Gobierno considera que Alberto Fernández traicionó la relación política que habían construido y sostiene que es posible administrar la cuarentena con una agenda económica que debe ampliarse semana tras semana. El Presidente aceptó este punto, pero ya adelantó -más de una vez- que no permitirá que haya clases presenciales en la Ciudad durante 2020.

Cristina Fernández de Kirchner fue clave en la ruptura política entre Alberto Fernández y Rodríguez Larreta. La vicepresidente empujó la poda de la coparticipación porteña y aceleró la marcha en la Cámara Alta. Ahora, el Presidente se quedó sin aliados en la oposición y con un amparo de la Ciudad que está a consideración de la Corte Suprema.

A la intransigencia de CFK se sumó la perspectiva agonal de Macri respecto a Alberto Fernández. El ex Presidente detesta a su sucesor en Balcarce 50 y marcó posición durante sus vacaciones en Europa y a su regreso a la Argentina. Macri cree que no hay que darle respiro al gobierno del Frente de Todos y avala todas las movilizaciones espontáneas en contra de la cuarentena y sus efectos sociales y económicos.

La ruptura de Alberto Fernández con Rodríguez Larreta exacerbó los bordes de ambas coaliciones políticas y esa tensión que causa vacío de poder en el centro del escenario complicó las relaciones bipartidistas en la Cámara de Diputados y el Senado. La agenda parlamentaria es fijada por CFK y Sergio Massa, y las sesiones se han transformado en una pelea virtual en el barro.

Mauricio Macri respaldó la masiva movilización y banderazo contra Alberto Fernández que ocurrió el 17 de agosto
Mauricio Macri respaldó la masiva movilización y banderazo contra Alberto Fernández que ocurrió el 17 de agosto

Mañana se cumplen los 200 días de cuarentena y la situación política se ha complejizado. El Gobierno y la oposición chocan por la reforma de la justicia, la situación de los jueces trasladados y el fallo que mañana dictará la Corte Suprema. A su vez, se acerca la finalización de una nueva etapa de la cuarentena y la relación entre Alberto Fernández y Rodríguez Larreta ya está intervenida por la desconfianza y las distintas necesidades sanitarias y políticas.

Es un recuerdo nostalgioso las conferencias de prensa protagonizadas por Alberto Fernández, Rodríguez Larreta y Kicillof. Aún no se sabe cómo se comunicará la extensión de la cuarentena, y si su duración se extenderá durante todo octubre. Un dato es seguro: habrá una difícil negociación entre el Presidente y el jefe de Gobierno vinculada a las clases en la Ciudad de Buenos Aires.

Ya no hay agenda común entre Alberto Fernández, Rodríguez Larreta y Kicillof, y la desconfianza es un enemigo invisible.

Como el COVID-19.

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