Omar Chabán, como Lázaro Báez: el día que tuvo que quedarse en la cárcel por las protestas en contra de su liberación

El principal acusado por la tragedia de Cromañón debió postergar su salida de prisión cuando le concedieron por primera vez la excarcelación. Hubo fuertes marchas en su contra y hasta el entonces presidente Néstor Kirchner criticó a los jueces

Compartir
Compartir articulo
 Omar Chaban durante el juicio (Télam)
Omar Chaban durante el juicio (Télam)

Las imágenes de un móvil del Servicio Penitenciario Federal queriendo ingresar con Lázaro Báez al country de Pilar ante la resistencia de los vecinos se pudieron ver en todos los canales de televisión. La escena sacudió al público y de acuerdo a la simpatía política provocó rechazos y adhesiones.

Pero Lázaro Báez no fue la primera persona imputada en un caso judicial cuya salida de prisión despertó tantas pasiones en la sociedad. Hubo otras protestas contra decisiones judiciales que marcaron una división entre lo que pasaba en los estrados y lo que sentía la calle. La excarcelación de Omar Chabán, el gerente de Cromañon, fue quizás una de las resoluciones que, aún cumpliendo con lo que habilitaban las reglas, más irritación provocó en una población conmovida por la tragedia tras la muerte de 193 personas. Hasta el entonces presidente Néstor Kirchner se encargó de criticar el fallo y a sus jueces.

En la noche del 30 de diciembre de 2004, Callejeros estaba por empezar su show frente a seis mil personas que apenas podían moverse dentro del boliche. Chabán -un excéntrico personaje famoso desde el under de los 80- tomó el micrófono y pidió al público que se dejara de joder con las bengalas porque se iban a “morir todos”. Patricio Fontanet, la voz de Callejeros, los instó a portarse bien.

Pero apenas comenzó la música, apareció la pirotecnia y una lluvia de fuego cayó sobre los asistentes cuando una bengala impactó en la media sombra del techo. Una nube negra y tóxica se convirtió en una trampa mortal para los que estaban en el boliche. Se cortó la luz. La oscuridad y la puerta de emergencia cerrada con candados hicieron el resto. Los chicos se agolpaban, se empujaban, se pisaban tratando de salir. Hubo, literalmente, “pilas humanas” que quedaron atrapadas. Algunos chicos murieron dentro del local. Otros que lograban salir se caían en plena calle para no volver a despertar. Hubo 193 muertos y casi 1500 heridos.

Imágenes de la noche de la tragedia (Foto: Marcelo Bartolomé)
Imágenes de la noche de la tragedia (Foto: Marcelo Bartolomé)

En la tarde del día siguiente, con un país de luto, Chabán quedó detenido. Aunque no habían pasado ni 24 horas de la tragedia, ya habían dictado su captura nacional e internacional. Lo acusaban de haberse ido del boliche, a diferencia de los otros protagonistas, cuando los cuerpos comenzaban a apilarse en la vereda. Lo encontraron solo, en un atelier de la calle Salta al 600, en Monserrat. Se dejó esposar sin decir nada. Tras un breve paso por la alcaldía de la Policía Federal en Villa Lugano, su destino fue la cárcel de Marcos Paz.

Al mes lo procesaron con prisión preventiva por múltiples homicidios simples con dolo eventual. El 13 de junio de 2005, Chabán lloró e imploró su libertad. Un rato después, la Cámara del Crimen confirmó su procesamiento pero decidió liberarlo a la espera del juicio oral porque entendió que no existía riesgo de fuga ni entorpecimiento. Sobre su ausencia en sus primeras horas después del incendio, el fallo aseguró que Chabán solo buscó “un lugar donde estar en soledad para poder pensar qué curso de acción seguir”. Se le fijó una fianza de $500 mil cuando el salario básico no llegaba a los 700. La decisión fue firmada por el juez Gustavo Bruzzone y María Laura Garrigós -hoy interventora del Servicio Penitenciario Federal que ahora podría denunciar a los vecinos que no dejaron entrar a Lázaro Báez a su casa-.

La noticia provocó indignación. Familiares y amigos de las víctimas llegaron hasta los tribunales de Talcahuano. Llevaban pancartas y fotos de sus muertos. “No quedó ni un vidrio sano”, dicen los memoriosos. Dos policías fueron golpeados, uno de ellos terminó internado. Incluso prendieron fuego un auto pensando que era el del defensor de Chabán y en realidad era de una jueza.Que salga el juez -gritaba el papá de una víctima-. A mí me deben una explicación por lo que hicieron”.

 Protestas contra la liberación de Chabán (Foto: Charly Díaz Azcué)
Protestas contra la liberación de Chabán (Foto: Charly Díaz Azcué)

¿Cómo era posible que quedara suelto el principal sospechoso de la masacre que había conmovido a un país? La respuesta era fría pero real: las reglas legales así lo permitían. “De acá no sale nadie”, gritó otro padre para frenar el paso de un camión celular pensando que ahí podía ir Chabán. Todo se desbordó: agentes de la guardia de infantería golpeando a manifestantes que querían irrumpir en el Palacio, donde la Corte Suprema discutía el fallo que derogaba las leyes del Perdón.

Desde Santa Cruz, Néstor Kirchner calificó como “un cachetazo vergonzante para las 193 víctimas, sus familiares y para toda la sociedad argentina” la resolución que dejaba en libertad al responsable de Cromañon. Fue tal la reacción social que Chabán eligió no salir de la cárcel enseguida. Tenía miedo por su vida. “El ministro del Interior, Aníbal Fernández, no puede garantizar la integridad física de Chabán en libertad, así que por eso y para calmar los ánimos le sugerí a mi cliente que no depositara la caución”, dijo en ese momento el abogado Pedro D’Attoli al periodista Gustavo Carabajal, testigo de lo que pasó en la trágica noche de Cromañón.

Mientras a los jueces Bruzzone y Garrigós los denunciaban en el Consejo de la Magistratura (“hicimos lo que debíamos hacer y es lo que vamos a seguir haciendo”, dijo entonces la jueza), en silencio los abogados de Chabán presentaron una serie de propiedades para cubrir la fianza.

La libertad se concretó con la mayor discreción. Según revelaron a Infobae para esta nota fuentes que participaron de aquel procedimiento, agentes del Servicio Penitenciario Federal sacaron a Chabán de la cárcel de Marcos Paz a las 8 de la mañana. Para engañar a la prensa que hacía guardia, salieron primero otras dos camionetas del servicio. El auto en el que iba a Chabán estuvo dando vueltas por la Capital y el conurbano hasta que a las 6 de la tarde, cuando finalmente se lo entregaron a sus familiares bajo un puente. “Era un riesgo muy grande incluso para el SPF. Podía pasarle cualquier cosa”, recuerdan.

Omar Chabán (Foto: NA)
Omar Chabán (Foto: NA)

Chabán se fue a vivir a la casa de su madre, en un quinto piso de un edificio de la calle Pellegrini en el centro de la localidad de San Martín, en la provincia de Buenos Aires. Estuvo tranquilo hasta que la noticia se filtró. Las protestas llegaron hasta el edificio. Marchas alrededor de la manzana, bombas de estruendo durante la noche, basura en la puerta del edificio. “Había que entrar al edificio en medio de los huevos que nos tiraban”, recordó en diálogo con Infobae un amigo de toda la vida del empresario. El escrache no se detenía. La madre de Chabán defendía la inocencia de su hijo. “Mi hijo no es ningún asesino. Fue un accidente”, decía.

La revista Gente consiguió una grúa de altura (pluma) para retratar la imagen de Chabán, que ya no salía de su casa. Lo captó lavando una taza en la bacha de la cocina. Cuando levantó la vista, click. Los huevos en el frente del edificio continuaban. Incluso, dicen en el entorno de Chabán, algunos de esos huevos los compró algún medio cuando se acabaron. Un juez penal llegó a convocar a los abogados para saber qué iban a hacer.

Por ese entonces, el ministro de Seguridad bonaerense León Arslanian había dicho que como la tragedia “se cometió en la Capital, el juez de la causa es nacional y todas las circunstancias tienen que ver con la ciudad de Buenos Aires” habría que “conseguirle un domicilio en esa jurisdicción”. El gobernador Felipe Solá -hoy canciller- también protestaba por la custodia que tenía que asignarle.

infobae

El 21 de junio de 2005, Chabán se fue de madrugada de la casa de su madre. Los rumores dicen que iba disfrazado de policía. Sus abogados le habían conseguido vivir en una modesta casa de una isla en el Delta para preservar su seguridad y que no hubiera vecinos para molestar. No leía diarios ni escuchaba radios, no veía televisión. Pero los familiares se enteraron también rápido. Constaba en la causa. Algunos llegaron con un bote remando. En una oportunidad, el padre y los hermanos de unas de las víctimas apedrearon la casa, rompieron vidrios, le gritaron “asesino”. Otra vez, en cambio, Chabán terminó invitándolo a un padre a tomar un café y conversar. Por esos días, un alto funcionario del Gobierno llamó a un jefe de la Prefectura para decirle que, según una versión, Chabán se había escapado a Uruguay por el río. “Estoy comiendo acá con él. ¿Quiere que le pase?”, le contestó el uniformado.

La estadía de Chabán en el Delta duró unos meses. Tras 166 días de libertad, la Cámara de Casación Penal anuló el fallo que lo había excarcelado y ordenó devolverlo a una celda. Y así fue que Chabán volvió a prisión y estuvo dos años tras las rejas. Al cumplir el tiempo de la prisión preventiva sin condena, la defensa volvió a pedir la libertad. El Tribunal Oral Criminal 24 se la denegó y dijo que siguiera un año más detenido. Casación confirmó la decisión pero solo por seis meses. Medio año después, la defensa insistió con su salida. Se firmó la excarcelación pero, a diferencia de las veces anteriores, su domicilio fue un secreto entre la defensa, los jueces y el secretario del tribunal.

Para 2009 llegó el juicio. Chabán no era el único en el banquillo. Estaban Callejeros y su manager, el entorno de Chabán, los policías acusados de cobrar coimas, funcionarios porteños. Fueron semanas de escuchar a los sobrevivientes contar cómo aquel boliche se había transformado en un infierno. A Chabán le dieron 20 años de cárcel. En ese momento tembló, contó después. Estrago doloso calificado por la muerte de 193 personas. En ese juicio, a los Callejeros los absolvieron.

Juicio oral por la tragedia de Cromañón
Juicio oral por la tragedia de Cromañón

Apelaciones mediante, hubo un cambio de calificación. El incendio no podía interpretarse como intencional (con dolo) y los Callejeros no podían quedar absueltos. Pero se agregó el delito de cohecho para Chabán, a quien le terminaron fijando la pena en once años y nueve meses. Recién cuando a la defensa le denegaron el recurso extraordinario ante la Corte Suprema, Chabán debió volver por tercera vez a prisión. En la tarde del 20 de diciembre de 2012, Chabán se presentó solo en tribunales y quedó detenido.

Para esa altura, el empresario ya no estaba bien de salud. Entró directamente a enfermería y nunca pasó a una celda. “Fue un shock muy grande tener que volver a la cárcel”, recuerda un amigo ante Infobae. Su estado empeoraba. Hábeas corpus mediante, los médicos confirmaron que tenía la enfermedad de Hodgkin, un cáncer que ataca al sistema inmunológico y deja al cuerpo sin defensas.

Omar Chaban (DyN)
Omar Chaban (DyN)

Una decisión extraordinaria le permitió una prisión domiciliaria a mediados de 2013 en una vivienda otra vez secreta, para poder seguir su tratamiento. Internaciones y un trasplante de médula. “Ya no estaba bien en su cabeza. Teníamos que estar atentos a que no se nos fuera”, dice a este medio un allegado a su entorno . “Chabán llamaba a cada rato a tribunales para avisar lo que hacía o donde iba. No quería que se interpretara que podía estar escapando. Avisaba hasta que iba a la vuelta a la verdulería”, añade.

“De la libertad, extraño la libertad misma”, dijo Chabán en una de sus últimas notas. La vida se le fue el 17 de noviembre de 2014 en el Hospital Santojanni. Murió convencido de que la sociedad eligió culparlo a él, aunque los responsables fueron muchos.